En
febrero del próximo año hará cinco años
que Miguel Zugaza Miranda (Durango, 1964) se puso al frente del
museo de Bellas Artes de Bilbao. Licenciado en Geografía
e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, fue subdirector
del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofïa de Madrid desde
1994 a 1996. Desde su incorporación al Bellas Artes, el
Museo se ha visto envuelto en cambios de gran relevancia. Por
una parte, están las obras de ampliación y remodelación
que aún no han concluio. Más recientemente, la dirección
anunciaba la decisión de convertir al Museo en Fundación,
objetivo que se verá cumplido el próximo año.
-Al Museo de Bellas Artes le
queda poco para ser centenario. ¿Qué valoración
hace de su trayectoria? El que este Museo todavía
no haya cumplido el centenario, quiere decir que es un museo muy
joven. Muchos de los museos importantes tanto del ámbito
internacional como del estatal, son herederos de una tradición
más larga. Fueron museos creados a principios del siglo
XIX, y el Bellas Artes es un museo moderno de nueva planta que
se crea a principios de este siglo. Es decir, no es un museo que
haya heredado colecciones como el Prado hereda la alta colección
de la Corona, o el museo de Sevilla que se crea a partir de la
desamortización de los conventos. Nuestro museo es un museo
joven, que se crea con un criterio moderno a partir de la idea
de ofrecer un servicio público que favorezca la educación
en materia artística. En ese sentido, yo diría que
es un museo más de corte anglosajón. No hay más
que ver los museos que se crean por ejemplo en Estados Unidos
de forma paralela al Museo de Bellas Artes de Bilbao. Son museos
también creados a lo largo del siglo XX, partiendo de la
idea de construir una colección desde cero, con un sentido
muy didáctico enciclopédico. En mi opinión,
el museo ha sido singular por eso, por el porqué y el cómo
se ha hecho. Por otra parte, el Bellas Artes
ha sabido relacionar dos ámbitos que desde la perspectiva
de los museos españoles son dos cosas muy divorciadas:
los museos de iniciativa pública, surgidos por el impulso
de la administración, y lo que es la iniciativa civil.
En ese sentido, es uno de los primeros ejemplos en el ámbito
estatal. Desde su origen, el museo ha sabido fundir las voluntades
públicas y privadas. No hay que olvidar que nuestro museo
se crea a principios de siglo a partir de la voluntad de una serie
de coleccionistas y de aficionados al arte, que donan importantes
fondos de su colección, incluso colecciones completas.
A su vez, a esa apuesta de la iniciativa privada se sumó
la decidida operación pública de las instituciones,
en estos momentos la Diputación Foral de Vizcaya y el Ayuntamiento,
y posteriormente se ha incorporado el Gobierno Vasco. Por
otra parte, es un museo que nace sin prejuicios en cuanto a los
límites de lo que se tiene que coleccionar. Es decir, de
lo que es la naturaleza de sus colecciones. Desde su origen hay
un interés tanto por el arte del pasado (tiene una colección
con buenos ejemplos que sirven para la ilustración de lo
que ha sido la historia del arte del pasado), como representar
lo más contemporáneo. Pero tampoco tiene una limitación
a la hora de decir cuál es el objetivo coleccionista del
museo. No se fija exclusivamente en lo que es el arte local, sino
que también mira al exterior, no hay una limitación
en cuanto a la extensión geográfica de la colección.
Lo mismo se colecciona arte vasco, que arte español, como
arte internacional, y tanto en la colección antigua como
en la colección contemporánea. El Bellas Artes es
el único museo del Estado que ofrece en una sola visita
una visión tan amplia del arte internacional.
-En los últimos
años el Bellas Artes ha incrementado su número de
visitantes, algo en lo que el Guggenheim habrá colaborado.
En
lo relacionado al número de visitantes, en los últimos
años ha habido dos elementos que han afectado muy directamente
en la evolución de ese indicador. Uno podríamos
decir que es un elemento al principio negativo: la decisión
del cobro de la entrada del museo en el año 97, en vísperas
de la inauguración del museo Guggenheim. Y por otra parte,
el elemento positivo es la creación del museo Guggenheim,
y la aportación de público que hace. La actuación
de esos dos elementos ha sido definitiva y muy positiva, porque
el Museo ha aumentado muy significativamente el número
de visitantes anuales. Casi se puede hablar de que se ha duplicado
el número de asistencia en estos últimos cuatro
años. Si el Museo hubiera mantenido la gratuidad, posiblemente
las cifras de incremento hubieran sido mucho más espectaculares.
Pero eso ha producido un elemento de retención del crecimiento
de público. De
todas formas, creo que la evolución ha sido muy positiva.
La presencia del museo Guggenheim no sólo ha aportado más
público, sino que ha atraido a un público diferente
al que tenía nuestro Museo. Un público que viene
de fuera de nuestra Comunidad, cuando nuestro público más
habitual era y sigue siendo el público local, tanto de
la ciudad como de la Comunidad Autónoma. Es un tipo de
público además muy cualificado, en el sentido de
que alguien que se mueve desde una ciudad americana, o desde Londres,
París o Barcelona para venir a Bilbao a visitar el Guggenheim,
es un público interesado, profesional y conocedor. Eso
también es muy positivo. No sólo cambia que viene
más gente, sino que viene gente con un nivel de exigencia
hacia los museos y hacia la comunidad cultural mucho más
interesante. Y eso nos obliga de alguna manera a que nuestras
instituciones estén mucho más preparadas para recibir
a ese tipo de público.
-En ese sentido,
¿ha sufrido alguna modificación la oferta cultural del
Museo? Cuando comienza este
gran fenómeno de llegada de público y de interés
por Bilbao y sus museos, coincide justo cuando empezamos con las
obras de ampliación y de reforma. En los últimos
dos años hemos tenido que hacer una actividad atractiva,
enseñando la parte más significativa de nuestra
colección de una forma reducida, y convivir con estas obras
de reforma. Eso es un handicap muy importante que tenía
el Museo en los últimos años, pero había
que hacerlo. Posiblemente habría sido mucho mejor haberlo
hecho antes, dos años antes de la inauguración del
museo Guggenheim, y trabajar a pleno pulmón desde el momento
de la inauguración del Guggenheim. Pero no ha sido posible.
Sin embargo, a pesar de que el Museo ha tenido ese handicap, ha
seguido ofreciendo un nivel yo creo que altísimo, sobre
todo en cuanto a exposiciones temporales se refiere. De hecho,
si pensamos en la programación
de este año sólo, el público que se ha acercado
a nuestro Museo ha podido ver una selección maravillosa
de obras de Caravaggio, una exposición sobre el bodegón
español (quizás una de las más importantes
que ha visitado este museo por producción propia), Las
lágrimas de San Pedro, el damasquinado de los Zuloaga,
una gran retrospectiva de Gauguin, ahora pueden ver una exposición
sobre uno de los artistas españoles más importantes
como es Zurbarán, etc. A pesar de que la dimensión
y capacidad de servicio ha estado reducida, el Museo ha seguido
respondiendo a la inquietud que está viviendo la ciudad
en estos años. Si las cosas van bien teniendo el Museo
a medio gas, se nos ofrece un horizonte de futuro mucho más
esperanzador cuando esté de nuevo totalmente reformado,
con todos sus servicios listos de cara al público, con
toda su dirección plenamente asentada, etc.
-En su día
el Bellas Artes acordó una entrada conjunta con el Guggenheim.
¿Mantienen ambos museos algún otro tipo de colaboración?
¿Y con otros museos tanto estatales como del ámbito internacional? Nosotros lógicamente
mantenemos un nivel de colaboración muy intenso con los
museos de la ciudad, no sólo con el Guggenheim. El nivel
de relación y de actividades conjuntas ha estado bien,
pero creo que se puede intensificar y es uno de los objetivos
que debemos perseguir en los próximos años. Sobre
todo el trasladar una imagen de una oferta conjunta amplia, qué
es lo que registra la ciudad a nivel de sus museos, a nivel patrimonial.
Hay muchas cosas para hacer e imaginar, en torno a la capacidad
de crear verdaderas sinergias entre los museos. Desde el Guggenheim,
que tiene una posición predominante en cuanto a atracción
de visitantes, se puede proyectar esa atracción a otros
museos. Se han hecho cosas muy interesantes como el Bono Artea,
o como la relación entre Amigos del Museo entre los que
tenemos el servicio en marcha. Pero todavía tenemos que
trabajar muchísimo más ese campo. Las
relaciones a nivel internacional están lógicamente
relacionadas con exposiciones o con proyectos mutuos en los que
colaboramos con diferentes museos, tanto del ámbito estatal
como del internacional. Pero son relaciones que afectan más
a momentos coyunturales, a proyectos muy concretos, más
que a una relación estructural.
-En los últimos
años los museos se hallan en plena transformación.
Eso ha generado varias críticas, ya que algunos sectores
entienden que se está anteponiendo el deseo de atraer público
a las verdaderas funciones del museo.
En
mi opinión, nadie puede criticar que los museos persigan
suscitar el interés social. Los museos, algunos concebidos
en la actualidad, se crean con ese objetivo. Se crean como un
intento de democratización del arte. En la sociedad europea
de mediados del siglo XVIII, las clases menos favorecidas no tenían
posibilidad de acceder al arte. Cuando se ponen en marcha los
primeros museos modernos a partir de la revolución francesa,
se hacen con el fin de que las colecciones de las clases dominantes
se pusieran a disposición del público. Criticar
que los museos pretendan difundir y extender lo máximo
desde un punto de vista educativo de la evolución del arte
mediante colecciones, no tiene sentido. Otra cosa es que por ese
afán por captar visitantes y por hacer que la sociedad
visite los museos, altere de alguna forma los propios contenidos.
Es decir, que se utilicen medios que no estén del todo
de acuerdo con la naturaleza de este tipo de institución,
que creo que es lo que se viene a criticar normalmente: que los
museos tiendan más a favorecer la presentación de
elementos de contenido artístico-cultural, pero con una
finalidad más bien espectacular y que tienen muy poco que
ver o de una forma muy lateral con el arte. En definitiva, creo que tenemos
la función principal de extender nuestro patrimonio a la
sociedad. Pero hay que hacerlo con un respeto. Hay una gran diferencia
a hacerlo desde el punto de vista de un museo de corte conservador,
a hacerlo a costa de sustituir los valores consolidados del arte
del pasado y del presente por acciones puramente especulativas
en torno al público. Si dentro de un museo en lugar de
presentar una exposición de la últimas tendencias
del arte internacional haces una cosa relacionada con la moda,
es posible atraer a más público al museo. Ahora,
no sé si sustituyendo el contenido se consigue lo que se
persigue. Creo sinceramente
que el arte es una cuestión de confianza, aunque muchos
museos internacionales empiezan a tocar techo. Lo que el arte
del siglo XX ha generado por sí mismo, ha llegado al tope
de la capacidad de atracción. Los museos tienen que sobrevivir,
crear nuevas expectativas en torno al contenido, y lo hacen a
costa de romper un poco la visión mucho más ortodoxa
de lo que han sido estos lugares. Lo que se plantean es hacer
exposiciones o proponer contenidos que tienen que ver no sólo
con el ámbito estrictamente artístico-cultural.
Una exposición como la de las motocicletas del Guggenheim
no tiene que ver tanto con el arte como con una visión
cultural. ¿Que eso lo pueden hacer los museos? Lo hacen, por lo
tanto está bien. Ahora, creo que ese tipo de acciones trae
una tremenda desconfianza en la posibilidades del arte mucho más
purista y ortodoxo.
-¿Ese tipo
de exposiciones llamativas organizadas por grandes Fundaciones
perjudican de alguna manera a museos que no pueden hacer lo mismo? No es una cuestión
de medios, es una cuestión de criterios. No creo que la
exposición de las motocicletas sea más cara que
una sobre Picasso, sino al contrario. Ahora, la rentabilidad de
una exposición de ese tipo no es igual a la de una puramente
artístico-cultural. Atrae más público, y
por lo tanto, los ingresos son mayores. Si un museo de arte tiene,
puede o debe permitirse separarse un poco de su naturaleza y abrirse
a otros ámbitos de lo "artístico", posiblemente
seremos capaces de suscitar una mayor atención o llegar
a un tipo de público que muchos no han sido capaces de
alcanzar. En ese sentido, la gran propuesta
de Krens para el Guggenheim ha sido plantear cómo un museo
de arte contemporáneo muy purista (porque el museo Guggenheim
de Nueva York es una de las colecciones de arte del siglo XX más
encorsetadas que existen) puede sobrevivir. Y lo hace a base de
esa propuesta muy imaginativa y atractiva. Es una manera de salirse
de los marcos tan estrechos e incluso se sale de la cronología.
Ejemplo de ello es la exposición
sobre China que abarca 5.000 años. Pero por otra parte,
no sólo se sale del siglo sino también del propio
arte, y se va hacia exposiciones de carácter más
cultural como puede ser la de las motocicletas o la reciente de
Armani. Es decir, propuestas que no están dentro del estrecho
marco de lo que llamamos arte, y nos abrazamos a otro tipo de
conceptos más amplios. Eso permite que un museo de arte
contemporáneo sea capaz de alcanzar públicos que
antes eran inéditos para la institución. En mi opinión,
eso lo puede hacer un proyecto como el Guggenheim pero no lo puede
hacer un museo como el Bellas Artes de Bilbao, que es un museo
creado con otra visión. Debe de preservar de una forma
enfática lo que han sido las premisas de un museo clásico
y moderno, en el sentido de que mantiene muy fija la colección
sobre lo que es el fenómeno del arte sin tener que salirse
de los límites tradicionales, con su función educativa,
su función de conservación y de investigación,
etc.
-En breve,
el museo Bellas Artes pasará a ser una Fundación.
¿Cuáles son los objetivos que persigue este cambio? Es un caso que se da
ahora pero que se ha ido meditando durante muchos años,
incluso antes de la creación del museo Guggenheim. La decisión
coincide con el ver cómo la estructura de un museo como
el Guggenheim funciona a la perfección desde el punto de
vista de la generación recursos propios, que es la principal
finalidad por lo que se da este cambio dentro del Bellas Artes.
En ese sentido, el Guggenheim ha sido un ejemplo muy vivo y muy
directo para que nosotros ahora asumamos ese campo. Trata fundamentalmente
de crear una estructura jurídica que facilite, por una
parte, la incorporación de la sociedad civil, es decir,
la participación solidaria de la sociedad civil con las
instituciones para lo que es el mantenimiento y la extensión
de la actividad financiera del museo; y por otra, pretende que
sea también una estructura jurídica que favorezca
la gestión con un criterio mucho más empresarial
de lo que es el museo. En mi
opinión, el museo ha dado muestras en los últimos
años del potencial de creación de recursos que tiene.
De hecho, una medida como la de cobrar la entrada al museo ha
sido muy positiva desde el punto de vista de la generación
de recursos, y la aceptación de patrocinio también
ha sido muy importante. En realidad nos hemos colocado en un porcentaje
de autofinanciación, que salvo el Guggenheim, pocos museos
españoles tienen. Estamos hablando de en torno a un 30%
de autofinanciación, que es un porcentaje muy importante.
Lo que se pretende fundamentalmente es que el museo aspire a tener
una nueva dimensión financiera mucho más ambiciosa,
y una nueva dimensión organizativa junto con una política
institucional de la administración que secunde una visión
de la sociedad civil. Un cambio, también, que va a suponer
una revolución desde el punto de vista de la organización
interna del museo. Creo que será un elemento revulsivo
para seguir adelante.
-¿Y en cuanto
a adquisición de obras? Eso es lo más
importante que puede hacer personalmente el director del museo.
A parte de la exposiciones (que son muy necesarias), lo más
importante es el patrimonio de la institución, incorporar
elementos que tengan una significación dentro de la colección
del museo. En ese sentido, espero que este cambio en la personalidad
jurídica y la creación de la Fundación pueda
permitir recuperar de alguna forma el espíritu internacional
del museo donde se produjeron importantes donaciones de legados.
Procuraremos crear condiciones favorables para que se produzcan
también a partir de ahora ese tipo de actuaciones generosas
por parte de la sociedad civil.

-Una vez conformada
la Fundación, ¿se tratará de reforzar las actividades
culturales que paralelamente ofrece el museo? Por
supuesto. El proyecto de reforma de ampliación del Museo,
va a posibilitar crear nuevos espacios para ese tipo de servicios
(biblioteca, restauración, educación, etc.) que
antes no tenía porque no se contaba con los medios e infraestructuras
para poder desarrollarlos. En el ámbito de la educación,
este Museo ha sido muy pionero en la puesta en marcha de iniciativas
relacionadas con ella, sobre todo con la educación de carácter
escolar. Dentro del proyecto de ampliación uno de los objetivos
es dotar de una nueva dimensión a todos los programas didácticos
y ampliar los servicios que ofrece en la actualidad el Museo.
En breve, ya se irán citando cuáles son esas propuestas.
-¿Cuáles
son las exposiciones que en breve visitarán al Bellas Artes? La
más importante que va a visitarnos es la propia colección
del Museo. De cara a octubre del próximo año reinstalamos
nuestra colección. Para entonces las obras ya estarán
acabadas y la presentación se va a hacer tomando como referente
la inauguración del Guggenheim. Se está trabajando
en muchísimos proyectos pero ése puede ser el más
importante. También está la exposición de
Albert Marquet, un pintor muy interesante, para lo que se está
colaborando con el museo de Bellas Artes de Burdeos. Se expondrá
a principios del próximo año.
-¿Le queda
al Museo de Bellas Artes algún objetivo por realizar?
En
mi opinión, lo más interesante e importante es que
al Museo le quedan unas posibilidades de crecimiento enormes.
A lo largo de su historia y en los últimos años,
ha conseguido significar algo dentro del contexto de los museos.
Pero todavía le queda una capacidad de crecimiento mucho
mayor, y creo que es lo que a todos los que trabajamos en el Museo
nos ilusiona. Hasta ahora se han conseguido muchas cosas, pero
todavía tiene que crecer en dimensión financiera
y administrativa, en actividades, en su colección, etc.
Todo eso empezará a ser posible a partir de los movimientos
de cambio: uno, la creación de la Fundación, y dos,
la recuperación de todas las instalaciones para la puesta
en marcha de los nuevos servicios. En lo más concreto,
creo que si este Museo está jugando un papel muy importante
como complemento del Guggenheim (un poco por esta limitación
que hemos tenido en cuanto a que no hemos dispuesto de las instalaciones
en su conjunto), todavía le queda significar algo más.
Es decir, que sin quitar ese papel de complemento del Guggenheim,
que sea mucho más visitado de lo que es ahora y que la
sociedad civil participe de una forma directa en el ámbito
del Museo. En esto último también el Museo va a
ser modélico, ya que muy pocos museos mantienen esa relación
cívica dentro de la propia estructura del museo. En definitiva,
queda un camino muy importante que recorrer en la cultura. Fotografías: Estibalitz Ezkerra
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Euskonews & Media 113.zbk (2001 / 3 /
2-9)
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