Hace un tiempo escribí
que una fugaz visita a los pormenores de la etnografía
de Aramaio -mi pueblo natal- es fuente de variadas y agradables
sorpresas. En la medida en que ha habido costumbres, usos y ritos
que han permanecido sin ser exhaustivamente investigados, al
menos hasta mediados de este siglo, hemos rescatado un rico y
envidiable pasado. No es que Aramaio se trate de una isla en
la etnografía vasca. Desde que el hombre es hombre, la
posibilidad de relacionarse ha llevado los sentimientos humanos
de un lado para otro, teniendo un reflejo directo tanto en el
folclore como en la vida cotidiana.
Muchas de las costumbres permanecían hasta hace poco
vivas en el valle de Aramaio, puesto que el ambiente campesino
posibilitaba su continuidad y las numerosas manifestaciones humanas
se hallaban protegidas de las influencias externas. Una de esas
costumbres es la de las celebraciones navideñas. Hubo
un tiempo en que anduve por varios caseríos de Aramaio,
cuaderno en mano, listo para poner en marcha la grabadora. Si
bien he publicado algunos de esos apuntes (1) , no he querido desperdiciar la oportunidad
que Internet me brinda para poder ofrecer al mundo entero lo
que se mantuvo en un círculo de amigos.
La señora de la casa comenzaba con la limpieza de la
ropa o lexibie aproximadamente el 20 de diciembre. Con
todo el ceremonial que exige la fecha, y a pesar de no utilizarse,
la mujer lavaba las sábanas y manteles de lino que incluso
hoy todavía consiguen sorprendernos.
El día 22 ó 23 se encendía labasue
(horno) para preparar el pan que comerían los días
siguientes, llamado Olatie. Tal como dice una canción
de Aramaio (Arraultzie zertako? Olatiei igurtzi egiteko
)(2), se untaba
con una mezcla de clara y yema de huevo para darle un tono dorado.
También empezaban a preparar las buzkantzak (morcillas)
que se comerían en esos días festivos.
La noche de Navidad era una de las pocas en las que la familia
entera se reunía para cenar. Las hijas e hijos que trabajaban
como criados volvían a casa, y era costumbre que el señor
los obsequiara con un bacalao seco para que lo llevaran a casa.
A ese regalo que traían los hijos se le llamaba Gabon
sarixe (3).
En muchas ocasiones solía haber una verdadera competencia
entre los señores para ver quién de ellos otorgaba
el mejor premio.
Ya para las ocho de la tarde la mesa solía estar preparada.
Como plato imprescindible estaba olixo-aza (ensalada de
berza), para comerlo como ensalada; a continuación, besugo
o bacalao, y las mencionadas buzkantzak. Como condimento
solía haber la habitual salsa de nueces, acondicionada
con nueces trituradas en la armaiza (almirez). Más
tarde entrarían los mazapanes a los caseríos, conocidos
con el nombre de suge-kajie (4) o kajatolie (5).
La canción que se cantaba tras la cena da una idea de
la cena:
Gabon gabian ohitutzen degu
Guztiok apari ona:
Bixigu, lebatz, bakalau-saltsa,
Bakoitzak berak ahal duna.
Eta gero txurrun plin-plan
Ardau ta patxarra,
Katuak hartuta
Xagu-xaguka. (6)
Es innegable que los aramaixotarras celebraban la vispera
de Navidad en un ambiente excelente, como también demuestra
la siguiente canción:
Dringilin-dron gaur Gabon
Sabela betia daukat eta
Bestiak hor konpon!
Lapiko bete aza egosi
Ori-txuri ta gorria,
Berehala iruntsi neutsazan
Azkenengoko orriak. (7)
Según pude saber, el ir a misa a medianoche en Navidad
era una costumbre bastante reciente. Antes, los vecinos de alrededor
solían reunirse en uno de los caseríos para entre
todos dar la bienvenida al día de Navidad. Jugaban a la
Alpargata zaharka, juego un tanto verde según algunos
de Aramaio, o bien charlaban y coreaban todo el repertorio de
canciones. He aquí otra más:
Gabon, gabonetan
Errosa galtzetan
Jesus jaio da eta
Jo daigun trisketan (8).
En el desayuno de la mañana de Navidad no podía
faltar el chocolate. A ser posible, con un rico bolau (bolado)
derretido en agua. En todas las iglesias de Aramaio los abades
daban tres misas y los feligreses debían acudir como mínimo
a dos.
El 26 de diciembre se celebra la festividad de San Esteban,
día de fiesta en Aramaio y en la que se hacía una
romería en la plaza del pueblo. Natibitate, ase ta
bete. San Estebantxe, handik aurrera lehen letxe, (Navidad,
llenarse hasta hartarse; a partir de San Esteban, como antes)
decían nuestros antecesores.
Dos días más tarde llega el Día de los
Inocentes. Al igual que en otros muchos sitios, también
los de Aramaio intentaban gastar bromas a los amigos, mientras
cada uno preparaba su defensa de la mejor manera posible. Cuando
se conseguía engañar a alguien, se le cantaba:
Inuxente babalora, txakurren buztana gora! (Inocente,
flor de haso, el rabo de los perros, tente).
Las celebraciones del día de Nochevieja, aunque tenían
alguna semejanza con las de Navidad, reunían a menos gente,
porque en general las hijas e hijos que venían de fuera
habían regresado ya a su destino. Aun y todo, a los chavales
les esperaba otra celebración especial, porque tras rezar
el rosario de la tarde solían ir caserío por caserío
pidiendo el agilando.
Agilando, kele mentaña
Zazpi intxaur ta zortzi gaztaina.
Haren gaiñian lau sagar
Nik bai kolkua zabal-zabal. (9)
Si el coro estaba formado sólo por chicas o cuando
así lo eran las solistas del grupo, entonces la palabra
kolkua (pecho) se cambiaba por altzua (delantal).
También se solía cantar este otro verso:
Urtebarri, barri
Daukanak ez daukanari.
Nik ez daukat eta niri,
Bestela txarri-belarri. (10)
Las fiestas de Navidad finalizaban el día de Reyes,
cuando éstos dejaban sus regalos en los relucientes zapatos
de los niños.
NOTAS
- Revista de la Cofradía "Aramaixo".
1981-12. Nº 4. Volver
- ¿El huevo para qué?
Para dorar las olatie (los panes). Volver
- Premio de Navidad. Volver
- Suge-kajie: era una culebra
de mazapán, en una caja de cartón. Volver
- La caja de cartón lleva impresa
la marca comercial Tola. Volver
- En la noche de Nochebuena/ acostumbramos
a cenar bien:/ besugo, merluza, bacalao en salsa,/ cada uno lo
que puede./ Y luego churrut, plin-plan/ vino y coñac/
con los efectos de la bebida/ vamos haciendo eses. Volver
- Dringilin-dron, hoy Nochebuena,/
tengo la tripa llena y/ ¡allá los demás!/
Una cazuela llena de berza cocida/ blanco-amarilla y roja,/ me
tragué enseguida/ hasta la última hoja. Volver
- En Nochebuena/ Rosa haciendo calceta/
Ha nacido Jesús/ ¡Bailemos! Volver
- Aguinaldo, kelementañas/
siete nueces y ocho castañas./ Además, cuatro manzanas./
¡Yo sí que tengo el pecho aserto! Volver
- Añonuevo, nuevo/ el que tiene
(que dé) al que no tiene./ Yo no tengo, luego a mí./
De otra manera, ¡orejas de cerdo! Volver
Josemari Velez
de Mendizabal, escritor. |