Los
vascos comenzaron a emigrar a lo que ahora conocemos como México
desde tiempos de la Conquista. Hacia mediados del siglo XVI, el
centro de la Nueva España ya había sido conquistado
y pacificado, y como los puestos administrativos, militares y políticos
estaban en manos de los castellanos principalmente, los vascos se
trasladaron al occidente y noroeste y luego de fundar Guadalajara
en lo que fue el Reino de la Nueva Galicia, siguieron hacia Zacatecas
y en este lugar fundaron un importante centro minero de plata.
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Miguel López de Legazpi. |
Partiendo de este sitio, uno de los sobrinos de sus fundadores,
Francisco de Ibarra, conquistó entre 1565 y 1575 el lejano
Norte y fundó la enorme provincia de la Nueva Vizcaya y su
capital Durango. Casi al mismo tiempo, otro vasco, Miguel de Legazpi
y Gurrutxategi, junto con Andrés de Urdaneta, zarpó
de la costa del Pacífico de la Nueva Galicia, conquistó
sin derramamiento de sangre las Filipinas y fundó su capital,
Manila (1564-1571), descubriendo, de paso, la manera de efectuar
el tornaviaje, problema que impedía que se abrieran las rutas
al Oriente, como luego pudo hacerse.
Salió Ibarra en 1563 hacia la Nueva Vizcaya, en donde sería
Gobernador y Capitán General. La mayoría de los peninsulares
que participaron en la expedición eran vascos. Algunos cuantos
se quedaron en el nuevo territorio que, con el tiempo, llegaría
a tener una superficie superior a 400 mil kilómetros cuadrados:
adquirieron tierras e introdujeron el ganado lanar en sus propiedades.
Sus descendientes las transformaron poco a poco en latifundios dedicados
a la cría de ovejas. Los inmigrantes vascos seguían
llegando y se casaban con las hijas de los vascos llegados primero
y así, para el siglo surgió un grupo de criollos dueños
de propiedades que vendían ovejas al centro de la Nueva España,
en donde a su vez se surtían de mercancías importadas
de Europa.
Una de esas familias de origen vasco fue la de Jugo-Urkidi, constituida
por el inmigrante Agustín Urkidi y la hija de Pedro Jugo,
cuyas propiedades aquel había estado administrando. Jugo
también había inmigrado de Euskadi y se había
convertido en el administrador de otro compatriota, Orrantia, con
cuya hija se casaría más tarde; de esta manera, la
cadena se remonta hasta la Nueva Vizcaya. En el siglo XVIII, la
familia Jugo-Urkidi, entonces en su apogeo, era dueña, o
tenía bajo su control, casi un millón de hectáreas
de tierra en lo que hoy es el estado de Chihuahua, y agrandaron
aún más su propiedad mediante una tardía adquisición
de dos haciendas abandonadas que habían pertenecido a los
jesuitas antes de que la orden fuera disuelta y sus miembros expulsados
en 1767 (por cierto, es interesante advertir que dos de los hermanos
Jugo eran jesuitas). Estas haciendas tenían un precio más
bajo pues los ataques de los indios (especialmente comanches) las
habían arruinado. Lo que tenía valor en ese entonces
en el norte de lo que ahora conocemos como México no era
tanto la tierra, sino las ovejas, las reses, los caballos y los
chivos, aunque las haciendas también daban productos agrícolas
e incluso había algo de industria, como la textil, aunque
más bien destinada al consumo doméstico y al mercado
local, y no era tan importante como el valor de las ovejas y de
la lana.
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Francisco de Urdiñola |
El latifundio más grande del Norte del Virreinato dedicado
a la cría de ovejas lo fundó Francisco de Urdiñola
(1552-1618), quien se había enriquecido gracias al comercio
con Manila y con las minas de México. Este Urdiñola
fundó Monterrey, capital del hoy próspero estado de
Nuevo León. Fue gobernador de la Nueva Vizcaya y adquirió
más tierras en el Este para fundar así un emporio
de casi cinco millones de hectáreas que llegaba hasta Texas,
aunque la mayor parte de la tierra eran pastizales pobres y desierto,
había también algunos oasis con mucha agua para irrigar
los campos y los viñedos, cultivo este al que Urdiñola
dio mucha importancia. La riqueza de su bisnieta era tal que en
1682, su marido, Agustín Etxeberz y Subiza, un navarro de
Pamplona, pudo adquirir el título de Marqués de Aguayo
y dos años más tarde el nombramiento de gobernador
y capitán general de la provincia de Nuevo León, al
noreste del país, y reunió así el poder político
y económico en sus solas manos. El emporio alcanzó
en la década de 1760 su máxima extensión (unos
seis millones de hectáreas) y la familia la fortuna más
grande del Virreinato, de casi cinco millones de pesos de aquel
entonces. Pero también tenían hipotecas y el patrimonio
se evaporó por 1820, poco después de la independencia
de México.
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Monterrey |
En la formación de la familia Urkidi hemos observado una
especie de patrón: un terrateniente empleaba a un joven compatriota
y luego le daba a su hija en matrimonio, similar al que regía
para el reclutamiento de comerciantes españoles en las ciudades.
Cuando un vasco que habitaba en alguna ciudad llegaba a la madurez
y alcanzaba el éxito podía pensar en casarse con una
mujer del país y contratar a un ayudante de confianza. Lo
que hacía era recurrir al hermano que vivía en la
tierra natal y era dueño de un patrimonio familiar y padre
de algún hijo. Llamaba a uno de los sobrinos más jóvenes
y le pagaba el pasaje a la ciudad en donde estaba el negocio. El
sobrino vivía con su tío y trabajaba arduamente en
la tienda. Del sueldo se le descontaba el importe del pasaje y lo
que quedaba lo ahorraba el tío por él. Después
de diez años el empleado y sobrino había ahorrado
lo suficiente como para poner un negocio propio, y el ciclo se repetía
con algunas variantes. Si el sobrino demostraba tener suficiente
capacidad, caso bastante frecuente, el tío le otorgaba la
mano de su hija y lo convertía en el administrador, no dueño,
del negocio. Si el comerciante no tenía hijos propios, su
sobrino heredaría con el tiempo el negocio, pero si los tenía,
éstos heredaban y se convertían en caballeros ricos,
con lo que se cumplía el sueño del padre, que había
surgido a la vida como hijo de un hidalgo pobre.
El sistema, tal como existía antes de la guerra de Independencia,
fue descrito brevemente por el historiador conservador de esa época
Lucas Alamán: "Los dependientes, en cada casa eran tenidos
bajo un sistema muy estrecho de orden y regularidad casi monástica,
y este género de educación casi espartana hacía
de los españoles residentes en América una especie
de hombres que no había en la misma España".
Si este sistema no existía en España, por lo menos
no en los tiempos de Lucas Alamán ¿cómo, dónde
y cuándo se originó? Los escritores que hablan de
ello, como Alamán y posteriormente D.A. Brading, no se hacían
esta pregunta.
Este patrón se aplicaba a los españoles en general,
no sólo a los vascos, pero puede suponerse que lo crearon
éstos. Por lo menos, puede suponerse que está en consonancia
con el carácter trabajador del vasco y su tendencia a la
endogamia, la cual, a su vez, se relaciona con su democracia interna
y con su carácter diferente al resto de los peninsulares.
Podemos eliminar de la lista del sistema a los castellanos, que
tanto se diferencian de los vascos, y a los catalanes que, por ser
súbditos de la corona de Aragón, no tenían
derecho a establecerse ni a comerciar con las Indias, y por último
a los nativos de las montañas de Santander, cuyo carácter
es algo parecido al de los vascos pero cuya región se encontraba
en aquel entonces algo relegada, su población era escasa
y por lo mismo casi no enviaba emigrantes allende los mares.
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Monterrey |
Un hecho importante es que en 1520-1539 (la conquista de México
tuvo lugar entre 1519 y 1521), los vascos constituían tan
sólo el 4.5 por ciento del total de los colonos peninsulares
de América, pero la parte que les correspondía entre
los comerciantes era del 14, porcentaje mucho mayor que el de las
regiones de España. |