GALEUZCA
es una palabra que restringe en siglas los nombres de Galicia,
Euskadi y Catalunya y abarca un movimiento de solidaridad y reivindicación
de los partidos nacionalistas de la tres naciones con el fin de
lograr en primera instancia mayores cotas de autogobierno y autonomía,
articular un Estado federal o confederal o encaminarse directamente
hacia la independencia.
El nombre de Galeuzca
fue utilizado por primera vez por el líder catalanista
Josep Conangla i Fontanilles el 31 de agosto de 1924 durante una
conferencia pronunciada en el Centre Catalá de la Habana
bajo el título: "Catalunya. Passat, present y futur".
Volvió a reaparecer el 13 de mayo de 1933 en el diario
nacionalista vasco EUZKADI y tomó carta de naturaleza,
adquiriendo difusión masiva y dimensión simbólica
a raíz del viaje triangular y la firma del Pacto de Compostela
el 25 de julio de 1933.
La historia de las
relaciones trinacionales galaico-vasco-catalanas comienza el 11
de septiembre de 1923 con el sello de la TRIPLE ALIANZA en Barcelona.
Con anterioridad las relaciones habían sido bilaterales,
efímeras, puntuales y escasamente relevantes.
La TRIPLE ALIANZA
tenía un carácter netamente independentista, con
apelaciones a la vía armada en el caso de que el Estado
español obstruyese cualquier posibilidad de sendero pacífico.
La implantación
de la dictadura primorriverista el 13 de septiembre, junto a otros
factores de diversa índole, hizo impracticable el tenor
de la Triple Alianza.
En el exilio galo
se proyectarían nuevos acuerdos, en los que ejercería
un intenso protagonismo el dirigente catalanista, Francesc Maciá.
La LIGA DE NACIONES OPRIMIDAS, dada a conocer a la opinión
pública el 9 de septiembre de 1924, incluía nuevas
aportaciones en la lucha por la soberanía de Marruecos,
Egipto o Irlanda. El COMITÉ DE ACCIÓN DE LA LIBRE
ALIANZA, articulado el 8 de enero de 1925, ampliaba la participación
a fuerzas de obediencia española como la CNT e incluso
el PACTO DE MOSCÚ, sellado el 16 de noviembre de 1925,
incorporaba a la lucha para derribar el régimen monárquico
dictatorial al PC.
El fracaso de la
invasión de PRATS DE MOLLO, en noviembre de 1926, provocó
cambios en la estrategia de derribo: el empleo exclusivo de la
vía política y el logro de un frente amplio antimonárquico,
con inclusión de la oposición española. Este
método se consumaría, tras la dimisión del
dictador Primo de Rivera y durante la Dictablanda del general
Berenguer, con el acuerdo conocido como PACTO DE SAN SEBASTIÁN
el 30 de agosto de 1930.
Instaurada la II
República y desaprovechada la oportunidad de elaborar una
nueva Constitución de carácter confederal para solucionar
los contenciosos periféricos, los años 1931 y 1932
sólo contemplaron llamamientos dispersos para conformar
una entente trinacional en las Cortes republicanas.
El 2 de abril de
1933, tras un mitin organizado en Bilbao por ACCIÓN NACIONALISTA
VASCA, con participación de representantes de la citada
fuerza política, de Castelao, en nombre del Partido Galleguista,
y de Josep Riera i Puntí, de Esquerra Republicana de Catalunya,
se firmaba en el Álbum de La Casa de Juntas de Gernika
con el fin de renovar la Triple Alianza de 1923. Habiéndose
incorporado el PNV a la tarea, asume éste el protagonismo
junto a la organización catalanista PALESTRA, dirigida
por Batista i Roca. Después de varias conversaciones y
un viaje a Euskadi de observadores catalanes, pertenecientes a
los diferentes grupos políticos del catalanismo, se decide
la realización de un viaje triangular: Galicia-Euskadi-Catalunya,
entre el 23 de julio y el 13 de agosto de 1933. En el transcurso
de este periplo firman el 25 de julio en Santiago el PACTO DE
COMPOSTELA o GALEUZCA el PG y ULTREYA, por los galleguistas, PALESTRA,
UDC y ACR, por los catalanistas, y el PNV por el nacionalismo
vasco. El 30 de julio, en Bilbao, se sumarían al acuerdo,
ANV, la otra rama minoritaria del nacionalismo vasco, y la LLIGA
y ERC, por el catalanismo, con lo que prácticamente suscribían
el pacto todas las fuerzas del espectro nacionalista de las tres
naciones, salvo algún pequeño grupo independentista
catalán como NOSALTRES SOLS. El Galeuzca era un acuerdo
de signo administrativo-cultural, que carecía de contenido
político netamente separatista de la Triple Alianza de
1923. Pero asustó a la derecha española y al propio
gobierno republicano-socialista, siempre dispuestos a demonizar
cualquier iniciativa periférica. En los días sucesivos,
durante la estancia barcelonesa, las conversaciones rematarían
en compromisos cuasi secretos de índole política
y cultural.
Pero el cambio de
coyuntura política iniciado en el otoño de 1933,
el incumplimiento de algunos acuerdos, las divisiones internas,
el triunfo de las derechas el 19 de noviembre y otros elementos
de variopinta índole cercenaron radicalmente la viabilidad
del Galeuzca, que, salvo episodios esporádicos en la etapa
del Frente Popular y la Guerra Civil, no volvería a resucitar
hasta el exilio.
El primer hito de
este resurgimiento cabría situarlo en el pacto bilateral,
vasco-catalán, suscrito en Londres el 18 de enero de 1941,
corroborado por el tripartito, galaico-vasco-catalán, sellado
por prominentes representantes de las tres comunidades en Buenos
Aires el 9 de mayo de 1941. Este incluía la apuesta por
la soberanía de las tres naciones, el derecho de autodeterminación
y la lucha en la contienda mundial a favor de las democracias
occidentales.
Los proyectos de
pactos galeuzcanos se multiplicarían entre abril y diciembre
de 1944, cuando ya la guerra mundial se inclinaba hacia la balanza
aliada. Las fuerzas nacionalistas de las tres naciones, afincadas
en México, firmarían un pacto galeuzcano el 22 de
diciembre de 1944, que consignaba expresamente el derecho de autodeterminación.
Consumada la victoria
aliada, una revista editada en Buenos Aires bajo el expresivo
título de GALEUZCA daba cauce a las aspiraciones trinacionales
en la configuración del espacio peninsular. Era un momento
de euforia, ya que existía la firme convicción de
la caída del régimen franquista y la implantación
de la III República. El pacto galeuzca sería una
excelente plataforma política para lograr la articulación
en la península de una Confederación de naciones,
donde tendría acomodo también en Portugal. Castelao
se mostraba como el más ferviente partidario del galeuzca
en esta tesitura. Pero distintos imponderables como la oposición
prietista al galeuzca y su apuesta por la restauración
monárquica, así como la tesitura internacional de
guerra fría, que inclinó a los aliados por el mantenimiento
del régimen franquista como baluarte estratégico
frente al peligro comunista, sin olvidar otros ingredientes complementarios,
de nuevo sumergieron el GALEUZCA en el reino del olvido. La euforia
había dejado paso al desencanto, abiertamente consumado
con el inicio del reconocimiento internacional del régimen
franquista en el año 1953, año de la firma del convenio
con EEUU y del concordato con la Santa Sede.
El canto del cisne
del galeuzca en el exilio serían los comunicados suscritos
por representantes de las tres comunidades en Buenos Aires, el
10 de marzo de 1959, y en Caracas, el 19 de abril del mismo año,
con motivo del memorándum escrito por el presidente de
la república en el exilio, Félix Gordon Ordaás,
donde mostraba escaso respeto por las autonomías regionales.
El suscrito en Venezuela rezumaba un nítido independentismo.
En 1961 el PNV intentaría
poner de nuevo en circulación el viejo proyecto galeuzca,
pero su llamamiento cayó en terreno estéril. La
hora del Galeuzca había pasado.
En suma, la historia
del galeuzca es la memoria de una entente solidaria trinacional
oscilante, que pretendía configurar el Estado español
desde una perspectiva pluricultural, plurilingüística
y plurinacional para solucionar definitivamente el litigio periférico.
En realidad, la Declaración de Barcelona de 1998 camina
en esta dirección, pero el crónico centralismo español
siempre pone semáforo rojo a cualquier conato serio y democrático
de reestructuración del mapa peninsular, cuya finalidad
expresa es la colmatación de la diferencia de la identidad
y de la igualdad en los derechos para los pueblos que adronan
el mosaico de la piel de toro.
Xosé Estévez, Historiador |