El txakoli es un vino blanco y afrutado,
de grado ligero y singular acidez, reputado como uno de los acompañamientos
más adecuados a la degustación de pescados y mariscos.
Se obtiene de ciertas cepas autóctonas que en el ambiente
húmedo y templado de la franja atlántica encuentran
las condiciones idóneas para su desarrollo. Vino esencialmente
costero, por tanto, y con una larga tradición en nuestro
país como enseguida veremos.
En
Donostia-San Sebastián funcionaba, al menos desde 1509,
un gremio de podadores de vides conocido como Podavines,
compuesto por unos cuatrocientos hombres, a los que la reina
Juana la Loca concedió ese año sus ordenanzas.
Nos consta que en el siglo XVII determinados establecimientos
se especializaron en la venta del txakoli: eran las llamadas
"tabernas de txakolin". Ya el historiador mondragonés
Garibay afirmaba en 1571 que nuestro txakoli era uno de los mejores
vinos de la península. Por el contrario, el clero juzgaba
al txakoli inadecuado para las funciones litúrgicas, por
lo que en 1698 el Obispo de Calahorra y La Calzada, D.Pedro de
Lepe, prohibe taxativamente en las constituciones sinodales de
su obispado su empleo en las consagraciones.
Durante el siglo XIX fueron desapareciendo
los cultivos de vid en toda la Gipuzkoa oriental y se mantuvieron
únicamente los de la costa entre Zarautz y Mutriku. Pero,
incluso dentro de este grupo de viticultores en activo, las diferencias
en sus producciones eran espectaculares: en 1850 Zarautz produjo
8.000 litros de txakoli y Getaria 150.000.
Defensa del txakoli Se le llamó "vino
chacolín" hasta la reforma ortográfica de
Sabino Arana, que fue quien propuso el término "txakolin",
y hoy llamamos txakoli. Sea como fuere, lo cierto es que el txakoli
tuvo preponderancia comercial y económica en distintas
comarcas del País Vasco, al punto que algunas ordenanzas
municipales prohibían la importación de otros vinos
de calidad que pudieran perjudicar al consumo y venta del txakoli
local. Las Juntas Generales de Bizkaia nombraban síndicos
con la misión de examinar los txakolís destinados
a la venta y acreditarlos como "potables". Más
adelante, las Diputaciones sacaban cada año a remate la
recaudación del impuesto sobre vinos y txakolís,
y ello fue causa de diversas denuncias de abuso contra los recaudadores.
Muy a menudo a lo largo del siglo XIX, este impuesto sirvió
al arreglo y mejora de los caminos.
De la uva al vaso La uva de las parras
txakolineras es de color verde amarillento, produciéndose
normalmente unos 15.000 litros por hectárea de plantación;
su rendimiento es aproximadamente del 50 %. Para obtener un buen
txakoli hay que controlar la cantidad de azúcar que contiene
la uva. La vendimia se efectúa entre septiembre y octubre,
dependiendo de la maduración del fruto. Una vez extraído
el zumo de la uva, se introduce en barricas o cubas de acero,
que se dejan abiertas entre una y seis semanas antes de cerrar
para que culmine la fermentación. Según una vieja
tradición, hasta que no caigan dos o tres heladas en el
mes de febrero el txakoli no alcanza su punto para el embotellado.
Presente y futuro Como muestra un botón:
si en 1981, Getaria disponía de entre 16 y 20 hectáreas
de terreno destinadas a esta clase de cultivo. Cuando se fundó
la Denominación de Origen Txakoli de Getaria en 1989 existían
89 hectáreas plantadas de viñas destinadas al txakoli
hoy año 2000 estamos en 100 Ha.
Eso en lo cuantitativo, pero
en lo cualitativo las cosas no han ido peor: en 1989 nuestro
chacolí recibió la denominación de origen.
A partir de entonces, este noble y delicioso vino ha sido reconocido
dentro y fuera de nuestras fronteras, llevando el nombre de Getaria
como una auténtica garantía de calidad.
Ya en nuestros días, Gipuzkoa
abastece al mercado con unas 700.000 botellas al año,
300.000 Bizkaia y alrededor de 50.000 botellas Alaba. La Denominación
de Origen "Txakoli de Getaria", reconocida por el Gobierno
Vasco en 1989, abarca a 16 cosecheros que se asientan entre Aia
(1), Zarautz (5) y Getaria (10).
El txakolí con Denominación
de Origen Txakoli se consume el 65 % (cifras aproximadas) en
Gipuzkoa, el 15 % se vende en el resto de Euskal Herria y un
20% se exporta a otros países de la CEE así como
a los restaurantes de Madrid y Barcelona en especial.
Independiente de que algunos
productores de txakoli cuentan con sus propios enólogos,
el Consejo Regulador de Txakoli de Getaria cuenta con uno que
efectúa un asesoramiento científico a sus socios.
La Denominación de Origen
"Chacolí de Bizkaia-Bizkaiko Txakolina" les
fue concedida de forma provisional en 1993, fecha en que se constituyó
su primer Consejo Regulador. Su reglamento quedó aprobado
el 1 de marzo de 1994.
La ruta del txakoli de Bizkaia,
según el reglamento de la denominación de origen,
incluye en su zona de producción txakolinera a las poblaciones
de: Bakio, Balmaseda, Barakaldo, Derio, Durango, Elorrio, Forua,
Galdames, Gamiz-Kika, Gatica, Gernika, Gordexola, Güeñes,
Larrabetzu, Lezama, Lekeitio, Mendara, Mendexa, Morga, Mungia,
Muskiz, Muxika, Orduña, Sestao, Sopelana, Sopuerta, Zalla,
Zamudio, Zaratamo, Erandio, Markina y Mendata. Se reconocen tres
tipos: el blanco, el rosado (que también llaman "ojo
de gallo") y el tinto, con un grado alcohólico mínimo
del 9,5 % y obtenido de cepas de las variedades Hondarrabi
Zuri y Hondarrabi Beltza y Folle Blanche y
se permiten el uso (hasta el 25%) de varietales como Chardonay,
Sauvignon Blanc o Cabernet Souvignon.
El 7 de noviembre de 1997 se
conceda la denominación de "Arabako Txakolina-Txakolí
de Alava" y se determinó su Comisión Interprofesional
Provisional.
Se produce en Alava txakolí
en los municipios alaveses de Laudio-Llodio, Artziniaga, Ayala-Aiala,
Amurrio y Okondo, que emplea las mismas uvas que el vizcaíno
para elaborar las tres citadas clases.
Además de la promoción
local a través de los Txakoli Egunak o Días del
Chacolí, este producto está presente en ferias
de alimentación y de turismo en tanto que elemento singular
y representativo del buen hacer de la gastronomía vasca. Antxon Aguirre
Sorondo, miembro de la sección de Antropología
de Eusko Ikaskuntza
Fotografías: Del libro "Donosti y sus pinchos"
de Pello García Amiano |