El Ekomuseo de Salinas de Léniz
* Traducción al español del original en euskera
Zuriñe Velez de Mendizabal Etxabe

El oro blanco que antaño constituyera la principal actividad económica de Salinas de Léniz, venida a menos frente la competencia de la sal marina, recupera su identidad gracias a la apertura del Museo de la Sal.
 

El municipio de Salinas de Léniz se encuentra situado en una zona montañosa. En contacto con Gipuzkoa y con Álava, constituía un tránsito obligado para las civilizaciones que se dirigían desde la llanura alavesa hacia el mar.

El municipio de Salinas de Léniz se encuentra situado en una zona montañosa. En contacto con Gipuzkoa y con Álava, constituía un tránsito obligado para las civilizaciones que se dirigían desde la llanura alavesa hacia el mar. La fuente de la que brotaba el agua salada, cuyo aprovechamiento se remonta a la Edad de Hierro, se situaba a los pies del antiguo castillo de Dorleta, en la falda de donde más tarde se erigiría el Santuario de la Virgen de Dorleta.

La fuente de agua salada permanece bajo la vigilancia del Santuario de Dorleta.

En la época en que la sal era un preciado bien económico, se construyeron junto a la fuente ocho edificios destinados a su producción. La sal se elaboraba en una especie de caldera llamada dorla. Cada casa de Salinas de Léniz disponía de una sola, y en el supuesto de que alguna persona adquiriese por herencia, regalo o por cualquier otro medio una segunda caldera, estaba obligada a vender o regalársela a otra persona, puesto que de lo contrario se le despojaba del derecho a cortar leña en las montañas de las inmediaciones.

Reproducción de una dorla que puede observarse en el Museo.

El proceso de producción de la sal era el siguiente: se vertía el agua salada a la dorla y se procedía a calentarla. Con el calor, el agua se evaporaba y la sal se cristalizaba. Al quedarse flotante en el agua, no se le debía dejar espesar demasiado, ya que producía un efecto taponador, obstruyendo la evaporación. En tales casos, había que romper el tapón formado para que la sal volviera al fondo de la dorla y se pudiera seguir con su preparación. Este proceso requería pasarse muchas horas junto al fuego.

El primer documento que se conoce sobre Salinas de Léniz data del año 947 y hace referencia a la producción de la sal. En 1331, con el otorgamiento de Alfonso XI de la carta fundacional al pueblo, la fuente pasó a pertenecer a la corona de Castilla, hasta que en 1374 Enrique II se la concedió a Beltrán de Guevara, señor de Oñati. Se iniciaba así la era de la feudal y tirana propiedad del oñatiarra, que se prolongó a lo largo de 120 años. En 1496, la fuente volvió a manos de la corona castellana. A destacar la presencia de las dorlas en el escudo de Salinas de Léniz.

En 1834 tuvieron lugar unas devastadoras inundaciones en el Valle de Deba, que ocasionaron numerosos estragos, y que pusieron fin al trabajo manual de la salina. La fuente pasó a la propiedad de la sociedad Producciones Léniz. Extinguido ya el sistema de las dorlas, se procedió a instalar una rueda de cántaros que recogía el agua salada con la fuerza del agua. La sal que se producía era muy apreciada por su fineza. De aquella fábrica hoy no quedan más que escombros; el techo está derrumbado y las paredes no tardarán en desplomarse.

EL MUSEO DE LA SAL

 El Museo Eugenio Otxoa de Salinas se acaba de inaugurar bajo la responsabilidad y dirección de Nerea Zubiete, quien confiesa que a pesar de las subvenciones recibidas por parte de las instituciones, la ayuda prestada por la gente del pueblo ha sido indispensable.

En él se relata al visitante la historia del pueblo y a continuación se le explica el proceso de producción de la sal.

Nerea precisa que la mayoría de las personas que trabajaban en el proceso de producción de la sal eran mujeres, ocupándose de recoger la leña para el fuego, de velar día y noche para que éste se mantuviera encendido, y de cuidar de que la sal no se cristalizara.

 

Rueda de cántaros para recoger el agua del río.

Sus condiciones de trabajo no eran muy agradables, teniendo en cuenta que pasaban todo el día metidas en una estancia húmeda.

El hecho de que trabajaran "durante seis meses al año, de julio a diciembre" encuentra su explicación en el clima, ya que "el invierno y la primavera suelen ser lluviosos y de nieves, y con tal cantidad de agua, la graduación de la sal disminuye".

Los visitantes tienen la oportunidad de contemplar la rueda de cántaros, la de madera, y provista de un sistema de ascensión llamado Pater Noster. Al girar la rueda, el agua recogida se vierte sobre un conducto que asegura el flujo del agua salada.

PRODUCCIÓN Y VENTA

En Salinas se producían 500 toneladas de sal anuales, de las que la mayoría se destinaban a la conservación de los alimentos. Aun ubicándose en la comarca gipuzkoana, ante la especial relación que mantenía con Álava vendía más de la mitad de su producción en esta provincia. Sin embargo, al decretar el Rey de Castilla la prohibición de importar la sal a Álava, Salinas la tuvo que vender en Gipuzkoa y Bizkaia, si bien la sal que producía resultaba insuficiente para abastecer a estos territorios. Había otra salina en Gabiria, aunque no tan grande como la de Salinas de Léniz.

Ante esta situación, los guipuzcoanos se vieron obligados a importar la sal desde Cataluña, Navarra y Portugal. Salinas abandonó su actividad en la década de los 60. Desde entonces, la producción de la sal ha pasado a los anales de la Historia.


Zuriñe Velez de Mendizabal Etxabe
Fotografías: Zuriñe Velez de Mendizabal Etxabe

Euskonews & Media 93.zbk (2000 / 9-29 / 10-6)


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