En nuestra zona, las conmemoraciones por
San Nicolás eran las más esperadas por los niños
en el calendario festivo anual. Se denominaban "fiestas
de San Nicolás de Bari o del obispillo".
"Mikolas", como se
le conocía popularmente, vivió en el siglo IV y
llegó a ser obispo de Mira, en Licia (Italia), así
como participante en el concilio de Nicea del año 325.
Sus reliquias fueron en 1087 trasladadas a Bari, localidad a
la que está unido su nombre. Su culto se extendió
ampliamente por toda Europa. En el Mediterráneo sustituyó
al Poseidón de la mitología clásica, y en
los países del norte fue asimilado a Papá Noël.
San Nicolás es universalmente reconocido como taumaturgo,
y los acontecimientos de su vida son argumento para un sinfín
de leyendas, algunas de ellas relacionadas con los niños.
En Guipúzcoa la devoción
por San Nicolás tenía gran predicamento, como lo
demuestra el que en casi todas las parroquias existiera una imagen
dedicada a este santo y que dos ermitas guipuzcoanas veneran
a San Nicolás, pero no de Bari, sino de Tolentino, cuya
fiesta se celebra el 10 de septiembre. Están ubicadas
en jurisdicción de Deba, concretamente en sus barrios
de Lastur, y de Mutriku. El historiador Lope Martínez
de lsasti las menciona ya en el año 1625.
"Antes, en Lastur, daban
a cambio de una limosnita unas pequeñas tortas. Tenían
ellas encima la imagen de San Nicolás. En días
de avenida de aguas se echaban al agua y ésta bajaba.
De Lastur traían a Arrona las tortas de San Nicolás".
 Vista antigua de San Nicolás
de Lastur. Fuente: Enciclopedia Auñamendi.
La villa guipuzcoana de Orio
se llama en realidad "San Nicolás de Orio" y
a este santo, San Nicolás de Bari, pertenece la advocación
de su iglesia parroquial.
En tierras vascas, antes de que
arraigaran los Reyes Magos, la gran fiesta de los obsequios para
los chavales se efectuaba por San Nicolás, a semejanza
de como sigue sucediendo en los países del norte de Europa.
Tan profundamente caló esta tradición entre nosotros,
que todavía hoy se celebra con pujanza la postulación
del "obispillo" en localidades de Gipuzkoa como Arrasate,
Legazpia, Zegama o Segura. Ritual que merece la pena conocer,
como maravilloso ejemplo que es de nuestras más vetustas
tradiciones invernales. Además de compartir la alegría
y regocijo de los niños, comprobaremos qué escasos
eran los dispendios navideños en tiempos de nuestros mayores:
unas castañas, unas golosinas, unos frutos secos, unas
galletas...
Otro elemento clásico
de esta fecha eran los auroros: cuadrillas de hombres que salían
al amanecer cantando loas y rezando oraciones. En Lezáun
(Navarra) el día 6 de diciembre, festividad de San Nicolás,
los auroros recorrerían las calles entonando:
"Hoy celebra
la Iglesia la fiesta
de San Nicolás, obispo ejemplar,
fue en la Iglesia astro luminoso
y el mejor modelo de la santidad;
a tan grande bondad
y milagros acudimos todos
como fuente clara de amor y piedad".
Respecto a las canciones de San
Nicolás, es curioso y digno de señalar la supervivencia
hasta hoy de una jerga que es mixtura de euskera y castellano.
Algunas de estas estrofas atestiguan la implantación del
español en poblaciones euskoparlantes, de modo que los
chavales entonaban letras que aun sin entender repetían
como loros, dando como resultado auténticos trabalenguas.
Véase por ejemplo, esta antigua canción recogida
en Legazpia y que es una de las cuatro que los chavales del pueblo
cantan todavía hoy:
Partitura |
"Urte berri
berri
txerri belarri
otarra bete gaztaina
gainean lukaika bi.
San Nikolas coronado
confesor es muy ondrado
ale, ale, alegría
todo el mundo alabaría.
Aquí estamos
cuatro
cantaremos dos
una limosnita
por amor de Dios.
Aingeruak gara
zerutik gatoz
poltsa badegu baina
eskean gatoz.
San Nikolas coronero
confesero mari andrés
alarguna dontzellea
cantaremos alegría
bost etxetan sei ate
zazpi etxetan su ote.
Aingeruak gara
zerutik jeitsi gara
una limosnita por amor de Dios". |
 |
En Legazpia, la víspera
de la festividad del santo, a la tarde, se juntan los chavales
y hacen una cuestación junto con el "obispillo",
chaval vestido de San Nicolás (con sobrepelliz, capa,
mitra y báculo), la trikitixa y los músicos del
conservatorio local. A ellos se agregan a lo largo del recorrido
madres con niños más pequeños, concluyendo
todos en la calle Mayor, donde se reparten entre todos los críos
los cacahuetes colectados (que han sustituido a las castañas
citadas en sus canciones: la razón, según me decía
un organizador es que "era un lío asarlas").
Otras poblaciones que aún
se celebra esta fiesta son Arrasate y Zegama. En la primera a
la mañana de tal festividad los chavales se colocan bajo
el balcón del Ayuntamiento y con toda la fuerza de sus
pulmones entonan la canción conocida por ellos como "Bolo-bolo",
en demanda de la tradicional lluvia de caramelos y frutos secos,
juguetitos e incluso algún balón que siempre cae.
Aquí se ha perdido la figura del "obispillo",
quedando como únicos vestigios del viejo rito la canción
y el donativo que corre a cargo del Ayuntamiento.
 San Nicolás en Arrasate
(6-12-1990). Foto: Antxon Aguirre Sorondo
Los que sí salen postulando
en compañía de su correspondiente "obispillo"
son los escolares de Zegama de entre 3 y 6 años. Antiguamente
era designado por el maestro, recayendo en el más aplicado,
y le escoltaban los veinte mejores alumnos de la clase. Era,
pues, todo un premio para los elegidos. Tras la postulación
el maestro repartía el dinero recaudado entre los chavales,
y el "obispillo" comía ese día con el
párroco, los sacerdotes y el maestro, presidiendo la mesa
como si fuera el propio San Nicolás en persona.
Sin
duda, el lugar donde se celebra San Nicolás con mayor
solemnidad es la villa de Segura (en la imagen). Como todos los
años, a las 10 de la mañana del día de su
fiesta, un niño de 6 años ataviado de "obispillo"
acudirá acompañado de sus compañeros a la
parroquia para recibir, en un breve y entrañable acto,
la bendición por parte del párroco en el altar
de San Nicolás. Según dicen los seguratarras, al
niño obispo "se le trata tal que si fuera el mismo
San Nicolás". Tras el acto emprenden la postulación,
con el "obispillo" montado en una potxoka (pequeño
caballo autóctono), dirigiéndose hacia el barrio
de Gañardi en cuyo convento de monjas termina el acto.
Por tradición se les obsequia con productos de la tierra,
como manzanas, castañas, higos, aunque algunos vecinos
se decanten ya por los caramelos y chucherías (pero nunca
dinero). Muchas de estas celebraciones hoy se suelen trasladar
al domingo más próximo, para facilitar una mayor
asistencia que la que se lograría en día laborable.
También en Salvatierra
(Alava) salía hasta 1994 un niño a guisa de obispo.
Casi al amanecer asistían todos los escolares a la primera
misa, ubicándose el obispillo en el lado del Evangelio
en lugar privilegiado. Tras los oficios salían en postulación
por las calles. Con sus variantes, ritos similares se hacían
en poblaciones como Azpeitia, Lazkao, Orio, Oiartzun, Zumárraga,
Ataun, etc.
Antxon Aguirre Sorondo, miembro de la sección
de Antropología de Eusko Ikaskuntza
Digitalización
de partitura y música:
Elena Moreno Zaldibar |