Que Don Carnal puede pisar a la paciente
Santa Agueda (5-F) es cosa bien sabida por los organizadores de festejos
populares. Pero el asunto puede ir más lejos. Si los cálculos
no me fallan, dentro de 286 años, el día 3 de febrero, San
Blas, será, martes de carnaval. Y la Candelaria, lunes. Y los coros
de la santa siciliana saldrán -¿de veras?- el miércoles
de ceniza. La Cuaresma hizo grandes los días previos al Miércoles
de Ceniza. Pero, como sabe el lector, carnaval es un amplio periodo que
bien puede decirse que arranca en el mismo solsticio hiemal. Un tiempo jalonado
de fiestas que admiten cumplida lectura desde el carnaval. Singularmente,
los primeros días del mes de febrero han vivido en la cultura tradicional
momentos de especial relevancia y significación. En torno al mecenazgo
de San Blas y bajo los auspicios de la Candelaria han sobrevivido hasta
hoy un buen número de costumbres rituales que comparten con el carnaval
la preocupación de la purificación y protección unida
al presagio o pronóstico climático.
El binomio festivo Candelaria / San Blas, que la sociedad urbanita ha
relegado al reducto litúrgico, se presenta en un enclave crítico
en el discurrir de la naturaleza. La fecha más temprana posible para
el martes de carnaval es el día 3 de febrero, festividad de San Blas.
Así lo quieren los cuarenta días de la Cuaresma. Cuarentena
que se fija según la primera luna llena de la primavera de acuerdo
con la tradición judía de la Pascua. Estos cuarenta días
tienen relación directa con los exactos cuarenta días que
separan la Navidad / natividad, el solsticio hiemal teórico,
de la Candelaria. La liturgia que celebra la Purificación de la Virgen
María parece ser relativamente tardía (siglo X). En determinadas
zonas de latinoamérica la muy venerada Virgen de la Candelaria se
celebra en carnavalesca explosión de bailes y máscaras.
Los pronósticos. El análisis de la fase lunar en estas
fechas permite al hombre primitivo medir la distancia a la esperada luna
llena vernal. De aquí el carácter augural de estos dos días
en la tradición campesina. Son conocidos y recordados numerosos refranes
propios de la Candelaria: "Kandelero bero, negua heldu da gero,
kandelero hotz negua joan da motz" , "Kandelarioz elurra,
joan da neguaren bildurra; kandelarioz eguzki, negua dago aurreti",
"Ganderailu hotz, negua iraganik botz; ganderailu bero, negua gero"
, "Ganderailuz bero, negua Bazkoz gero". También
San Blas participa de esta propiedad "Por San Blas la cigüeña
verás; y si no la vieres, año de nieves".
Junto a su carácter augural, estas fiestas nos muestran su poder
protector y purificador de personas, animales y cosechas. Aún recordamos
la costumbre de llevar a bendecir, por Candelaria, las velas o candelas
a la iglesia. Estas velas, de extraordinaria calidad, con más del
cincuenta por ciento de cera virgen, serían ritualmente utilizadas
para conjurar las tormentas encendiéndolas en los hogares, o la protección
de los campos y las cosechas vertiendo unas gotitas de su cera en las cruces
que se colocaban en los sembrados, y también para el alma en el trance
de la muerte: en el viático y en el propio cuerpo del difunto.
Dicen los eruditos que la bendición de las candelas en la liturgia
católica se apoya, como tantos otros rituales, en antiguas tradiciones
paganas vinculadas a ritos de fertilidad que en la cultura mediterránea
tomaban cuerpo en las ceremonias en honor de Perséfone - Proserpina,
a la que las ménades buscaban tras su rapto a la luz de las antorchas.
Al decir de los teólogos, sobre estas teas profanas triunfaría
la verdadera luz de las velas cristianas. En cualquier caso nos hallaríamos
ante viejos ritos en torno a la muy arraigada tríada de la luz, el
fuego y el sol.
La festividad de San Blas, que sucede a la Candelaria, reúne en
su entorno diversos actos de protección de males y enfermedades,
a través de los alimentos, tanto de las personas como de los animales
domésticos. En este día se llevaban a la iglesia diversos
alimentos para ser bendecidos: panes, roscos, azúcar , sal, agua
y pienso para el ganado, entre los más comunes. La ingestión
de estos alimentos preserva de enfermedades diversas entre las que la memoria
popular destaca, como es conocido, las afecciones de garganta.
En muchos otros pueblos europeos encontramos rituales relacionados con
el fuego y la fertilidad de la tierras muy similares a los nuestros. A San
Blas se le relaciona con el oso, animal mítico que juega un papel
clave en el despertar de la naturaleza en su cíclica regeneración.
El vasco primitivo habría celebrado ceremonias de carácter
mágico destinadas a provocar el ansiado despertar de la naturaleza
a la vida y la fecundidad. El oso de nuestras mascaradas y farsas carnavalescas
(Arizkun) es sacado de su letargo invernal pues su despertar se vincula
al de la propia Naturaleza. Gaignebet explicaba cómo"el oso
sale de su refugio el día 2 de febrero e intenta ajustar los calendarios
solar y lunar. Observa la luna y regula su conducta de acuerdo con la fase
del astro. Si hay luna llena, el fin del invierno tardará cuarenta
días más". - En efecto, observando la fase de la luna
en esta fecha puede determinarse con facilidad la fecha de la primera luna
llena de la primavera-.
En nuestra agitada sociedad finisecular y euromilenaria, Candelaria
y San Blas cotizan a la baja, mientras Carnaval sube y Santa Agueda repite.
Es el mercado continuo de la tradición. Siempre cambiante. Pero ¿son
los mismos valores los que en él se cotizan?
Mikel Aranburu, folklorista. |