pulse para escuchar el villancicoLas costumbres navideñas de las cercanías vizcaínas de Gorbeia
* Traducción al español del original en euskera
Juan Manuel Etxebarria Ayesta

Las Navidades son un término en plural que comienzan el 24 de Diciembre, en Nochebuena, y terminan una vez pasados los Reyes.
En lugar de citar las costumbres que se extienden a toda Bizkaia, en esta ocasión nombraré las de las cercanías de Gorbeia, haciendo un resumen de lo redactado en el capítulo 2.12 de mi libro "Gorbeia inguruko Etno-Ipuin eta Esaundak".
Para celebrar las Navidades se precisan menús navideños, pero en este mundo el tiempo no pasa en vano, y, en consecuencia, las costumbres van cambiando.
Antes, la mayoría de los alimentos navideños procedían del caserío mismo, como por ejemplo carne de cerdo, cecina, huevos, aves, nueces, miel, pan de horno, hortalizas, en especial la berza, y un largo etcétera.
Aun disponiendo de todo eso, siempre se realizaban unas compras extraordinarias con motivo de las fiestas de Navidad, como pescado y dulces; es decir, sustentos que no provenían del caserío. Una de las costumbres es la de la cesta Navidad. Los hijos e hijas de los caseríos que se casaban volvían en Navidades donde sus padres. Pero, claro, aquellas familias solían ser enormes, y al casarse y tener hijos, ¿qué sucedía? Pues que la familia aumentaba. Así que cada hijo/a que venía a casa traía consigo una cesta de Navidad para luego degustar su contenido entre todos. La costumbre era de traer en la misma los alimentos que no se conseguían en el caserío.
Una vez preparados éstos y llegada la Nochebuena, la cena solía ser el centro de atención, que comenzaba una vez rezado el rosario.
Sólo citaré los alimentos más significativos. Para empezar, el pan de horno. Antes de dar comienzo a la cena de Nochebuena, el padre de la casa rezaba. Luego, cogía el pan, le hacía la señal de la cruz con el cuchillo y daba un beso a la primera rebanada que partía, y tras santiguarse con ese cuscurro, lo guardaba bajo el mantel, pues decían que era bueno para sanar las mordeduras de perros rabiosos. Como primer plato, el más común era el de berzas cocidas con aceite. Aceite he dicho, no manteca, porque antes en la cocina se utilizaba la grasa de cerdo, pero en Nochebuena a la col se le echaba aceite para así guardar vigilia. Hay una copla en torno a estas berzas cocidas:

"Aite Joaniko seme Periko
zer daukak afariteko
orio-aza gozo gozoa
opil beroagaz jateko"

(Padre Juaniko, hijo Periko/ ¿qué tienes para cenar?/ ricas berzas cocidas con aceite/ para comerlas con pan caliente).

A continuación, caracoles en salsa de tomate. También este plato tiene su motivo. Puesto que antes el día de Navidad se hacía vigilia, había que preparar algún sustituto de la carne. El postre más conocido era la salsa de nueces o intxaur-saltsa, los cuales, al no existir los adelantos de hoy en día, se molían en el almirez. Hay mucho que contar sobre las nueces. Por ejemplo, que se utilizaban tanto para la intxaur-saltsa como para los aguinaldos; por eso se guardados en sacos, no fuera que los niños los comieran y se quedaran sin nada para Navidades.
Pero los niños son niños, así que nada más quitarles la cáscara a las nueces y una vez peladas, se apresuraban a coger y comerlas. Su corteza es muy dura, y en nuestro paraje, para asustarnos, nos decían: "Loituten badozuez eskuak, badatoz intxaurmantxeruak". Tras la cena se cantaba, pero casi siempre se jugaba a cartas hasta las tantas de la madrugada. Al día siguiente era Navidad. Gran día para la iglesia. A la mañana se preparaba chocolate para despejarse y así se desayunaba. Ése era el desayuno ligero del día de Navidad. Incluso se cantaba:

"Natibete bete-bete
San Esteban txokolate".

En Nochevieja se celebraba otra cena. En el caso de los casados, si las Navidades se festejaban en casa de uno, la Nochevieja en la del otro. La comida era muy parecida. Pero había una peculiaridad; parece ser que los jóvenes del pueblo empezaban a hacer travesuras aquella medianoche. Ataban los carros a los árboles, deshacían los almiares y cosas así, pero, claro, ¡luego venía lo que tenía que venir! ¿No sería mejor andar en paz?
De todos modos, os contaré la broma que unos jóvenes de Zeberio hicieron en la vecindad de Uriondo. Salieron de noche, cogieron un burro, y lo ataron en la cadena de la campana del portal de la ermita. Un poco más arriba pusieron un poco de hierba seca, a la altura de no poder alcanzarla, y ¿qué ocurrió? Pues que el burro, deseoso de comer aquella hierba, cada vez que realizaba un movimiento hacía sonar la campana. ¡Qué alboroto! Todo el vecindario estuvo con los pelos de punta pensando si no se trataría de personas del otro mundo. Quienes más disfrutan en las Navidades son los niños, tanto antes como ahora. Antes había menos variedad de regalos, y los niños se contentaban con otras cosas.
En Año Nuevo las niñas y niños iban de casa en casa pidiendo el aguinaldo, pero para eso tenían que cantar lo siguiente:

"Urte barri
txarri belarri
daukanak ez daukanari
nik ez daukat eta niri."
(Año Nuevo, orejas de cerdo/ quien tiene (da) a quien no tiene/ yo no tengo, luego a mí).

El aguinaldo de Año Nuevo solía ser el de las mujeres. Se les daba dinero, pero sobre todo nueces, avellanas, pasas, chocolate, castañas, etc. El día de Reyes hacían otro tanto, y el aguinaldo se les pedía a los hombres, cantando:

"Apalazio zaldune
iru erregen egune
iru erregenetatik zotzak eta paluek
Martin Antonioren kontuek
Martin Antoniori eroan deutsoz
iru ollada katuek
orrek azurrok batu ezinda
ak darabizan saltuek
saltu ta saltu katuek."

He aquí pues, sucintamente, la reseña sobre las costumbres navideñas de las cercanías de Gorbeia. Son costumbres de los tiempos de nuestros abuelos y abuelas, aunque en muchas casas permanecen muy vivas, si bien algunas de ellas no más que en calidad simbólica.
Con el transcurso de los años, muchas costumbres van envejeciendo y desapareciendo, pero, parándome a reflexionar, diría lo siguiente: junto a nuestras costumbres está el euskara de esas experiencias, y si dejamos que ese soporte vital del euskara se pierda, ¿cómo encaminaremos el futuro? ¿Por qué no hacemos de puente para encaminar el pasado hacia el futuro? ¡Está en nuestras propias manos! ¡Feliz Navidad 1998 y próspero Año Nuevo 1999!


Juan Manuel Etxebarria Ayesta, Miembro del grupo Etniker
 


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