"La obra no es importante;
es sólo la expresión del carácter, de los
sentimientos y de las creencias de una persona que, si sigue
progresando, es debido a que hay otras personas que sienten y
piensan del mismo modo".
MORRIS WEST, "El
abogado del diablo"
Aunque afirma con rotundidad que ser escultor
es "muy difícil", Koldobika Jauregui lleva veintitrés
años abriéndose paso en el mundo artístico,
tallando piedras, maderas, metales y paredes. El escultor de
Alkiza es en la actualidad, y sin ningún lugar a dudas,
uno de los más importantes de Euskal Herria, con más
de treinta exposiciones y una decena de becas y premios a sus
espaldas, entre los que cabe destacar la beca Zabalaga de Txillida
que obtuvo en 1990, y el trabajo que realizó en Dusseldorff
junto al mecenas alemán Karl Muller. Y es que hace un
par de años los alemanes escogieron a Koldobika Jauregi
de entre los diez artistas más importantes del Estado
español, entre los que se encuentran nombres de la talla
de Txillida, Tapies o Saura.
Jauregi ha trabajado con todo tipo de materiales, ideas, técnicas
y formas, porque "con el paso del tiempo, de la misma forma
que cambia el escultor, cambia también la propia escultura".
-¿Cuándo
y cómo se puso en contacto con la escultura? Empecé a tomármela
en serio hace veintidós años. Al terminar mis estudios,
en verano volví a casa de mis padres, a Alkiza. Allí,
como pasatiempo, empecé a juntar unos trozos de madera
con otros, dándoles distintas formas. Y empezó
a gustarme. Me enteré de que Kutxa organizaba un concurso,
me presenté, y gané. Luego, animado por ese galardón,
tomé la decisión de ser escultor.
-¿Se podría
decir que Koldobika Jauregi es un escultor autodidacta? He aprendido mucho
de las personas que he ido conociendo en este campo, pero en
cierta medida sí que se puede decir que soy autodidacta.
Hoy en día, debido
a la excesiva burocratización de la sociedad, está
mal visto que un artista sea autodidacta, pero, aun así,
en mi opinión el trabajo de un artista autodidacta es
mucho más personal, porque a pesar de recibir influencias
externas la obra surge de su interior.
-¿Es difícil
ser escultor en los tiempos que corren? Sí, muy difícil.
Hay que trabajar durante muchos años para encontrar un
hueco y asentarse. Yo empecé a determinar lo que quería
manifestar con la escultura hace un par de años. Hay que
superar muchos problemas; no sólo los relativos a lo material.
Cuando crees haber superado los problemas técnicos aparecen
los filosóficos, los religiosos, sobre el modo de pensar,
etc.
-De modo que la escultura
también le produce dolores de cabeza... Sí, y bastante
fuertes además. Mientras trabajo me surgen muchas preguntas
del tipo de "¿quién soy yo? ¿Qué
estoy haciendo aquí? ¿Por qué estoy aquí?".
Darles una respuesta es mucho más difícil que vencer
los problemas técnicos.
-¿En qué
momento comienzan sus obras a cobrar vida? ¿Cuál
es el proceso de creación? Primero se me ocurre
una idea, y hasta plasmarla en una escultura habrán de
pasar unos dos o tres años. Al ligar el tema con la forma,
cuando ya tengo los dos elementos, intento expresar lo que estoy
tratando de expresar. Mis ideas suelen ser muy amplias, de modo
que en ese largo proceso de creación de una escultura
siempre hay lugar para la improvisación.
-¿Qué temas
que le interesan en este momento? Las piezas que he
elaborado últimamente están relacionadas con la
oscuridad, con la noche. Me he dado cuenta de que en la penumbra
las formas y los aspectos cambian completamente. Ésa es
la idea que he tratado de reflejar en la escultura. También
me interesa mucho el tema del paso del tiempo, el hecho de que
las huellas que el hombre deja en la naturaleza, con el tiempo
desaparecen. No trato de expresar un sentimiento pesimista, más
bien que con el tiempo las cosas cambian, y que los humanos tenemos
que ser capaces de entenderlo.
-Si bien en sus inicios
se decantó por el realismo, en los últimos años,
sin embargo, su obra se ve dominada por la abstracción.
¿A qué se debe este cambio? Es la pregunta de
siempre: ¿dónde está la abstracción
y dónde la figuración? La verdad es que últimamente
me interesan más las formas simples, porque rebosan de
energía y encierran un enorme poder. Hay muchas razones
que explican el por qué de la simplificación de
mi trabajo. En el mundo artístico los procesos son muy
largos y complejos. Los cambios personales que he sufrido tienen
mucho que ver con mis obras de arte.
-Ha trabajado con todo
tipo de materiales: metal, poliester, madera... ¿A qué
criterio se atiene a la hora de escoger uno u otro? Los materiales que
más me gustan son la madera y la piedra. También
los metales, pero en los últimos años he preferido
la piedra y la madera, porque entiendo que mi trabajo está
muy ligado a la naturaleza. Me suelo preguntar lo siguiente:
si hasta ahora, durante miles de años, han bastado la
madera y la piedra, ¿por qué no de ahora en adelante?
-¿Qué
momento atraviesa en su opinión el arte vasco? El nivel del arte
de Euskal Herria me parece muy pobre. Económicamente estamos
muy bien, pero mucho me temo que al empezar a hablar sobre el
arte descubriríamos un montón de defectos. En los
cinco años que estuve en Alemania descubrí que
a pesar de que aquí tenemos posibilidades económicas
muy similares, en lo concerniente al arte estamos muy lejos de
Europa, con un nivel cultural mucho más bajo. Y esa falta
de cultura nos ha llevado a que seamos unos cretinos. Tenemos
mucho dinero, tenemos la posibilidad de hacer cantidad de cosas,
pero no tenemos ni cabeza ni sensibilidad. Cientos de ejemplos
demuestran lo que estoy diciendo. Hay que ver qué zonas
industriales se construyen en nuestro entorno...
-Entonces, se podría
decir que las subvenciones que ofrecen nuestras instituciones
públicas son bastante escasas... Por una parte las
subvenciones son escasas, y por otra la cultura está supeditada
al gobierno, y eso no lo acepto de ninguna manera, porque supone
una politización excesiva. En Alemania son las entidades
privadas las que impulsan la cultura, y los artistas suelen estar
bien pagados. Pero aquí casi nunca se presentan ocasiones
para trabajar para entidades privadas.
-En cualquier caso, ha
tenido usted buena suerte: la beca de Txillida, la posibilidad
de trabajar en varios proyectos del mecenas alemán Karl
Muller... La verdad es que
no puedo quejarme. Tengo trabajo y llevo veintitrés años
viviendo de la escultura; a veces bien y otras mal, pero, vivir,
vivo. Hay que tener muy claro lo que se quiere ser en un futuro,
y luchar por ello; creer en lo que te dictan la cabeza y el corazón,
y seguir adelante sin rendirse.
-¿Cuál
es el objetivo de sus esculturas? ¿Qué desea expresar
al mundo a través de sus obras? Con el tiempo, mis
objetivos han variado. En un principio me interesaba la escultura
por la escultura, pero luego me di cuenta de que este arte abarca
también otros aspectos: las vivencias diarias, los sentimientos,
los libros que se leen, las personas que se conocen... En los
últimos veinte años he dado con el modo de encauzar
todo eso, y ahora me sirvo de la escultura para expresar lo que
llevo dentro. Estoy seguro de que el día que no consiga
hacerlo la voy a dejar. La escultura me permite manifestar quién
soy. Del mismo modo que el tiempo me cambia a mí mismo,
cambia también mis esculturas.
-El escultor, ¿nace
o se hace? Las dos cosas. En
el arte no hay sistemas; hay muchas cosas que se pueden enseñar,
pero luego es cada artista el que tiene que definirse individualmente,
y eso es muy difícil.
-¿Se trae algún
nuevo proyecto entre manos? Sí. Por una
parte tengo que empezar con "El Bosque de Piedra" de
Barakaldo, un enorme trabajo para el que tendré que contar
con ayudantes, y por otra parte estoy organizando junto con compañeros
de trabajo unas estancias en Aralar para este verano, que combinarán
naturaleza y estética. Por el momento es sólo un
proyecto, pero confío en que saldrá adelante. Fotografías:
Teresa Sala
Euskonews & Media 89.zbk (2000
/ 7-28 / 9-8) |