El oro blanco que antaño
constituyera la principal actividad económica de Salinas
de Léniz, venida a menos frente la competencia de la sal
marina, recupera su identidad gracias a la apertura del Museo
de la Sal.
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El municipio de Salinas de Léniz
se encuentra situado en una zona montañosa. En contacto
con Gipuzkoa y con Álava, constituía un tránsito
obligado para las civilizaciones que se dirigían desde
la llanura alavesa hacia el mar.
El municipio de Salinas de Léniz
se encuentra situado en una zona montañosa. En contacto
con Gipuzkoa y con Álava, constituía un tránsito
obligado para las civilizaciones que se dirigían desde
la llanura alavesa hacia el mar. La fuente de la que brotaba
el agua salada, cuyo aprovechamiento se remonta a la Edad de
Hierro, se situaba a los pies del antiguo castillo de Dorleta,
en la falda de donde más tarde se erigiría el Santuario
de la Virgen de Dorleta. |
La fuente de agua salada permanece
bajo la vigilancia del Santuario de Dorleta. |
En la época en que la sal
era un preciado bien económico, se construyeron junto
a la fuente ocho edificios destinados a su producción.
La sal se elaboraba en una especie de caldera llamada dorla.
Cada casa de Salinas de Léniz disponía de una sola,
y en el supuesto de que alguna persona adquiriese por herencia,
regalo o por cualquier otro medio una segunda caldera, estaba
obligada a vender o regalársela a otra persona, puesto
que de lo contrario se le despojaba del derecho a cortar leña
en las montañas de las inmediaciones. |
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Reproducción de una dorla
que puede observarse en el Museo. |
El proceso de producción
de la sal era el siguiente: se vertía el agua salada a
la dorla y se procedía a calentarla. Con el calor, el
agua se evaporaba y la sal se cristalizaba. Al quedarse flotante
en el agua, no se le debía dejar espesar demasiado, ya
que producía un efecto taponador, obstruyendo la evaporación.
En tales casos, había que romper el tapón formado
para que la sal volviera al fondo de la dorla y se pudiera seguir
con su preparación. Este proceso requería pasarse
muchas horas junto al fuego.
El primer documento que se conoce
sobre Salinas de Léniz data del año 947 y hace
referencia a la producción de la sal. En 1331, con el
otorgamiento de Alfonso XI de la carta fundacional al pueblo,
la fuente pasó a pertenecer a la corona de Castilla, hasta
que en 1374 Enrique II se la concedió a Beltrán
de Guevara, señor de Oñati. Se iniciaba así
la era de la feudal y tirana propiedad del oñatiarra,
que se prolongó a lo largo de 120 años. En 1496,
la fuente volvió a manos de la corona castellana. A destacar
la presencia de las dorlas en el escudo de Salinas de Léniz.
En 1834 tuvieron lugar unas devastadoras
inundaciones en el Valle de Deba, que ocasionaron numerosos estragos,
y que pusieron fin al trabajo manual de la salina. La fuente
pasó a la propiedad de la sociedad Producciones Léniz.
Extinguido ya el sistema de las dorlas, se procedió a
instalar una rueda de cántaros que recogía el agua
salada con la fuerza del agua. La sal que se producía
era muy apreciada por su fineza. De aquella fábrica hoy
no quedan más que escombros; el techo está derrumbado
y las paredes no tardarán en desplomarse.
EL MUSEO DE
LA SAL
El Museo Eugenio Otxoa
de Salinas se acaba de inaugurar bajo la responsabilidad
y dirección de Nerea Zubiete, quien confiesa que a pesar
de las subvenciones recibidas por parte de las instituciones,
la ayuda prestada por la gente del pueblo ha sido indispensable.
En él se relata al visitante
la historia del pueblo y a continuación se le explica
el proceso de producción de la sal.
Nerea precisa que la mayoría
de las personas que trabajaban en el proceso de producción
de la sal eran mujeres, ocupándose de recoger la leña
para el fuego, de velar día y noche para que éste
se mantuviera encendido, y de cuidar de que la sal no se cristalizara. |
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Rueda de cántaros
para recoger el agua del río. |
Sus condiciones de trabajo no
eran muy agradables, teniendo en cuenta que pasaban todo el día
metidas en una estancia húmeda.
El hecho de que trabajaran "durante
seis meses al año, de julio a diciembre" encuentra
su explicación en el clima, ya que "el invierno y
la primavera suelen ser lluviosos y de nieves, y con tal cantidad
de agua, la graduación de la sal disminuye".
Los visitantes tienen la oportunidad
de contemplar la rueda de cántaros, la de madera, y provista
de un sistema de ascensión llamado Pater Noster.
Al girar la rueda, el agua recogida se vierte sobre un conducto
que asegura el flujo del agua salada.
PRODUCCIÓN
Y VENTA
En Salinas se producían
500 toneladas de sal anuales, de las que la mayoría se
destinaban a la conservación de los alimentos. Aun ubicándose
en la comarca gipuzkoana, ante la especial relación que
mantenía con Álava vendía más de
la mitad de su producción en esta provincia. Sin embargo,
al decretar el Rey de Castilla la prohibición de importar
la sal a Álava, Salinas la tuvo que vender en Gipuzkoa
y Bizkaia, si bien la sal que producía resultaba insuficiente
para abastecer a estos territorios. Había otra salina
en Gabiria, aunque no tan grande como la de Salinas de Léniz.
Ante esta situación, los
guipuzcoanos se vieron obligados a importar la sal desde Cataluña,
Navarra y Portugal. Salinas abandonó su actividad en la
década de los 60. Desde entonces, la producción
de la sal ha pasado a los anales de la Historia. Zuriñe
Velez de Mendizabal Etxabe
Fotografías: Zuriñe Velez de Mendizabal Etxabe |