La correcta utilización de los nombres
* Traducción al español del original en euskera
Andres Iñigo

La onomástica es la ciencia que estudia los nombres, y se divide en dos grandes apartados, la antroponimia (nombres de personas) y la toponimia (nombres de lugares). Es una disciplina de gran relevancia en todos los idiomas, pero más aún en el caso del euskera, puesto que en muchos ámbitos las únicas huellas que acreditan su presencia son nombres topográficos y apellidos.

Si bien los primeros libros literarios vascos no hacen su aparición hasta el siglo XVI, los nombres tanto de personas (antropónimos), como de dioses (teónimos) y lugares (topónimos) -primeros atestiguantes de nuestra lengua- datan de mucho antes. Se descubren por vez primera a partir del siglo I, especialmente en la zona aquitana, y del siglo X en adelante también en documentos de Euskal Herria, sobre todo en los navarros. Como bien dice el refrán vasco, izena duenak izana ere badu, que viene a decir que todo aquello que recibe un nombre, existe. De ahí la importancia de la onomástica, de los nombres que atestiguan la existencia de nuestro país.

Hace tiempo que escritores e investigadores tanto de nuestro país como del extranjero se percataron de la importancia de este aspecto, tales como Wilhelm von Humbolt, Arturo Campión, Julien Vinson, Sabino Arana, Henri Gavel, Ramón Menéndez Pidal, Julio Caro Baroja, Koldo Mitxelena, Joan Coromines, Alfonso Irigoien.... por citar sólo algunos de los autores cuyas obras estudian la onomástica vasca

¿Habría que proceder a regular los nombres?

La onomástica, al igual que otros aspectos lingüísticos como la gramática, el diccionario o la ortografía, ha de ser objeto de una regulación que facilite la versión oficial de los nombres. En el supuesto del euskera, además, hay evidentes motivos que avalan esta necesidad:

  1. Dado que el euskera nunca ha tenido la consideración de lengua oficial en el seno de la Administración, los escribanos y funcionarios escribían los nombres vascos en grafía castellana, y, con frecuencia, al desconocer el euskera, o bien los escribían negligentemente, o bien los traducían al castellano. Muchos de los nombres que la gente emplea suelen ser variables abreviadas y desfiguradas.
  2. Los nombres tienen en nuestras vidas una presencia cotidiana. De hecho, todos y cada uno de nosotros tenemos nombre y apellidos, vivimos en un determinado pueblo o ciudad, en una concreta casa o caserío, o, al menos, en un piso de determinada calle. ¡A saber cuántos nombres de personas y lugares mencionamos a lo largo del día!
  3. Los nombres vascos no los emplean sólo los euskaldunes. Es evidente que:

- también quienes no saben euskera los escuchan, leen, escriben o pronuncian.
- gracias a la informática y a los actuales medios de comunicación, nuestros nombres de pila están superando fronteras y se extienden cada vez más, a cualquier punto del globo.

Sin embargo, muchos nombres siguen utilizándose defectuosamente. Por no extenderme con los ejemplos, me limitaré a citar unos pocos supuestos. En algunos documentos oficiales vemos el nombre Itziar como Itciar, Itxiar, Iciar, Iziar o Ytziar; en lugar de Etxeberria y Etxenike, Echeverria y Cenique; en los carteles oficiales de los topónimos, en lugar de Plentzia y Arraizko bentak, constan Plencia y Arraitzko bentak; en lo que respecta a las calles, leemos Nagusi kalea y Lehendakari Aguirre en vez de Kale Nagusia y Agirre Lehendakaria; en los nombres de las villas, Artxea o Izal en lugar de Arretxea e Irazabal...

De todo ello se extrae la necesidad de proceder a la regulación de las variables oficiales de los nombres de las localidades, ya que una correcta utilización de la onomástica redundaría tanto en pos del prestigio del euskera, como de la identidad de nuestro país. Al igual que en la gramática, en el diccionario y en la ortografía, una onomástica deficiente dista mucho de ofrecer una buena imagen, mientras que su corrección, por contra, es señal de la buena salud de la lengua. Además, hay que de tener en cuenta que los nombres vascos que constan en los documentos oficiales están a la vista de todos, ya sean euskaldunes, castellanos o extranjeros; de ahí la importancia del correcto uso de la lengua, y, dentro de ella, de la onomástica.

La Comisión de Onomástica de Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca lleva ya tiempo sumida en la mencionada labor reguladora de nombres, apellidos, topónimos, nombres de calles, etc., pero esta actividad no garantiza por sí sola la socialización de las formas oficiales, conque es necesario que instituciones y poderes públicos se impliquen en la función normalizadora. Será cuando los nombres que dan fe de nuestra existencia consten correctamente en los documentos oficiales, carteles, medios de comunicación, y, en fin, en todo tipo de formato, cuando se recupere buena parte de la identidad de nuestro país en términos de dignidad y prestigio para el euskera.


Andres Iñigo, académico de Euskaltzaindia

Euskonews & Media 106.zbk (2001 / 1 / 12-19)


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