Martin de Alzaga Olabarria
* Traducción al español del original en euskera
Josemari Velez de Mendizabal

Desde Ibargoya en Aramaiona hasta la horca en la Plaza Mayor de Buenos Aires; un camino largo y lleno de dificultades, ajustado a un verdadero aramaiotarra, siempre mirando hacia adelante y muy ligado a los intereses de cada momento. He ahí un pequeño resumen sobre Martin de Alzaga, hijo de Aramaiona. Acercándonos a los detalles, nos encontramos ante un personaje muy interesante, sobre el que caben muchas preguntas, y cuyas posibles respuestas no resolverían del todo el misterio que le rodeó.

Siempre me ha intrigado la biografía de mi paisano, aunque pocas veces he tenido oportunidad de poder buscar en los misterios de la vida de Martin. Aunque su biografía sea abundante, sobre todo muy relacionada con la historia argentina, la sombra que hay sobre este aramaiotarra no me ha dejado ver tal y como me hubiera gustado cuántas son las verdades que se han contado sobre él, sobre todo si se refiere a sus últimos años. La investigación sobre Alzaga deja más de una duda, ya que no se ha aclarado si muchos acontecimientos que se han sumado a su curriculum son ciertos o no.

Pero estas líneas no buscan encontrar ninguna clave de ningún misterio; creo que pensar que yo pueda conseguir lo que no han logrado muchos y grandes historiadores, sería una gran barbaridad. Pero me ha parecido buena idea hacer llegar al lector a este vasco, desconocido para muchos, y sobre todo mostrar sus andanzas. Ése ha sido mi propósito al comenzar a escribir estas líneas.

 
Martin de Alzaga Olabarria

Alzaga y yo no solamente somos paisanos, sino que también nacimos en la misma calle, en Ibargoia de Aramaio, aunque él lo hizo 194 años antes que yo, exactamente el once de Noviembre de 1755. Los padres de Martin, Juan Francisco Alzaga Munarbe y Manuela Olabarria Madina, eran también aramaiotarras. Por lo visto, el hermano y algunos familiares de Juan Francisco encontraron el camino que conducía a América antes que el propio Martin escuchase la llamada de aquel continente. Juan Francisco, el padre, era cantero, y el negocio no le fue del todo bien. La madre de Martin murió en el hospital de Aramaio, en la pobreza (1).

Obligado por la grave situación económica familiar, Martin emprendió el viaje hacia Argentina con tan solo doce años, y su objetivo era reunirse con el tío Mateo Ramón. Marchó en busca de nuevos horizontes, como hicieron otros muchos vascos, y esperando a lo que el futuro le deparaba. Llegó a Río de Plata, sin saber apenas español, y trabajó a las órdenes del mercader Gaspar de Santa Coloma, antes de crear su primera empresa- "Alzaga y Requena"- diez años después (2). Enseguida extendió la actividad comercial fuera de Buenos Aires, y llegó hasta Potosí, donde tuvo como ayudante a su hermano Blas. El dedicarse en cuerpo y alma a su actividad mercantil hizo de Martin de Alzaga el hombre más rico del virreinato de Río de la Plata.

El 13 de Septiembre de 1780, se casó con Maria Magdalena Karrera Inda, hija de otro comerciante de orígenes vascos. La pareja tuvo catorce hijos e hijas, y la mayor -Maria Lucia del Corazón de Jesús- contrajo nupcias con el socio de Martin, José Requena Larraondo. Como se puede ver, el aramaiotarra fue elaborando una red comercial muy poderosa a su alrededor.

Con intención de poner orden en los intereses comerciales que tenía en Cádiz, Martin hizo un viaje en 1783 a la península. Por lo visto, aprovechó la oportunidad para llegar a su pueblo natal, y visitar a su viuda madre. Según algunos historiadores, en aquel viaje se consolidaron sus ideas políticas, y al volver a Buenos Aires las puso en práctica, siempre a favor de sus intereses económicos. Y está claro que la mayoría de sus vínculos económicos, y los más fuertes, eran con España, y eso condicionaba del todo la perspectiva política de Martin. Aunque le sobrara el dinero en Argentina, se olvidó que en Aramaio vivía su madre viuda y pobre; y este detalle hay que tenerlo en cuenta puesto que por defender su idearium político Martin fue capaz de invertir grandes cantidades de dinero. Fue el suyo, sin duda, un comportamiento interesado.

Así pues, aunque no lo haya dicho hasta ahora, el nombre de Martin de Alzaga ha llegado hasta nosotros porque fue una de las personas más controvertidas de la política argentina a principios del siglo XIX. Al decir de algunos, en contra de su voluntad; yo por mi parte diría que fue resultado de un proceso muy bien pensado. En 1795 le nombraron Alcalde del Primer Voto de Buenos Aires, por la fama e influencia que tenía sobre la población. Ascendió uno a uno los peldaños de la política: en 1785, el cabildo de la ciudad le nombró defensor de los pobres; en 1790, procurador síndico mayor; un año más tarde, primer regidor y enseguida miembro de la comisión municipal.

En nombre del Cabildo dio la bienvenida al virrey Melo de Portugal en 1795, y pagó de su propio bolsillo los dispendios del recibimiento, de la misma manera que se hizo cargo de todos los gastos de la compra de trigo en Montevideo, para paliar la hambruna que sufría la población bonaerense.. Por lo visto, Martin no era de buena salud y con esa excusa más de una vez pidió que le eximieran de cargos políticos. Aún así, en Junio de 1804 le reeligieron Alcalde de Primer Voto. Los negocios de Martin crecían rápido y logró el permiso para trasladar negros de África a Argentina, para que trabajasen en sus tierras.

En aquella época, en España se sentían las consecuencias de la revolución francesa, y eso afectó directamente en las tierras del imperio español, ya que crecía el apoyo a la revolución. Por otra parte, los ingleses -preparados para la pesca en aguas turbulentas- se hicieron con el poder del virreinato de Río de Plata en Julio de 1806, después de su primer ataque a Buenos Aires. Dos meses después los españoles pudieron reconquistarlo gracias, entre otros, a Martin de Alzaga. Los ingleses no se rindieron, y el 5 de Julio de 1807 emprendieron el segundo ataque, pero otra vez con Alzaga al mando, los ciudadanos lograron la rendición definitiva de los ingleses el siete de Julio, elevando como consecuencia al aramaiotarra a rango de héroe.

La sombra de Fernando VII, rey de España, era cada vez más débil en los virreinatos americanos y sus habitantes se aprovechaban de eso para hacer frente al poder español. También en Buenos Aires el ambiente estaba caldeado y aunque en los actos oficiales se proclamara el nombre de Fernando VII, en todos lados se palpaba el rompedor programa separatista. Como es normal, los que estaban a favor de la península no podían admitir la división. Ante aquel lío, Martin de Alzaga dejó bien claro que estaba a favor de las órdenes españolas. Así se tiene que entender la reconquista y defensa de Buenos Aires, y la campaña que hizo el vasco contra el que se alzó junto a él a favor de Buenos Aires, el general "francés" Liniers, a quien achacó alinearse con las tesis napoleónicas. Alzaga provocó un alzamiento en 1809, y se le culpó de quererse hacer con el poder español. Aquel fracaso, para muchos historiadores, indicó el fin de la carrera política de Alzaga. De todos modos, en el juicio llevado a cabo en 1810 conocido como "El proceso de la Independencia" no se encontraron indicios de culpabilidad en Alzaga, ni en el resto de acusados.

Mientras tanto, las fuerzas que se distinguieron contra los ataques ingleses, actuaron directamente en la Revolución de Mayo de 1810, y después de despojar del poder al virrey, se formó la Junta de Gobierno de Buenos Aires, el considerado como primer gobierno argentino, quien envió el ejército contra los monárquicos, es decir contra los seguidores del poder español. Hay que centrar en ese contexto la acusación en contra de Alzaga.

En aquel ambiente las autoridades se presentaban desconfiados ante los seguidores del dominio español. Y aunque Alzaga saliera libre del anterior juicio, dos años después no tuvo la misma suerte. Según algunos, una vez liberado en 1810, se dedicó a preparar lo que se denominó "La conspiración de Alzaga". En aquellos tiempos Buenos Aires tenía 60.000 habitantes, y las comunidades religiosas eran muy poderosas, siendo las de procedencia española de estructura amplia y estricta. Alzaga mantenía una estrecha relación con una de aquellas órdenes, exactamente la de los Padres Bethlemitas, por razones de comercio marítimo. Como consecuencia de ello, metieron en el mismo saco de la teórica conspiración a Alzaga y los religiosos, procesando también al superior de éstos últimos, Fray Jose de las Animas, quien fue ajusticiado.

Una de las personas que mejor ha estudiado la vida política de Martin ha sido uno de sus descendientes, Enrique Williams Alzaga, y según este historiador, la finalidad política de Martin se encontraba entre dos elecciones: crear un imperio independiente y que él fuera el rey, o conseguir el mayor poder de la colonia. "Se le ha llamado Martin I, y se ha dicho muchas veces que quería ser virrey: los dos son ciertos, y no están contrapuestos" (3).

Según esas afirmaciones, Alzaga no era demócrata, sino un monárquico absolutista. Quería convertirse en la única y mayor autoridad, con o sin la bendición del rey español. Buscó el poder, y seguramente los malos cálculos le traicionaron. Y los rumores que en 1812 circulaban por Buenos Aires, hablaban sobre una conspiración que tramaba derrocar al triunvirato Rivadavia, Pueyrredón y Chiclana y ponían en el ojo del huracán a Martin. Por eso detuvieron al aramaiotarra el 5 de Julio, y lo fusilaron al día siguiente, antes de que su cuerpo fuera colgado en la Plaza de Mayo.

Un testigo de aquel día -Juan Manuel Beruti- relata así en su libro "Memorias Curiosas" la ejecución de Alzaga:

"...salió al suplicio de la cárcel pública con su propia ropa, sin grillos y sin sombrero, advirtiéndosele mucha serenidad, que no parecía iba a morir...Fue su muerte tan aplaudida que, cuando murió, se gritó por el público espectador: "¡Viva la Patria!" repetidas veces y "¡Muera el tirano!", rompiendo enseguida las músicas militares el toque de la canción patriótica. Fue tal el odio que con este hecho le tomó el pueblo al referido Alzaga, que aún en la horca lo apedrearon y le proferían insultos... No ha recibido hombre ninguno de esta capital, después de Liniers, mayor honra por sus hechos que éste; pero tampoco se le ha quitado en los 300 años de su fundación, la vida a otro alguno, con mayor afrenta e ignominia de su calidad que a él...llegado el contento que recibió el pueblo, luego que fue preso... y ejecutada su muerte, a poner tres noches iluminación general en la ciudad, en celebridad de haber concluido con el mayor enemigo de la patria...habiéndose excedido a tal la alegría del público con la justicia que se hizo de este hombre que se tiró públicamente dinero a la gente común en celebridad, en la plaza, por varios individuos. Este hombre (Alzaga) era alto de cuerpo, flaco, seco, muy blanco, muy tieso y sólo sí algo inclinada para adelante la cabeza, cano pues tenía más de 60 años (4), y de una cara y aspecto respetuoso..."

No es la única descripción. La siguiente nos viene de maravilla para recrear los últimos instantes de vida del aramaiones. Nos la ofrece el ya mencionado Enrique Williams Alzaga:

"Viste chaquetón verde oscuro, calzón a la rodilla y botas de campaña. Lleva un crucifijo de madera en la mano. Avanza lentamente, con paso firme y decidido. Al pasar bajo el arco grande de la Revoca se detuvo, se hincó a los pies del sacerdote y oró. Llegado al lugar del suplicio, junto al zanjón que circundaba el Fuerte, no permitió que le vendaran los ojos y antes de sentarse, en un gesto de hidalga arrogancia (5), sacudió con su pañuelo el polvo del banquillo. Pidió a los tiradores que no le apuntaran a la cara" (6)

Justo habían transcurrido cinco años desde la invasión de los ingleses, y desde que los porteños hubieran elevado a Martin de Alzaga al olimpo de los héroes. Tampoco en el proceso de "La conspiración Alzaga" se pudo demostrar la participación de Alzaga. En opinión de la mayoría de los historiadores, el triunvirato exageró el tamaño de la conspiración, para quitar de en medio el peligro que representaban Alzaga y su equipo.

Como decía al principio, no todos los historiadores piensan igual al juzgar a Martin de Alzaga. Así, según Enrique Gandia, "fue el de 1812 el crimen más repugnante de la historia argentina. Los fallos judiciales o el revuelto político que se vivía fueron los que llevaron a Martin de Alzaga y otras cuarenta personas a la muerte, aunque no se conocieran y aunque fueran acusados de formar parte de una conspiración que nunca soñaron" (7). Según Gandía, la revolución que se le atribuye a Alzaga ocurrió dos meses después de su muerte, y a la cabeza de la revuelta estaba el general José San Martin, llegado aquel mismo año desde España a Buenos Aires. "El pueblo que bailó alrededor del cuerpo ahorcado de Alzaga se unió de nuevo, para echar a los jueces que lo juzgaron, y para echarles en cara que eran unos monstruos, asesinos y tiranos" (8).

La muerte de Alzaga no aclaró nada sobre lo vivido aquellos años por la sociedad porteña. Al contrario, su desaparición aumentó las preguntas, y hoy en día seguimos igual, sin desentrañar el misterio. Los planteamientos según el color del cristal con que se hagan no valen para las tesis de los historiadores. Como curiosidad decir que, mientras que en la capital española encontramos la calle "Alcalde Martin de Alzaga", es mayor la presencia de los Alzaga en el callejero argentino. Así, hay una "Plazoleta Martin de Alzaga", dedicado a nuestro personaje, en el barrio Palermo, frente a la embajada estadounidense. Otro ejemplo es "Pasaje General Félix de Alzaga", dedicado al hijo de Martin.

El linaje Alzaga ha seguido haciendo historia durante siglos. Gracias a la descendencia de los muchos hijos e hijas que tuvo el de Aramaiona, han sido famosos algunos hombres y mujeres de apellido Alzaga. Como ejemplo el hijo de Martin Felix Felipe, diputado, ministro y general de la armada argentina; Felicitas Guerrero de Alzaga, una de las mujeres más brillantes en la sociedad bonaerense del Siglo XIX; Félix Saturnino Alzaga Unzue, una de las figuras más representativas de la alta sociedad de la capital. Exactamente le corresponde a éste último la mención con la que quiero concluir este espacio dedicado a Martin de Alzaga:

"Félix Alzaga fue propietario de la caballeriza Alzaga Unzue. Sus colores -franjas coloradas y azules horizontales y gorra azul- se lucieron en los hipódromos de Chantilly, Deauville y Cannes. Un caballero -Félix- que su antepasado el españolísimo don Martin de Alzaga hubiera considerado quizás algo afrancesado a juzgar por sus gustos, aunque digno descendiente de su noble origen vasco, hidalgo y aristocrático, como solía afirmar -y actuar- el primer De Alzaga, con arrogancia de cuna" (9).


Breve bibliografía sobre Martin de Alzaga:

Alzaga, Martín de. Cartas (1806-1807). Buenos Aires: Emecé, 1972. 272 p.
Demaría, Antonio M. Perfiles históricos. Buenos Aires: La Pampa, 1887. 181 p.
Estrada, Marcos. Medio año de convulsiones en el Virreinato del Río de la Plata : de la misión Sassenay al 1º de enero de 1809. Buenos Aires: Ed. Cajica, 1964. 76 p.
Gandía, Enrique de. Historia de las ideas políticas en la Argentina. Buenos Aires: Claridad, 1960-. v. ISBN: 950-620-029-7.
Gandía, Enrique de. Otro Alzaga. Santa Fe: Ultreya, 1949. 151 p.
Lamas, Andrés. Rivadavia : su obra política y cultural. Buenos Aires: Tall. gráf. L. J. Rosso, 1915. 366 p. En: La cultura argentina.
Lozier Almazán, Bernardo. Martín de Alzaga : historia de una trágica ambición. Buenos Aires: Ed. Ciudad Argentina, 1998. 278 p. ISBN: 987-507-043-2.
NOTICIAS interesantes que se han recibido del Sud, y que se publican con conocimiento del Superior Gobierno. Buenos Aires: Imprenta del Estado, 1852. 1 h.
Palenque Carreras, Arturo. Martín de Alzaga: defensor de Buenos Aires. Buenos Aires: Alianza Libertadora nacionalista, 1944. 39 p. (Cuadernos de Alianza)
Quesada, Héctor C. El alcalde Alzaga: la tragedia de su vida. Buenos Aires: El Ateneo, 1936. 109 p.
Segreti, Carlos S.A. El partido español: la facción alzaguista. Córdoba: 1965. p. 331-288.
Udaondo, Enrique, 1880-1962. Don Martín de Alzaga en la Reconquista y defensa de Buenos Aires. Buenos Aires: 1956. p. 86-87.
Williams Alzaga, Enrique. "Memorial" presentado al ex-rey Carlos IV en 1815. Buenos Aires: 1963. 55 p.
Williams Alzaga, Enrique. Documentos relativos a la actuación de Martín de Alzaga en la Reconquista y en la Defensa de Buenos Aires: 1806-1807. Buenos Aires: 1948. 204 p. retr.
Williams Alzaga, Enrique. Alzaga 1812. Buenos Aires: Emecé, 1968. 306 p.
Williams Alzaga, Enrique. Disertación por Radio del Estado; el Cabildo abierto del 14 de agosto de 1806. Buenos Aires: 1956. p. 94-96.
Williams Alzaga, Enrique. Dos revoluciones; 1º de enero de 1809- 25 de mayo de 1810. Buenos Aires: Emecé, 1963. 278 p. ilus.
Williams Alzaga, Enrique. La conspiración de Alzaga a la luz de una nueva documentación. Buenos Aires: 1962. 84 p. ilus.
Williams Alzaga, Enrique. Martín de Alzaga, en la Reconquista y en la Defensa de Buenos Aires (1806-1807). Buenos Aires: Emecé, 1971. 254 p.
Williams Alzaga, Enrique. Vida de Martín de Alzaga, 1755-1812. Buenos Aires: Emecé, 1984. 290 p. ISBN: 950-43-0229-9.


(1) Ayer y hoy del Valle de Aramaiona (Jesus Maria Elejalde)
(2) En un juicio contra Martin de Alzaga, Santa Coloma tuvo que testificar ysegún dice, cuando comenzó a trabajar en Alzaga, éste sólo sabía hablar en Euskera
(3) Vida de Martin de Alzaga, 1755-1812" (1984.Enrique Williams Alzaga)
(4) Martin de Alzaga tenía 56 años cuando lo mataron.
(5) Según cita Jesús Mari Elejalde en su libro, Martin fue socio de la Asociación de hijosdalgos del valle de Aramaiona y sustiuido por Ignacio Murua.
(6) Vida de Martin de Alzaga, 1755-1812" (1984.Enrique Williams Alzaga)
(7) Martin de Alzaga Enciclopedia Auñamendi
(8) Martin de Alzaga Enciclopedia Auñamendi
(9) Escrito por Malele Penchansky, el 9 de enero de 1994 en la revista "Noticias"

Josemari Velez de Mendizabal


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