Durante la guerra civil española de
1936-1937 el País Vasco contó con una serie de aspectos que
dieron un carácter propio a la fase bélica padecida en tierra
vasca. La fundamental era la presencia en la Euskal Herria peninsular de
una fuerza política nacionalista, el EAJ-PNV, que se convirtió
en el punto referencial del marco autonómico vasco
refrendado por una República acosada por el alzamiento militar. Esta
fuerza tuvo en Euzko Gudarostea una fuerza militar propia, diferenciada
en el ámbito vasco de las demás Milicias levantadas por el
resto de fuerzas político sindicales presentes en Euzkadi. Esa fuerza
la componían 28 batallones de primera línea, incluidos tres
de Ingenieros. Las líneas que siguen sintetizan la Historia de dichas
fuerzas, auténtica punta de lanza del Nacionalismo Vasco de armas.
Las fuerzas que integraron el Ejército que se movilizó
en Euskadi durante la guerra del 36 para hacer frente al alzamiento militar,
no constituyeron un bloque definible por unos objetivos político-
sociales únicos. Todos los partidos o sindicatos que quedaron, de
uno u otro modo, a favor de la legitimidad republicana, organizaron sus
propias milicias voluntarias. Entre estas, las del Partido Nacionalista
Vasco fueron la fuerza más representada, merced a las 28 unidades
tipo batallón que agrupó en Euzko Gudarostea. En términos
historiográficos este hecho ha posibilitado muchas veces la visión
de un Ejército en el que la ideología nacionalista primaba
entre sus unidades.
Conocido el Alzamiento militar, la primera reacción del Partido
Nacionalista Vasco en Bizkaia fue la de ordenar la constitución de
guardias armadas que garantizasen el orden en las poblaciones, evitando
así posibles excesos revolucionarios como los que empezaron a darse
en otras zonas bajo control republicano. Fue en Guipúzcoa donde se
formó el núcleo primigenio de Euzko Gudarostea. Allí,
en torno a la Junta de Defensa Nacionalista creada en Azpeitia, se fundó
en los primeros días de agosto Euzko Gudarostea. Esta entidad, quedó
bajo el mando de un capitán de Intendencia, Cándido Saseta,
y bajo el control de los diputados peneuvistas Irujo, Lasarte, y Monzón.
Las juventudes nacionalistas comenzaron a encuadrarse en auténticas
unidades de Milicias mediante una movilización municipal dirigida
desde los diferentes batzokis, y controlada por el Bizkai Buru Batzar desde
Sabin Etxia mediante la gestión de Ramón de Azkue.
El hecho fundamental en las decisiones del PNV fue la imposibilidad de
contar para sus proyectos con el llamado Ejército Vasco. Por el miedo
a una guerra civil con sus aliados frentepopulistas y anarquistas, el PNV
tuvo que renunciar a un golpe de timón en tierra vasca, bien fuese
este hacia el independentismo, o hacia una negociación menos oscura
que la efectuada con el Vaticano y los fascistas italianos.
Sociológicamente, los combatientes nacionalistas eran casi todos
naturales del País Vasco, el 80% tenían entre 20 y 30 años.
Sólo un 6% de los hombres de entre 20-25 años, y alrededor
del 30% de los de entre 26-30 años, estaban casados, y su media de
hijos, salvo en el grupo poco numeroso de 20-25 años, aparece como
inferior al de otras formaciones. Por último, cabe destacar que los
gudaris del PNV presentaban un menor porcentaje global de trabajadores industriales-artesanales,
tanto cualificados como no cualificados, con un 65% del total, y en cambio
tenían un importante núcleo de labradores, 22%, y de empleados,
cerca del 9%, además de un apreciable número de estudiantes.
La aventura bélica de la Euskadi autónoma acabó
en gran medida en Santander, en agosto de 1937. El Pacto con los italianos
se frustró ante la negativa de Franco a concesiones no asumidas por
él, y Mussolini hubo de contentarse con conseguir para los vascos
una represión menos brutal que la que se ofrecía con la gran
captura de miles de combatientes vascos atrapados, incluidos lo que quedaba
de Euzko Gudarostea.
Dr. Francisco Manuel Vargas Alonso,
Licenciado en Historia. |