Hace
años que el profesor Gurutz Jauregi (Urretxu, Gipuzkoa, 1946)
adoptó la decisión de adentrarse en el estudio del
Derecho político. El actual catedrático de Derecho
Constitucional de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko
Unibertsitatea cursó sus estudios de Derecho en la Universidad
de Deusto, al cabo de los cuales presentó una tesis doctoral
sobre la figura de ETA. Recientemente acaba de publicar un libro
que lleva por título "La Democracia Planetaria". Vicerrector de la UPV/EHU
en 1981-82 y posteriormente decano, Gurutz Jauregui ha tenido la
oportunidad de conocer las universidades de Nevada, Reykyavik y
Roma en calidad de profesor visitante, de asesorar a la Organización
de Naciones Unidas en la toma de decisiones sobre el conflicto étnico,
y de trabajar, entre otros, en el Senado de España y en varios
centros dependientes de la UNESCO. Habitual colaborador de diversos
diarios y revistas, sus principales aportaciones giran alrededor
de las investigaciones que ha realizado en torno al nacionalismo
y a la democracia, temas sobre los cuales lleva editados una docena
de libros, entre los que cabe destacar "La Nación y el Estado
Nacional en el umbral del nuevo siglo" (Madrid, 1990); "Las Comunidades
Autónomas y las Relaciones Internacionales" (Oñati,
1986) y "Contra el Estado-Nación. En torno al hecho y cuestión
nacional" (Madrid, 1986, 1988). En 1996 recibía el Premio
Anna Frank, y en 1997 El Premio Periodístico "El Correo".
-Ha sido vicerrector y decano
de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea,
de la que actualmente es catedrático de Derecho Constitucional.
¿Qué nos podría decir sobre su trayectoria profesional?
¿Qué le indujo a adentrarse en el mundo del Derecho? Debido a problemas
familiares, no me fue posible estudiar una carrera. A los dieciséis
años me puse a trabajar en un banco, pero al poco empecé
a estudiar
Derecho en la Universidad de Deusto con la intención de
llegar a ser profesor de Derecho Político. Claro que también
tenía que ejercer como abogado. Vine a trabajar a la Facultad
de Derecho de Donostia en 1978, y hasta hoy. Siempre he sido un apasionado
de los estudios. Cuando mi padre murió, cuando yo contaba
catorce años, me vi obligado a trabajar, pero deseaba fervientemente
aumentar mis conocimientos culturales. Aunque mis gustos se decantaban
por la Filosofía, en vista de la situación económica,
me resultaba más práctico encaminarme hacia el Derecho.
Y como también sentía debilidad por la política,
me adentré en el ámbito del Derecho Político,
campo muy frecuentemente coincidente con la Filosofía.
-¿Qué papel juega el
Derecho como fórmula de convivencia en la Vasconia actual,
con su particular problemática? El
Derecho siempre ha jugado un papel esencial como fórmula
de convivencia en todas las sociedades modernas y desarrolladas.
Este papel es tanto más necesario en aquellas colectividades
que, como en el caso actual de Vasconia, ofrecen dificultades
para una convivencia armónica. Por lo tanto, considero
que el Derecho debería jugar un papel fundamental en la
resolución de la actual situación problemática
en la que se está desenvolviendo Vasconia en el momento
actual.
-¿Es sostenible la fórmula
del referéndum para el pueblo vasco como medio de atisbar
salidas de cualquier tipo? El referéndum
constituye una fórmula jurídico-política
perfectamente homologada y democrática para decidir sobre
soluciones para los conflictos que asolan a una sociedad democrática. En
tal sentido, y desde una perspectiva teórica, no debería
haber problema alguno para plantear referéndums sobre cuantas
cuestiones se consideren necesarias. Ahora bien, el referéndum
no es una fórmula mágica que resuelve de por sí
los conflictos. Creo que en el caso vasco, y sin perjuicio de
defender la legitimidad de la figura del referéndum, la
cuestión no radica tanto en la celebración de un
referéndum, sino en la construcción de un modelo
básico de convivencia mediante un consenso de mínimos
entre las fuerzas políticas. Y ello se conseguirá
mediante una labor paciente de diálogo entre los diversos
grupos y sectores de la sociedad.
-¿Qué sentido tiene
la defensa de un ordenamiento jurídico considerado intocable
y sagrado?
Toda
Constitución es Constitución en el tiempo: la realidad
social, a la que van referidas las normas, está sometida
al cambio histórico, y éste en ningún caso
deja incólume el contenido de la Constitución. Por
ello, la Constitución y el Derecho Constitucional deben
estar atentos al devenir de los acontecimientos, deben cobrar
conciencia del significado de los nuevos problemas, de las tareas
y formas de llevarlas a cabo, del establecimiento de nuevas disposiciones,
instituciones, etc... Esta tarea resulta particularmente
urgente en el caso del Derecho Constitucional, dado el abismal
desfase producido en los últimos años entre la realidad
social y las instituciones, entre la normalidad y la normatividad
constitucionales. Este desfase ha supuesto que mientras la realidad
social, política, económica, cultural, tecnológica,
etc... se apresta con decisión a afrontar los retos del
siglo XXI, las vigentes Constituciones siguen ancladas en esquemas
decimonónicos o, en el mejor de los casos, en un sistema
institucional diseñado en el primer tercio de este siglo
para un mundo y unas realidades que poco o nada tienen que ver
con el momento actual.
-Ha tenido la oportunidad de
conocer las universidades de Oxford, Reykyavik y Roma. ¿Sobre
qué aspectos incidiría comparándolas con
la UPV/EHU? Mi estancia en las
universidades de Oxford y Roma se debió a mi propia preparación.
En Oxford estuve en 1985 con el propósito de preparar un
libro. Fui acompañado de toda la familia, y la experiencia
resultó sumamente enriquecedora. Aquella universidad nada
tenía que ver con la que teníamos en Euskadi. El
número de profesores y de alumnos prácticamente
coincidía, y el hecho de que hubiera un profesor por alumno
resultaba enormemente ventajoso, mientras que por aquel mismo
entonces, en 1985, la Facultad de Donostia contaba con quinientos
alumnos por profesor. A resultas de mi estancia en Oxford escribí
"Contra el Estado-Nación" (1986). En
1984 permanecí en Roma alrededor de cuatro meses, en el
Consiglio Nazionale delle Ricerche, a cuyo regreso publiqué
"Las Comunidades Autónomas y las Relaciones Internacionales"
(1986). Otra experiencia completamente diferente y sumamente interesante.
Vivir en Roma es increíble. También en Oxford, aunque
quizás sea más aburrida.
-También
ha tenido ocasión de conocer varias universidades en calidad
de profesor... Sí, las de Nevada
(EEUU), Reykyavic y Puerto Rico. La situación de Sudamérica
es ciertamente paradójica: hay muchísima gente dispuesta
a estudiar, pero que carece de medios. La gente de las Universidades
es muy agradecida. Nada que ver con la situación de las
universidades del mundo anglosajón.
-Ha trabajado como asesor científico
de la ONU. ¿Cómo resultó la experiencia? Estuve
cuatro meses en calidad de asesor. La ONU me pidió que
elaborara un informe sobre los problemas étnicos de Europa
y España. Fue una experiencia muy enriquecedora.
-En su opinión, ¿qué
presencia tienen las autonomías en Europa? ¿Qué
alcance tiene su voz? Hay
Estados como Bélgica, Alemania o Austria que han concedido
a sus autonomías la oportunidad de actuar con voz propia
en el seno de Europa, gracias a lo cual éstas participan
en las reuniones de adopción de decisiones e intervienen
directamente en los procesos de negociación. Algunas autonomías
de España, de entre las que destacan Cataluña y
Euskadi, llevan mucho tiempo tratando de aumentar su presencia
en las instituciones europeas, y aunque por el momento no han
conseguido gran cosa, creo que el futuro irá en esa dirección.
Soy de la opinión de que las Comunidades Autónomas
deberíamos contar con una mayor y más relevante
presencia. Otras naciones de Europa ya lo han conseguido; no se
trata de un caso inédito. Es más, las Comunidades
Autónomas deberían estar presentes en todos aquellos
casos en que los que se presenten problemas que afectan a sus
competencias.
-Siendo como es autor de diversos
libros y colaborador habitual de múltiples publicaciones,
¿cómo se las arregla para compaginar sus facetas de escritor
y profesor? Lo cierto es que en
mi juventud, durante los años franquistas, la política
me resultaba un tema especialmente atractivo, y me sentía
de lo más interesado en la situación política.
Al finalizar la carrera de Derecho, me dispuse a preparar la tesis
sobre ETA. Examiné la organización armada a partir
de una perspectiva científica, y publiqué el libro
"Ideología y estrategia política de ETA" (1981).
Más tarde me di cuenta de que hubiera resultado mucho más
interesante haber analizado no sólo el nacionalismo de
Euskadi, sino también las distintas variedades que existen.
Mis
investigaciones se han centrado en tres temas: el nacionalismo
vasco, la teoría del nacionalismo, y la teoría de
la democracia. A propósito de este último tema he
publicado "La Democracia Planetaria". Tanto la elaboración
de textos como la investigación, ambos quehaceres forman
parte de las funciones del profesorado, y escribir es una cosa
que me encanta.
-Habiendo estudiado tantos
tipos de nacionalismo, ¿qué opinión le merece el
nacionalismo vasco? En
un primer golpe de vista, opino que nuestro problema, en comparación
con el caso de Ulster, es bastante más sencillo. Contábamos
y contamos con mejores condiciones. Pero mientras que en Irlanda
ya están encauzados en un proceso de reconciliación,
aquí vamos de mal en peor. Queda mucho por hacer. En mi
opinión, la solución no está tanto en manos
de la sociedad como de los partidos políticos. Considero
absolutamente necesario poner fin a la lucha armada. La mayor
parte de la culpa recae en ETA, pero no es la única culpable.
-¿Cómo se definiría
a sí mismo, como investigador o como profesor? La enseñanza
me gusta mucho, pero si tuviera que elegir entre la enseñanza
y la investigación, elegiría sin duda la investigación. Fotografías: Teresa Sala
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Euskonews & Media 109.zbk (2001 / 2 /
2-9)
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