Río Adur Puerto de
Bayona (1578-1914) Este es el nombre que ha tomado el Museo
Vasco de Bayona durante el tiempo en que permanece cerrado por
trabajos de renovación, para sus tres hermosas salas del
alto de Gazteluberri, que presentan una exposición
de notable extensión.
Hasta
fines de Mayo estará abierta al público y podrá
verse todos los días, mañanas y tardes, cerrando
únicamente los martes.
Los objetos y obras presentados
en esta exposición pretenden mostrar el antiguo modo de
vida en el puerto de Bayona y en las aguas del Bajo Adur. Su
presentación es moderna, con una iluminación suave
y especial, vitrinas de cristal y lienzos de colores escritos
que proporcionan abundante información en grandes caracteres
en euskara. El visitante desde el momento en que entra en la
exposición, junto con la apreciación del valor
de lo allí expuesto, se percata fácilmente del
intento de creación de un ambiente marino especial que
ayude a una mejor comprensión de un entorno característico
de otro tiempo.
Barcos auténticos, abundantes
maquetas de los mismos, herramientas de trabajo de a bordo, pinturas,
grabados y dibujos arrojan luz sobre la rica historia de un pasado
que hoy en día tenemos bastante olvidado. El asombroso
desvío de la desembocadura del Adur, la época de
los astilleros, el tiempo en que personas y mercancías
se desplazaban por mar.
Hasta
el siglo XIX, en épocas de paz, los barcos mercantes se
dirigían a los distinos puertos de Europa y América.
En tiempo de guerra, por el contrario, los corsarios locales
eran conocidos por sus actos de pillaje, originando para Bayona
una fuerte reputación de nido de piratas sanguinarios.
Al pasar de la primera a la tercera sala, un monóxilo
o barco de una sola pieza y una chalana nos muestran los cambios
que con el tiempo se produjeron en la construcción de
los barcos fluviales. Los barcos de tres palos, por su parte,
nos muestran los cambios acaecidos en la construcción
naval local. Los retratros de capitanes vascos y bayoneses y
los instrumentos por ellos utilizados, rememoran la vida marina
y la admirable aventura que ésta fue en el pasado. Asímismo,
esta exposición ha resultado una excelente ocasión
para la restauración de una colección de pinturas
panorámicas de 1750, que han sido trasladadas del hotel
de los De Lesseps al Museo Vasco. Por estas pinturas podemos
apreciar que los comerciantes bayoneses gustaban de vivir entre
testimonios vivos del río Adur y del puerto de Bayona.
Como muchos conocerán,
el 28 de octubre de 1678 el amplio Adur fue a llevar sus aguas
directamente al mar por Bayona, abandonando el camino de Las
Landas. Para ello fueron precisas grandes obras concebidas y
dirigidas por el ingeniero Louis de Foix, tal y como nos muestran
sus mapas y dibujos en colores. Sin embargo, no fueron previstas
las muchas dificultades con las que se habían de mover
los barcos en la nueva desembocadura del Adur, debido a los peligrosos
bancos de arena que formaban los movimientos del mar y las olas,
hasta el punto de que, según cuentan, los barcos llegaban
a hundirse.
En
el siglo XIX hubo ingenieros que trataron de devolver la desembocadura
del Aturri a Las Landas, al lugar denominado Capbreton. Son los
proyectos de Maignon de Roques (1864-1865) y Eugène Rodolphe
(1873). Ciertos cuadros del pintor Valette nos muestran varios
barcos inmovilizados, presos de las arenas de los juncales del
Adur.
A partir de Dax, puede hacerse
una clara distinción de las aguas del Adur. De Dax hasta
la Bee du Gave, el Adur recoge las aguas procedentes de
riachuelos cortos y de poca entidad, los cuales no aumentan su
caudal de forma significativa. Sin embargo, a partir de Bec du
Gave, en su camino hacia el mar, recoge el aporte de los ríos
que provienen de Pau y Oloron. Después aparecen las aguas
del Biduze y del Errobi. Es de destacar, por otra parte, la influencia
de la marea alta en el Adur, observable hasta Dax. Al norte de
Port de Lannes las grandes mareas hacen llegar al río
hasta tres metros de altitud, mientras que en marea baja llega
a dos metros veinticinco centímetros.
Como representación del
movimiento que conocieron las aguas del bajo Adur, en la primera
sala nos topamos con la chalana "Roi du Jour" (Rey
del día), de 6 metros y 70 cm. de largo, utilizada en
otro tiempo por la familia Pecastaing de Ahurti (Urt) y donada
posteriormente al Museo Vasco. La proa y popa son de una sola
pieza de madera gruesa; por el contrario, todas las demás
partes, incluido el fondo, están constituidos por tablas
y maderas unidos por clavos de punta vuelta y calafateados con
brea y pez. Este barco peculiar fue empleado en la pesca del
salmón y del sábalo.
En el siglo XVII los astilleros
de Bayona fueron ampliamente conocidos. En el siglo XVIII, el
estado francés decide utilizar la madera de Las Landas
y del Pirineo en la construcción de los buques de la Armada
Real. Así nacieron los grandes astilleros de Bayona y
las enormes naves desde las que se enviaba la madera a Rochefort
o Brest. Como ilustración de estos temas, puede apreciarse
la que lleva por título "Le Fornt défensif
Mousserolles", del dibujante Louis Colas, y otros dibujos,
hechos al grafito y a pluma, con tinta negra y roja.
En tiempos del ministro Colbert,
se instaló una fábrica de armas a ambas orillas
del río bajo la Citadelle, más abajo del puente
grande de Saint-Esprit. .Antes de desaparecer el 7 de noviembre
de 1836, esta fábrica de armas ocupaba 764 metros cuadrados
contando sus talleres, puestos de venta y demás dependencias.
Esta
exposición no podía dejar de mencionar a los corsarios
vascos. De todos es conocido que sus correrías han inflamado
la imaginación de muchos escritores. Edouard Dueéré
los menciona en sus obras, especialmente el llamado Joannis de
Suhigarayehipi, Coursi de sobrenombre, o Jean Ducasse, que era
gascón. Una serie de dibujos y cuadros nos representan
aquellos tiempos, y en esta labor destaca el dibujante Pablo
Tillac, gracias a las obras que realizó en 1946 para un
libro del escritor Pierre Rectoran.
Pueden apreciarse también
varias obras sobre el famoso capitán Bernard Dubourdieu,
o sobre el barco de tres palos llamado "Victoire".
Entre otros, aquí se encuentran los espléndidos
trabajos de la pintora Hélène Feillet sobre el
denominado Zorro del océano, Etienne Pellot, y
otros temas sobre los que realizó hermosas acuarelas.
Como era de esperar, tras las
vitrinas de esta exposición se encuentran cantidad de
objetos que pertenecieron a hombres de mar: espadas, Cruces de
San Luis, sellos de la Legión de honor, flautas marinas
y demás.
Por otra parte, son curiosas
las maquetas de los primeros barquitos que surcaron el río
Adur tilhola, xalibardon, courau, etc., construidas
por Baudouin, el reconocido investigador hace unos treinta años
a orillas del Adur.
Finalmente,
resulta conmovedor encontrar ante nosotros, al cabo de varios
siglos, auténticas herramientas antiguas, de las utilizadas
en los astilleros: elevadores, martillos, hierros para estirar
las tablas de los barcos, hachas, guadañas y demás,
sin olvidar el espectacular ancla del siglo XVIII de casi tres
metros que se encuentra en la segunda sala de la exposición.
Hace justo veinticinco años rescatada por Etienne Hirigoyen
del Adur. Estos antiguos astilleros se encontraban a un lado
del camino entre Bouffers y Mousserolles.
También merecen una mirada
cariñosa muchos otros detalles que podemos encontrar al
visitar esta exposición, especialmente cuadros, que tanto
pueden enseñarnos sobre el pasado, tales como los que,
al parecer, realizó un pintor llamado Vernet sobre el
Baiona antiguo y sus alrededores.
Se trata de una exposición
que merece la pena visitar. Olivier Ribeton, historiador y conservador
de este museo y los colaboradores reunidos a su alrededor han
realizado un buen trabajo y han demostrado su auténtico
talento en esta exposición.
Sin lugar a dudas el nuevo Museo
Vasco de Bayona cuando abra sus puertas, en la primavera del
2001, sabrá hacer otro tanto o más.
Baionako Euskal Museoa - http://www.musee-basque.com
Manex Pagola, director del Museo Vasco de Bayona
Fotografías: De la página web del Museo Vasco de
Bayona |