El último trabajo de investigación
publicado por Mari Jose Olaziregi lleva por título Instimismoaz
haraindi: emakumezkoek idatzitako euskal literatura (Más
allá del intimismo: la literatura vasca escrita por mujeres),
donde la profesora sostiene que de ninguna manera se puede catalogar
como intimista la totalidad de la literatura vasca escrita por
las mujeres, al tiempo que asevera que muchas novelas y libros
de poemas no han sido aún estudiados, declarando que ya
es hora de que sean objeto de crítica y de leer los valederos.
-Su último libro
versa sobre la literatura vasca escrita por mujeres. Se diría
que el panorama que describe es bastante desolador, como si la
mujer estuviera discriminada en la literatura vasca.
En todos los sistemas literarios se suelen canonizar algunos
escritores y ciertos tipos de literatura, y luego hay otros periféricos
de segunda categoría, donde se encuentran los textos escritos
por mujeres, los infantiles y juveniles, y las traducciones.
Eso es lo que he querido denunciar en mi libro: la existencia
de una literatura escrita por mujeres que todavía no se
ha analizado. La literatura a la que no se le hace mención
ni se promociona no se lee, no existe. En mi opinión faltan
estudios extensos, profundos, históricos, sociológicos
y críticos sobre los textos escritos por mujeres en euskera.
Apenas hay nada de eso.
-Hemos escuchado en múltiples
ocasiones que en ciertos ámbitos la mujer está
menospreciada, sin embargo, el caso de la literatura nos resulta
menos conocido.
Una mujer hoy en
día no tiene ningún problema para publicar un texto.
Aquí a priori no se discrimina a nadie, pero ¿por
qué se ha estudiado tan poco la literatura escrita por
mujeres? ¿Por qué nunca se les hace alusión
en la historia de la literatura? ¿Por ser mala? ¿Toda
ella? ¿Se la discrimina en función del criterio
de la calidad literaria? Yo creo que la mayoría de las
veces no se la conoce, y eso es lo que he tratado de denunciar.
No defiendo esta literatura por el mero hecho de haber sido escrita
por mujeres; nada de eso. Yo no elijo una novela por haberla
escrito una mujer, sino que trato de escoger un texto de calidad.
Puede que se aproxime más a mi experiencia vital porque
la autora sea una mujer, pero puede que no. Cuando consumimos
arte, siempre seguimos al criterio de la calidad. La clave reside
en el momento previo al de la consumición. Si nunca hemos
oído hablar de un texto, si no hemos recibido ningún
tipo de información en los medios de comunicación,
en los libros de historia, en los periódicos... nunca
lo vamos a leer. Ahí están el menosprecio y la
discriminación. A priori, nadie reconoce que en la literatura
vasca la mujer esté discriminada, y, claro, tampoco se
trata de caer en el victimismo. No hay víctimas. Pero
ya es hora de hacerles una crítica a esos textos y de
leer los que merezcan. No vayamos a discriminarlos por el sexo
del autor.
-De modo que el mundo de
las promociones se lleva un cero.
Hoy en día la literatura forma parte del espectáculo
de la sociedad, y el peso que tienen los medios de comunicación
y las promociones es enorme. Está comprobado que no siempre
es la calidad la que conduce un texto a la fama. Hay unos autores
que la comunidad crítica canoniza, que aparecen más
en los medios de comunicación.
-Declara que a las escritoras
se las conoce menos; no obstante, sólo un 10,8% de los
escritores vascos son mujeres, dato que en parte justifica esa
menor incidencia.
La poesía se escribe y se vende menos, pero aquí
está muy estudiada; más que la prosa. Yo creo que
en la literatura vasca hay que diseñar un circuito normalizado.
No vayamos a crear circuitos especiales con la literatura escrita
por mujeres o con la infantil y juvenil. Es evidente que, siendo
menos, producen menos y se les menciona menos, pero el problema
es que ni se las nombra ni se les examina. Tenemos que normalizar
el sistema literario vasco.
Percibo cierta injusticia cuando se dice que la literatura escrita
por las mujeres es intimista. Al no conocerla se alude al intimismo,
y meten estéticas y poéticas totalmente distintas
en el mismo saco. En ese tipo de casos siempre existe el riesgo
de cometer alguna injusticia.
-¿No siente una
excesiva humildad por parte de las escritoras? La mayoría
no se define como profesional, sino como amateur.
Virginia Woolf decía que las mujeres seguramente tenemos
más miedo que los hombres a hablar en público,
porque por lo general somos más exigentes con
nosotras mismas. En el caso de la escritura, a las mujeres les
cuesta más reconocerse como escritoras. El mercado y los
medios de comunicación no pertenecen a las mujeres, y
esa falta de protagonismo produce falta de seguridad. Además,
muchas dicen que las editoriales son más exigentes con
ellas, en el sentido de que se prestan a publicar una mala novela
de un prestigioso escritor, pero es más difícil
que lo hagan en el caso de tratarse de una mujer. En la cultura
vasca las cotas de poder no son de las mujeres. Se nos ha permitido
ser profesoras, algunas incluso periodistas o críticos,
pero ¿cuántas editoras hay? ¿Cuántas
escritoras? Hay roles que no se han aceptado con tanta facilidad.
-Ha realizado investigaciones
en torno a las jóvenes escritoras. ¿Hay motivos
para ser optimistas?
Pertenezco al jurado del concurso literario Urruzuno, y la verdad
es que presentan unos textos muy buenos. Tenemos que conseguir
la normalización y dar a todos la misma oportunidad. Eso
es lo que yo planteo, sin ningún tipo de victimismo.
Durante estos últimos años muchas jóvenes
presentan sus obras, y lo cierto es que sí que tenemos
motivos para sentirnos optimistas, por qué no.
-En su último libro
expresa la insuficiencia de la crítica feminista. ¿Se
les otorga poca atención a los libros escritos por mujeres?
Muchos de ellos ni se examinan ni se comentan. Tome la historia
contemporánea de la literatura vasca y vea cuántos
se han examinado. Y el criterio de la cantidad es con frecuencia
increíble; hay unos autores que habiendo escrito un par
de novelas se nombran una y otra vez; sin embargo, hay mujeres
que han escrito cuatro o cinco pero a las que alude menos. No
se sigue el parámetro de la cantidad. Muchas están
además en el olvido.
-Ha estudiado la posibilidad
de incitar a los jóvenes a la lectura. Se diría
que es una ardua tarea en la sociedad actual.
Lo es. Se trata de una afición, y es muy difícil
hacerle ver a otra persona que quizás vaya a gustarle
algo que a uno mismo le apasiona. Además, la lectura es
una actividad muy discriminadora, porque uno tiene que aprender
a leer, aislarse...
Yo trato de no vender
la lectura a mis alumnos. Les digo que quizás se van a
entretener leyendo, que así enriquecerán su vida,
conocerán nuevos mundos... Puede que sí o puede
que no. Les aconsejo que hagan la prueba con los derechos con
los que cuentan: empezar un libro y no terminarlo, pasar unas
hojas... Se trata de no dramatizar la lectura. Deberíamos
perseguir ese algo placentero, sin traumatizar a nadie por no
haber leído un texto determinado, porque ningún
texto es fundamental. Puede que la lectura nos haga la vida más
agradable, pero leer no es imprescindible, porque también
podemos vivir sin leer y ser igual de felices. No es más
que un plus.
Cuando digo esto los alumnos se quedan atónitos, porque
esperan que les haga una apología de la lectura. A mí
me da la impresión que hay muchísima hipocresía
en torno a la lectura. He ahí a los padres y a los profesores
diciendo que hay que leer, pidiendo a los demás que hagan
lo que ellos no hacen, aconsejando una afición que no
les apasiona. Los lectores, además, somos muy pesados.
A uno puede gustarle la montaña, pero no dará la
tabarra diciendo al que tiene al lado que tiene que ir. El lector
en cambio sí. Es de una tipología muy especial.
-¿Existe una literatura
vasca para los jóvenes de entre 15 y 20 años?
Claro que sí. Hay mucha literatura traducida a la que,
en mi opinión, por una vez se le debería prestar
más atención. Hay novelas dirigidas a la juventud;
puede que no con tanta diversidad como en otros mercados, aunque
esa misma razón tiene también sus ventajas, porque
las colecciones que últimamente se han puesto de moda
responden más a una oferta comercial que a la literatura
de calidad. Afortunadamente en Euskal Herria somos tan finos
en los asuntos de marketing y mercado que podemos encontrar verdaderas
joyas. Esta semana, por ejemplo, he leído Hamabi galdera
pianoari (Doce preguntas al piano), de Juan Cruz Igerabide,
un texto muy bueno para cualquier joven. En cuanto a traducciones,
tenemos los textos de Stevenson, maravillosamente traducidos,
etcétera.
-Recientemente se han organizado
unas jornadas que tenían por objeto cuestionar la existencia
de una crítica de la literatura vasca. ¿A qué
conclusión llegaron los críticos?
Las jornadas resultaron excelentes; se congregó más
gente de la esperada. Queríamos acabar con el tópico
de la ausencia de crítica en la literatura vasca, porque
sí que la hay, y además en las últimas décadas
se han hecho unas críticas buenísimas. Por otra
parte, elaboramos un diagnóstico sobre el momento actual
de las investigaciones, detectando los errores, determinando
la dirección que habría de tomar la literatura...
E intentamos especificar lo que
se entiende por crítica. Por una parte está la
crítica pública, la de los medios de comunicación,
y por otra la académica o científica. Estoy convencida
de que en nuestro caso la crítica más floja es
la pública, porque en los últimos años la
académica ha avanzado bastante. Todavía nos quedan
muchas cosas por examinar; el aspecto historiográfico
es muy escaso, la narrativa no está lo suficientemente
analizada, como tampoco lo está la literatura escrita
por mujeres, la infantil y juvenil, la traducida... En todo caso,
creo que el mayor vacío es la de la crítica pública,
porque tan sólo se publican breves referencias, casi nada
de crítica. Echo muy en falta esta aproximación
entre la crítica académica y la pública,
en el sentido de que los diarios, en lugar de publicar críticas
de circuitos universitarios, deberían editar críticas
razonadas. La hendidura actual es demasiado grande. La mayoría
de las veces pasamos de una breve reseña, a un análisis
que emplea no sé qué metodología crítica,
cuando lo que necesitamos es un término medio.
-¿Se refiere a que,
por ejemplo, los profesores universitarios deberían colaborar
en los medios de comunicación?
En el circuito francés o en el castellano hay profesores
universitarios que escriben en diarios y en suplementos literarios,
pero, claro, para que eso fuera posible deberíamos tener
unos en euskera, y hoy por hoy son pocos. Necesitamos otros más
amplios que engloben más opiniones y más artículos,
auténticos suplementos literarios en euskera, en los que
además de comentarios sobre textos hubiera lugar para
la reflexión. Echo en falta ese tipo de publicaciones
largas y profundas. En la actualidad tenemos las secciones de
los diarios, pero no bastan, son flojas y escasas.
-¿La literatura
vasca proporciona material suficiente como para editar una revista
de esas características?
Sin duda, sí. Lo que hay que hacer es formar un equipo,
fijar un presupuesto y ponerse a trabajar. Las páginas
de los diarios son muy caras; no es fácil dedicar muchas
hojas a ciertos temas.
-Se dice que en la literatura
vasca apenas hay críticas que tachen a un libro de malo.
Apenas las hay, casi todas las críticas hablan bien. La
mayoría de las veces, las críticas que hablan bien
de un libro no están bien argumentadas, al igual que hay
otras que dicen que un libro es malo sin profundizar demasiado
en las causas. El libro, o me ha gustado o no me ha gustado,
pero ¿por qué?
Hay que tener en cuenta que este es un país pequeño
y que puede que el escritor sea tu amigo, o que mañana
mismo lo veas pasear. Todos nos conocemos unos a otros, con lo
cual es más difícil. Algunos, además, asumen
muy mal las críticas.
No sólo eso, puesto que en los últimos años
el rol de los críticos ha cambiado. Antes sentenciaban
diciendo que esto era bueno y aquello otro malo, pero en las
últimas décadas el crítico expresa su opinión
y, sobre todo, explica la lectura.
-Siendo
como es autora de varias investigaciones en torno a la literatura,
¿no le tienta escribir una novela?
No, no. No es cierto, el tópico que dice que detrás
de un crítico hay un escritor frustrado. Reconozco que
de joven escribí algunos poemas, que me presenté
a concursos y que gané alguno que otro... pero no. Una
persona que escribe poemas o novelas no entiende el placer que
puede sentir un lector o un crítico al adentrarse en el
texto y hacer comentarios. Es un placer estético inmenso.
Además, cuanto más conoces una cosa, más
lo amas.
-¿Se propone realizar
alguna otra investigación?
Sí. Ahora mismo estoy escribiendo un libro de texto en
euskara sobre la literatura universal para EIZIE, para bachiller,
en el que trato de dar a conocer el patrimonio universal que
está traducido al euskera. Y dentro de poco saldrá
Un siglo de novela en euskara, que preparé para la UNED,
aunque ahora lo tengo que completar. Escribí un artículo
de más de 100 hojas sobre la evolución de la novela
vasca que me gustaría completar con el análisis
de las novelas de los últimos años. Trabajo no
me falta. Me gusta la investigación, pero también
la enseñanza; necesito las dos.
-Para terminar, recomiéndenos
tres libros recientes escritos en euskara por mujeres.
Sin lugar a dudas, la novela de Lurdes Oñederra Eta
emakumeari sugeak esan zion, que es muy buena. También
es muy recomendable el breve cuento Amona zure Iholdi,
de Mariasun Landa. El libro de poemas de Miren Agur Meabe...
hay mucho donde elegir. Fotografías: Maria Agirre
Euskonews & Media 71.zbk (2000
/ 3 / 17-24) |