Algunas personas mayores de hoy en día
y sus padres acostumbraban a hablar con rima. A menudo empezaban
sirviéndose de cualquier excusa y, siguiendo el juego,
solían hablar así largo tiempo. ¿Por qué
tendrían esa costumbre? Yo creo que en la sociedad actual
la memoria ha sido sustituída por papeles y libros, pero
no hace mucho la transmisión se realizaba en casi todos
los casos oralmente; conservaban el contenido en su memoria tanto
en prosa como en bertso, ya que la mayoría no sabía
leer ni escribir. Para recordar los mensajes tenían que
recurrir a pequeñas trampas, y el hacerlo en rima ajustada
era (y es) una forma de facilitar el trabajo. Así es como
los mayores tenían y tienen una memoria tan asombrosa
y recitan toda una serie de bertsos como si se tratara del rosario.
Nos quedamos perplejos al rememorar el desafío que tuvo
lugar entre dos pastores de Aia; cada pastor cantó más
de una centena de bertsos, y dado que el juez decidió
concederles un empate, les mandó volver a cantar los bertsos
que habían cantado previamente, para así proclamar
un vencedor, y se dice que uno de ellos los repitió todos.
¡Cuando para nosotros resulta imposible incluso cantar
uno solo!
Todo esto sucedía dentro
de un modo de vida que se desarrollaba al paso de los bueyes,
sin las prisas ni el estrés de hoy en día, donde
la fuente de información eran, en lugar de tantos periódicos,
diarios y noticiarios, los bertsos, y las sidrerías eran
los editoriales. El lugar actual del tóner lo ocupaba
entonces la sidra, donde la carne y las nueces eran los impresos
que convertían el cerebro en un tonel de mensajes. No
existía otro modo de formar los eslabones de la transmisión.
Ahora, sin embargo, no hay nadie
que no sepa leer y escribir, y es obligatorio escolarizarse hasta
cumplidos los dieciséis años. Incluso los niños
de los lugares más remotos conocen el bertsolarismo gracias
a las asignaturas escolares. Pero ¿basta lo que se imparte
como asignatura para asegurar las futuras generaciones del bertsolarismo?
Dicho de otro modo, ¿es conveniente trabajar sobre el
bertso y el bertsolarismo en grandes grupos (con 20-25 alumnos
o más) al tener ante nosotros gente de tan dispares caracteres
e intereses?
 Con la actividad en la escuela
de bertsos, el alumno obtendrá esa destreza para la vida,
a la que con frecuencia no concedemos importancia pero que resulta
completamente necesaria.
Respondiendo a esta última
pregunta, creo que a la hora de trabajar el bertso en grandes
grupos hay que actuar con mucha sensibilidad. Más de una
vez ha sucedido haber aprendido de memoria no sé cuántos
bertsos, cantarlos, inventarlos... y luego, enfermar nada más
escuchar un bertso. Porque tenemos a los bertsolaris en la radio,
en la televisión... Cena de bertsos, festival, trama...
Y eran y son auténticos vascos, ¡pero se aburrieron
tanto trabajando sobre un tema que al menos por entonces no era
de su interés! Por lo tanto, tengamos cuidado de tratar
los temas sin exponer claramente los objetivos; de lo contrario
podemos quemar el terreno donde pretendemos sembrar la semilla
del futuro.
Diría que basta con dar
la información general sobre el tema y sobre las posibilidades
que ofrece para la vida. Suscitad curiosidad e informad sobre
los modos de ahondar. Ahí están las escuelas de
bertsos, que las hay en todas partes y de todos los niveles:
hay 900 alumnos en las más de 65 escuelas de bertsos aprendiendo
a cantar bertsos, a poner temas, a ser críticos, jueces...
o profundizando con no se sabe qué fines. Ayer todavía
estábamos en las sidrerías, y miren por dónde
ya se produce la continuidad de las generaciones; ayer decíamos
que se nace bertsolari, pero hoy hemos demostrado que sí
que se nace, pero que también se hace.
Y la principal inquietud de quienes
estamos volcados en ello (ya que la finalidad es la de asegurar
los futuros eslabones) deriva de evaluar los puntos fuertes y
las carencias de nuestra actividad. Debemos organizar y coordinar
mejor las escuelas de bertsos en los siguientes apartados:
ð
Tenemos que acordar una programación conjunta y por niveles
para la totalidad de las escuelas, y nos estamos esforzando en
ello.
ð
Tenemos que asegurar la preparación de los profesores.
Evidentemente, en lo que respecta al bertso y a todos sus detalles
la tenemos asegurada, pero ¿conocemos el carácter,
las vivencias, las necesidades... del estudiante de esa edad?
¿Y sabemos actuar frente a éstos?
ð
El alumno tiene ante sí otras muchas alternativas en la
misma hora en que se imparte la clase de bertsos; ¿respondemos
en el nivel de la competencia al ofrecer y vender nuestra opción?
¿La relación con respecto a los padres la tenemos
sistematizada o los alumnos vienen a nosotros por sí mismos?
No es lo mismo captar alumnos en zonas euskaldunes o el esfuerzo
que hay que realizar en zonas más castellanoparlantes.
Me temo que incluso los niveles y los objetivos son diferentes,
desde el soñar con ser bertsolari hasta la función
de fomentar el euskara.
Todo esto no se consigue con
sólo contratar a un profesor. Se requieren una seria organización
y la implicación de diversas entidades culturales del
municipio, empezando por las familias de los alumnos y contando
con la participación del ayuntamiento.
¿Y de qué forma
ayudará la actividad de la escuela de bertsos al alumno?
Por el momento no obtendrá ningún título
especial, pero sí mucha destreza para la vida cotidiana,
destreza a la que con frecuencia no concedemos importancia pero
que resulta completamente necesaria, puesto que por ejemplo:
- Aprenderá a cantar y
a disfrutar cantando.
- En esta nueva época en
la que estamos adquiriendo la costumbre de decir todo con cuatro
palabras, enriquecerá su léxico, lo dominará
y le gustará jugar con las palabras.
- Trabajará y desarrollará
la memoria.
- Además de adquirir la
costumbre de buscarles más de una solución a los
problemas y tratar de mejorar los resultados en grupo, aprenderá
a respetar y aceptar las opiniones ajenas.
- Adquirirá mediante la
experiencia las básicas tácticas y técnicas
de la capacidad de comunicación, aprendiendo a valerse
de la expresión corporal, escogiendo adecuadamente la
entonación, el modo de cantar y la melodía... Dentro
de la educación reglada, la escuela suele obligar sobre
todo a engullir los contenidos, pero las funciones de ahondar
y desarrollar las capacidades las encontramos, al menos por ahora,
dentro de la lista de las carencias. Uno de los valores añadidos
de la escuela de bertsos, puede que el más importante,
tanto para los bertsos como para la vida, es éste: la
capacidad de comunicación.
- Adquirirá la costumbre
de pensar, de improvisar, mediante la capacidad de síntesis
y de esquema. Además, esta actividad llevará al
alumno a habituarse a recurrir al humor, a la alegría,
a la ironía... todas las veces que pueda.
La escuela de bertsos ofrece
una inmejorable oportunidad de hacer interesantes aportaciones
a la persona de forma lúdica, una enriquecedora ocasión
que la Asociación de Bertsozales no dejará pasar
en balde.
Iñaki
Murua, Miembro del Grupo de Transmisión de la Asociación
de Bertsozales
Imagen: Euskaldunon Egunkaria |