Título de la publicación:
- 75º
Aniversario del Congreso de Oñati (1918-1993)
- Revista
Internacional de los Estudios Vascos
Año
de la publicación: 1994 Año
42. Tomo XXXIX. N.º 1 (1994), p. 77-96
Resumen:
En el año
1968, coincidiendo con el 50.º aniversario de la fundación
de Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca, se celebró
en Arantzazu un Congreso convocado por dicha Academia y que tenía
por fin hallar la solución al problema de la lengua literaria
común. Fue la misma Academia la que pidió al académico
Sr. Michelena que expusiera el plan o esbozo general, así
como los caminos en orden a conseguir este objetivo. Aunque en
el plan de Michelena la adopción de la h en la ortografía
vasca no es más que un detalle entre otros muchos, en
realidad fue el que acaparó la atención y se convirtió
en símbolo del euskera común. Teniendo en cuenta
que las lenguas abandonadas a su suerte y éste ha
sido el caso del euskera se disgregan y distancian cada
vez más, la unificación vendrá de tomar
como guía el pasado. Esta parece ser la línea directriz
del plan Michelena; y la adopción de la "h"
no es más que una aplicación de dicho principio.
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Este año de 1993 se conmemoran
dos efemérides que han tenido honda influencia en la vida
cultural del País Vasco. La primera fue la celebración
en Oñate del Primer Congreso de Estudios Vascos, que tuvo
lugar el año de 1918. En dicho Congreso nacieron tanto
la Sociedad de Estudios Vascos - Eusko Ikaskuntza como la Real
Academia de la Lengua Vasca - Euskaltzaindia, si bien el nacimiento
de esta última no se completó hasta el año
siguiente de 1919. La 2.ª efemérides es la celebración
del Congreso que tuvo lugar en Aránzazu en 1968 justamente
al cumplirse los 50 años de la fundación de Euskaltzaindia.
En el mencionado Congreso de
Oñate D. Luis de Eleizalde pronunció dos lecciones
que alcanzaron notable resonancia. En ellas urgió la necesidad
de crear el vasco literario común o unificado (1).
La preocupación por este
tema de la unificación literaria queda recogida en los
mismos Estatutos fundacionales de la Academia. En ellos, como
uno de los cometidos principales de esta institución,
se registra éste de llegar al establecimiento de la lengua
literaria común.
Y de hecho vemos que la Academia
recién fundada se preocupa en seguida del asunto. Los
señores académicos Arturo Campión
y Pierre Broussain son encargados de redactar un informe técnico
sobre la cuestión, informe que se publicó en el
órgano Euskera (2) y como folleto aparte, para que pudiera
servir de base para el estudio y discusión de los señores
académicos.
Hay que decir que Azkue, primer
presidente de Euskaltzaindia, supo escoger bien los sujetos para
elaborar dicho Informe, o sea, dos que sustentaban opiniones
divergentes. Campión era contrario al proyecto. "¿Tenemos
8 dialectos y ahora vamos a tener el 9.º?, dicen que decía.
Pierre Broussain, al contrario, era ferviente partidario de la
lengua común, sin la cual decía él
el idioma vasco no alcanzaría jamás el prestigio
social necesario para que la gente del propio país lo
tomara en serio...
Ambos señores académicos
se alojaron en un hotel de San Sebastián
para conferir, discutir y redactar el informe solicitado. Al
poco tiempo Campión fue ganado por el otro para la causa
de la lengua común. La redacción del Informe lleva
el sello inequívoco del estilo de Campión (3) .
Otra iniciativa que adoptó
la Academia recién fundada fue la de organizar reuniones
y minicongresos en diversas regiones del país para recabar opiniones sobre este problema. Los trabajos
presentados en dichas asambleas aparecieron en el órgano
Euskera de la Academia (4)
.
Pero pronto llegó el jarro
de agua fría: D. Julio de Urquijo,
académico fundador y director de la Revista Internacional
de los Estudios Vascos se muestra renuente al proyecto (5) . Y D.
Ramón Menéndez Pidal, en una conferencia pronunciada
en Bilbao, abunda en el mismo sentir. Aparte de otras razones,
se teme que como fruto de las manipulaciones a que habría
que someter la lengua, el resultado sea un engendro artificial
que sólo sirviera para precipitar su muerte. Hay que reconocer
que, dado el ambiente ultrarreformista que domina en los estu-dios
vascos de la época, estos temores no eran infundados.
Sigue un parón: la cosa
no parece madura. Sin embargo, Azkue, un poco por su cuenta,
continúa adelante. Adopta el camino que denomina Gipuzkera
Osotua el guipuzcoano completado. Y será fiel hasta su
muerte al camino adoptado él que anteriormente siempre escribía en dialecto vizcaíno.
No sólo usa el nuevo dialecto en la práctica literaria,
sino que teoriza sobre él. En efecto, con este mismo título
de Gipuzkera Osotua publica en el órgano de la
Academia (6) un trabajo extenso en el que morosa y cuidadosamente
analiza y expone las cualidades de los otros dialectos que habría
que injertar al guipuzcoano para que éste sirva como lengua
común. Igualmente Severo Altube, también académico,
está convencido de la necesidad de la lengua común
y adopta para este menester el dialecto guipuzcoano, pero sin
los aderezos postizos tomados de los otros. Nótese que
ambos son vizcaínos, pues Mondragón donde
nació Altube también pertenece
al dialecto vizcaíno.
Sin embargo, la suerte del Gipuzkera
Osotua a lo largo de los años no fue demasiado exitosa.
Se le achacaba el ser una lengua artificial (7). Además cada escritor realizaba
un tipo de Gipuzkera Osotua plasmado según sus
gustos; otros, en fin, dejaban el Osotua en el tintero
y escribían en dialecto guipuzcoano puro y duro. Entre
los que han seguido un tipo de Gipuzkera Osotua podemos
citara Raimundo Olabide, traductor de la Biblia, a Jokin Zaitegi,
traductor de Platón ya Andima Ibinagabeitia. Orixe, aunque
coge elementos de todas partes, tenderá siempre al alto
navarro, su dialecto nativo. Salbatore Mitxelena escribe en un
guipuzcoano sólidamente basado en la lengua popular de
este dialecto. Basterretxea "Oskillaso" dirá
que en lugar de hablar de Gipuzkera Osotua se debe hablar y llevar a la práctica el Euskera Osotua
; pero lo que él en la práctica realiza es
un batua sólidamente cimentado en el dialecto
vizcaíno (8) .
Hacia 1950 surge el bilbaíno
Federico Krutwig con la bandera del labortano clásico.
Para él los ensayos anteriores no sirven, pues una lengua
popular hablada por las clases bajas nunca tendrá el atractivo
y aristocratismo que debe tener la lengua literaria. Para este
menester el único dialecto apto según él
es el labortano clásico, no el actual. El mismo en que
escribieron Leizarraga, Axular, Etxeberri de Sara etc. Krutwig
sostiene además que los términos culturales grecolatinos
con que deberá enriquecerse este dialecto habrán
de escribirse con una ortografía que respete rigurosamente
la grafía original latina, al igual que lo hacen el francés,
inglés y alemán. Huelga decir que aún hoy
el Sr. Krutwig tiene seguidores.
De qué se trata
Antes de pasar a exponer
la potencia que Luis Mitxelena presentó en el Congreso
de Aránzazu parece necesario recordar brevemente cuál
es la índole específica de las llamadas lenguas
literarias o comunes, al menos la del euskera, tal como se describió
en el dicho Congreso.
Digamos en primer lugar que se
trata de lengua escrita, no de la hablada (al menos primariamente).
El hombre de la calle, un tanto ingenuamente, piensa que la lengua
hablada es al fin y al cabo el todo de la lengua y que la lengua
escrita no es sino trasunto fiel y servil de aquélla.
Sin embargo, la realidad no es así.
La lengua escrita tiene sus características
y personalidad propias, que no son las mismas de la lengua hablada.
Entre estas propiedades y exigencias de la lengua escrita sobresale
la necesidad de estar unificada y ser la misma en toda la extensión
del territorio en que se habla dicha lengua. En lo hablado podrá
haber diferencias, pero no en lo escrito. Así, por medio
de la escritura se pone en movimiento una fuerza centrípeta
que actúa poderosamente contra la fuerza centrífuga
que lleva a la dispersión y disgregación del idioma.
Por lo demás, en la práctica,
las lenguas comunes que conocemos se han constituido de acuerdo
con las circunstancias históricas de los respectivos países.
Hemos dicho que son lenguas escritas, pero, eso sí, toman
como base la lengua hablada de una determinada ciudad, región
etc., y en una determinada época. El latín, por
ejemplo, es la lengua del Lacio, región próxima
a Roma. El francés es la lengua de la capital, París,
o de la llamada Ile de France. Para el catalán, Pompeu
Fabra tomó como base la lengua de Barcelona, capital indiscutible
de Cataluña. En el caso del español o castellano
existía una amplia base de lengua hablada bastante unificada
por efecto de la Reconquista, llevada a cabo por el reino de
Castilla, y ésta sería la base del español
escrito o literario. En el alemán se tomó por base
la lengua escrita de Lutero. En el italiano la lengua de Dante,
que corresponde a la región toscana. Etc.
Pero, claro, la lengua hablada
por definición es variable en el espacio y en el tiempo,
y la escrita es inmutable o fijada de una vez para siempre. Precisamente
por esta razón sirve para cumplir su menester de servir
para todos. En este sentido la lengua literaria o escrita puede
ser comparada con la capa de agua helada y
solidificada que en los días de crudo invierno se forma
en la superficie de los ríos; pero, si nos fijamos bien,
advertiremos que de-bajo de la capa superior endurecida sigue
discurriendo el agua líquida y corriente (9) . He aquí una imagen de lo que
son, respectivamente, la lengua escrita y la lengua hablada:
unificada y fijada la una, cambiante y movediza la otra. Los
influjos de la una sobre la otra son inevitables. Pero, eso sí,
la lengua escrita, debido a su unificación e igualdad,
presta un gran servicio a la comunidad sirviendo a todos e impidiendo
la disgregación.
De Pompeu Fabra, creador del
catalán unificado moderno, se cuenta la siguiente anécdota.
Tenía que escribir una carta a un amigo suyo. E instantáneamente
se puso a escribirla en castellano. Pero enseguida reflexionó:
"Si yo con ese amigo siempre hablo en catalán, ¿por
qué tengo que escribirle en castellano? Voy a hacerlo
en catalán". Y se puso a escribir la carta en catalán.
Pero todo eran dificultades. No sabía cómo poner
tal cosa o tal otra, etc. Esto le hizo caer en la cuenta de que
no era lo mismo hablar que escribir. Y le sirvió para
descubrir lo que había de ser su misión o vocación
de por vida: crear el catalán unificado moderno...
Viniendo ya al caso del euskera
o lengua vasca, nos encontramos con
una lengua utilizada por un corto número de hablantes,
que no cuenta (dentro de su dominio) con ningún núcleo
urbano importante, cuya lengua pudiera servir de base (10) .
La lengua vasca cuenta con un
corto número de hablantes, divididos además en
numerosos dialectos, entre los cuales hay 4 que son dialectos
literarios, a saber, el labortano, el suletino, el guipuzcoano
y el vizcaíno. Cada uno de estos dialectos con su lengua
común más o menos unificada por obra de los escritores
podría en teoría servir de base a la lengua común.
Pero esta multiplicidad de dialectos
complica aún más el problema. Tomar uno de estos
dialectos para basar exclusivamente
en él la lengua común, a Michelena no le parecía
legítimo. "no es quién la Academia dice,
al menos hoy por hoy para decidir qué dialecto
se ha de tomar por base de la lengua común" (11) .
El camino que Michelena apunta
no consiste, pues, en basarse exclusivamente en un dialecto,
sino más bien en basarse en el fondo común que
subyace a la lengua y que es anterior a los mismos dialectos.
Y cuando en la lengua se da una característica que en
el pasado consta que fue univesal, o sea, común a toda
la lengua y que aun pervive al menos en una parte importante
de ella, aceptarla para la lengua común. Concretamente,
éste es el caso de la h.
Sorprende, por un lado, que el
vasco, en lugar de tener una lengua literaria, tenga 4, o sea,
4 dialectos literarios. Estos dialectos son de formación
bastante tardía, y entre ellos los más antiguos
son los del otro lado de la frontera. Allí, en efecto,
empieza la literatura vasca escrita en el siglo XVI y prosigue
en los siguientes, tanto en prosa como en verso, tanto en obras
originales como en traducciones. A este lado de la frontera comienza
dos siglos más tarde.
Para comprender estos hechos
hay que darse cuenta de la situación real del país:
Este pertenecía a reinos distintos, a obispados distintos,
constaba de provincias diversas con
poca comunicación de unas con otras.
Los vascos crearon, pues, muy
tarde la herramienta de la lengua escrita o literaria (12) , que es
tan necesaria para una lengua; y cuando la crearon, crearon cuatro
en lugar de una. Pero todo esto es consecuencia de la situación
histórica en que vivían. Por una parte, había
una gran incomunicación entre unas provincias y otras;
y por otra, tenían dentro de casa el romance, que poseía
la herramienta de la lengua escrita, y para estos usos los vascos
echaban mano de él.
Durante mucho tiempo los vascos
hemos sostenido que aquí no entraron los romanos ni hubo
romanización. La supervivencia de la lengua indígena
parecía una prueba irrebatible de esto. Sin embargo, tal
cosa hoy es insostenible. Y aparte de otras pruebas, la misma
lengua vasca lleva inscrito en su carne el testimonio que pone
en evidencia el fuerte influjo que ejerció sobre ella
el latín. Zonas que antes eran de habla vasca se romanizaron
de tal modo que sus habitantes dejaron su lengua primitiva y
adoptaron el latín, al cual sucedió luego el romance; y parece que aún en zonas en
que se mantuvo el vasco, había núcleos o islotes
romanizados que subsistieron más o menos tiempo y que
en unos casos fueron reabsorbidos luego por el vasco, etc. (13)
Michelena, en el frontispicio
de su Historia de la Literatura Vasca sienta esta afirmación:
"La lengua vasca no ha llegado a ser en tiempos históricos
el medio de expresión total de la vida del pueblo vasco.
Desde que disponemos de datos suficientes para sentar juicios
con alguna seguridad, la zona de habla vasca es siempre reducida
y ha venido estrechándose en los últimos tiempos:
incluso dentro de la Vasconia tradicional,
áreas alavesas, navarras y vizcaínas parecen estar
ya totalmente romanizadas cuando, hacia el siglo X, la documentación
empieza a hacerse relativamente abundante" (14) .
I. Ornaechevarría, por
su parte, afirma que en un principio romance no se dijo
en oposición a latín, sino en contraste
con otros idiomas extraños, particularmente con el vascuence.
Romanicè loqui sería al principio hablar en
romano, o sea, en latín, y cuando a éste sucedieron
lenguas derivadas de él, hablar en
romance, o sea, en lengua de origen románico. Vasconicè
loqui, en cambio, sería, ni más ni menos, hablar
en Vascuence. Vascuence, en efecto, parece derivarse de
vasconicè, adverbio de vasconicus (15) .
El romance concreto de que aquí
se trata es ni más ni menos el castellano, que habría
sido creado, según algunos, por vascos romanizados y que
lleva en su sustrato huellas inequívocas de su procedencia.
Y ahí está también el romance navarro-aragonés,
y al otro lado de la frontera el gascón que en su mismo
nombre nos está recordando el vascón.
Tenemos, pues, que admitir que
vascuence y romance vivieron secularmente como dos hermanos de
casa; a veces reñirían como suelen los hermanos
de casa, pero la situación no cambiaba por eso.
Michelena en una sesión
de la Academia se permitió decir, sin que nadie le replicara:
"Erdera ere hemengoa da gero!" = También
el castellano es de aquí, eh!.
Ahora bien, y a esto es a lo
que íbamos con estas consideraciones: el romance tenía
a punto la herramienta para escribir; el vascuence no la tenía.
La consecuencia fue que todo lo que había que escribir
se escribía en latín o romance. El carácter,
por así decir, atípico del euskera fue la causa
de este hecho. Y el tener a mano la solución del romance
contribuyó sin duda a retrasar aún más la
creación de la lengua literaria vasca. Para el uso escrito
tenían en su propia casa el instrumento, aunque no fuera
precisamente vascónico, sino románico.
Antecedentes del Congreso
de Aránzazu
Michelena solía
decir que la primera obra compuesta en euskera batua era
el poema "Maldan behera" = Pendiente abajo,
de Gabriel Aresti. Este poema fue premiado en el certamen
que se celebró en 1959 en Bedoña (aldea que actualmente
pertenece a Mondragón) en honor de Fr. Joaquín
de Bedoña, un Capuchino, poeta vasco, que murió
el día mismo que debía ordenarse de sacerdote (16) .
Nos hallamos, pues, ante un caso
en que el diseño práctico ha precedido al teórico.
La preocupación por la lengua común no abandonará
ya a G. Aresti. En un año que sentimos no poder precisar,
en una reunión que celebró la Academia de la Lengua
Vasca en Bayona, Aresti tuvo el atrevimiento de encararse con
los señores de la Academia: "Yo pregunto a la Academia
dijocómo se debe escribir (h)artu =
tomar". La docta asamblea se sintió em-barazada para
contestar, pues se trataba de una palabra que los del norte escribían
invariablemente con h y los del sur sin ella. Al ver que
no había respuesta, Aresti agregó: "Si la
Academia no sabe responder a esta pregunta ¿para qué
necesitamos de Academia?"...
Y más tarde, al acercarse
el año de 1968, en otra reunión que tuvo lugar
creo en Bilbao, en el piso de c/ Ribera 6, Aresti
recordó que en 1968 se cumplían 50 años
de la funda-ción de la Academia y que la efemérides
debía celebrarse no con cohetes que se lleva el viento,
sino con un Congreso de tema monográfico, que sirviera
para saldar la deuda que desde su fundación la Academia
tenía contraída con el país, es decir, la
constitución de la lengua literaria común. La Academia
dio por buena la propuesta de Aresti, y a Michelena se le encargó
la preparación del trabajo-base o anteproyecto de esta
lengua común. Y Michelena aceptó el encargo.
Recordamos también haber
oído decir a Michelena que él, con anterioridad
a estas fechas, se había desentendido de este asunto,
no porque ignorara la trascendencia del mismo, sino porque no
veía en el país las condiciones necesarias para
llevarlo a la práctica. Ahora, en cambio, en la década
de los 60, parecía que ya se daban dichas condiciones.
Había, en efecto, para
estas fechas, a este lado de la frontera, grupos partidarios
de la adopción de la h en la ortografía
vasca.
En otra reunión no
ya precisamente de la Academia, reunión que creo se tuvo
en San Sebastián, Michelena comunicó a los
participantes que él en el futuro Congreso iba a proponer
la adopción de la h en la ortografía vasca
común. Pero, claro, esto sirvió
para que se prepararan grupos para la ofensiva: había
que hacer abortar el proyecto, o, lo que sería mejor aún,
impedir que en el Congreso se llegara a tratar el tema.
El Congreso se celebró
efectivamente en Aránzazu los días 3-5 de octubre
de 1968 (17) .
El trabajo presentado por Michelena
en dicho Congreso no es precisamente largo (18) . No hay en él asomo de polémica.
Es exposición lineal, que parece quedarse en los prolegómenos
o en el umbral del problema de la lengua literaria común.
La ponencia de Michelena
en el Congreso de 1968
El trabajo de Michelena consta de 6 partes: 1.ª Fundamentos,
2.ª Ortografía, 3.ª Sobre la forma de las palabras
(palabras vascas antiguas), 4.ª Neologismos y Préstamos,
5.ª Morfología (Nombres, Pronombre y Verbo), 6.ª
Sintaxis. Nosotros nos ceñiremos a exponer brevemente
los puntos principales tratados por Michelena en esta ponencia.
1.ª Parte. Fundamentos
Necesidad de vida o muerte de caminar hacia la unidad, al menos
en lo escrito.- Pérdi-das que comportará la unificación.-
Esta, por fuerza, molestará a algunos, pero ello es inevitable.-
La Academia no está autorizada para decir qué dialecto
se tomará como base.- Parece, con todo, que para los menesteres
escritos son más apropiados los dialectos centrales que
los periféricos.- En todo caso, todos tendremos que ceder,
quien más quien menos, si queremos llegar al objetivo.
Tenemos que lograr la unidad
primero en puntos accidentales antes que en los sustanciales,
y esto por dos razones: 1.ª porque ello es más fácil,
y 2.ª porque es más urgente.
En ciertos puntos hoy por hoy
nada se puede hacer, porque nadie ha realizado los estudios previos
que serían precisos. En otros, aunque sea difícil
unificar los dialectos, deberíamos hacer al menos la unificación
interna de cada dialecto, y eso sí está en nuestra
mano.
2.ª Parte. Ortografía
Michelena empieza esta sección
que ocupa el grueso de su ponenciarefiriéndose
a una reunión tenida en Bayona en el año 1964.
No se trata de ninguna reunión de la Academia, sino de
un grupo integrado por personas de este lado de la frontera e
interesado por este tema de la unificación. Entre las
letras a emplear en euskera, según el acuerdo de dicha
reunión, figura, por supuesto la h, usada desde
siempre por los vascofranceses, pero a la que aquí generalmente
se le vedaba la entrada. Por supuesto que cuando la Academia
recién fundada decidió
qué letras constituían el abecedario a emplear
al escribir en euskera, incluyó en la lista la h, pues
bien sabía que los vascofranceses empleaban esta letra
y aun la pronunciaban en forma de aspiración (19) .
El ponente acepta asimismo la
letra f, a la que también se ha pretendido excluir
so pretexto de que los vascohablantes de ciertas zonas la pronuncian
como p; pero en otras muchas zonas es general su uso.
Las grafías afari, alfer, Nafarroa son, según
él, castizas.
Respecto a los diagramas (es
decir, grupos de dos letras iguales o desiguales para expresar
un sonido único o simple), se emplean los siguientes:
rr (o r) para expresar el sonido fuerte de la r;
dd; tt; II; y ñ para los sonidos palatales
o "mojados"; ts, tx y tz para indicar
el sonido fuerte de s, x y z respectivamente.
El ponente advierte además
que la transcripción gráfica de la lengua nunca
es traducción fiel y exacta de la pronunciación
(sólo en los trabajos lingüísticos ocurre
esto).
En cuanto a sibilantes Michelena
hace notar que se da una diferencia o diversidad entre los dialectos.
En principio de palabra todos emplean z y s solamente.
Tratándose de x, hay una dualidad: los del otro
lado sólo emplean x; los de este lado, podemos
emplear tx o solo x. Ejemplo: txori, xori. Si
alguien tuviera que ceder sobre el otro, tal vez fuera mejor
que en esto cediéramos nosotros.
Esto afirma Michelena. Es claro
que son los vascos de este lado los que conocen este doble uso:
xori, txori, aunque dando prevalencia al segundo. Los
del otro lado, en cambio, en principio de palabra solo emplean
x, nunca tx.
Los que en la práctica
no saben distinguir entre z y s, tz y ts, para
el uso escrito al menos deben aprender de los otros a hacerlo.
Esto sucede en Vizcaya y aledaños. Los escritores vizcaínos
antiguos distinguían bien dichos sonidos.
(Comienza el tema de la h.
Veamos cómo lo trata el ponente)
Empieza aludiendo como
también arriba lo ha hecho a la reunión celebrada
en Bayona en 1964 por un grupo de personas interesadas por la
unificación. He aquí los pasos a dar, empezando
por los más necesarios:
- emplear esta letra entre dos
vocales iguales, pero, claro, cuando es necesaria. Ejemplos:
mahai =mesa, ahari =carnero. Pero semeei =a
los hijos, gazteen =de los jóvenes, etc.
- entre dos vocales, sean las
que fueren, pero aquí también cuando es necesario,
y colocando la h en los lugares que es preciso. Ejemplo:
aho =boca, behar =necesidad, behor = yegua.
Pero no lleva h, por ejemplo, naiz =soy.
- en comienzo de palabra: hats
=aliento, hede =correa, hitz =palabra. Pero,
claro, hay muchas palabras que comienzan por vocal y no llevan
h.
- se suprimirá la h
que viene tras consonante: ekharri
=traer, aphez =sacerdote, erho =loco, belhar=
hierba, etc.
- tampoco se usará h
tras diptongo: auen (por auhen =lamento), oian
(por oihan =bosque) (20) .
Hay otros casos en que tras diptongo
no se pone h, v. gr. edozein gaietan =en
cualesquiera materias.
- Y ¿qué hacer cuando se trata de palabras compuestas, v. gr.
oinhatz= huella de pie, onhartu =aceptar? Michelena
deja pendiente este punto (21) .
(Al tratar este tema de la h,
como estaba cantado, explotó la polémica y
la oposición violenta a una ortografía que se hacía
muy difícil de aceptar para los vascos de este lado del
país, que no habían conocido prácticamente
nunca ni en lo hablado usaban la aspiración, ni tenían
léxicos o vocabularios en que se determinase al detalle
la ortografía concreta de cada palabra, etc. En estas
condiciones y hasta que hubiera los mencionados subsidios, no
se puede negar que la introducción de la h presentaba
dificultades no pequeñas.
Pero en el fragor de la polémica
sucedió algo que iba a cambiar el rumbo de las cosas.
Entre los asistentes se encontraba Pierre Lafitte, venerable
patriarca de las letras vascas en el país vascofrancés,
profesor de vasco en el Seminario Menor de Ustaritz, gramático,
director del semanario "Herria", autor de numerosas
obras etc. Lafitte, pues, pidió la palabra, y en su intervención
dijo en puridad lo siguiente: que ellos, los vascofranceses,
seguirían usando la h porque no podían prescindir
de ella. En cuanto a los vascos de este lado, supuesto que el
adoptarla les suponía tantos engorros, pedía que
no la aceptasen. Al fin y al cabo agregó,
si el vasco ha de sobrevivir, sobrevivirá aquí,
porque en el otro lado no tiene futuro...
La reacción que siguió
a estas palabras fue algo inesperado y decisivo para el éxito
del Congreso: no debía haber lugar para el abandonismo,
la Vasconia francesa era parte esencial y muy entrañable
del país, era necesario que fuéramos todos unidos
etc. Y de hecho, a partir de este momento se volvieron las tornas
y la mayoría apoyó la ortografía unificada.
No recordamos si se mencionaron
los beneficios de la h el ponente en su texto escrito
no lo hace. Como tampoco habla de los males, obstáculos,
dificultades etc. que suscita, sino que se ciñe a exponer
escalonadamente cómo podría hacerse la adopción
de la h un poco por etapas, aunque tampoco indica que
esto deba hacerse por plazos. Al haber tantas vocales en las
palabras vascas, si no existe una letra que haga de tabique entre
ellas, fácilmente se producen contracciones y aun auténticos
desmoronamientos de vocablos, no se sabe contar las sílabas
de que consta una palabra, etc. Esto creemos que es particularmente
visible en el dialecto vizcaíno.
Con los adminículos
indicados, que entonces no se podían improvisar, pero
que se preveían factibles en un futuro no excesivamente
largo, la adopción de esta ortografía no parecía
descabellada ni algo inasequible (22) .
De hecho, 10-11 años después
del Congreso de Aránzazu como en su lugar diremos
decidiría taxativamente la Academia qué palabras
llevarían h y en qué lugar de cada palabra
debía figurar esta letra.
Después del tema de la
h se ocupa el ponente de los sonidos "mojados"
o palatales:
- Aconseja que se escriba, por
lo menos, iñ e ill, en lugar de ñ
y II, a no ser en algunas palabras expresivas que
llevan ño. Ejemplos: baiña, baiño, oillo,
etc. En fin de palabra, siempre -in, -ill: ejemplos:
gain, zail.
- Dando un paso más, sería
mejor escribir pura y simplemente il, in, pues bastaría
la presencia de la i para advertir que la l y n
subsiguientes son mojadas. Ejemplos: ibili, baina,
gainetik, laino, etc.
- Sobre la J. Escríbase j, aunque de
momento cada uno la pronuncie a su manera: jakin, jende, jo,
ebanjelio.
- Sobre la X. Cuando el sonido x es antiguo
(otrora propio de todo el país y actualmente de muchos
lugares), retengamos la x, si queremos ir a la unificación. Escribamos, pues, axola,
no ajola etc.
- Puntuación. Respecto a la puntuación, nos
bastaría con acomodarnos a los usos de las lenguas vecinas,
desterrando comas altas, etc. (23) .En cuanto a los signos de interrogación
y admiración el ponente se inclina por emplearlos sólo
al fin de la frase, como lo hace el francés, que coincide
en esto con las otras lenguas de Europa.
- Apóstrofo. El apóstrofo () sería
mejor reservarlo para indicar que se come una letra: terdiak,
etc. Para otros usos resulta más indicado el guión
(-).
- Uso del guión. Ante todo en nombres propios: Axular-ek,
Orio-n. Pero no siempre es necesario su uso, sobre todo si
se trata de nombres propios conocidos. O cuando hay dudas sobre
el lugar exacto en que habría que colocarlo.- Si el nombre
lleva aglutinado el artículo, parece feo hacer la separación
con el guión, v. gr.: Jainko-ak o Jainkoa-k
etc. -Entre palabras o partes de palabras se presentan los
mayores conflictos. Por ejemplo, en las citas, cuando la palabra
se nombra simplemente: "Euskera-tik hartu dugu artikulu
hau", etc. El guión sirve en estos casos tanto para
separar como para enlace.
- Ba condicional y afirmativo. ¿Deben escribirse
de forma diferente? Lo mejor y más fácil parece
escribirlos del mismo modo, o sea, siempre unidos al verbo: bai,
badator, y baldin badator.
- Ez y Bait. ¿Deben escribirse unidos
al verbo o separados de él? Supuesto que ambas partículas
dan pie a idénticas modificaciones en el verbo, parece
que la solución debe ser idéntica en ambos casos.
(Pero pese a lo que aquí dice Michelena, la solución
que ha prevalecido no es la misma para una y otra partícula.
Ez se escribe siempre separado y bait- unido y
suscitando las modificaciones que la unión con el verbo
ocasiona en él: baikara, bainaiz, baita etc).
- Palabras compuestas. ¿Deben escribirse juntas, separadas
o poniendo guión entre una y otra? Cuando el carácter
compuesto del vocablo no es fácilmente perceptible, parece
mejor escribir junta la palabra: galbide, otordu, etc.
Si por fuerza los componentes deben figurar separados, no hay
más remedio que ponerlos separados: hitz egin, on egin.
De todas formas, no parece que en esta cuestión pueda
darse regla fija.
- Sufijo-z gero(z), ezkero(z).
También crean problema ciertos sufijos que van con el verbo
al final de la frase: Jainkoak agindu duenez gero(z) escriben
unos, y duen ezkero(z) otros. La primera forma es la más
antigua y la más próxima al sentido (24) .
- El -ta pospuesto. El
-ta que se usa en Vizcaya y en Goierri también
crea problema. Haserretuta etorri da = ha venido enfadado.
Variante más antigua y extendida es -rik: haserreturik.
Una y otra deben escribirse juntas: Pero ese -ta tiene
otro uso: ez du egin, ez daki-ta: no lo ha hecho, porque
no lo sabe. En este segundo caso parece se puede escribir separado:
ez du egin, ez daki (e)ta. Ez daki (e)ta, ez du egin
.3.ª Parte. Palabras vascas antiguas
Después del tema de la
ortografía la ponencia de Michelena pasa a tratar el de
las palabras vascas, entendiendo por éstas las que están
arraigadas en la lengua, vengan de donde vengan. Sabido es que
en este punto el euskera, por un desorbitado purismo, ha padecido
desmoches de su riqueza lexical so pretexto de que se trataba
de palabras foráneas, es decir, importadas. Aquí
Michelena empieza sentando el principio
de que palabras vascas son las que están arraigadas en
la lengua, y cuanto más arraigadas, tanto más vascas
son, y alude a la resolución ya tomada anteriormente en
este sentido por la Academia (25) .
Pero, claro, no se soluciona
todo con este decreto. Con frecuencia hay voces que tienen el
mismo significado, pero que son diferentes, o sea, diversas entre
sí, y unas se usan en una parte del país y otras
en otra. Otras veces, en cambio, hay palabras que proceden de
la misma raíz, pero se han diversificado por ciertas alteraciones
que con el curso del tiempo han sufrido en su forma y aun en
su significado.
En el primer caso todas tienen
cabida en la lengua, al menos en principio. La Academia no puede
rechazar ninguna palabra vasca, sea de una región, sea
de otra. Eso sí, prefiere las que están vivas a
las arcaicas, la más usadas y las que están más
extendidas. Ella mira más a la riqueza que a la pureza.
Y puesto que estamos hablando del euskera escrito, esta mayor
extensión se refiere a la literatura, o sea, al
euskera escrito.
Cuando se trata de meras variantes
de una misma palabra, se pueden tomar como base algunos criterios,
aunque con frecuencia no se ve claro el camino a seguir:
- Ciertas variantes se pueden
desterrar sin más del euskera escrito: biar, bier por
behar, etc. Ciertas formas dialectales pueden adoptarse
a lo sumo en el sentido especial que tienen en la comarca respectiva,
como el itzel =enorme, que viene de itzal =sombra.
- Las formas contraídas
deben desecharse por lo general en beneficio de las formas enteras,
v. gr. legez, no lez, etc.
- Las variantes adoptadas por
todos los dialectos (o sea, por el mismo euskera), aunque el
modo no haya sido siempre igual, deben ser precisamente las que
han de adoptarse: arima, por tanto, pues es la única
que aparece antiguamente, y no anima.
- Entre las formas antiguas y
las recientes debe darse la preferencia a las antiguas. Pero
a veces las antiguas son demasiado arcaicas y otras veces hay
colisión entre lo antiguo y lo castizo (probetxu/progotxu/protxu)
(26) .
- En muchas palabras (sobre todo
de procedencia foránea) en fin de palabra se observa el
cambio de b, d, g por p, t, k (bodega por petaka).
Son preferibles las de la primera serie, porque ésta ha
sido la tendencia del euskera: bake, dorre, gerezi. Pero,
claro, si las de la primera serie, en un caso concreto, no están
muy extendidas, habrá que hacer caso omiso de esta ley:
no podemos empezar a escribir nuevamente baradizu =(paraíso)
o dipula =(cebolla).
- Las formas primitivas de los
dialectos periféricos deben ceder beneficio de las formas
de los dialectos centrales. Adóptense, pues, berri,
iltze, ikuzi, izen y no barri, ultze, ukuzi, uzen etc.
- Pero cuando las formas periféricas
coinciden entre sí prevalecen sobre las del centro; v.
gr. burdina prevalece sobre burni(a).
- Sonidos perdidos. Cuando un determinado sonido se ha perdido
en ciertas zonas, los escritores de las mismas no deberían
omitir en sus escritos la letra correspondiente, aunque no la
usen en la pronunciación, v. gr. la distinción
z/s, etc.
- Palabras de origen erdérico.
En palabras de origen
erdérico es donde mayor anarquía se observa. En
parte sucede porque al ser de tal procedencia, a algunos les
parece que es igual escribirlas de cualquier forma. Otra razón
de que ocurra esto es porque en la lengua abundan dobletes en
palabras del mismo origen. -Pero estas palabras son tan vascas
como las otras y tan necesarias como ellas. Su forma debe estar
rigurosamente reglamentada en todos sus detalles: si la a
final es órganica o no, si el vocablo termina en o
o en u (katoliko, pero soldadu, etc.).
- Necesitamos Vocabularios casi
exclusivamente ortográficos, que recojan la palabra y
su significado, teniendo en cuenta los dialectos y algunos escritores
escogidos de los mismos.
- No olvidemos que la frontera
política separa cada vez más a los dialectos entre
sí. Aunque para un lingüista el labortano es pariente
más próximo del guipuzcoano
que del vizcaíno, sin embargo en materia lexical, convenimos
más guipuzcoanos y vizcaínos que guipuzcoanos y
labortanos por razón del diverso clima lingüístico
en que viven sumergidos los vascos meridionales y los septentrionales
(27) .
4.ª Parte. Neologismos
y Préstamos
- La lengua viva está siempre
necesitada de palabras nuevas: unas veces las forja con sus propios
recursos, otras las toma del exterior. Ambos procedimientos son
lícitos y necesarios. Y ¿quién podrá
establecer de antemano la medida y los límites de uno
y otro? Lo que la Academia decidió en su día sirvió
solamente para esto: para indicar que no hay necesidad de crear
nuevas palabras vascas con el fin de arrinconar palabras vascas
antiguas, aunque éstas procedan del erdera.
- Al crear palabras vascas, y
cualquiera las crea al hablar, tengamos siempre y necesariamente
en cuenta el genio de nuestra lengua, pues siempre hemos tenido
facilidad para eso, sobre todo por medio de la composición.
Le es imprescindible al idioma que esta fuente germinativa permanezca
viva para mantenerse en su ser.
- Al querer escoger entre las
composiciones nuevas y las antiguas se echa de ver que se dan
fuerzas o modos distintos de proceder en unas y otras: por un
lado está el modelo antiguo, y, por otro, la analogía.
De luze, por ejemplo, siguiendo el patrón antiguo,
sale luzatu, luzaro, luzamendu, etc.; la analogía,
en cambio, quiere que luze se mantenga intacto en los
derivados. Parece que, sin exclusivismos, se debiera seguir el
primer patrón, aunque la corriente actual nos lleva al
otro.
- En temas de cultura hemos sido
receptores y, por lo tanto, deudores; justo es, pues, que en
materia de léxico aparezcamos también receptores
y deudores. Si hubiéramos sido forjadores del pensamiento
no tendríamos necesidad de andar traduciendo, como andamos,
en temas de ciencia, las palabras que se han creado en otras
lenguas.
- El euskera tiene ciertamente
medios abundantes de crear palabras, pero también padece
una carencia notoria: apenas tiene prefijos que puedan traducir
la fuerza de los latinos ad-, ab-, co(n)-, de-, dis-, ex-,
etc. Esta carencia puede tener más de un remedio,
pero habría que pensar sin tardanza cómo proceder
en este punto.
- Palabras de otras lenguas se
han tomado en el pasado y tampoco hay otro camino para el futuro.
Pero entre nosotros se observan dos tendencias por lo que se
refiere al aspecto externo de estas palabras: algunos quisieran
que se respete en lo posible el aspecto originario de tales palabras
a semejanza del francés, pero otros prefieren que se simplifique
este aspecto, tal como lo hace el castellano.
- Yo, a decir verdad, tomaría
el primer camino si la cosa afectara únicamente a personas
muy cultas, pero no es ése el caso. Más bien preferiría,
pues, la simplificación o cuando menos el término
medio, suprimiendo grafías como y, kh, th (psykhologia,
etc.).
- Pero estas grafías habría
que guardarlas por lo menos en nombres propios (lo mismo que
la c, qu y parecidas). Algún día habrá
que decidir cómo hacer la transcripción de nombres
de otras lenguas que no usan las mismas letras que nosotros,
pero esto no nos corre prisa. Antes deberíamos decidir
y enseñar cómo son los mismos nombres vascos.
- No me parece bien las transcripciones
de nombres que hacen los del otro lado de la frontera: Mozku,
zozializatu, etc. Ahí prevalece la pronunciación
francesa en perjuicio de la lengua escrita y de la unificación.
- Yo consideraría legítimo
que en las palabras nuevas que proceden de otras otras lenguas
se guardara la v y se respetaran los grupos de consonantes,
v. gr. vektore. Igualmente, que se respetara la g de
palabras terminadas en -logia, que luego cada uno pronunciará
a su modo: jeolojia etc. es mejor para el oído,
pero no para la vista. Y la lengua escrita la percibe antes la
vista que el oído.
5.ª Parte. Morfología
El ponente trata en este apartado
el tema de la declinación y el de la conjugación,
deteniéndose en ciertos puntos concretos. En cuanto a
la declinación, advierte que en vasco existen dos declinaciones:
la determinada y la indeterminada, e indica brevemente cuándo
se debe emplear la una y la otra. Llama también la atención
sobre el caso instrumental que indebidamente
se posterga, sustituyéndolo por el sociativo, como cuando
se dice ezpatarekin jo en vez de ezpataz
jo (28) .
En cuanto al verbo, Michelena
creía entonces y así lo dice (29)
que la unificación no estaba hoy al alcance de la mano.
Pocos años más tarde, empero, la Academia
nombró una Comisión, en la que intervino el propio
Michelena, la cual pudo presentar los paradigmas completos del
verbo unificado (30) . Al poseer cada dialecto su sistema de flexiones
verbales simétricamente construidas, no se podía
pensar en hacer una amalgama con flexiones tomadas ya de unos,
ya de otros. Se tomó, pues, como base la conjugación
del dialecto guipuzcoano. Pero en casos especiales y mirando
sobre todo a la tradición, se hicieron incursiones a los
otros. Tal es el caso, p. ej., de la introducción, en
las flexiones de subjuntivo del auxiliar transitivo etc., de
formas no guipuzcoanas (diezaiogun, en vez de dezaiogun,
etc.); o la supresión de la terminación del
nombre verbal ante subjuntivo etc. (sar por sartu);
gara en lugar de gera, dut por det o dot,
etc. Pero esto, como decimos, fue ya obra posterior al Congreso.
6.ª Parte. Sintaxis
En este campo, con más
razón que en los otros, por fuerza hemos de contentarnos
con los meros principios, dice el ponente. A continuación
enuncia algunos de estos principios.
- La Academia tiene por guías
y modelos a los más grandes autores, y aunque el tiempo
pueda cambiar más o menos sus criterios, ella encuentra
ahí su base sólida.
- En el euskera escrito hay más
de un género y estilo, por supuesto: el de la poesia,
el coloquial, el narrativo, el del cuento, novela, etc. Pero
Michelena, con razón, fija su atención en la necesidad
de una prosa común, y sienta este aserto: la prosa de
las lenguas de Occidente, siguiendo al latín (sin mencionar
modelos más antiguos), está habituada a caminar
por unos determinados derroteros. Y también aunque
no tanto nuestra lengua. Dichos derroteros han hecho a
la lengua a cualquier lengua más ligera, flexible
y dúctil. Nosotros, los vascos, llevamos en nuestra frente
la huella del latín y sobre todo de las lenguas de Occidente.
Reconozcámosla, aceptémosla y sigamos adelante
por este camino. La prosa actual, cuando el tema o asunto no
la requiere específica, no es exclusiva de una lengua,
sino internacional.
- Eso que llaman "sabor vasco",
"dejo vasco" está bien cuando tratamos temas
vascos, cuando queremos que el lector perciba el ambiente montañés
del país. "Fuera de este
caso parece que la prosa debe ser como el agua pura: sin ningún
color, sabor ni gusto. Si tiene sabor vasco, será por
lo que le mana de dentro, no por los aderezos superficiales"
(31) .
- Por último,
Michelena alude a las leyes de ordenación de los elementos
de la frase vasca a partir del llamado elemento inquirido,
leyes meticulosamente analizadas y expuestas por Severo Altube
(32) . A propósito de estas leyes
dice que no son no deben ser cadenas que aprisionen
al escritor, sino instrumentos para potenciar las facultades,
revelando la fuerza oculta de las palabras. El escritor, en suma,
debe someterse a la lengua y someter a la lengua, de modo que
las leyes de ésta se conviertan en sostén y ayuda
suya, como le sucede al ave con el aire.
Final del Congreso
Al término del Congreso,
los académicos de número asistentes al mismo se
reunieron antes de que se dispersara el público, y redactaron
una breve declaración que fue leída a la concurrencia. En ella se dice que la Academia
vería con buenos ojos que se empiece a escribir la h
entre dos vocales, sin que ello signifique que no hayan de
ser bien vistos los ensayos de los que quieren ir más
lejos (33) .
Algunos han tachado de ilegal
o irregular esta declaración, puesto que estaba previsto
que las decisiones finales se tomarían en la Universidad
de Oñate en otra reunión que tendría lugar
algunos días más tarde, y esto no se cumplió.
Pero hay que tener en cuenta que Guipúzcoa se hallaba
bajo el estado de excepción, y el Sr. Alcalde de Oñate,
D. Reyes Corcóstegui,subió un día al Santuario
para hablar con D. Manuel Lecuona, presidente a la sazón
de Euskaltzaindia, con L. Michelena etc., y les hizo saber que
el acto programado para Oñate no se celebraría,
y que, por tanto, se hiciera en Aránzazu lo que hubiera
que hacer. Esta fue, pues, la razón de que esta resolución
se tomara en Aránzazu.
El Postcongreso y la ratificación
del acuerdo de Aránzazu
Una vez disuelto el congreso,
los ecos de las discusiones parecieron diluirse poco a poco,
hasta que al año de su celebración apareció
el número de Euskera con los trabajos y actas del
mismo y con la resolución final de la Academia sobre la
h. Entonces la polémica anti h se recrudeció
con una particular virulencia.
Pero a la vez hay que decir también
que empezó a verse el euskera a nueva luz o con nuevos
ojos por mucha gente que antes no le había prestado la
más mínima atención. Ya no era cuestión
de unos dialectos que interesaban a poquísimos.
No faltaban quienes pedian que
la Academia revocase o invalidase el acuerdo de Aránzazu,
pero ella siempre contestó que hacía falta un espacio
de tiempo 10 años para ver si la mayoría
de los escritores aceptaba en la práctica el acuerdo de
la h. En caso afirmativo la Academia lo ratificaría,
y en el caso contrario lo anularía.
Y efectivamente a los 10 años,
o sea, en 1978, se celebró el Congreso de Bergara, que
tuvo un carácter en gran parte estadístico; o sea,
su finalidad principal fue la de constatar
hasta qué punto y en qué grado los escritores habían
aceptado en la práctica la recomendación del uso
de la h. Las estadísticas realizadas arrojaron
un balance francamente positivo en cuanto a la adopción
de la h por la mayoría de los
escritores vascos (34) .
Pero aún quedaba un trabajo
o varios trabajos arduos por realizar:
el tomar la decisión sobre los demostrativos (35) , sobre la declinación (36) , y sobre
la h, estableciendo taxativamente las voces que llevarían
esta letra y en qué lugar de las mismas debía colocarse
la misma. La empresa no era fácil porque entre otras
razones en el mismo país vascofrancés no
había unanimidad en este punto. Después de confeccionar
hasta cinco elencos o catálogos, la Academia dio por bueno
el quinto, que fue aprobado el 30 de noviembre de 1979. 13 académicos
votaron que sí, y 3 votaron en blanco. Así quedó zanjado por la Academia el uso de
la h para los vascos de una y otra parte de la frontera.
Se desecharon ciertas haches (las postconsonánticas y
otras consideradas espúreas) y el resto fue asumido por
todos (37) .
Aún dio la Academia dos Declaraciones sobre la compatibilidad,
dentro de ciertas condiciones, entre el cultivo de los dialectos
y el de la lengua común (38) .
Valoración
Michelena parece presentar su ponencia como una primera aproximación
al tema de la unificación, como algo que de momento afecta
sólo al dintel o umbral del edificio (39) . Pero esta impresión pudiera
ser falaz. Creemos, en efecto, que nuestro autor, con un conocimiento
a fondo de la historia de la lengua vasca, ha conseguido marcar
los derroteros por donde debe discurrir la empresa de la unificación.
Para él es evidente que la lengua vasca se halla necesitada
de unificación. Y para ello el camino es la vuelta a la
tradición, en la medida que ello es posible. La unificación
no se halla, pues, en el futuro, sino en el pasado, dice él.
Una lengua abandonada a sí
misma como ha sido el caso del vasco, es víctima
de la fuerza centrífuga. Los dialectos vascos se encuentran
hoy más distanciados entre sí de lo que estaban
en los tiempos pasados. La disgregación, atomización
etc. es inevitable, si no hay una fuerza centrípeta que
contrarreste a la centrífuga.
En la tradición de la
lengua hallaremos, pues (o sea, en la vuelta a lo antiguo, siempre
que sea posible) el norte orientador que necesitamos. Parece
claro que ésta es la idea directriz que ha servido de pauta a Michelena para trazar su diseño
unificador. Su profundo cono-cimiento de
la historia de la lengua vasca le ha servido para ello (40) .
Y no se queda sólo en
el umbral. En efecto, nos presenta las grandes líneas
de cómo debe ser esta lengua vasca unificada. Para ello
recorre uno por uno los diversos comparti-mentos o capítulos
de la lengua, descendiendo incluso a muchos detalles concretos.
Claro que es un camino abierto, en el que aún queda mucho
que concretar. Pero la dirección está dada y creemos
que es la acertada.
(1) "Metolología para la restauración
del euzkera" por D. Luis de Eleizalde, en Primer Congreso
de Estudios Vascos; Bilbao 1919, p. 428-439.(VOLVER)
(2)
CAMPION (ARTURO) - BROUSSIAN (PIERRE), "Informe a la Academia
Vasca sobre unificación del euskera", Euskera
III (1922), I, 4-17. (VOLVER) (3) Acerca de la personalidad de Pierre Broussain,
véase la tesis doctoral del académico vascofrancés
Pierre Charritton "Le Docteur Broussain. Sa vie et son oeuvre",
1986, CNRS, Bordeaux.- La correspondencia mantenida entre Broussain,
Azkue y otros ha sido publicada por el mismo Charritton a cuenta
de la Academia. Véase Colección Iker, 4.(VOLVER)
(4)
A continuación del Informe Campión-Broussain se
publican en el órgano Euskera de 1922 los trabajos
presentados en las reuniones de Bilbao, San Sebastián,
Lecároz, Hasparren... Hay opiniones para todos los gustos.
(VOLVER)
(5)
Cf. Villasante (Luis), "Don Julio de Urquijo y el problema
de la Unificación del Euskera Literario", Anuario
del Seminario de Filología Vasca "Julio de Urqujo"
(1971), 25-46.- En cuanto a Ramón Menéndez Pidal,
el mencionado discurso, remodelado por él, se publicó
en "Colección Austral", Buenos Aires 1962, número
1.301 con el título "Introducción al estudio
de la lingüística moderna". (VOLVER)
(6)
Vide Euskera (1934 y 1935). (VOLVER) (7) Koldo Zuazo ha escrito que el apego a particularismos
fue el causante de la muerte del gipuzkera osotua y que
al euskera batua le puede pasar lo mismo. Cf. "Euskalkiak,
askatu gabeko korapiloa", Jakin 76 (Maiatza - Ekaina
1993), p. 49ss. (VOLVER) (8) Véase "Oskillaso", Kurloiak..
Kaletarren haurzaroa Bizkaian; Zarauz, Itxaropena, 1962.
(VOLVER) (9) La imagen está tomada de la obra
de J. Vendryes, El lenguaje, Editorial Cervantes; Barcelona,
1943; p. 366. (VOLVER) (10) Michelena pone aquí un paréntesis
que dice así: "y supuesto que Bilbao no es euskaldun".
Con ello parece querer decir que siendo Bilbao el núcleo
urbano más importante del país, en la hipótesis
de que esta villa fuera de habla vasca, hubiera podido servir
de base de la lengua común, como ha sucedido en tantos
otros sitios. Cf. Euskera (1968), 204. (VOLVER) (11) Cf. Euskera (1968), 204. (VOLVER) (12) Decimos "escrita o literaria"
porque al fin y al cabo ambos términos son sinóminos.
Literario viene de littera =letra, o sea, lengua escrita.
No queremos decir con el término de "lengua literaria"
una lengua apta para expresar conceptos elevados o modos de decir
elegantes (que tampoco se excluyen, claro). Se trata simplemente
de que la lengua tenga a punto su herramienta de escribir (sea
una carta, una crónica o cualquier cosa). (VOLVER) (13) Cf. M.ª TERESA ECHENIQUE, Historia
lingüística vasco-románica. Intento de aproximación;
San Sebastián 1984. JULIO CARO BAROJA, Materiales
para una historia de la lengua vasca en su relación con
la latina; Salamanca 1945. (VOLVER) (14) MICHELENA (LUIS), Historia de la Literatura
Vasca; Madrid 1960; p. 11-12. (VOLVER)
(15)
OMAECHEVARRIA (IGNACIO), "Vascuence y romance", Euskera
(1986), 177-189. (VOLVER) (16) El poema "Maldan behera" se publicó
en Euskera (1960), 188-234. (VOLVER) (17) Las sesiones del Congreso tuvieron lugar
en la sala grande del piso superior de la Casa de Ejercicios,
que entonces tenía más capacidad y amplitud que
ahora. (VOLVER) (18) Ocupa las páginas 203-219 del número
de Euskera correspondiente a 1968. (VOLVER) (19) Véase Euskera I (1920), n.º
1, p. 64 (VOLVER) (20) Esto, a decir verdad, no se ha guardado,
pues actualmente, en contra de lo que aquí dice el ponente,
se escribe auhen, oihan, etc. (VOLVER) (21) De hecho actualmente en estas palabras no
se usa la h. (VOLVER) (22) En honor de Pierre Lafitte, al cumplir éste
los 80 años de edad, la Academia publicó un volumen
dedicado él: Piarres Lafitte-ri omenaldia; Iker
2, 1983. (VOLVER) (23) Las comas altas las propuso Severo Altube
para indicar unas pausas más breves que las anunciadas
por medio de la coma. (VOLVER) (24) Es, desde luego, la que se ha adoptado,
pero Michelena observa que esto pide también que se escriba
atzoz gero(z) y no atzo ezkero(z). (VOLVER) (25) Cf. "Euskaltzaindiaren agiria euskal
itzei buruz", Euskera (1959), 214-215. (VOLVER) (26) Michelena aduce aquí tres variantes
de una misma voz: la primera es la más arcaica, pero por
otra parte, las otras parecen más aceptables desde el
punto de vista del casticismo. (VOLVER)
(27)
Respondiendo a la necesidad que aquí se apunta, y bajo
la dirección del mismo Michelena, se confeccionó
muy pronto el "Batasunerako hiztegia" o lista de más
de mil palabras, en que se señala, cuando hay varias formas,
cual es la escogida para la unificación. Cf. Euskera
(1968), 251-265. (VOLVER) (28) El tema de la declinación fue también
abordado con gran competencia por Salvador Garmendia. Cf. "Deklinazio",
Euskera (1968), 151-161. (VOLVER) (29) Cf. Euskera (1968), 217. (VOLVER) (30) Véanse en Euskera (1973),
20-73 las tablas del verbo auxiliar unificado; y en Euskera
(1977), 787-850 las de los verbos sintéticos. Una
edición completa y en libro aparte, preparado por Txillardegi,
se publicó en 1979 (Gráficas Valverde, San Sebastián).
(VOLVER) (31) Esta prosa europea, creada por los griegos
y que a nosotros nos vino a través del latín, ha
sido efectivamente asumida por la cultura occidental. Nos referimos,
entre otras cosas, al sistema de construir oraciones coordinadas,
subordinadas etc. Ahora bien, para efectuar los enlaces e indicar
el carácter específico de cada oración,
se necesita proveer a la lengua del correspondiente utillaje,
e. d. de partículas o elementos que originariamente tenían
otra función, y alas que luego, al presentarse el problema
de la prosa, se les asignó un nuevo empleo, que primitivamente
no habían conocido y que ahora asumieron sin menoscabo
de continuar cumpliendo su función primera. En latín,
por ejemplo, el interrogativo quis tomó la función
relativa, sin menoscabo de seguir siendo también interrogativo,
etc.
También en vasco los escritores y traductores de los siglos
XVI, XVII y siguientes realizarán una labor similar para
acomodar la lengua a las nuevas exigencias, pero un intemperante
purismo parará en seco este proceso. Recuérdense
por no citar más que a uno las burlas y chacotas
de Orkaiztegi al por él denominado zeñismo,
es decir, el empleo de zein con valor de relativo.
(Cf. "Observaciones para hablar y escribir tolerablemente
en nuestro idioma euskaro", Tolosa 1906).
Y esta labor no venía haciéndose sólo con
el relativo. También para las oraciones causales subordinadas
y coordinadas los escritores vascos antiguos echaban mano de
zeren, zegatik y ezen; para las temporales de noiz
eta; para oraciones comparativas, modales etc. de non,
nola etc. Cuando se trataba de oraciones subordinadas, los
mencionados elementos exigían la presencia de bait-
o de -n en el verbo. Pero los prejuicios puristas
impidieron la acomodación de la lengua a las exigencias
de la cultura. Actualmente, aunque tímidamente, parece
que se observa una tendencia a retornar esta labor que todas
las lenguas de cultura de nuestro entorno han llevado a cabo
para bien de las mismas. (VOLVER) (32) Erderismos, 1929. (VOLVER) (33) "Literatura euskararen batasunari buruz
Euskaltzaindiaren agiria", Euskera (1968), 250. (VOLVER) (34) "Euskaltzaindiaren VIII. Biltzarra,"
Euskera (1978-2), Bilbo. (VOLVER) (35) Véase Euskera (1979), 629.
(VOLVER) (36) Véase Euskera (1979), 633.
(VOLVER) (37) Véase Euskera (1979), 695.
Cf. LUIS VILLASANTE, La H en la ortografía vasca. Razones
y motivos. Reglas: Catálo-go de voces con comentario;
Editorial Franciscana Aránzazu, Serie Eleizalde n.º
7; 1980. (VOLVER) (38) Véase Euskera (1979), 101-110,
697-698. (VOLVER) (39) Véase Euskera (1968), 204.
(VOLVER) (40) En 1961 Luis Michelena había publicado
su tesis doctoral, titulada Fonética Histórica
Vasca, que le capacitaría para conocer en profundidad
la historia de la lengua vasca y en particular su fonética.
Basta leer con alguna atención su ponencia en el Congreso
de Aránzazu para comprobar el partido que sacó
de sus anteriores estudios en orden a enfocar certeramente el
tema de la lengua literaria vasca. Damos la nota bibliográfica
de esta obra, que fue, como decimos, su tesis doctoral: LUIS
MICHELENA, Fonética Histórica Vasca; Imprenta
de la Diputación de Guipúzcoa; San Sebastián,
1961 (1.ª edición). (VOLVER) |
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