
La pila bautismal fue un elemento fundamental en
el ajuar litúrgico del templo medieval. El esquematismo y el deterioro
de muchas de éstas han provocado el incompleto reconocimiento de
sus decoraciones. Sin embargo, estudios recientes muestran que estas ornamentaciones
fueron fiel reflejo de los dogmas fundamentales del bautismo.
En la pila se celebraba el que en la Edad Media se consideraba como el primero
y más importante de los sacramentos, el rito iniciático, que
marcaba el ingreso en la comunidad de la iglesia y que posibilitaba la salvación
eterna. Aparecen motivos geométricos, astrales, arquitectónicos,
vegetales, animales y humanos. Entre las escenas y composiciones prevalecen
las de contenido religioso- Anunciación, Crucifixión, Tetramorfos,
Profetas, Apóstoles, monjes, el "orante"- sobre las profanas-
el caballero medieval, el juglar.
En la Biblia aparecen definidos los dogmas fundamentales del sacramento
bautismal: el bautismo como participación de fiel en la Muerte y
en la resurrección de Cristo y como "nacimiento" espiritual
que posibilita el retorno al Paraíso. Estas concepciones teológicas
se encuentran en el origen de muchas decoraciones bautismales. Las pilas
reflejan cinco interpretaciones diferentes del bautismo:
El bautismo como participación en
la muerte y en la resurrección de Cristo
Es el precepto bautismal más clásico y antiguo. Los rituales
del bautismo presintieron la pila como el lugar donde el neófito
era muerto y sepultado, para después resucitar a Cristo. Durante
varios siglos ciertos sarcófagos paleocristianos fueron reutilizados
para la administración del bautismo, mientras numerosas pilas medievales
adoptaron la forma alargada de los sepulcros.
La Diócesis de Vitoria no conserva ninguna pila sepulcro, pero sí
la escena de la Crucifixión de la pila de Chinchetru. También
es interesante la arcaizante pila de Olano. En Trebiño se encontraron,
por otra parte, numerosas pilas con su copa o pie con forma octogonal. Estaban
influidos por los monumentos funerarios contemporáneos y por el simbolismo
resurreccional del número ocho. Cristo resucitó en el octavo
día de la semana judía, es decir, el día siguiente
al sábado. Las pilas octogonales de Aguillo, Araíco, Dordóniz,
Doroño, Franco, Golernio, Lagrán, Marauri, Pedruzo, San Vicentejo,
Torre, Santa Eulalia o Pobes, son, también, expresión de la
muerte simbólica del fiel junto a Cristo en la espera de la resurrección.

El bautismo como iluminación espiritual
La ceremonia bautismal celebrada en los primeros siglos de la Edad Media,
celebrada en la madrugada del sábado al domingo de Pascua, era la
festividad de la luz.
Este concepto aparece definido en los Evangelios, mediante los que los bautizados
eran considerados "iluminados". Tales enseñanzas se vieron
reflejadas en los frescos y mosaicos baptisteriales mediante cielos dibujados
con estrellas, soles y lunas.
Las pilas alavesas ofrecen un variado repertorio
que aúna motivos autóctonos de antiquísimo origen,
con otros de clara ascendencia oriental. Son círculos radiados, ocelados
o concéntricos, así como florones estrellados, estrellas de
cinco, seis u ocho puntas o espirales y svásticas. También
aparecen figuras muy sencillas realizadas con simples incisiones, tal y
como aparece en Olano, Ullíbarri de Cuartango, Arriano o Marinda.
Asimismo, hay representaciones de mayor formato: las estrellas mudeizantes
de Luco y Arcaya o los rosetones estrellados y las svásticas de Narvaja
y Heredia.
El bautismo como victoria sobre las potencias
del mal
El bautismo se ha definido como el baño purificatorio que elimina
del alma la mácula del Pecado Original. Como símbolo de Cristo
sobre la muerte, la cruz fue dotada de unos antidemoníacos, por lo
que son muchas las pilas decoradas con el Signun Christi. Este dogma también
procuró muchas escenas de psicomaquia donde ángeles, caballeros
y monstruos protagonizan singulares combates. 
El bautismo como nacimiento en el seno de
la Iglesia
Según el credo cristiano, durante el bautismo se reproduce sobre
la pila el mismo prodigio de purificación y fecundidad que una vez
se realizara en el vientre de María, otorgando a los bautizados un
"nacimiento espiritual" que los convierte en hijos de Dios y en
miembros de la Iglesia. Además, el mensaje de continuidad de la Iglesia
y de su misión redentora está atestiguada por los Profetas,
predecesores de los Apóstoles que anunciaron la salvación
de la Humanidad y por los frailes en apostolado permanente hasta el fin
de los tiempos.
Hueto Arriba conserva una de las más interesantes pilas medievales
alavesas y responde a esta creencia. Copa y fuste aparecen cubiertos con
variedad de motivos vegetales, animales y arquitectónicos, todos
presididos por un Apostolado, varios profetas, frailes y una escena de la
Anunciación.
El bautismo como retorno al paraíso
El bautismo como camino de salvación es una de las doctrinas cristianas
fundamentales y la idea más repetida por la decoración de
las pilas medievales alavesas. En este sentido, destaca la consideración
de la pila de bautismos como simbólica Fons Vitae, la mítica
Fuente de la Vida situada en medio del Paraíso y cuyas aguas purificaban
el Mundo. Los motivos ornamentales expresaban esta idea. Por ejemplo, el
zig-zag fue el signo epitáfico del agua que aparece en las pilas
de Arriano, Gáceta, San Román de San Millán, Roítegui,
Sabando o Ullíbarri de Cuartango.
Otra decoración relacionada con esta idea son las cuatro cabezas
animales monstruosas o humanas que evocan a los cuatro ríos del Paraíso
que recorren las cuatro partes de la Tierra. Geón, Pisón Tigris
y Eufrates fueron portadores de las cuatro virtudes cardinales: Prudencia,
Justicia, Fuerza y Temperancia. Las pilas de Baroja, Doroño, Pariza,
Pobes,Urturi o Arlucea muestran estas creencias.
También se utilizaba como decoración el tema vegetal. El motivo
de la "Pradera Celeste" cuajada de árboles, frutos y flores.
Estas aparecen en las pilas de Golierno, Añastro, Elburgo, Gordoa
o Marieta.
Garbiñe Bilbao López, Doctora en Historia del
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