Bitoriano Gandiaga, el poeta de los seres humanos
* Traducción al español del original en euskera
Iñaki Beristain
Bittoriano se nos ha ido. Y precisamente en el apogeo de su creatividad, en uno de sus mejores momentos, ofreciéndonos con su partida un bello último poema. Ha sabido advertir el aspecto más hermoso de la muerte del mismo modo en que a través de su mirada de poeta admiró la belleza de la vida y de la naturaleza. Bittoriano se nos ha ido dedicándole una última sonrisa a la vida.

Me preguntan que qué hemos perdido con la muerte de nuestro hermano Bittoriano Gandiaga. Rememorándolo a partir de su ausencia, me atrevería a sintetizar la esencia de su persona y de su obra en una sola palabra: humanidad. Bittoriano, bien como persona, bien como poeta, era enormemente humano. Su mirada reflejaba todo un cúmulo de sentimientos hacia el ser humano. El sufrimiento, temática central de su poesía, brotaba en su corazón para adquirir expresión a través de la mirada.

Califico a Bittoriano de sensible por su incapacidad de crear una poesía "vacía". Empleaba las palabras como pocos saben hacerlo, escogiendo siempre las adecuadas. Les sacaba un tremendo partido. Claro está que bien podía haber compuesto poemas simplemente enlazando palabras entre sí, pero su concepción de la poesía distaba mucho del mero juego de palabras. La poesía nacía en su corazón. Lejos de desprender a las palabras de su belleza, Bittoriano las exprimía hasta sacarles todo su jugo y así poder transmitir un mensaje humano. Llevaba el corazón en la mirada, y la mirada en el corazón. Sus ojos alcanzaban a ver el interior.

«Begian jaio zan.
Nire eskuak ez eutsan
ikutu sekulan.
Iruntz-tanto bat zan
okaran baltzean.
Begian jaio zan» (Elorri, poema nº 191).

Bittoriano adoptó como símbolo principal de su primera obra el espino, una opción que, en mi opinión, no sólo se debía a la abundancia del mismo en las praderas de Arantzazu, sino, muy especialmente, al hecho de tratarse de una especie cuyas ramas le evocaban la imagen de un ser humano atormentado por el sufrimiento. Siempre se mostraba "inquieto" por la dualidad del querer mas no poder, inquietud en la que arrastraba todos los sufrimientos y amarguras de la humanidad.

«Zure irudia
arantzan.
Arantza
gure
bizitzan.
Geure irudi bat
ikusi dogu
irudi
samin
horretan» (Elorri, poema nº 105)

En ese aspecto, no me parece que la poesía de Bittoriano de "Elorri" pueda calificarse de intimista, ni de social la de "Hiru gizon bakarka". Por encima del cambio que se percibe en ciertos cuadros y puntos de vista de su poesía, toda ella constituye una dramática conversación mantenida con el falto de rumbo hombre moderno.

«Bideak bizi nabe,
ertz ziurrik ez daukeen
barruko bide luze
elburu gabeak.
Bideak hilko nabe» (Elorri, poema nº 133)

Mas no todo era fuente de sufrimiento para Bittoriano; también sabía gozar. Su profunda mirada no cesaba de descubrir sencillos placeres. ¡Cuánto admiraba la naturaleza! ¡Qué bien entendía su lenguaje! ¡De qué modo amaba Arantzazu! Bittoriano, sin embargo, se hacía cargo de los sueños de los hombres actuales. De ningún modo era un poeta trágico; amaba a sus semejantes y deseaba su felicidad, oponiéndose tajantemente al menor menoscabo de su dignidad. Incluso en medio de la debilidad humana, era capaz de descubrir sueños de grandeza.

«Usteltzen dira
zure arantzak.
Inoiz ez zure
ustea.
Zauritutako
zure ondoan,
Udabarriro,
lorea» (Elorri, poema nº 17).

Para Gandiaga, este gran humanismo no le creaba un drama irremediable. Quizás, a la hora de destacar los diversos aspectos de nuestro poeta, con frecuencia pasamos por alto que Bittoriano halló la luz y el sentido de esta dramática humanidad en la fe cristiana. En ella hallaba la paz interna en la que apagaba sus humanas ansias internas. La "gregoriana sombra del Coro" le brindaba la balsámica presencia divina. La fe dotó a Bittoriano de una mayor humanidad.

Por lo tanto, ¿que qué hemos perdido? ¡Quisiera pensar que nada! Cierto que Bittoriano se nos ha ido, pero esperemos que su profunda y magnífica humanidad permanezcan junto a nosotros. Considero que Bittoriano ha sido un fiel testigo de la lucha liberadora del ser humano y que su testimonio durará para siempre. Vivió y murió ensalzando a la vida y al ser humano. Probablemente se trataba del poeta más humano de nuestro país, pero confiemos en que los caminos trazados por Bittoriano no se vuelvan en contra de la humanidad, porque en tal caso su muerte sí que sería una tremenda pérdida.

¡Descanse en paz nuestro hermano Bittoriano Gandiaga, el poeta del sufrimiento y de las alegrías humanas, el poeta del ser humano!


Iñaki Beristain, fraile de Arantzazu
Fotografías: Euskaldunon Egunkaria, (Arantzazu) Enciclopedia Auñamendi

Euskonews & Media 114.zbk (2001 / 3 / 9-16)


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