1. VIDA Y OBRA
Esteban de Garibay
y Zamalloa nació en Arrasate el 9 de marzo de 1533, siendo sus padres
Esteban de Zamalloa y Garibay y de Catalina de Sagurdia y Urrupain. Datos
de la época sitúan a la familia en una posición desahogada
dentro de su entorno local (el 70% de los vecinos de la villa estarían
en una posición inferior en lo que a valoración de bienes
se refiere), pero lejos de lo que podríamos denominar el patriciado
de Arrasate. Como veremos, éste es un dato determinante para entender
alguna de las obras de Garibay.
La vida de Esteban se desarrolló en
su villa natal hasta la década de los setenta. Por aquel entonces,
Arrasate era una de las más prósperas villas guipuzcoanas
cuya característica más notable era la calidad de los aceros
en ella producidos. De hecho, era en torno al mundo del hierro (producción,
transformación, comercialización) donde centraban sus oficios,
de forma parcial o en exclusiva, buena parte de sus 613 vecinos (en torno
a 2.500 habitantes). Se repartían éstos de forma desigual
entre las calles de Medio, Iturrioz o Ferrerías (56% de la población),
los arrabales de Maala, Abajo (en el que se localizaba la casa natal de
Garibay), Zarugalde y Gazteluondo (25%) y las anteiglesias de Udala, Garagarza,
Gesalibar y Uribarri (19%).
En
esos primeros años de su vida, Esteban estudia (entre otros lugares,
en la Universidad de Oñate), ocupa cargos de responsabilidad en la
villa, incluso en la Provincia, se casa con Catalina de Asurduy (1556) y
tiene su primer hijo (1558) pero, sobre todo, se dedica a la redacción
de su primera gran obra, Los Quarenta Libros del Compendio Historial,
que redacta entre 1556 y 1566. A partir de ahí, iniciará un
complicado periplo intentando que la obra vea la luz y que acabará
en 1570-72, en la imprenta del afamado Plantino, en Amberes, donde por fin
vio cumplido su sueño.
Comienza ahí la segunda etapa de la
vida del mondragonés. La edición del Compendio le proporcionó
fama como historiador y cronista, pero también problemas ecónomicos
que incluso acabarían con una breve estancia en prisión y
un embargo (1577-78). Por si fuera poco, se inicia también una etapa
de cambios a nivel personal. Especialmente, debido a la muerte de su primera
mujer en 1572 y su boda con Luisa de Montoya en 1574, que supone su traslado
a Toledo. Un año antes, y mientras convalecía en Sevilla de
una penosa enfermedad, concibe e inicia su segunda gran obra, el Origen,
discursos e illustraciones de las dignidades seglares de estos reynos.
Gran parte de ésta permanece todavía inédita, y sólo
una parte, la referida a las genealogías reales, vería la
luz en 1596. Por último, de 1575 data su primera entrevista con Felipe
II, que inicia lo que Arocena denominó la "vocación áulica"
de nuestro protagonista.
De forma que la segunda parte de su vida (1574-1599)
transcurrió fuera de su tierra natal, entre Toledo y la Corte. No
quiere ello decir que se olvidase de Arrasate y Gipuzkoa. Al contrario,
los servicios a sus "patrias", como él mismo las denomina
en repetidas ocasiones, se intensifican desde la Corte haciendo uso de su
red de contactos e influencias que llegaban hasta el "clan" de
los Idiakez, muy cercanos al monarca y con algunos de sus miembros en el
Consejo de Estado. En este sentido, quizá el episodio más
ilustrativo fue el del intento de recuperar la titulación de "Reino"
para la Provincia de Gipuzkoa. Intento protagonizado por Garibay y los Idiakez,
y finalmente fallido ante las dudas mostradas por las Juntas Generales.
La llegada de Esteban a la Corte buscaba también
soluciones a su delicada situación económica. Encontró
privilegios, algún honor y algunas rentas pero, sobre todo, obtuvo
el cargo de Cronista de Su Majestad en 1592. No tuvo mucho tiempo
para disfrutarlo. Un ataque -seguramente de apoplejía- en 1594 le
imposibilitó para llevar a cabo cualquier actividad profesional.
Sus últimos años transcurren sin que tengamos noticias sobre
ellos. En 1593 se había publicado una obra suya titulada Letreros
e insignias reales de todos los serenísimos Reyes de Oviedo, León
y Castilla, y sabemos que entre 1590-96 transcurrieron los costosos
trabajos de edición de las Illustraciones
Genealógicas de los Catholicos Reyes de las Españas....
Como ya señalamos, éstas son una parte de su obra genealógica.
El resto, inédita, reposa en la Real Academia de la Historia bajo
el título de Grandezas de España.
No se conoce a ciencia cierta la fecha de
su muerte. Se sabe que testó el 17 de octubre de 1599 en Madrid,
y que su mujer figura como viuda en un documento fechado a 30 de abril de
1600. Caro Baroja y Arocena opinaban que, en cualquier caso, la gravedad
de sus dolencias autoriza a aproximar la fecha del fallecimiento a la del
testamento.
2. LAS "MEMORIAS" DE GARIBAY
El último tomo de las Grandezas,
el tomo XI, compone un ejemplar ciertamente particular. Se trata de una
suerte de "Memorias" que ya publicó don Pascual de Gayangos
en 1854, y que ahora ven de nuevo la luz en una edición preparada
por un equipo de profesores de la Universidad de Deusto. Su título
exacto es: Los siete libros de la progenie y parentela de los hijos de
Estevan de Garibay, y se redactaron a partir de 1586, una fecha nada
casual. En efecto, ese mismo año marca el traslado de la residencia
de nuestro protagonista desde Toledo hasta la Corte madrileña, amparado
por una pensión vitalicia de 80.000 mrs. anuales concedida por el
monarca. Todavía no es cronista, pero su situación se estabiliza.
Es entonces cuando parece querer demostrar que su progenie y su vida son
las propias de un cortesano y comienza a redactar las "Memorias".
Tienen éstas dos partes muy bien diferenciadas que podríamos
denominar "Genealogía" y "Autobiografía".
La primera -la más árida para la lectura de los no espccilistas-
está compuesta por los dos primeros libros y la primera parte del
tercero. Se desglosan en ella los antecedentes genealógicos del cronista
y se redactó en 1586. La segunda parte la componen la segunda parte
del libro III y los libros IV a VII y forman la biografía del protagonista
hasta 1594. Los libros III y IV fueron también redactados en 1586,
mientras que los libros siguientes se compondrían a modo de auténtico
"Diario". Como decíamos, las "Memorias" tienen
mucho de autojustificación biográfica y genealógica
y, aunque dirigidas explícitamente a sus hijos, es claro que están
compuestas para ser leídas también, y sobre todo, fuera del
entorno familiar. Algunos "olvidos" de los puntos biográficos
más escabrosos vendrían a apuntalar esta hipótesis,
de la misma forma que es significativo que en la parte genealógica
centre sus esfuerzos, en primer lugar, en la progenie de su padre, intentando
-injustificadamente según los expertos- enlazar a los Garibay de
Mondragón con los de Oñati, y, en segundo lugar no tanto en
la de su madre como en la de su abuela materna, que le permite enlazar con
los Urrupain, una de las familias más importantes del entorno local.
Sin embargo, esta clara intencionalidad de
las "Memorias" sea, no su mayor problema, sino su mejor valor.
En efecto, independientemente del tamiz con el que habrá de utilizarse
la información en ellas contenida, Garibay nos está proporcionando
un apasionante relato sobre las "claves" culturales de una época,
las que definen una vida honorable, componiendo así un auténtico
"fresco" sobre un momento histórico trascendental de nuestra
historia.
3. UN LEGADO DEL SIGLO XVI
La obra de Garibay ha merecido las más
diversas consideraciones. Desde historiador arcaizante, hasta primero y
más completo genealogista de las casas nobles españolas, pasando
por crédulo y falto de crítica, plagiario y, en contraposición,
por primer filólogo vasco. No es momento ni lugar para detenerse
en discusiones sobre tales calificaciones. Caro Baroja, en su preciosa obra
titulada Los vascos y la historia a través de Garibay, ya
ofreció un punto de vista suficientemente ecuánime para la
valoración del cronista mondragonés. Pero, para finalizar, quisiéramos poner de
manifiesto que la obra de Esteban de Garibay supone un legado cultural de
valor incalculable en nuestros días. Nos permite conocer con más
precisión el mundo del siglo XVI, muy especialmente su Arrasate natal
y la cultura política europea en ámbito católico; nos
ilustra sobre los primeros tiempos de la Monarquía hispana; nos transmite
-y con un notable grado de fiabilidad- innumerables genealogías sobre
la nobleza de su tiempo, desde las casas vascas hasta las dinastías
reales; nos refleja las concepciones políticas de una Provincia de
Gipuzkoa que se está consolidando como corporación diferenciada;
nos proporciona datos preciosos sobre el origen de la cultura foral, pues
fue uno de sus primeros forjadores; nos lega, asimismo, algunos de los testimonios
más antiguos que se conservan en euskara. Todo ello le hace merecer
el calificativo de auténtico clásico de nuestra cultura.
José Ángel
Achón Insausti, Doctor en Historia y Profesor de la Universidad de
Deusto - Donostia |