INTRODUCCIÓN
Cuando anunciamos que se ha podido
llegar a localizar una fuerza armada organizada en el País
Vasco, unos siglos antes del cambio de era, es por que contamos
con una serie de datos, hechos concretos, y elementos físicos,
que así parecen indicarlo. Concretamente sería
una élite social, que tendría bajo su responsabilidad,
la custodia, tanto en defensa como en ataque de una población
concreta. La del poblado de La Hoya, en plena Rioja Alavesa.
Espacio que en su momento correspondía, territorialmente,
al pueblo Berón. Entorno a este grupo armado realizaremos
una serie de consideraciones que nos permitan profundizar en
su estructura.
EL NÚCLEO URBANO AL QUE PERTENECÍA ESTE GRUPO
ARMADO
El poblado, conocido hoy como
La Hoya, se extendió en la parte meridional del País
Vasco, en la zona de la Rioja Alavesa. Concretamente al pie de
la actual villa de Laguardia, a no mucha distancia de su casco
urbano. Entre este y la Sierra de Cantabria. Ocupaba una zona
baja, en tierra llana, cuya única defensa consistió
en una muralla que lo cerraba por todos sus lados, y de la que
actualmente se conservan tres cuartas partes de su trazado.
El origen del primer asentamiento
puede remontarse a momentos del Bronce Medio / Final, llegando
en sus últimas fases al final de la Edad del Hierro. Es
decir, un periodo de vida, de aproximadamente un milenio. Durante
todo este extenso arco cronológico el poblado sufrió
numerosos cambios estructurales, tanto a nivel constructivo como
de trazado urbano. En la fase final, cuando se constata la existencia
del grupo armado, el poblado se encuentra configurado con una
estructura y trazado urbano, de amplias calles y plazas empedradas,
viviendas adosadas formando manzanas con patios interiores, edificios
singulares, ... en definitiva, una población bien estructurada,
con la singularidad de ser un centro generador de productos de
consumo, convirtiendose con ello en un centro comercial para
esta zona de la Beronia. Su situación estratégica,
en un cruce de caminos, entre las tierras del norte y las que
ponían en comunicación este territorio con el de
los Vascones por el este y el de los Autrigones, por el oeste,
le conferían una especial importancia.
En esta fase final del poblado,
su economía principal se fundamentaba en la agricultura
cerealista, aunque siguieran con las tradicionales dedicaciones
ganaderas y los aportes de la caza y recolección de frutos.
Otras labores desarrolladas, giraban entorno a los trabajos artesanales,
como la alfarería, metalurgia y otros más.
Durante
la excavación del poblado fueron numerosos los objetos
recuperados, tanto de ajuar doméstico, herramientas, piezas
de adorno, etc. Entre todos estos objetos se localizaron algunas
piezas de hierro, que tanto podían considerarse de armamento
como de caza. Concretamente algún pequeño cuchillo
y lanzas.
Lo que verdaderamente dio la pista de la existencia de un grupo
armado, fue el conjunto de armamento localizado fuera del recinto
urbano.
LA NECRÓPOLIS
Durante las últimas campañas
de excavaciones en el poblado de La Hoya, y de una forma casual,
se localizó una de sus necrópolis. En las primeras
labores de recogida superficial de materiales y en los sondeos,
ya llamó la atención la abundancia de armas, junto
a piezas de adorno, aspecto éste que se vería confirmado
durante la excavación sistemática del conjunto
de tumbas.
Desgraciadamente, la labor de
desfonde del terreno, que puso a la luz esta necrópolis,
destruyó una gran parte de las tumbas, lo que hizo que
aunque sí se pudieron recuperar los ajuares, en bastantes
casos no fue posible relacionarlos como conjuntos unitarios.
Sin embargo, una parte importante de las tumbas se conservaron
intactas, ofreciendo una gran información, tanto sobre
los conjuntos, como de los rituales.
Esta necrópolis, situada
a algo más de medio kilómetro del poblado, se encontraba
al borde del antiguo camino que, pasando por el exterior oeste
de la muralla del poblado, se dirigía hacia los pasos
naturales de la Sierra de Cantabria.
El ritual de enterramiento consistió
en la incineración de los individuos, cuyos restos fueron
depositados en cistas de piedra y probablemente, también,
en cajas de madera. Unas estelas, decoradas con elementos lineales,
marcarían la situación de las sepulturas. La parte
de la necrópolis que se conservaba en mejor estado, permitió
ver como la serie de cistas de enterramiento, se adosaban unas
a otras, en un reticulado poligonal, donde las losas de unas,
servían de medianiles a las contiguas. Esto daba idea
de que, al menos los enterramientos de esta parte de la necrópolis,
se realizaron en el mismo momento. Una evaluación de los
depósitos, tanto de los que los que se encontraron más
o menos destruidos, como de aquellos otros que se encontraban
bien conservados, están indicando que la cifra de enterramientos
superaba los 60.
Los ajuares depositados en estas
tumbas, junto con las cenizas de la cremación de los individuos,
son realmente importantes. Tanto por su cantidad y variedad,
como por su calidad. Casi en su totalidad corresponden a ajuares
masculinos. Una rica panoplia de armamento, de tipo personal,
y algunas piezas de adorno, parecen indicar su correspondencia
a una élite de guerreros a juzgar por la riqueza ornamental
de las piezas.
Las cerámicas localizadas
no tienen la función de urnas cinerarias, sino más
bien de haber sido usados como recipientes contenedores de ofrendas
perecederas. Otro aspecto que llama la atención es que
no todas las armas se anularon, como suele ser norma en otras
necrópolis, sino que una parte de ellas se depositaron
con su estructura íntegra. Tampoco se acusa, en general,
-salvo casos concretos- que estas armas y piezas de adorno, acompañasen
al guerrero en su incineración en la pira funeraria, ya
que no todas presentan indicios de cremación.
EL AJUAR. ARMAMENTO Y PIEZAS DE ADORNO
Este se reparte en armas cortas,
aptas para la lucha cuerpo a cuerpo, y otras de tipo arrojadizo.
Entre las primeras se encuentran puñales de variadas tipologías,
como los puñales de tipo Monte Bernorio, de frontón,
y biglobulares, así como espadas cortas y
cuchillos afalcatados. En cuanto a las segundas, corresponden
a lanzas largas y venablos, con
regatones de hierro. Los elementos de tipo defensivo, se concretan
en escudos, probablemente circulares y de pequeño tamaño,
de los que nos han llegado los umbos de hierro o parte central
exterior. Una parte de estos guerreros debieron pertenecer a
un grupo de jinetes a juzgar por los bocados de caballo que aparecieron
en algunas tumbas.
Junto a todas estas armas se
incluyen los elementos de adorno que les debieron dar una especial
prestancia a estos guerreros. Unos corresponden a fíbulas
(imperdibles) para sujetar sus ropajes, que son de los mas variados
tipos: de caballito, de botón, de disco, simétricas,
de torrecilla. También se incluyen algunas agujas y alfileres,
así como botones de travesaño. Pinzas de bronce
muy ornamentadas. Como adorno, sin función práctica,
están las pulseras. Algunos colgantes, en bronce, parecen
tener una función profiláctica, como ocurre con
las campanillas, colgante antropomorfo, o el colgante en forma
de bellota. Una pieza excepcional, sin adjudicación concreta
en cuanto a su función, tiene forma circular en casquete
hemisférico, decorada con cabujones triangulares de hueso,
con remate de cabezas de caballo en su parte superior. Entre
los recipientes aparecen, vasijas en cerámicas torneadas,
otras modeladas, como una que se considera como una clepsidra
? o simplemente un sonajero. Así mismo se encontraron
varios sympulum, con su característica forma de
pequeño cacillo con largo mango. Completan esta lista
de objetos, las bolas de piedra y cerámica.
En la relación de una
gran parte de estas piezas, se acusa una avanzada y compleja
técnica de elaboración. Por primera vez, en este
tipo de armamento, especialmente en los puñales, vainas
y tahalies, se ha detectado una técnica depurada y compleja,
tanto en su fabricación como en su ornamentación.
De interés es la ornamentación damasquinada, que
bien por sus temáticas, como por su perfección
y delicada ejecución, requieren una precisión de
alta orfebrería. En la fabricación de los puñales
tipo Monte Bernorio, se ha controlado una técnica de doble
chapado de hierro, con una capa intermedia de bronce, que actuó
como soldadura. En otros casos se les dio a las piezas una terminación
de magnetita, de color negro, que aportaba una película
que les defendía de la corrosión.
El interés que tiene en
sí, este conjunto de ajuares, se ve aumentado por permitir
reconocer la coexistencia de diferentes tipos de armamento, puñales
sobre todo, que se encuadran en el mismo momento al ser depositados
en la misma tumba y supuestamente portados por la misma persona.
Todos estos ajuares, tienen sus
paralelos en piezas similares que se encuadran dentro de un área
que se extiende hacia el oeste de este yacimiento, por tierras
de Autrigones, Turmogos y Vaceos, al norte de las provincias
de Burgos (Miraveche) y Palencia (Monte Bernorio), principalmente.
Queda sin aclarar si estas piezas llegan al poblado por vía
comercial, o si llegaron a producirse en este poblado de La Hoya.
Esta necrópolis, puede
datarse a mediados del siglo IV a.C. por fechación obtenida
mediante el C14. Corresponde al nivel A III del poblado, ya que
ciertos objetos muy característicos y un tanto peculiares,
se dan únicamente en este nivel del poblado y en la necrópolis.
LOS GUERREROS. ¿QUE ASPECTO TENÍAN ?
Para conocer este dato, podemos
valernos, de tres vías de datos. La reconstrucción
basada en los ajuares armamentísticos de la necrópolis;
las figuras halladas en el poblado, grabados y bajorrelieves
de lápidas; y las fuentes literarias clásicas.
Por las piezas localizadas en
las tumbas, puede deducirse que, estos guerreros, iban dotados
de una o más lanzas -largas y cortas- para un ataque inicial
de aproximación al enemigo. Uno o varios
puñales sujetos al pecho o cintura mediante tahalis, espada,
y un escudo circular como elemento de defensa para cualquiera
de las fases del combate. Sus ropajes quedarían sujetos
y cogidos con las fíbulas (imperdibles) y en algunos casos
colgarían del cuello las piezas de adorno, de carácter
profiláctico. Posiblemente cubrirían sus cabezas
con una especie de casquete protector, a manera de casco.
Son varias las figuraciones que
se encuentran, tanto en figuritas en bronce y en las estelas
encontradas en la excavación del poblado, que nos aproximarán
a su imagen. Dos de estas figuritas, de representación
más realista, y pensadas para ser colgadas del cuello
mediante una cadenita, nos presentan una persona con un tocado
de casquete sobre la cabeza, vestimenta con túnica corta
y dos correajes ?, que desde los hombros cruzan el pecho, por
debajo de las axilas, unidos en el centro con un disco. Algo
parecido se adivina en otra de estas figuritas, aunque por su
elevado esquematismo, únicamente se acusa claramente que
lleva al cuello un colgante circular decorado con aros concéntricos.
Otra figuración es la que, mediante un grabado muy fino
sobre piedra, presenta una persona, acéfala, al parecer
desnuda, calzada con sandalias y con un cinturón del que
nace un correaje que cruza el pecho por su hombro izquierdo.
También, en lápidas
de otros yacimientos alaveses, existen representaciones de figuraciones
humanas. En el oppidum de Iruña (Villodas-Trespuentes),
mediante un grabado sobre piedra, aparece la figura de un jinete,
desnudo, que enarbola una lanza en posición de ataque.
El caballo va preparado con bocado, estribos y silla sujeta con
baticola. En algunas lápidas, ya de época romana,
del círculo de Gastiain, concretamente en una de Santa
Cruz de Campezo, aparecen tres figuras, dos de ellas hombres,
vestidas con túnica hasta media pierna y con una especie
de esclavina, calzados con sandalias, con unos collares con colgantes,
y lo que tiene más interés en este caso con dos
lanzas cada uno a su lado.
Las fuentes escritas, por boca
del griego Estrabón, en el libro III de su obra Geographiká,
escrita entre los años 29 y 7 a.C. hacen mención
a la vida de la gentes que pueblan Hispania haciendo alusión,
entre otras, a las que habitaban el norte peninsular. En concreto
y referido al tema que nos ocupa, dice:
... Dicen que los lysitanoí
son diestros en emboscadas y persecuciones, ágiles, listos
y disimulados. Su escudo es pequeño, de dos pies de
diámetro, y cóncavo por su lado anterior; lo llevan
suspendido por delante con correas y no tiene, al parecer, abrazaderas
ni asas. Van armados también de un puñal o cuchillo;
la mayor parte llena corazas de lino y pocos de cota de malla
y cascos de tres cimeras. Otros su cubren con tejidos de nervios;
los infantes usan "knemídes" y llevan varias
jabalinas; algunos sírvense de lanzas con punta de bronce
... (III. 3. 6).
... Todos los habitantes de la
montaña son sobrios: no beben sino agua, duermen en el
suelo, y llevan cabellos largos al modo femenino, aunque para
combatir se ciñen la frente con una banda ... (III,
3, 7).
... Los iberes, en sus guerras,
han combatido, pudiéramos decir como "peltastaí",
porque luchando al modo de bandoleros, iban armados a la ligera
y llevaban sólo, como hemos dicho de los lysitanoí,
jabalina, honda y espada. La infantería llevaba también
mezcladas fuerzas de caballería. Los caballos están
habituados a escalar montañas y a flexionar rápida-
mente las manos a una orden dada en momento oportuno. ... (III,4,15).
... No es costumbre privativa
de los íberes la de montar dos en un mismo caballo,
de los cuales uno, llegado el momento del combate, lucha como
peón. ... (III, 4, 18).
Unos y otros datos van a permitir
aproximarnos a la imagen de estos guerreros y a su modo de operar.
Parece que existió tanto un fuerza de infantería
como de caballería, si se tienen en cuenta los objetos
depositados en las tumbas. La infantería, en un primer
momento, basaría su ataque en la utilización de
venablos que con su lanzamiento lograría diezmar a los
enemigos en un movimiento inicial, pasando posteriormente a un
enfrentamiento cuerpo a cuerpo, apoyados por la caballería,
portando lanzas. Estos ataques, a juzgar por los textos, (...luchando
al modo de bandoleros...) debieron basarse en la guerra de
guerrillas, con emboscadas, que jugarían a favor de aquellos
que mejor conociesen el terreno.
En cuanto a su imagen personal,
puede que vistiesen una túnica corta (según alguna
de las representaciones) cubriéndose con el "sagun",
recogido con fíbulas, o bien que luchasen desnudos. Cubrirían
la cabeza con cascos ligeros, algunos posiblemente con cimeras
(según puede verse en una figurita del poblado de Atxa,
en Vitoria-Gasteiz), recogiendo sus cabelleras con una cinta.
Defenderían las piernas con "knemídes",
o polainas de piel, calzando una especie de sandalias o abarcas.
Si atendemos a alguna de las
armas que portaban, que pueden considerarse de lujo por su ornamentación,
es lógico pensar que representaban unas piezas de prestigio,
posiblemente en poder de una élite, dentro de este grupo
armado.
BUSCANDO EXPLICACIONES A ESTOS ENTERRAMIENTOS
Los estudios arqueológicos
no solamente buscan documentar materialmente, formas y modos
de vida en todos sus aspectos, sino que con los datos obtenidos
debe tratarse de dar una visión y explicación de
hechos y situaciones.
Vista de un conjunto
de tumbas. |
Así conocemos que, al
menos en una parte de la necrópolis, se realizaron depósitos
en un momento determinado y concreto. Es decir como causa de
unas defunciones ocurridas al mismo tiempo. Esto parece tener
una explicación en que ocurrieron, al tratarse de guerreros,
como causa de una acción bélica. ¿Tuvo esto
alguna relación con la vida del poblado ?. Si tenemos
en cuenta que, las fechaciones obtenidas en el poblado, y las
del nivel que corresponde al momento de la necrópolis,
parecen ser coincidentes, tendríamos que ver que ocurría
en aquel. Curiosamente en un momento determinado en torno a estas
mismas fechas, el poblado fue atacado, con muertes violentas
de personas y animales y seguidamente incendiado. ¿Tuvieron
alguna conexión este ataque al poblado y las muertes de
los guerreros ?. No es fácil asegurarlo, aunque no es
descabellado, pensar que bien pudieran relacionarse.
Algunas publicaciones sobre la necrópolis
1990 / 1991. LLanos, Armando.
"Memorias sucintas de excavaciones en el poblado y necrópolis
de La Hoya". Arkeoikuska 88 y Arkeoikuska 89.
Gobierno Vasco. Vitoria-Gasteiz.
1990. LLanos, Armando. "Necrópolis del Alto Ebro".
II Simposio sobre los celtíberos. Necrópolis
Celtibéricas. Daroca. Zaragoza.
1990. Filloy, Idoia. "Tahalies y otros elementos de anclaja
en la necrópolis celtibérica de La Hoya (Laguardia-Alava)".
II Simposio sobre los celtíberos. Necrópolis Celtibéricas.
Daroca. Zaragoza.
1990. Gil, Eliseo; Filloy, Idoia. "Las
fíbulas de la necrópolis celtibérica de
La Hoya (Laguardia-Alava)". II Simposio sobre los
celtíberos. Necrópolis Celtibéricas.
Daroca. Zaragoza.
1998. Filloy, Idoia. "Rituales funerarios pre-romanos
en Alava y su perduración". Euskonews &
Media, 4. www.euskonews.com. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. |
Armando Llanos
Ortiz de Landaluze, arqueólogo
Fotografías: Armando Llanos |