Guerreros del hierro: Un grupo armado organizado, en el poblado de la Hoya
Armando Llanos Ortiz de Landaluze

INTRODUCCIÓN

Cuando anunciamos que se ha podido llegar a localizar una fuerza armada organizada en el País Vasco, unos siglos antes del cambio de era, es por que contamos con una serie de datos, hechos concretos, y elementos físicos, que así parecen indicarlo. Concretamente sería una élite social, que tendría bajo su responsabilidad, la custodia, tanto en defensa como en ataque de una población concreta. La del poblado de La Hoya, en plena Rioja Alavesa. Espacio que en su momento correspondía, territorialmente, al pueblo Berón. Entorno a este grupo armado realizaremos una serie de consideraciones que nos permitan profundizar en su estructura.


EL NÚCLEO URBANO AL QUE PERTENECÍA ESTE GRUPO ARMADO

El poblado, conocido hoy como La Hoya, se extendió en la parte meridional del País Vasco, en la zona de la Rioja Alavesa. Concretamente al pie de la actual villa de Laguardia, a no mucha distancia de su casco urbano. Entre este y la Sierra de Cantabria. Ocupaba una zona baja, en tierra llana, cuya única defensa consistió en una muralla que lo cerraba por todos sus lados, y de la que actualmente se conservan tres cuartas partes de su trazado.

El origen del primer asentamiento puede remontarse a momentos del Bronce Medio / Final, llegando en sus últimas fases al final de la Edad del Hierro. Es decir, un periodo de vida, de aproximadamente un milenio. Durante todo este extenso arco cronológico el poblado sufrió numerosos cambios estructurales, tanto a nivel constructivo como de trazado urbano. En la fase final, cuando se constata la existencia del grupo armado, el poblado se encuentra configurado con una estructura y trazado urbano, de amplias calles y plazas empedradas, viviendas adosadas formando manzanas con patios interiores, edificios singulares, ... en definitiva, una población bien estructurada, con la singularidad de ser un centro generador de productos de consumo, convirtiendose con ello en un centro comercial para esta zona de la Beronia. Su situación estratégica, en un cruce de caminos, entre las tierras del norte y las que ponían en comunicación este territorio con el de los Vascones por el este y el de los Autrigones, por el oeste, le conferían una especial importancia.

En esta fase final del poblado, su economía principal se fundamentaba en la agricultura cerealista, aunque siguieran con las tradicionales dedicaciones ganaderas y los aportes de la caza y recolección de frutos. Otras labores desarrolladas, giraban entorno a los trabajos artesanales, como la alfarería, metalurgia y otros más.

Durante la excavación del poblado fueron numerosos los objetos recuperados, tanto de ajuar doméstico, herramientas, piezas de adorno, etc. Entre todos estos objetos se localizaron algunas piezas de hierro, que tanto podían considerarse de armamento como de caza. Concretamente algún pequeño cuchillo y lanzas.

Lo que verdaderamente dio la pista de la existencia de un grupo armado, fue el conjunto de armamento localizado fuera del recinto urbano.


LA NECRÓPOLIS

Durante las últimas campañas de excavaciones en el poblado de La Hoya, y de una forma casual, se localizó una de sus necrópolis. En las primeras labores de recogida superficial de materiales y en los sondeos, ya llamó la atención la abundancia de armas, junto a piezas de adorno, aspecto éste que se vería confirmado durante la excavación sistemática del conjunto de tumbas.

Desgraciadamente, la labor de desfonde del terreno, que puso a la luz esta necrópolis, destruyó una gran parte de las tumbas, lo que hizo que aunque sí se pudieron recuperar los ajuares, en bastantes casos no fue posible relacionarlos como conjuntos unitarios. Sin embargo, una parte importante de las tumbas se conservaron intactas, ofreciendo una gran información, tanto sobre los conjuntos, como de los rituales.

Esta necrópolis, situada a algo más de medio kilómetro del poblado, se encontraba al borde del antiguo camino que, pasando por el exterior oeste de la muralla del poblado, se dirigía hacia los pasos naturales de la Sierra de Cantabria.

El ritual de enterramiento consistió en la incineración de los individuos, cuyos restos fueron depositados en cistas de piedra y probablemente, también, en cajas de madera. Unas estelas, decoradas con elementos lineales, marcarían la situación de las sepulturas. La parte de la necrópolis que se conservaba en mejor estado, permitió ver como la serie de cistas de enterramiento, se adosaban unas a otras, en un reticulado poligonal, donde las losas de unas, servían de medianiles a las contiguas. Esto daba idea de que, al menos los enterramientos de esta parte de la necrópolis, se realizaron en el mismo momento. Una evaluación de los depósitos, tanto de los que los que se encontraron más o menos destruidos, como de aquellos otros que se encontraban bien conservados, están indicando que la cifra de enterramientos superaba los 60.

Los ajuares depositados en estas tumbas, junto con las cenizas de la cremación de los individuos, son realmente importantes. Tanto por su cantidad y variedad, como por su calidad. Casi en su totalidad corresponden a ajuares masculinos. Una rica panoplia de armamento, de tipo personal, y algunas piezas de adorno, parecen indicar su correspondencia a una élite de guerreros a juzgar por la riqueza ornamental de las piezas.

Las cerámicas localizadas no tienen la función de urnas cinerarias, sino más bien de haber sido usados como recipientes contenedores de ofrendas perecederas. Otro aspecto que llama la atención es que no todas las armas se anularon, como suele ser norma en otras necrópolis, sino que una parte de ellas se depositaron con su estructura íntegra. Tampoco se acusa, en general, -salvo casos concretos- que estas armas y piezas de adorno, acompañasen al guerrero en su incineración en la pira funeraria, ya que no todas presentan indicios de cremación.


EL AJUAR. ARMAMENTO Y PIEZAS DE ADORNO

Este se reparte en armas cortas, aptas para la lucha cuerpo a cuerpo, y otras de tipo arrojadizo. Entre las primeras se encuentran puñales de variadas tipologías, como los puñales de tipo Monte Bernorio, de frontón, y biglobulares, así como espadas cortas y
cuchillos afalcatados. En cuanto a las segundas, corresponden a lanzas largas y venablos, con regatones de hierro. Los elementos de tipo defensivo, se concretan en escudos, probablemente circulares y de pequeño tamaño, de los que nos han llegado los umbos de hierro o parte central exterior. Una parte de estos guerreros debieron pertenecer a un grupo de jinetes a juzgar por los bocados de caballo que aparecieron en algunas tumbas.

Junto a todas estas armas se incluyen los elementos de adorno que les debieron dar una especial prestancia a estos guerreros. Unos corresponden a fíbulas (imperdibles) para sujetar sus ropajes, que son de los mas variados tipos: de caballito, de botón, de disco, simétricas, de torrecilla. También se incluyen algunas agujas y alfileres, así como botones de travesaño. Pinzas de bronce muy ornamentadas. Como adorno, sin función práctica, están las pulseras. Algunos colgantes, en bronce, parecen tener una función profiláctica, como ocurre con las campanillas, colgante antropomorfo, o el colgante en forma de bellota. Una pieza excepcional, sin adjudicación concreta en cuanto a su función, tiene forma circular en casquete hemisférico, decorada con cabujones triangulares de hueso, con remate de cabezas de caballo en su parte superior. Entre los recipientes aparecen, vasijas en cerámicas torneadas, otras modeladas, como una que se considera como una clepsidra ? o simplemente un sonajero. Así mismo se encontraron varios sympulum, con su característica forma de pequeño cacillo con largo mango. Completan esta lista de objetos, las bolas de piedra y cerámica.

En la relación de una gran parte de estas piezas, se acusa una avanzada y compleja técnica de elaboración. Por primera vez, en este tipo de armamento, especialmente en los puñales, vainas y tahalies, se ha detectado una técnica depurada y compleja, tanto en su fabricación como en su ornamentación. De interés es la ornamentación damasquinada, que bien por sus temáticas, como por su perfección y delicada ejecución, requieren una precisión de alta orfebrería. En la fabricación de los puñales tipo Monte Bernorio, se ha controlado una técnica de doble chapado de hierro, con una capa intermedia de bronce, que actuó como soldadura. En otros casos se les dio a las piezas una terminación de magnetita, de color negro, que aportaba una película que les defendía de la corrosión.

El interés que tiene en sí, este conjunto de ajuares, se ve aumentado por permitir reconocer la coexistencia de diferentes tipos de armamento, puñales sobre todo, que se encuadran en el mismo momento al ser depositados en la misma tumba y supuestamente portados por la misma persona.

Todos estos ajuares, tienen sus paralelos en piezas similares que se encuadran dentro de un área que se extiende hacia el oeste de este yacimiento, por tierras de Autrigones, Turmogos y Vaceos, al norte de las provincias de Burgos (Miraveche) y Palencia (Monte Bernorio), principalmente. Queda sin aclarar si estas piezas llegan al poblado por vía comercial, o si llegaron a producirse en este poblado de La Hoya.

Esta necrópolis, puede datarse a mediados del siglo IV a.C. por fechación obtenida mediante el C14. Corresponde al nivel A III del poblado, ya que ciertos objetos muy característicos y un tanto peculiares, se dan únicamente en este nivel del poblado y en la necrópolis.


LOS GUERREROS. ¿QUE ASPECTO TENÍAN ?

Para conocer este dato, podemos valernos, de tres vías de datos. La reconstrucción basada en los ajuares armamentísticos de la necrópolis; las figuras halladas en el poblado, grabados y bajorrelieves de lápidas; y las fuentes literarias clásicas.

Por las piezas localizadas en las tumbas, puede deducirse que, estos guerreros, iban dotados de una o más lanzas -largas y cortas- para un ataque inicial de aproximación al enemigo. Uno o varios puñales sujetos al pecho o cintura mediante tahalis, espada, y un escudo circular como elemento de defensa para cualquiera de las fases del combate. Sus ropajes quedarían sujetos y cogidos con las fíbulas (imperdibles) y en algunos casos colgarían del cuello las piezas de adorno, de carácter profiláctico. Posiblemente cubrirían sus cabezas con una especie de casquete protector, a manera de casco.

Son varias las figuraciones que se encuentran, tanto en figuritas en bronce y en las estelas encontradas en la excavación del poblado, que nos aproximarán a su imagen. Dos de estas figuritas, de representación más realista, y pensadas para ser colgadas del cuello mediante una cadenita, nos presentan una persona con un tocado de casquete sobre la cabeza, vestimenta con túnica corta y dos correajes ?, que desde los hombros cruzan el pecho, por debajo de las axilas, unidos en el centro con un disco. Algo parecido se adivina en otra de estas figuritas, aunque por su elevado esquematismo, únicamente se acusa claramente que lleva al cuello un colgante circular decorado con aros concéntricos. Otra figuración es la que, mediante un grabado muy fino sobre piedra, presenta una persona, acéfala, al parecer desnuda, calzada con sandalias y con un cinturón del que nace un correaje que cruza el pecho por su hombro izquierdo.

También, en lápidas de otros yacimientos alaveses, existen representaciones de figuraciones humanas. En el oppidum de Iruña (Villodas-Trespuentes), mediante un grabado sobre piedra, aparece la figura de un jinete, desnudo, que enarbola una lanza en posición de ataque. El caballo va preparado con bocado, estribos y silla sujeta con baticola. En algunas lápidas, ya de época romana, del círculo de Gastiain, concretamente en una de Santa Cruz de Campezo, aparecen tres figuras, dos de ellas hombres, vestidas con túnica hasta media pierna y con una especie de esclavina, calzados con sandalias, con unos collares con colgantes, y lo que tiene más interés en este caso con dos lanzas cada uno a su lado.

Las fuentes escritas, por boca del griego Estrabón, en el libro III de su obra Geographiká, escrita entre los años 29 y 7 a.C. hacen mención a la vida de la gentes que pueblan Hispania haciendo alusión, entre otras, a las que habitaban el norte peninsular. En concreto y referido al tema que nos ocupa, dice:

... Dicen que los lysitanoí son diestros en emboscadas y persecuciones, ágiles, listos y disimulados. Su escudo es pequeño, de dos pies de diámetro, y cóncavo por su lado anterior; lo llevan suspendido por delante con correas y no tiene, al parecer, abrazaderas ni asas. Van armados también de un puñal o cuchillo; la mayor parte llena corazas de lino y pocos de cota de malla y cascos de tres cimeras. Otros su cubren con tejidos de nervios; los infantes usan "knemídes" y llevan varias jabalinas; algunos sírvense de lanzas con punta de bronce ... (III. 3. 6).

... Todos los habitantes de la montaña son sobrios: no beben sino agua, duermen en el suelo, y llevan cabellos largos al modo femenino, aunque para combatir se ciñen la frente con una banda ... (III, 3, 7).

... Los iberes, en sus guerras, han combatido, pudiéramos decir como "peltastaí", porque luchando al modo de bandoleros, iban armados a la ligera y llevaban sólo, como hemos dicho de los lysitanoí, jabalina, honda y espada. La infantería llevaba también mezcladas fuerzas de caballería. Los caballos están habituados a escalar montañas y a flexionar rápida- mente las manos a una orden dada en momento oportuno. ... (III,4,15).

... No es costumbre privativa de los íberes la de montar dos en un mismo caballo, de los cuales uno, llegado el momento del combate, lucha como peón. ... (III, 4, 18).

Unos y otros datos van a permitir aproximarnos a la imagen de estos guerreros y a su modo de operar. Parece que existió tanto un fuerza de infantería como de caballería, si se tienen en cuenta los objetos depositados en las tumbas. La infantería, en un primer momento, basaría su ataque en la utilización de venablos que con su lanzamiento lograría diezmar a los enemigos en un movimiento inicial, pasando posteriormente a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, apoyados por la caballería, portando lanzas. Estos ataques, a juzgar por los textos, (...luchando al modo de bandoleros...) debieron basarse en la guerra de guerrillas, con emboscadas, que jugarían a favor de aquellos que mejor conociesen el terreno.

En cuanto a su imagen personal, puede que vistiesen una túnica corta (según alguna de las representaciones) cubriéndose con el "sagun", recogido con fíbulas, o bien que luchasen desnudos. Cubrirían la cabeza con cascos ligeros, algunos posiblemente con cimeras (según puede verse en una figurita del poblado de Atxa, en Vitoria-Gasteiz), recogiendo sus cabelleras con una cinta. Defenderían las piernas con "knemídes", o polainas de piel, calzando una especie de sandalias o abarcas.

Si atendemos a alguna de las armas que portaban, que pueden considerarse de lujo por su ornamentación, es lógico pensar que representaban unas piezas de prestigio, posiblemente en poder de una élite, dentro de este grupo armado.


BUSCANDO EXPLICACIONES A ESTOS ENTERRAMIENTOS

Los estudios arqueológicos no solamente buscan documentar materialmente, formas y modos de vida en todos sus aspectos, sino que con los datos obtenidos debe tratarse de dar una visión y explicación de hechos y situaciones.



Vista de un conjunto de tumbas.  

Así conocemos que, al menos en una parte de la necrópolis, se realizaron depósitos en un momento determinado y concreto. Es decir como causa de unas defunciones ocurridas al mismo tiempo. Esto parece tener una explicación en que ocurrieron, al tratarse de guerreros, como causa de una acción bélica. ¿Tuvo esto alguna relación con la vida del poblado ?. Si tenemos en cuenta que, las fechaciones obtenidas en el poblado, y las del nivel que corresponde al momento de la necrópolis, parecen ser coincidentes, tendríamos que ver que ocurría en aquel. Curiosamente en un momento determinado en torno a estas mismas fechas, el poblado fue atacado, con muertes violentas de personas y animales y seguidamente incendiado. ¿Tuvieron alguna conexión este ataque al poblado y las muertes de los guerreros ?. No es fácil asegurarlo, aunque no es descabellado, pensar que bien pudieran relacionarse.


Algunas publicaciones sobre la necrópolis

1990 / 1991. LLanos, Armando. "Memorias sucintas de excavaciones en el poblado y necrópolis de La Hoya". Arkeoikuska 88 y Arkeoikuska 89. Gobierno Vasco. Vitoria-Gasteiz.
1990. LLanos, Armando. "Necrópolis del Alto Ebro". II Simposio sobre los celtíberos. Necrópolis Celtibéricas. Daroca. Zaragoza.
1990. Filloy, Idoia. "Tahalies y otros elementos de anclaja en la necrópolis celtibérica de La Hoya (Laguardia-Alava)". II Simposio sobre los celtíberos. Necrópolis Celtibéricas. Daroca. Zaragoza.
1990. Gil, Eliseo; Filloy, Idoia. "Las fíbulas de la necrópolis celtibérica de La Hoya (Laguardia-Alava)". II Simposio sobre los celtíberos. Necrópolis Celtibéricas. Daroca. Zaragoza.
1998. Filloy, Idoia. "Rituales funerarios pre-romanos en Alava y su perduración". Euskonews & Media, 4. www.euskonews.com. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián.
 


Armando Llanos Ortiz de Landaluze, arqueólogo
Fotografías: Armando Llanos


Euskonews & Media 67.zbk (2000/ 2 / 18-25)


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