El cortometraje o el modo de impulsar el cine realizado en euskera
Traducción al español del original en euskera
Asier Altuna

Al hablar sobre los cortometrajes, se suele decir que no son más que un formato que todo principiante está obligado a conocer; un paso previo para realizar largometrajes. Estos productos (incapaces de entrar en las salas de cine dada la poca rentabilidad que las películas de corta duración tienen en la industria cinematográfica actual) tienen, sin embargo, aspectos positivos e importantes, a pesar de que sus realizadores cuenten actualmente con escaso reconocimiento y no vivan copiosamente, puesto que el cortometraje está supeditado a la primacía del largometraje; por eso, pocas veces se conocen realizadores consagrados con este tipo de películas.

Es bien cierto que hacer cine es arte, pero al ser tan caro realizar una obra en este séptimo arte, el dinero pasa a revestir una extraordinaria importancia en el proceso de elaboración de una película. De considerar que el cine es industria (es decir, además de obra de arte, fuente de ingresos), entonces nos percatamos de que el cortometraje no forma parte de esta industria, ya que la infraestructura para mostrar el cine está pensada para la explotación del largometraje. Estando así las cosas, es normal que todos los cineastas deseen hacer largometrajes; al menos los que quieran vivir de esta profesión. Así pues, el cortometraje ocupa un segundo lugar en el cine, pero, al mismo tiempo, ha llegado a convertirse en el elemento más importante dentro del proceso de aprendizaje para hacer cine, puesto que para hacer largometrajes es necesario hacer previamente cortometrajes.

Por otra parte, sería triste olvidarse de las opciones que brinda el cortometraje, ya que se trata de un producto cinematográfico que esconde grandes riquezas. La finalidad de todo cortometraje es contar breves historias, para lo cual en un principio se requiere desarrollar las ideas en profundidad, ya que, al fin y al cabo, puede llegar a contar la esencia que puede encontrarse en un largometraje. Al optar por el cortometraje, el cineasta muchas veces consigue una ligera, curiosa y rica historia que no necesita alargarse. Las pequeñas historias de la vida cotidiana que se cuentan hacen que el espectador encuentre el cortometraje atractivo. Asimismo, esta brevedad brinda al director la oportunidad de realizar nuevas experimentaciones y buscar nuevos caminos, siempre y cuando tenga libertad para poder trabajar sin las presiones de la industria.

Si la aventura que supone hacer un cortometraje no fuera más que un mero cóctel de estas definiciones, muchos jóvenes realizadores no tendrían la figura del largometraje metida en la cabeza. El problema del cortometraje es que, además de no ser nunca económicamente rentable, es un producto que cuesta millones. Si el equipo que ha trabajado en esta labor consiguiera superar, con mucha suerte, los obstáculos existentes para llevar a cabo su proyecto y, una vez preparada la película, se le asegurara que contaría con un público, el proceso sería menos amargo. Desgraciadamente, la casi única posibilidad de ver cortometrajes es mediante los concursos; en el caso de que un director pierda la oportunidad de introducir su obra de corta duración en un festival de cine, estará obligado a ver el resultado de los esfuerzos de todo un año dentro de una triste lata de metal.

Mas, de ser exitosa la breve película de un cineasta, se le abrirían de repente muchísimas puertas, por concedérsele nuevas subvenciones para realizar otros cortometrajes, o por presentársele mayores facilidades para introducir sus obras en futuros concursos. Puede decirse que "quizás" se vislumbra un trocito del final del oscuro túnel hacia el largometraje, porque es en este momento cuando la obra de éste que hasta el momento no ha sido más que un simple realizador de cortometrajes comienza a darse a conocer.

El cortometraje, por tanto, debería tener su propia importancia y personalidad: bien siendo el medio de aprendizaje de largometrajes, bien tratándose de una película de duración y rasgos diferentes. Hay que tener en cuenta que el cine realizado en euskara en el País Vasco es muy pobre, y que apenas hay largometrajes en etsa lengua. Hasta ahora se han hecho cuatro o cinco cortometrajes al año. Ésa es la magnífica oportunidad que los vascos tenemos de ver cine en vasco. Hoy en día se nos imponen tanto el cine procedente de América como su publicidad, resultado directo de pertenecer a la red de distribución del "gran" cine. Esta publicidad, al contrario que el cine de nuestro país, da dinero, pero no nos ayuda a dar a conocer nuestras historias, ni tampoco a impulsar a nuestros cineastas. Al final, las películas que se nos imponen impiden percatarse de la buena calidad de las producciones locales, quedando la sociedad vasca sin apenas oportunidades para conocer sus obras cinematográficas. Evidentemente, el éxito de nuestro cine depende también de nuestro público, puesto que es quien hace su elección. Y es que está claro que en nuestro país se hacen películas de buena calidad, sean cortas o largas. La duración no es más que una norma impuesta por la industria.


Asier Altuna es codirector junto a Telmo Esnal del cortometraje Txotx, galardonado en el pasado Festival Internacional de Cortometrajes de Bilbao.
 


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