Desde
el inicio de las negociaciones para crear en Bilbao un museo
en colaboración con la Fundación Guggenheim de
Nueva York, Juan Ignacio Vidarte estuvo en contacto con el proyecto.
Licenciado en económicas por la Universidad de Deusto
y con estudios de post-grado en el Massachusetts Institute of
Technology (MIT), abandonó su puesto de director de política
fiscal y financiera de la Diputación de Bizkaia para ponerse
al frente del museo Guggenheim Bilbao.
-¿Dirigir un museo
como el Guggenheim Bilbao es una tarea dura?
Es un trabajo con cierto nivel de complicación y sobre
todo requiere de bastante dedicación. Pero hay tareas
mucho más duras que ésta.
-De ser un proyecto dentro
del plan de revitalización de Bilbao, el Guggenheim ha
pasado a ser santo y seña de la ciudad. Tres años
después de su apertura, ¿qué valoración
hace? La valoración
que hago es positiva. El efecto que se ha venido a llamar "fenómeno
Guggenheim" no es más que el cumplimiento por parte
del museo de muchos de los objetivos para los que fue creado.
Cuando se habla del "efecto Guggenheim" fundamentalmente
se hace referencia a los efectos económicos. Que el museo
esté consiguiendo generar un impacto en la economía
de toda Euskadi, incluso por encima de lo que se hubiera previsto
inicialmente, es algo que me agrada. Cuando se concebió,
la gente dudaba de que un museo pudiera tener algún tipo
de repercusión económica, y sin embargo en su funcionamiento
lo está demostrando. A finales de este año el museo
habrá generado un impacto económico en torno a
los 100.000 millones de pesetas, que es entre seis o siete veces
lo que costó su construcción. Como consecuencia
de esa actividad económica, las Haciendas Forales van
a recaudar apróximadamente unos 15.000 millones d e pesetas
por lo cual, las instituciones públicas que financiaron
este proyecto en tres años habrán visto que recuperan
su inversión, cosa muy extraña tanto en inversiones
públicas como privadas.
En mi opinión este efecto es una parte de todo el conjunto
del impacto que el museo está generando. Es una parte
importante, pero al fin y al cabo sólo una parte. Porque
el hecho de que el museo esté sirviendo como un elemento
de proyección de imagen del país en el exterior,
es un objetivo que tenía el museo y creo que se está
cumpliendo también con creces. Pero que el museo esté
actuando como elemento de dinamización de ese proceso
de regeneración que se está produciendo en Bilbao
( y en concreto en toda esta zona de la margen izquierda de la
ciudad ) también es un punto a tener en cuenta, además
de los que lógicamente una institución cultural
genera en cuanto se pone en funcionamiento: aumentar la oferta
cultural que un país pone a disposición de sus
ciudadanos y de todos los ciudadanos del mundo que quieran venir
a disfrutar de ello.
-¿Qué busca
el visitante que acude al museo Guggenheim Bilbao? Las previsiones que
se hicieron cuando el museo se creó eran estar en torno
al medio millón de visitantes anuales. En estos tres años
la media anual está siendo por encima del millón.
¿Qué viene a ver al museo la gente? Yo creo que
lo que va a ver en un museo en cualquier parte del mundo. Va
a ser testigo y a disfrutar de una experiencia conjunta de comprobar
y sentir lo que se está haciendo en el mundo de las artes
plásticas, que es a lo que este museo se dedica tanto
en lo más contemporáneo como lo más tradicional
dentro de lo que es la temporalidad de este siglo. Sobre todo
viene a tener una experiencia cultural. La cultura es una parte
cada vez más importante dentro de las actividades de ocio
de la gente, y por eso los museos tienen un papel importante
que jugar en esa fase. Lo que el museo intenta ofrecer a los
visitantes que vienen a nuestras puertas son unas experiencias
que sean interesantes, tanto con las exposiciones temporales
que se organizan como las sucesivas presentaciones de nuestra
colección permanente.
-Una
de las batallas constantes en el ámbito museístico
es el de captar visitantes. ¿Qué soluciones se
buscan al respecto? Sobre todo estos
últimos años, los museos en general están
viviendo un proceso importante de transformación, incluso
de cuestionamiento de su propia identidad. Principalmente en
Europa, en un momento determinado los museos han tenido el problema
de falta de capacidad de generar atracción para la gente.
Eso ha llevado a que algunos de ellos se cuestionen si realmente
están haciendo las cosas de una manera adecuada. Porque
al final la gente acude allí donde se le presentan ofertas
atractivas, y los museos en ese sentido "compiten"
con entidades u otras actividades con las que la gente puede
pasar el ocio: el cine, espectáculos, deporte... Lo que
no era pensable era que los museos haciendo las cosas de una
manera tradicional tal y como se venía haciendo en los
últimos 100 años, siguieran teniendo la capacidad
de atraer visitantes nuevos. Por eso los museos se han tenido
y se tienen que adaptar a esta nueva situación, a una
situación en la cual por un lado hay un interés
cultural probablemente mayor que antes, pero también hay
un nivel de exigencia por parte de los visitantes superior. Porque
ahora están requeridos por estímulos muy diversos:
existe la televisión, el cine, la cultura audiovisual
tiene una enorme extensión, y eso hace que la gente tenga
unos niveles de sofisticación y de sensibilidad mayores
a la hora de captar y catalogar lo que es bueno y lo que es malo.
En ese sentido yo creo que los museos están en un proceso
de reorientación para poder captar esa demanda que por
otro lado es creciente. Los museos que son capaces de adaptarse
a atraerla lograrán unos niveles de visita muy elevados.
-Algunos artistas opinan
que colecciones que pueden ser atractivas para el público
no lo son tanto a nivel artístico. ¿La fórmula
de unificar el arte con el ocio puede afectar a la concepción
del arte?
Eso es algo muy opinable. Normalmente la gente sabe mejor que
los artistas lo que es importante o no lo es. Los que determinan
la importancia de las cosas y también del arte al final
es la gente, no los propios artistas. En ese sentido hay una
relación muy directa con el mundo de los museos. Hablamos
de museos que tienen las mayores y las mejores colecciones, y
que presentan las mejores exposiciones y las mayores audiencias,
como es por otra parte bastante lógico. En ese sentido
no veo ninguna contradicción. Otra cosa es que el hecho
de captar visitantes se transforme en el único objetivo
del museo, que evidentemente no lo es. Los visitantes son una
referencia más, pero en un museo el principal objetivo
y su mayor prioridad es ser un instrumento de educación
y de acercamiento de la cultura a la gente. Lo que desvirtue
esa prioridad será algo que el museo no debe perseguir.
Por otra parte, el museo también debe tener en cuenta
que los visitantes son importantes, porque el presentar cosas
y tener una oferta aparentemente muy interesante y elevada pero
que nadie ve, al final no beneficia a nadie. Por tanto, hay que
intentar equilibrar ambos factores, pero siempre teniendo en
cuenta que la principal prioridad del museo es ser un intrumento
de educación y de acercamiento a la cultura a la sociedad.
-Siguiendo los pasos del
Guggenheim Bilbao, Vitoria-Gasteiz ha mostrado interés
por construir su propio museo contemporáneo. ¿Es
síntoma de que el arte interesa cada vez más o
simplemente es una moda?
Cada proyecto y situación probablemente tendrá
una historia diferente y por lo tanto no querría generalizar
porque podría incurrir en errores. Pero sí que
hay algunos aspectos generales. Es algo real que la cultura en
general, y los museos concretamente, tienen cada vez más
importancia a la hora de que las ciudades y los países
consideren cuales son las inversiones que necesitan para seguir
un proceso de desarrollo. La cultura es una variable, que a parte
de sus propias virtualidades, tiene también una significación
económica. Por eso, cada vez hay más proyectos
culturales integrados dentro de estrategias de desarrollo económico
más amplios. Pero a veces se incurre en el error de pensar
que los proyectos son muy mimetizables, y que ese denominado
"efecto Guggenheim" es reproducible en otros sitios,
o que lo importante aquí es el nombre o el edificio. Sin
embargo, estos proyectos tienen éxito y cumplen su objetivo
cuando, por una parte, responden a lo que quieren ser; es decir,
que hay una proporción entre los objetivos que se buscan
y los recursos que se ponen en la mesa para poder conseguirlos;
y luego, cuando hay una proporción entre lo que son los
tres aspectos fundamentales del museo: contenido por su colección
y su posibilidad de desarrollar exposiciones; su continente por
los espacios que se crean para poderlos albergar; y el modelo
de gestión museística con el que se dota a cada
institución. Cuando esos tres elementos están compensados,
y por otro lado hay una proporción entre los recursos
y los objetivos, los proyectos tienen más posibilidades
de tener éxito, y éste no siempre es el caso.
-Han firmado un contrato
de colaboración con el museo Hermitage de San Petersburgo.
Sin embargo parece haber cierta rivalidad en el mundo museístico.
Los museos más pequeños se ven perjudicados al
no poder competir ante gigantes como el Guggenheim.
Estoy
totalmente en desacuerdo con esa opinión. La competencia
entre los museos no se da como entre los supermercados. Entre
los museos si se da una competencia es en otros términos.
Desde luego no es por los visitantes. Los museos en general se
ayudan, sobre todo cuando hay museos como el nuestro que captan
una audiencia donde un porcentaje altísimo proviene de
fuera de nuestro territorio. Lo cual quiere decir que esa audiencia
que viene a Euskadi para visitar al museo Guggenheim, es una
audiencia potencial para otras instituciones que puedan estar
cerca. En ese sentido los museos que están cerca y que
de alguna manera presentan ofertas atractivas para la gente,
se benefician al haber una audiencia potencial mayor que es generada
porque hay un museo que ejerce esa función captadora de
los demás. Además, cada museo tiene su propia difusión
y su propio ámbito. Al museo pequeño no se le pide
que tenga medio millón de visitantes, sino los que constituyan
sus propios objetivos de funcionamiento. La responsabilidad de
adaptar lo que se hace y adecuar lo que se ofrece al público
que se quiere captar, es algo que afecta a todos. No sólo
a los grandes museos, sino también a los pequeños.
En ese sentido, creo que todos los museos tienen esa responsabilidad
de intentar adaptar y ofrecer al público potencial una
oferta atractiva que haga que esa gente vaya al museo y deje
de ir a otras cosas.
-¿Los acuerdos de
colaboración son casos puntuales?
Con el museo Hermitage hay una relación estratégica,
porque entre el museo Hermitage y el Guggenheim tanto de Bilbao
como de Nueva York hay una complementariedad importante, ya que
lo que unos tienen al otro le falta y viceversa. Con otros museos
existen diferentes tipos de colaboración. Hay muchos museos
con los que se tiene colaboraciones puntuales o estables, pero
que se planean fundamentalmente en la relación que tienen
para realizar exposiciones conjuntamente. En otro nivel nosotros,
por ejemplo, ostentamos la secretaría de la red de museos
europeos ARNE, que es una iniciativa del museo Guggenheim Bilbao
apoyada por la Unión Europea. Es una red que en este momento
consta de unos 40 museos europeos, y tienen una asociación
para desarrollar programas conjuntos fundamentalmente dirigidos
a sus asociaciones de amigos y a sus profesionales. Los niveles
de asociación o de de relación de unos museos con
otros varían, en función muchas veces de los objetivos
que se buscan.
En general creo que entre los museos hay bastante relación.
En el País Vasco, nosotros tenemos un acuerdo con el museo
de Bellas Artes por el cual hay una entrada conjunta para ambos
museos con precio reducido. Es muy posible que en el futuro haya
más iniciativas de ese tipo, porque a medida que todos
estamos trabajando en una misma esfera, lo lógico es que
esas relaciones a veces se plasmen en acuerdos más estables.
-Los artistas se muestran
preocupados ante el efecto de la globalización que tanto
afecta al mundo de la cultura. En su día al Guggenheim
Bilbao se le criticó la escasa presencia de autores vascos.
El museo Guggenheim Bilbao desde el principio dijo lo que quería
ser: quería ser un museo definido no tanto por la geografía
sino fundamentalmente por la calidad. Es un museo cuya colección
y programación está gobernada por ese criterio
de calidad.
El Guggenheim Bilbao tiene un ámbito de audiencia y de
proyección internacional, y por lo tanto, también
contempla su propia colección y sus propias exposiciones.
En ese sentido creo que estamos siendo fieles a lo que se dijo
en su momento. Es decir, éste no es un museo que naciera
con la vocació n
de ser un museo nacional vasco, donde su principal objetivo sea
lo que es el arte vasco de este siglo o de la época que
fuera. Es evidente que cualquier institución cultural,
y desde luego un museo lo es, tiene una relación fluida
y de ósmosis con su entorno, por lo que tanto en la colección
como en la programación del Guggenheim Bilbao claro que
pesa el ser una institución vasca. De hecho, en nuestra
colección hay bastantes artistas vascos, tanto en la colección
específica del Guggenheim Bilbao como incluso en la propia
colección que se desarrolla globalmente. Hay artistas
como Chillida, Cristina Iglesias, Txomin Badiola, Juan Luis Moraza...
Es decir, hay muchos artistas vascos que pertenecen a la colección
del museo. Incluso se han hecho exposiciones de artistas vascos
y también harán en el futuro.
Para nosotros no es ningún
inconveniente el hecho de tener que plantear nuestra actividad
y nuestro contenido con esa perspectiva internacional. Lo que
pasa es que cuando los artistas vascos se presentan dentro de
esa programación, es porque entendemos que desde el punto
de vista de su calidad y del desarrollo de su obra encanjan en
la filosofía del resto de la colección o del funcionamiento
del museo. Desde luego, no los presentamos como una representación
de un ghetto, sino lógicamente dentro del conjunto de
nuestra programación, que por ser internacional también
es vasca. Nosotros no somos un elemento extraño dentro
del mundo, somos una parte dentro de ese mundo, muy influida
por el resto del mundo y también en nuestra medida somos
capaces de influir hacia los demás. Por lo que ante ese
miedo a la globalización y ante las críticas, entendiendo
cuáles son sus objetivos el museo está cumpliendo
en su desarrollo con esas premisas, teniendo ese ámbito
internacional de funcionamiento y dando cabida también
al arte vasco que se ha ha hecho y que se hace.
-¿De
cara al futuro cuáles son los objetivos del Guggenheim
Bilbao?
Tras tres años de funcionamento, creo que estamos entrando
en una vía de consolidación. Fundamentalmente nuestro
objetivo de futuro es el de consolidar esa estructura y ese funcionamiento
de institución muy abierta al mundo pero también
muy ligada al país, y que juega un papel importante en
ese proceso de transformación que estamos viviendo. Tenemos
una plantilla muy joven, y en estos tres años ha ganado
una madurez y una experiencia que para nosotros es muy importante,
pero ahora tenemos que intentar consolidarla. Hay que tener en
cuenta que nuestra estructura es prácticamente similar
a la que se planteó cuando el museo iba atender a un número
de visitantes inferior. Sin embargo, con algunos retoques el
museo ha sabido asumir el papel de ser una institución
mayor de lo que inicialmente se había previsto. Pero ahora
hay que guiarlo para que en el futuro sigamos manteniendo estas
cotas.
Fotografías:
Estibalitz Ezkerra (Juan Ignacio Vidarte), Guggenheim (página
web Bilbao Metropoli 30)
Euskonews & Media 91.zbk (2000 / 9 / 15-22) |