Los oficios tradicionales en el ámbito pesquero de Bizkaia
Juan A. Rubio-Ardanaz

Al recorrer Bizkaia, de forma muy semejante a como sucede en el resto de la costa vasca y prácticamente en todo el Cantábrico, nos encontraremos con puntos del litoral en los que viven las gentes de la mar. Son villas y pueblos más bien de pequeño tamaño, pero bien organizados y con un nivel de integración social patente que se distingue del ámbito urbano del interior y también de las zonas rurales e industriales. Sus hombres y mujeres han obtenido tradicionalmente sus recursos principalmente de la pesca, a veces en combinación con el mundo profesional marino, aunque últimamente han ido ganando una mayor presencia otras actividades. Entre éstas destacan principalmente industrias ajenas al ámbito propiamente marítimo y el turismo.

OndarroaEn Bizkaia este ámbito social y cultural, geográficamente se localiza en la franja costera que parte de Pobeña, punto colindante y cercano a Cantabria, y llega hasta Ondarroa localidad fronteriza con Gipuzkoa. Es en este territorio, donde se han configurado rasgos de una cultura marítima, tanto tradicionales como otros vigentes hoy en día. Al respecto, podemos constatar profesiones y dedicaciones laborales peculiares, en un entorno en el que se ha puesto en pie una base simbólica y religiosa propia, que ha servido para justificar y dar fundamento a una vida a menudo arriesgada y enfrentada a un medio natural difícil e incómodo (advocaciones, creencias). Junto a lo señalado encontramos también prácticas lúdicas, ociosas y deportivas que se diferencian de las de otros ámbitos (festividades populares, deporte del remo, etc.). Además de estas expresiones, en los pueblos de la costa destaca una organización social con instituciones genuinas, como son por ejemplo las cofradías de mareantes y pescadores, formas de organizar la familia y modos de gestionar las normas y el funcionamiento de la vida social también características.

La forma de acceder al medio marino y en el fondo de adquirir unos bienes materiales, gestionarlos y repartirlos, al mismo tiempo que se hace posible la vida de un colectivo, coinciden y dan como resultado la sociedad y la cultura de la mar. La antropología se ha ocupado de todo esto y en sus búsquedas ha constatado la presencia de oficios o si se prefiere, labores cuya raíz penetra en una realidad material para hacer crecer el árbol del devenir cotidiano. Es en dicho árbol, -elemento profundamente vivo- como vemos representados figuradamente a los colectivos pescadores. En sus ramas estarían las ocupaciones cuya descripción nos hará conocer más de cerca el mundo de la mar.

En este intento descriptivo nos referiremos sobre todo a tres profesiones, ligadas con la historia de la cultura y sociedad marítima. Una de ellas -el lemanaje- transformada y habilitada con el tiempo en una realidad portuaria diferente; otra -la venta pública del pescado- en proceso de transformación y una tercera -el oficio pescador- en continuo cambio, en función de las variaciones acaecidas ininterrumpidamente en la forma de plantear la forma de producción y el trabajo pescadores. Nuestro objetivo pretende un acercamiento a estas labores y dedicaciones cuya configuración ha sido objeto de un continuo cambio, en base a alguna razón, en función de intereses y acuñando relaciones sociales que es preciso descubrir.

Si comenzamos por -el atoaje o lemanaje-, veremos que desembocó en la actual profesión dedicada al practicaje en nuestros puertos. Se trata de un trabajo que históricamente estuvo presente en Bizkaia de forma muy estrechamente ligada al ámbito pescador. Podemos ilustrar esta afirmación remitiéndonos al puerto exterior de Bilbao, más concretamente al Abra donde confluyen cuatro localidades: Zierbena, Santurtzi, Portugalete y Algorta. Todas ellas con sus cofradías de pescadores desde las que se organizó bajo la mirada atenta del Consulado de Bilbao, el trabajo consistente en ayudar a entrar y a salir a las embarcaciones que arribaban a dicho puerto.

Estas cuatro localidades pescadoras tienen desde antiguo una clara interrelación con la actividad portuaria comercial. No se libran de su influencia económica viéndose implicadas en labores propias del tráfico marítimo. Los pescadores conforman las tripulaciones de remeros que hacen los trabajos de lemanaje, pilotaje y servicio de revituallamiento a las embarcaciones. Esto a cambio de un pago, tal y como se constata por ejemplo, en las mismas Ordenanzas del Consulado de Bilbao o en algunos de los documentos antiguos conservados en las cofradías que en ocasiones tienen que defender sus derechos frente a las autoridades portuarias ajenas a sus cofradías.

Se trataba de un trabajo arriesgado. Era necesario salir a la mar y esperar la llegada de los buques, a menudo a pesar de las inclemencias del tiempo. Se hacía asimismo en competencia con las demás lanchas procedentes de las localidades mencionadas, siendo la primera en llegar hasta el barco que entraba, la que tendría el derecho a pilotarlo y hacerlo entrar en el canal de la Ría de Bilbao.

El oficio requería de auténticos especialistas cuyas cualidades podemos resumir en los puntos siguientes. Primero, un amplio conocimiento del medio físico aprendido desde la niñez a partir del momento en el que se empezaba a navegar y faenar en las labores de la pesca. De esta forma se empezaba a conocer las mareas, los calados, los riesgos de la barra existente prácticamente hasta principios del siglo XX en la entrada de la Ría de Bilbao, justo frente a Portugalete. La costa que bañaba Zierbena y Santurtzi en esta misma época, presentaba otro inconveniente. Estaba plagada de pequeñas rocas llamadas "churros" muy peligrosas para la navegación. En segundo lugar, era preciso saber maniobrar en aguas frecuentemente revueltas y ser capaz de llegar hasta los buques. A continuación había que seguir navegando con ellos, mientras el piloto que subía a bordo, lo hacía desde el timón. A todo ello se suma la necesidad de una organización y dirección al frente de la lancha, donde aparece el patrón que hará las veces de piloto y quien junto a los tripulantes deberá ser capaz de llevar a buen término su empresa.

Por otro lado, la competitividad en la mar con las demás lanchas, se convertía en una auténtica regata por llegar primero hasta el barco. Cada servicio de lemanaje se componía de las siguientes etapas. En primer lugar la espera en la mar; a continuación la carrera hacia los buques avistados a lo lejos. Posteriormente la llegada y toma de contacto con la embarcación seguido de la guía y trabajos de entrada y navegación en el Abra y luego en la ría. Una vez en su lugar vendrá el amarraje, hasta la salida del barco momento en el que se intervenía otra vez.

Habrá pescadores o si se prefiere, mareantes que se especializarán en estas labores. En 1889 el puerto de Bilbao aprueba un "Reglamento de Practicajes" instante en el que se deslinda ya muy claramente este oficio del ámbito pescador. De todas formas se trata de personas cuya experiencia arranca en su niñez, aspecto que coincide con el de otra figura: la del aprendiz o "txo", quien representa el primer estadio del oficio pescador en el caso masculino.

El "txo" es el futuro pescador. Éste comienza tradicionalmente al rondar los once o doce años. Ya a dicha edad debe dejar la escuela e integrarse en una embarcación afrontando así unas Santurtziresponsabilidades, en consonancia con los años y con un estatus muy claro. El visto bueno se da en el seno familiar, condición previa a la inscripción en la cofradía, donde todavía por su edad no adquirirá los derechos plenos como cofrade. En la embarcación sucede lo mismo. No hay un salario fijo, las ganancias son "a la parte", es decir en función del pescado capturado los días que se sale a faenar y el "txo" solamente tendrá derecho a media parte (del total de partes que componen la ganancia a repartir). Los demás tripulantes mientras tanto, se llevan una cada uno, incluido el patrón. En ocasiones se separa otra parte para la embarcación -es decir para su propietario o propietarios- y también según los casos, otra más para la "neskatilla", mujer encargada entre otras labores de los pagos de derechos en la cofradía o de la limpieza del pescado y su preparación para la venta.

Volviendo a su oficio, constatamos cómo el "txo" se hace cargo siendo un niño, de una serie de obligaciones. Él será el encargado de la limpieza del barco, de la confección de los estrobos y de buscar y avisar a cada uno de los tripulantes tras la decisión del patrón de salir a la mar, para que éstos acudan puntualmente al puerto. Es así como poco a poco se irá introduciendo en el oficio pescador, en una relación con una realidad que es preciso llegar a dominar de la mejor manera posible. En la mayoría de los casos se llegará con el paso de los años, al dominio y conocimiento de la profesión. Manejo de y en un medio, en el que a pesar de su aleatoriedad, se adquiere la gran habilidad de "saber" a "dónde" ir a pescar, de "cómo" localizar los peces, construir, reparar y utilizar los aparejos, gobernar las embarcaciones, preparar, obtener y capturar los cebos, etc. En síntesis, se llega a un nivel de profesionalidad que contiene todo un conjunto de conocimientos apropiados con los que poder obtener unos recursos que de otra manera serían totalmente inaccesibles.

En este modo de vida en el que el pescado debe ser puesto en circulación lo más rápidamente posible -salvo en el caso de la conserva-, interviene otra figura fundamental. Se trata de las personas encargadas de la venta y que fundamentalmente son mujeres. Éstas también comienzan a edades tempranas, a veces compaginando esta labor o si se prefiere oficio, entre otras cosas por ejemplo con el del cosido de las redes.

ZierbenaLa distribución del pescado es una de las partes primordiales del proceso de la pesca en su conjunto. Tengamos en cuenta que hombres y mujeres del ámbito pesquero no pueden vivir solamente de sus capturas. Aunque en ocasiones, tradicionalmente, su economía doméstica se complementaba con lo obtenido en pequeñas huertas y con la crianza de uno o dos cerdos al cabo del año, el sustento material fundamentalmente ha dependido desde antiguo de los recursos obtenidos con la venta del pescado. La responsabilidad en esta ocasión recae en la parte femenina. A veces a nivel local en el puerto o en los mercados o calles de cada localidad. Otras veces debiendo trasladarse a lugares alejados donde las posibilidades de venta son mayores.

Esta última afirmación se confirma con el trabajo y labores de las "sardineras", uno de cuyos casos más representativos en Bizkaia se dará en la localidad de Santurtzi. Buen número de las mujeres dedicadas a la venta del pescado de barcos que recurren a la red de cerco o "bolintxe", los días que hay capturas, recorren distancias de más de 25 kilómetros. Ida y vuelta hasta el núcleo urbano bilbaino con la esperanza de ver ampliadas las posibilidades de venta. Su trabajo se verá desplazado paulatinamente a medida que cambie y se modernice el proceso de producción pesquero de los barcos de bajura de "artes mayores" y a medida que se capitalice el sector, siendo más rentable otro tipo de recursos para la distribución del pescado.

Nos hemos referido a oficios, dentro o relacionados con la profesión pescadora, que como vemos han experimentado profundos cambios. Éstos obedecen fundamentalmente a una dinámica donde a medida que la presencia del capital se ha hecho más patente, se han ido propiciando aspectos que han afectado directamente es estos oficios "tradicionales". El cambio en las formas de producción conlleva un ordenamiento, exigencias y organización del trabajo, diferentes. No obstante en el caso de la pesca de bajura habría que ver hasta qué punto y de qué manera, formas de pescar que mantienen todavía aspectos importantes cercanos a formas de organización tradicionales (pequeñas formas de producción, clara especialización en el tipo de especies capturadas, implicación doméstica en la gestión de la pesca, venta directa al consumidor, etc.), se articulan respecto a una pesca a mayor escala. En este mismo sentido, es importante llegar a saber cómo se vive el mundo de la mar o si se prefiere en definitiva cómo se construye la cultura marítima en este caso de Bizkaia.


Juan A. Rubio-Ardanaz, presidente de la sección de Antropología de Eusko Ikaskuntza
Fotografías: Están publicadas en la página elaborada por la Dirección Portuaria del Gobierno Vasco y en la web de la BBK

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