Antropología biológica y sociedad
E. Rebato & C. Susanne


Introducción

La Antropología tiene su origen en la cultura europea del siglo XIX, como resultado de las observaciones de los viajeros y colonizadores, así como en las publicaciones de Darwin: la variabilidad humana pasa a ser de interés a nivel físico pero también a nivel cultural, y esta variabilidad y su origen constituyen los estudios de los primeros antropólogos. A pesar de las numerosas definiciones propuestas (Spencer, 1997), la Antropología Física o Biológica continua siendo el estudio de la Historia natural del Hombre. Sin embargo, el problema de su definición se debe en parte a la imagen que el gran público tiene de esta ciencia. Muchas personas responden habitualmente ante la pregunta de ¿Qué es la Antropología? diciendo que "es el estudio de las sociedades primitivas" o también, "el estudio de los huesos/esqueletos antiguos". Otros campos de estudio de la Bioantropología no son prácticamente citados jamás, lo cual no favorece realmente a una ciencia que quiere ser la ciencia del hombre, la integración de los conocimientos biológicos y humanos. Las informaciones de prensa tratan habitualmente de los fósiles humanos y también de los grandes primates (p.e. gorilas, chimpancés), pero los problemas fundamentales y filosóficamente importantes de la historia de las poblaciones humanas, de la definición del hombre, de la relación de las poblaciones con la cultura y con el medio donde viven, de la comprensión de la variabilidad humana, no parecen ser de interés general. Frecuentemente, la Antropología es también catalogada como el estudio de las variaciones raciales. Sabemos que esta concepción responde a un pasado ya caduco, pero dado como se desarrolló en sus comienzos la historia de esta ciencia, dicha imagen subsiste a pesar de todo. Parece que este pasado está todavía presente en el espíritu de algunos antropólogos que prefieren llamarse ecólogos humanos, biólogos humanos, auxólogos, etc., como si tuvieran vergüenza del término "antropólogo". Pero, lo quieran o no, estas otras terminologías no esconderán jamás el hecho de que seguirán siendo considerados como antropólogos.

El antropólogo sabe, y debería transmitirlo de forma clara y comprensible al gran público, que las mayores distancias genéticas no se suelen encontrar entre las poblaciones, sino entre los individuos que las forman, o dicho de otra manera, la variabilidad objeto de estudio de esta disciplina es esencialmente interna a las poblaciones, es decir, intrapoblacional: en esencia, las distancias genéticas entre individuos pertenecientes a una misma nación representan el 86% de la variación humana total, el 7% corresponde a las distancias entre "grandes razas o troncos raciales" (Caucasoide, Mongoloide, Negroide), mientras que el 7% se observa entre naciones pertenecientes a una misma "raza". Estos datos hacen totalmente imposible justificar la agresión o simplemente la discriminación por causas "raciales". Pero sabemos que, desgraciadamente, la xenofobia está siempre presente y que las agresiones de tipo xenófobo y racista forman a menudo parte de nuestra actualidad. Los antropólogos deberíamos permanecer atentos: en el contexto actual del "cada uno para sí mismo", el racismo de la exclusividad étnica gana de nuevo influencia. Nadie desea una Europa (ni una Humanidad) aséptica, de pensamientos únicos, donde las culturas nacionales y las lenguas regionales, las tradiciones y costumbres desaparezcan a favor de una estandarización total del modo de vida. Pero tener raíces no excluye promover un entendimiento entre los códigos locales y los códigos más comunitarios, la diversidad cultural debe estar disociada de la ideología de sangre y tierra (suelo).

Todo esto, se quiera o no, tiene implicaciones en Antropología, donde la opinión pública nos juzga muchas veces sobre la base de la metodología y de la filosofía de nuestras investigaciones: debemos por ello permanecer doblemente prudentes, incluso en nuestra "nueva" Europa. Si las diferentes culturas no pueden, o incluso no deben comunicarse entre ellas y ciertamente no mezclarse, si las culturas deben permanecer "puras" y toda referencia a valores comunes no es más que tiranía, entonces no hay más elección: es el retorno a las visiones románticas de las comunidades visceralmente cerradas sobre sí mismas, es la incapacidad de sobrepasar las singularidades atávicas, es la oposición entre el particularismo y el universalismo. La riqueza europea no se basa solo en la pluralidad, es también el diálogo entre las pluralidades. Dicho de otra forma, en la cultura europea, el encuentro de las diversidades, de los antagonismos, de las competiciones o de las complementariedades es importante y fertilizante. La dificultad de concebir Europa reside en el principio dialógico de pensar en la unidad dentro de la complejidad (unitas multiplex), de pensar y defender la identidad dentro de la no identidad. El principio dialógico significa que dos o numerosas lógicas diferentes están unidas en una unidad compleja: complementaria, competidora, antagonista (E. Morín, 1990). (INDICE)

Antropología Biológica: los riesgos pseudocientíficos

El riesgo de influencias pseudocientíficas forma también parte de la Historia de la Antropología. Hoy, este riesgo se traduce en términos de creacionismo y de sociobiología, por ejemplo. El creacionismo constituye un riesgo no despreciable de oscurantismo y de ausencia de informaciones objetivas. Es el caso por ejemplo de los Estados Unidos, donde en 1972 se creó el Instituto de "investigaciones" creacionistas, argumentando que la evolución no es más que una teoría entre tantas y promoviendo el uso como único texto "científico" la Biblia. Es sorprendente que en las escuelas de Kansas se evadan los exámenes y descubrimientos recientes de la ciencia sobre la evolución de las especies. América resulta a veces sumamente chocante al confundir libertad y fanatismo, y al ofrecer un credo que se creía pasado y ligado a las facciones religiosas ultraconservadoras. En contraste, Europa posee iniciativas positivas para superar las antiguas fracturas entre Ciencia y Religión en materia de evolución que compatibilizan las creencias religiosas y los estudios sobre la evolución. Las encuestas de opinión indican que al menos un 50% de los estadounidenses rechazan el origen del Hombre dentro del mundo de los Primates y creen en la Creación con la literalidad descrita en el Génesis. En cambio la creencia en una evolución dirigida por una voluntad divina cuya finalidad ha sido crear al hombre se presenta tanto en América como en Europa. Pero, ¿qué porcentaje se alcanzaría en Europa si se realizara una encuesta como ésta?, ¿y en el mundo musulmán?. El creacionismo y el fundamentalismo estarían también presentes sin lugar a dudas. A los detractores del fundamentalismo les gustaría probablemente parafrasear a Thomas Henry Huxley observando que la evolución se percibe aún como una idea peligrosa para las "viejas damas de ambos sexos". (INDICE)

Antropología Biológica: el reto de la Bioética global

Se habla a menudo de la Biología como de la ciencia del siglo XXI y de la influencia de las técnicas biológicas sobre la evolución humana del futuro. Sin embargo, el mundo antropológico está poco presente en estos debates. Ahora bien, podríamos afirmar que la evolución humana es específica por el hecho de que el ser humano ha modificado siempre sus condiciones mesológicas y por tanto la selección natural: la caza al principio, la agricultura después, la industrialización, la urbanización, la medicina, las vacunaciones, la contracepción, las reglas sociales de matrimonio, las reglas culturales de vida en sociedad, etc., han cambiado en todo tiempo el ambiente humano. El Hombre interviene continuamente sobre su procreación y su comportamiento social y personal. Por tanto, una de las cuestiones más interesantes que se plantea la ciencia no es ya solamente saber cómo va a evolucionar la especie humana, sino conocer quién va a elegir la forma en la que evolucionaremos. Jamás antes hemos estado en una situación donde podríamos tener tanta influencia sobre nuestra especie, su sociedad y su futuro.

Deberíamos ser más los antropólogos que nos comprometiéramos en este tipo de debates ya que somos posiblemente los mejor situados para llevar a cabo la unión entre filosofía y ciencia. Es pues importante permanecer atentos y críticos respecto a las técnicas de control y de manipulación del comportamiento individual y colectivo. Los nuevos descubrimientos de la bioquímica del sistema nervioso son una fuente de esperanza si no son utilizados de manera coercitiva o para manipular la opinión de los individuos. Quizá seguiremos así a nuestros ilustres predecesores, como Broca, que publicó en el Boletín de la Sociedad de Antropología de París numerosos artículos sobre el materialismo del espíritu (J.N. Missa, 1993). "Esperar a que algunas decenas de "sabios" dicten la moral, tracen la frontera entre lo que está permitido y lo que está prohibido no es digno de una colectividad que debe, para ser realmente humana, sentirse responsable de sí misma" (A. Jacquard, 1984). (INDICE)

El reto de los problemas demográficos

No escaparemos sin duda al crecimiento demográfico y a los 10 a 12 mil millones de habitantes previstos para el año 2050 y a sus consecuencias sobre los sistemas naturales y sobre las relaciones Norte-Sur, por ejemplo. La clave para comprender el sobrepoblamiento no es únicamente la densidad de población, sino la relación entre ella y los recursos ambientales y la capacidad del medio para soportar las actividades humanas. Se puede considerar que una región sufre un sobrepoblamiento cuando los recursos no renovables disminuyen y el ambiente se degrada a largo plazo; de hecho, siguiendo esta definición, prácticamente el conjunto del planeta sufre un exceso de poblamiento. Desde el punto de vista de la Ecología Humana el fracaso en la obtención de recursos revela que el ecosistema humano está gestionado por estructuras sociales que no redistribuyen adecuadamente la riqueza o impiden a amplios sectores de la población el acceso a los beneficios materiales y morales del medio humano. Plantear el problema demográfico en términos malthusianos es obsoleto ya que el acento no se puede poner en el número de personas, ni en la relación habitantes/recursos sino en la necesidad de gestionar el ecosistema para beneficio de la población y no de las oligarquías o de los grupos militares. El crecimiento demográfico estará acompañado cada vez de un mayor estrés tanto en términos ambientales como sociales. El hambre, que afecta ya a mil millones de personas de forma casi crónica, será cada vez más agudo y se extenderá a nuevas regiones del planeta. Su causa principal es la práctica de las guerras genocidas y de las tácticas de bloqueo del transporte por parte de los grupos militares que consideran que provocar hambre y destruir moralmente la resistencia de la población forma parte de la guerra. Tampoco son despreciables los riesgos epidemiológicos que todo esto supone. La explosión demográfica parará algún día, evidentemente, cuando se evite usar el secuestro de recursos como forma de lucha entre pueblos, religiones o grupos políticos. Redistribuir la riqueza que producen los ecosistemas humanos es la solución premiando el prestigio de los redistribuidores y no de los que acumulan. El prestigio de las clases dirigentes de todos los grupos étnicos se basa en la ostentación, en las fiestas del derroche, en la posesión de lo innecesario, en la acumulación como forma de distinción. Promover el desarrollo sostenible no es una tarea incompatible en los ecosistemas humanos actuales. No hay muchas soluciones al problema demográfico para quienes piensan que la gestión desigual del ecosistema no es un inconveniente. El control de los nacimientos, como única solución, no puede impedir que la miseria continúe bien implantada en muchos países. La redistribución de los recursos aunque parece una tarea casi imposible requiere permitir el acceso a la educación, a la formación tecnológica y a la participación política de los grupos humanos que aparentemente poseen menos recursos. En la sociedad victoriana se confiaba en el efecto de un aumento de mortalidad por el hambre y las epidemias, se esperaba ver en ello una actuación de la selección natural sobre las poblaciones menos dotadas por la naturaleza. Pero se desconocía que estos efectos nunca iban a eliminar el problema de la miseria, pues las sociedades jerárquicas que permiten su existencia la conservan como un patrón de vida y la perpetúan con su sistema de gestionar el ecosistema en el que viven (Rebato y Rosique, 2001).

La Antropología tampoco puede escapar a este debate demográfico ya que las soluciones alternativas implican un cambio social: detener los problemas causados por el crecimiento demográfico, cambiar el sistema económico del crecimiento hacia la renovación de los recursos, disminuir el consumo, no puede producirse sin un cambio profundo de mentalidad. Un subproducto del crecimiento demográfico es el problema de las migraciones. Las migraciones actuales son respuestas a situaciones en países jerarquizados que no presentan una redistribución ecológicamente sostenible. "Los enormes desequilibrios creados por la demografía y los circuitos de información que permiten a cada uno saber lo que ocurre más allá de sus fronteras no pueden sino provocar flujos migratorios crecientes de todos aquellos que no aceptan vivir como subhombres" (Jacquard, 1984). (INDICE)

¿Dónde se sitúa la Antropología Biológica actual?

La Antropología europea sigue preconizando la definición de la Antropología física o biológica como el estudio de la Historia Natural del hombre, como un estudio holístico de las poblaciones humanas. Pero la Antropología tiene tendencia a subdividirse en subdisciplinas y la especialización conlleva a menudo la pérdida de este enfoque global que la caracteriza. Los antropólogos que se refugian detrás de sus subdisciplinas diciendo "mi investigación es…" en lugar de "mi investigación antropológica se interesa particularmente por…", no favorecen de esta forma la imagen de la Antropología y no se defenderán mejor a nivel académico: el genético de poblaciones no será reconocido como tal por la genética molecular, el auxólogo no lo será por los pediatras, el paleontólogo humano por el prehistoriador, el paleopatólogo por la medicina, etc. Incluso se defenderán aún menos (y defenderán menos a la Antropología) oponiendo las diferentes subdisciplinas entre ellas. La Antropología no puede seguir el pensamiento reduccionista, debe permanecer holística, las subdisciplinas deben ser interdependientes. "Yo no conozco el todo si no conozco las partes, pero yo no puedo conocer las partes si no conozco el todo" (Pascal). Por supuesto como antropólogos no podemos adquirir todas las competencias (desde la prehistoria a la genética, por ejemplo), pero debemos ser capaces de estimular la complementariedad de las disciplinas y de enriquecer las unas por las otras. Debemos alejarnos también del espíritu de oposición binaria: Antropología del esqueleto vs Antropología molecular, Evolución humana vs Biometría, etc. La unidad de la Antropología reside en el hecho de que las poblaciones humanas responden siempre a los mismos principios biológicos, sean modernas o fósiles. Los hombres fósiles no eran fósiles durante su vida y el hombre prehistórico no sabía que era prehistórico porque vivía en consonancia con los descubrimientos, con la cultura y la organización social más moderna posible. Aplicar el holismo a la Antropología proporcionará una imagen más integrada y satisfactoria del conocimiento que tenemos sobre el hombre. (INDICE)

Conclusión

Una sociedad moderna no puede realizarse en el futuro, sin un sistema de educación que estimule la máxima libertad de pensamiento y el sentido crítico, el respeto a las leyes de la racionalidad y el rechazo de toda manipulación. El bioantropólogo debería intervenir, por ejemplo, en la planificación de los nacimientos, de la salud y de la muerte en las sociedades humanas. También debería escapar del racismo y de los excesos del nacionalismo de cualquier bandera. Cada población y cada cultura necesita ser particular, cada una tiene sus raíces en un espacio y un periodo determinado, pero al mismo tiempo cada cultura necesita ser universal. Esta síntesis y esta universalidad engendran la libertad y la trascendencia. Muchas sociedades y poblaciones han permitido a los antropólogos acumular datos para diferenciar unas poblaciones de otras pero tenemos la obligación de que estos datos no sean utilizados de manera abusiva con fines xenófobos o racistas. A nosotros nos toca participar en los problemas sociales, o inhibirnos. Tenemos la oportunidad de fomentar la solidaridad entre pueblos con el estudio de los huesos, pliegues cutáneos, proporciones corporales, somatotipos y frecuencias de genes debido a que la Antropología moderna ha observado que la raciación geográfica, propia de todos los mamíferos, no llegó a completarse en la historia evolutiva humana y no produjo razas ni genética, ni morfológicamente muy distantes como sí ocurrió con otros mamíferos. Pertenecemos a razas incompletas, inconclusas gracias el flujo génico, pertenecemos a poblaciones del pasado que no llegaron a separarse reproductivamente de cualquier vecino, a poblaciones en las que el gusto por la belleza del extranjero nunca pudo borrarse a pesar de la propaganda cultural a favor de la endogamia. El futuro de la especie difuminará más la raciación inacabada (Rebato y Rosique, 2001). No escaparemos a la sociedad del siglo XXI y a sus eventuales riesgos, por lo que debemos prepararnos para discutir esos riesgos y adaptar los principales logros de la Antropología a nuestra enseñanza, única herramienta garante de la democracia.

"El Hombre está obligado a cada instante a inventar al Hombre" (Jean Paul Sartre). Nos permitimos parafrasear al autor francés diciendo que "los antropólogos están obligados continuamente a inventar a los antropólogos". La riqueza de la Antropología es el estudio de la biodiversidad humana. Aceptemos esta diversidad pero trabajemos al mismo tiempo para desarrollar un espíritu común. Aceptemos la fusión de las ciencias exactas y humanas en la Antropología, las aproximaciones científicas y humanísticas. La Antropología tiene un futuro e incluso un papel muy pertinente a jugar si sabemos interpretar los nuevos desarrollos de la biología, de la genética, de la medicina, de la ecología. Pero esta ciencia se defenderá mejor en tanto que disciplina, y no bajo el título de subdisciplinas, resaltando el estudio de la historia natural del hombre y de su diversidad en los distintos ecosistemas humanos.

Agradecimientos: Los autores agradecen al Dr. D. Javier Rosique Gracia la revisión de este manuscrito así como las ideas aportadas para su elaboración. (INDICE)

Bibliografía

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JACQUARD, A., (1984). Inventer l'Homme. Ed. Complexes, 180p.

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MORIN, E., (1990). Penser l'Europe. Gallimard. 266p.

REBATO, E. & J. ROSIQUE (2001). Antropología Biológica y estudio de poblaciones en EuskalHerria.Curso Jakitez. Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos.

Spencer, F. (1997). History of Physical Anthropology. Vols. 1 y 2. Garland Publishing, Inc., New York & London. (INDICE)


E. Rebato, Departamento de Biología Animal y Genética-Facultad de Ciencias, Universidad del País Vasco-EHU-Apdo. 644-48080 Bilbao, España
C. Susanne, Laboratory of Anthropogenetics-Faculty of Sciences, Free University Brussels-Pleinlaan, 2-1050 Brussels, Belgium

Euskonews & Media 115.zbk (2001 / 3 / 16-23)


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