Título de la publicación: Revista
Internacional de los Estudios Vascos
Año
de la publicación: 1932
Páginas
del artículo: 457-486
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Si
hay hoy un punto firme en la etnología peninsular parece
ser el carácter no ibérico ni céltico de
los grupos vascos, ‘así como su origen en los pueblos de
la cultura pirenaica del eneolítico. Sobre ello hemos tratado
en otras ocasiones y no es preciso repetir lo dicho entonces.
Recientemente se han
publicado un trabajo del Sr. Sánchez Albornoz: Divisiones
tribales y administrativas del solar del reino de Asturias en
la época romana (Madrid 1929)y otro nuestro: Etnología
de la península ibérica (Barcelona 1932), en
los cuales se ofrecen nuevos puntos de vista interesantes para
el problema de la etno logía vasca y para su historia primitiva.
El Sr. Sánchez Albornoz obtiene una delimitación
muy precisa y exacta en la mayor parte de sus puntos de las tribus
del N. de España, incluyendo en ellas a los pueblos vascos.
En nuestro libro, tratando más ampliamente los problemas
que habíamos venido estudiando en diferentes estudios anteriores
creemos poder rectificar algunos detalles de la delimitación
del Sr. Sánchez Albornoz y sobre todo llegar a conclu siones
de interés acerca de los movimientos célticos en
España que pueden cambiar la manera de verlos en relación
con el país vasco. Por ello conviene, resumiendo lo dicho
en nuestra obra acerca de la delimitación de las tribus
vascas, tratar más ampliamente del problema de los celtas
en relación con ellas.
El territorio de los pueblos vascos
Los vascones ocupan aproximadamente
el territorio de la actual Navarra, salen al mar por el extremo
oriental de Guipúzcoa y son vecinos, por su parte SE. de
los edetanos que llegan a la región da Saldubia (Zaragoza)
y por el SO. de los celtíberos del Ebro, así como
de los pelendones de la parte montañosa que limita el valle
del Ebro y al O. de los berones de la Rioja.
El límite de
vascones y berones viene a coincidir aproximadamente, en un principio,
con el de las actuales provincias de Logroño y Navarra,
teniendo sin embargo los vascones en el máximo
territorio que se les atribuye las cabezas de puente de Calagurris
(Cala horra)y Gracchurris (región de Alfaro) (1)
y probablemente los valles anejos. La divisoria entre ambos pueblos
parece encontrarse en la zona de bosques que cruza la actual carretera
de Zaragoza a Logroño entre la Venta de Rufina y Ausejo.
Más hacia el S. y antes de Cascantum (Cascante) atribuída
a los vascones, la población actual de Fitero parece señalar
el límite entre vascones y pelen dones, extendiéndose
los últimos hacia el Oeste embocando la mon taña
por la cuenca del río Alhama, en donde los pelendones tienen
la ciudad de Contrebia Léucada (junto a Cervera de río
Alhama). Los límites actuales de Navarra con la provincia
de Zaragoza pare cen constituir también la frontera de
los vascones con los celtíberos de las vertientes del Moncayo,
a los cuales pertenecen Turiasso (Tarazona), Bursada (Borja)y
Balsium (Cortes). Por el E. no hay ningún indicio positivo
para señalar la fron tera. Esta podría estar indicada
geográficamente por la región de Las Bárdenas
y subir hacia la sierra de la Peña. Hasta donde lle gasen
los edetanos de Saldubia-Zaragoza al E. de la frontera vas cona
y donde comenzasen los ilergetas que se extendían por lo
menos hasta Osca-Huesca, tampoco lo sabemos: parece sin embargo,
que la divisoria entre edetanos e ilergetas, si los ilergetas
llegan hasta la frontera vascona, habría que buscarla por
la línea que de Las Bárdenas va por los Montes de
Castejón y los Montes de Zuera hacia la sierra de Alcubierre
y los Monegros que constituirían la frontera de edetanos
e ilergetas, pasando el límite, en el camino de Zaragoza
a Lérida, acaso por la extensa zona despoblada entre Osera
y Bu jaraloz.
Más al N.
de las Bárdenas, tenemos que, según Ptolomeo, los
vascones se prolongan por el Alto Aragón, al N. de la sierra
de la Peña hacia la región de Jaca: dicho autor
les atribuye taxativamente Iacca (Jaca), la capital de los lacetanos.
Acaso aquí nos en contramos en un caso de restablecimiento
de límites antiguos por los romanos en favor del pueblo
originario y de ello cabría concluir que los vascones,
antes de la entrada, no demasiado antigua, de los iacetanos originarios
del territorio aquitano de Francia (pues los iacetanos parecen
ser los mismos aquitanos) en sus domicilios históricos
más acá del Pirineo, habrían poseído
buena parte de los valles de éste.
Más al N. de la divisoria
de vascones y berones (2),
los primeros seguían hacia el O. de Estella, a encontrar
las alturas de la sierra del Aralar (en donde tenían Oarso-Oyarzun).
Según Sánchez Albornoz, el límite de los
vascones con sus vecinos occidentales por esta parte, los várdulos,
iría por el valle del Ega, por las sierras de Urbasa, Andía
y Aralar y finalmente buscaría el mar por la divisoria
entre los valles del Urumea y del Oyarzun.
Los várdulos,
de los cuales Ptolomeo cita, entre otras imposibles de identificar,
las ciudades de Tritium Tuboricum (Motrico), Tullonium (Alegría),
Alba (Albéniz) cerca de Salvatierra, seguían al
occidente de la frontera mencionada de los vascones y llegaban
por la costa hasta el valle del Deva, en cuya desembocadura se
halla Tritium Tuboricum (Motrico). El valle del río parece
ser su divisoria con los vecinos occidentales, los caristios y
aquí, como hace notar Sánchez Albornoz basándose
en Campión, parece coincidir la frontera con los límites
de los dialectos vascos, guipuzcoano y vizcaíno, extendiéndose
el último por Vergara y Salinas. Pasada la sierra, la frontera
de várdulos y caristios atraviesa la llanura de Vitoria
entre Suessatium (Zuazo) y Veleia (Iruña) de los segundos
y Tullonium. (Alegría) que pertenecía a los várdulos
y entre cuyas ciudades for maría la divisoria la cuenca
del río Zadorra, yendo a parar a los montes del condado
de Treviño, cuyo nombre antiguo (Trifinium) se refiere
sin duda a la frontera de los tres pueblos que en él coincidían:
autrigones, caristios y várdulos, formando la sierra de
Cantabria la barrera montañosa que limita los várdulos,
extendiéndose los berones por la parte meridional de dicha
barrera. Los várdulos, pues, tenían casi toda la
actual provincia de Guipúzcoa y la mitad oriental de la
llanura de Vitoria, en donde, algo al occidente de esta ciudad
comienzan los caristios con Veleia y Suessatium.
Los caristios están
situados entre los várdulos y los autrigones. Los localiza
la situación de las ciudades que Ptolomeo
les atribuye, esto es Suessatium-Zuazo, Tullica (probablemente
Tuyo en la ibera del Zadorra) y VeleiaIruña (3).
Además Ptolomeo los hace llegar a la desembocadura del
Deva (4).
Por el S. formarían su límite las sierras que cierran
el valle de Miranda por el N.: sierra de Tuyo, etcétera,
tocando los caristios al condado de Treviño.
La frontera de los
caristios con los várdulos sería probablemente el
límite de las actuales provincias de Guipúzcoa y
Vizcaya, al occidente de Motrico, en la divisoria occidental de
aguas del Deva, hacia el Alto de Urcárregui, el monte Max,
el puerto de Azcárate, el grupo de montañas cerca
del monte Elósua, al E. de Vergara (que desde el punto
de vista dialectal cae dentro de la zona vizcaína), para
buscar la sierra de Aitzgorri, la sierra Elguea y el puerto de
Arlabán. Desde allí la frontera seguiría
aproximadamente la cuenca del Zadorra, por los montes al O. de
Vitoria, yendo a buscar el ángulo NO. del condado de Treviño,
en donde coincidían los tres pueblos de autrigones, caristios
y várdulos.
El límite
occidental de los caristios marca a la vez la frontera con los
autrigones. Por la parte de Vizcaya y Alava eran los autrigones,
según Ptolomeo, las bocas del Nervión, el Portus
Ammanus, llamado también Flaviobriga (situada según
unos cerca de Castro Urdiales, según otros Bilbao) y las
ciudades de Uxama Barca (Osma de Valdegovia), en la ribera occidental
del río Omecillo y Deobriga (a la derecha del Ebro, delante
de Puentelarrá, según Sánchez Albornoz).
La frontera con los caristios parece arrancar de las sierras al
N. del valle de Miranda, por las de Arcamo y los montes de Gutbijo
sube por la cuenca del Omecillo hasta cerca del valle de Orduña
y, formando aquí la divisoria el nudo montañoso
de las peñas de Orduña, baja a buscar el mar, siguiendo
primero el valle y luego el curso del Nervión.
Por el S., el
territorio autrigón comprende la Bureva, intercalándose
como una cuña entre las dos tribus célticas de los
berones de la Rioja y de los turmódigos o turmogos de las
tierras burgalesas. A los autrigones les atribuyen Plinio Virobesca
(Bribiesca), Tritium (Monasterio de Rodilla) y Ptolomeo, además
Segisamunculum (Cerezo de Río Tirón), Vindelia (Santa
María de Rivaredonda) que vigila el desfiladero de Pancorbo
y que emboca el camino del interior del territorio autrigón
en donde se halla Deóbriga (Puentelarrá), Vindelia
y Deobriga así como también les atribuye Salionca
(Poza de la Sal según Sánchez Albornoz).
Así los límites
extremos por el S. de los autrigones desde el valle
de Miranda, el condado de Treviño y los montes Obarenes,
por el límite de las provincias de Logroño y Burgos,
van a buscar los montes de Oca (5),
en donde la Brújula les separa de los turmódigos
que comienzan al O. con Deobrigula (Tardajos). Siguen luego el
límite de la zona montañosa al O. de Poza de la
Sal (Alto de las Cruces: 1028 metros, Altoteiro: 1175 m. )que
forma la cuenca del río Omina, hacia la confluencia del
Oca con el Omina, en donde el pueblo de Terminón señala
el mojón entre autrigones y cántabros, lo mismo
que hacia la sierra de Canales que determina el recodo del Ebro
antes de su confluencia con el Oca.
El límite
occidental de los autrigones que los separa de los cán
tabros, cruza el Ebro, que así viene a correr en parte
de su curso por territorio autrigón, y, siguiendo por la
sierra de Tasia, deja dentro de éste las regiones de Villarcayo
y Medina del Pomar, así como las Encartaciones y va a parar
a la costa al nivel de Laredo y Santoña. Cerca de Villarcayo
debe ponerse la ciudad de Segontia Paramica por la coincidencia
del nombre con Cigüenza del Páramo: esta ciudad Ptolomeo
la atribuye a los várdulos, cosa que parece una confusión,
pues sería difícil de admitir la extensión
de los várdulos hasta allí, garantizando la identidad
del nombre la localización de la ciudad, por lo que ésta
cae en territorio autrigón.
Por la parte próxima
a la costa es difícil señalar exactamente los límites
de los autrigones con los cántabros. Sánchez Albornoz
se inclina a hacerlos pasar desde el sistema de las sierra cántabras
por el río Asón (el Sanga de Plinio), que Plinio
da como el primer accidente geográfico de la tierra cántabra
y que hoy es todavía una frontera dialectal, extendiéndose
a su occidente el dialecto leonés moderno. Este límite
es probablemente exacto, aunque creeríamos que
más que el río la frontera está formada por
su valle.
Además de los pueblos mencionados,
Mela (6)
señala con los autrigones otro, el de los arigeviones
(7)
que debió estar situado
a su oriente, separándolos el río Nerva o sea el
Nervión. Los origeviones no son conocidos por ningún
otro texto y podrían ser un pueblo comarcal del territorio
entre el Nervión y el Deva, esto es de la región
montañesa de Guernica, desapareciendo luego los origeviones
absorbidos por los caristios. Es probable que en el país
vasco, como en otras regiones peninsulares de topografía
difícil, por ejemplo Galicia, quedasen olvidados pequeños
grupos étnicos comarcales en los textos que trataban de
dar una descripción de conjunto, borrándose
en estos casos los menos importantes y tomando según las
épocas como representativo de todo el grupo a unos o a
otros (8).
La delimitación de los pueblos del grupo vasco parece haber
sido en general siempre la misma en lo fundamental, excepto las
pequeñas modificaciones periféricas a que nos hemos
referido, quedando intacto siempre el núcleo del territorio
de cada uno de sus pueblos. Los autores antiguos, al describir
de modo incompleto esta zona y sobre todo al generalizar el nombre
de alguno de aquellos pueblos, por ejemplo el de los vascones
o el de los várdulos, si se interpretan
literalmente, pueden dar otra impresión: esto ha inducido
a algunos a excluir a los autrigones del grupo vasco para unirlos
a los cántabros (9),
así como Schulten ha intentado la hipótesis del
incremento sucesivo del territorio de los vascones. Según
Schulten (10)
éstos tendrían su sede principal en el Ebro, desde
donde se extendieron, conquistando poco a poco no tan sólo
la montaña de Navarra y la salida al mar, sino incluso
el territorio de los várdulos, caristios y autrigones (entre
150 y 580 de nuestra era) así como haciendo incursiones
en Aquitania en 587, en donde se extendieron hasta el Garona y
dieron su nombre a la Gascuña (Vasconia-Guasconia). De
las incursiones en Aquitania da testimonio Gregorio de Tours,
pero movimientos anteriores, a través de las fuentes, no
hay motivo alguno para suponerlas. En aquéllas, en los
tiempos en que esos pueblos eran poco conocidos sólo se
citan, sin delimitarlos exactamente, los vascones del Ebro o se
atribuyen a los vascones ciudades de otros pueblos, por tenerse
entonces a los vascones por los principales de todo el grupo vasco,
convirtiendo en genérico el nombre del de aquellos. Se
concibe fácilmente que desde su territorio originario,
los vascones pudiesen avanzar o retroceder en el Ebro o caer sobre
la llanura de Aquitania, pero una conquista de los valles vascos
parece inverosimil y el sólo silencio de las fuentes respecto
al nombre de los demás pueblos vascos es insuficiente para
comprobarla.
Los cántabros
Este pueblo,
dividido en varias tribus y de naturaleza ibérica según
parece, ocupa el territorio intermedio entre los astures y los
autrigones en la costa, esto es la parte oriental de Asturias
desde el valle del Sella, y la mayor parte de la provincia de
Santander en donde los cántabros coniscos parecen ser los
vecinos de los autrigones, pareciendo que la frontera debió
pasar, como se ha dicho por el río Asón (el Sanga
de Plinio) o por su divisoria, que es también la frontera
dialectal del leonés moderno, dejando dentro del territorio
autrigón las Encartaciones, y pasando en la costa entre
Laredo y Santoña. Por el interior, los cántabros
se extienden hasta el territorio de los vacceos y los turmódigos,
siendo los vecinos de los autrigones (que hemos admitido que tenían
la región de Villarcayo y Medina del Pomar) los iuliobrigenses
de la comarca de Reinosa y los morecanos de la región de
Sedano, corriendo el límite desde las sierras que cierran
la Bureva, indicado por el pueblo de Terminón, por la sierra
de Canales que determina el recodo del Ebro antes de su confluencia
con el Oda, y continuando, después de cruzar el Ebro, por
la zona montañosa (sierra de Tasia) para ir a buscar las
Encartaciones y la costa, como hemos dicho, entre Laredo y Santoña.
Complica el problema
del límite entre cántabros y autrigones la posibilidad
de que, por la parte de Villarcayo, los cántabros
pudiesen haberse extendido más al E. de la frontera indicada,
según discute Sánchez Albornoz (11)
a base del texto de Estrabón
III 4 que dice que al N. de los berones (de la Rioja) había
los bardietas o bardialos, esto es los várdulos y, además,
los cántabros coniscos. Esto se contradice con la delimitación
que se obtiene sobre todo a base Ptolomeo y de los demás
autores, puesto que, si es exacto que los várdulos están
al N. de los berones, no lo es para los coniscos que se hallan
separados de los berones por los autrigones. Este
texto ha obligado, al querer explicarlo literalmente,
a buscar soluciones forzadas que contradicen la situación
real: así Fernández Guerra (12)
arbitrariamente hace a los autrigones idénticos con los
berones, lo que es absurdo y otros como Balparda (13)
creen cántabros a los autrigones. Sánchez Albornoz,
teniendo en cuenta que lo mismo Estrabón que otros autores
no citan todos los pueblos de la zona N. de España y los
reducen generalmente a los cántabros y a los várdulos,
propone distintas soluciones al problema que son las siguientes:
I), que en el tiempo a que se refieren las fuentes de Estrabón,
los cántabros realmente hubiesen ocupado toda la costa
hasta el Pirineo y que, por el Ebro bajasen hasta tocar con los
berones de la Rioja, dejando al E. los várdulos, los caristios
y los autrigones, de los cuales los dos últimos pueblos
vivirían en las comarcas interiores, ya no vecinas de los
berones. II), que a consecuencia de la guerra cántabra;
se redujese el territorio cántabro y se extendiesen los
demás pueblos llegando entonces hasta el mar los autrigones
y várdulos, así como los autrigones por entonces
se extenderían hacia el S. por el valle del Ebro y La Bureba,
lo cual vendría reflejado en los textos de Mela y Plinio
que les atribuyen dichos territorios;y III), que pos teriormente
a Mela y Plinio los caristios bajasen al mar.
Las anteriores hipótesis
reconoce Sánchez Albornoz que no se apoyan en ninguna base
positiva y también admite la posibilidad de que Cantabria
fuese, en un principio un nombre genérico aplicado por
los romanos a pueblos más o menos afines étnica
y lingüísticamente y que, un conocimiento más
exacto de las modalidades populares del N. de la península,
en la época en que esta zona fué dominada y organizada,
más tarde hiciese concretar dicha denominación a
uno solo de los pueblos a quienes antes se aplicó en con
junto.
Nosotros creeríamos
que las lagunas en la citación de pueblos en los distintos
autores proviene de la falta de conocimiento exacto de la topografía
étnica del N. de España, excesivamente complicada
para ser conocida desde lejos como en los tiempos de Estrabón
o para ser indicada de modo completo en las descripciones sumarias
de Mela y Plinio. Solo con la guerra cántabra primero y
luego con la romanización, fué posible hacerse cargo
de la verdadera naturaleza de cada pueblo y de su situación
exacta. El argumento exsilentio no es probatorio, por lo cual
nosotros dudamos para la mayoría de los casos de que hayan
existido movimientos de pue blos desde el tiempo de las fuentes
de Estrabón a Ptolomeo, ya que es posible que tan solo
pueda haber habido falta de citación de tribus pequeñas
o falta de atribución de determinados territorios a unos
u otros, cuando no se atribuye un mismo territorio a dos pueblos
determinados, en cuyo caso podría creerse con razón
en la substitución de dominio.
Tan solo en el caso
de los cántabros coniscos, vecinos de los berones por el
N. en el texto antes citado de Estrabón, podría
haber lugar a suponer un cambio que acaso explicase mejor el problema
cántabro y la enemistad con los autrigones. Tal vez los
coniscos entraron en Cantabria desde la Rioja y ocuparon desde
el valle de Miranda la región de Villarcayo y Medina del
Pomar, siguiendo hacia las tierras santanderinas antes de que
los celtas en su período de máximo poder de los
siglos VI a IV, ocupasen temporalmente dicha región y estableciesen
en ella para vigilar posibles intentos de reconquista de los coniscos
la fortaleza de Segontia Paramica. En tiempos de la decadencia
céltica los coniscos conseguirían recuperar su antiguo
territorio (época de las fuentes de Estrabón que
se basa en Timágenes, escritor precisamente de la época
de Augusto y por lo tanto del tiempo de la guerra cántabra)
y esto pudo originar los conflictos con los autrigones, que fueron
una de las causas de las guerras cántabras, después
de las cuales los autrigones recuperaron sus antiguos territorios
quitándoselos a los cántabros coniscos. El cambio,
sin embargo hay que reducirlo a la región de Villarcayo
y Medina del Pomar y todo lo más a un posible avance cántabro
hacia el valle de Miranda, con lo que quedaría justificado
el texto de Estrabón antes mencionado que parece situar
cerca de los beronos de la Rioja, por el NO., a los cántabros
coniscos, lo que correspondería al estado de cosas anterior
a la guerra cántabra, rectificándose a consecuencia
de olla y devolviéndose entonces las conquistas de los
coniscos a los autrigones que quedaron tal como los describe Ptolomeo.
Pero, en tal caso, de ninguna manera hay indicios para suponer
a los cántabros en posesión de la zona montañosa
del interior de Vasconia y ni siquiera del territorio autrigón
del N. de Vizcaya. Todavía menos es posible a base de este
texto confundir a los autrigones con los cántabros coniscos
ni creer cántabros a los autrigones.
La naturaleza de los autrigones
en relación con la de los cántabros y de los demás
pueblos vascos
La supuesta afinidad
de cántabros y autrigones ya hemos visto que no puede deducirse
del silencio de determinadas fuentes respecto del territorio de
estos, para suplir en él a los cántabros. Tampoco
puede ser probatorio que, al hablar César de los aquitanos
que buscan refuerzos en España, hable de los cántabros
que les ayudan, para demostrar que los aquitanos fuesen vecinos
de los cántabros y considerar incluídos en el grupo
cántabro, en este caso, no sólo los
autrigones sino también los demás pueblos vascos.
Como ya había establecido
el P. Flórez (14)
en el siglo XVIII en contra de los «cantabristas »de su tiempo
(el P. Larramendi por ejemplo) y cuyos argumentos repiten los
modernos partidarios de la identidad de naturaleza (Balparda),
la diferenciación esencial entre cántabros y autrigones
viene indicada por el hecho de la guerra de cántabros y
astures con los romanos, provocada por la enemistad de aquellas
tribus con sus vecinas, no sólo los autrigones sino también
los turmódigos y berones, afines de los turmódigos.
Además, los ataques de los cántabros contra los
autrigones se corresponden con la amistad de los autrigones con
los romanos, los cuales se sirven del territorio autrigón,
lo mismo que de toda la costa vasca para su
base de operaciones.
Sánchez Albornoz no cree
(15)
que la enemistad de cántabros y autrigones pueda probar
su diversidad étnica, ya que a veces tribus afines luchan
entre sí y que, además, como aliados de los cántabros
se hallan los astures que tienen una naturaleza étnica
distinta de los cántabros. Nosotros, en este caso, creemos
muy significativa esta enemistad, puesto que los cántabros
luchan con los celtas vecinos o con tribus en íntima relación
con los celtas como eran los autrigones, en cuyo territorio meridional,
como veremos existen abundantes elementos célticos. Esta
alianza contra los cántabros produce el efecto de algo
más que una rivalidad sin trascendencia y más bien
opone grupos compactos de pueblos los unos a los otros: el hecho
de que con los autrigones estén aliados los berones y los
turmódigos célticos se corresponde con la alianza
de los cántabros con los astures, de los cuales los últimos
son montañeses que se hallan dentro del círculo
de acción de los cántabros, así como los
autrigones van juntos con los demás pueblos vascos y con
los celtas del alto Ebro.
Establecido el contraste entre cántabros
y autrigones, parece lógico suponer, con Campión
y otros a los autrigones afines en general a los demás
grupos vascos. En todo caso si contenían algún elemento
extraño éste no era el cántabro, sino el
celta, como veremos, aunque sea difícil admitir su definitiva
celtización. Lo que se deba pensar de la posibilidad de
matices célticos de los autrigones ya lo veremos más
adelante. Aquí, de momento nos interesa, además
de recoger los argumentos mencionados que hacen imposible la identificación
de cántabros y autrigones, sin perjuicio de posibles movimientos
cántabros, apuntados en la región de Villarcayo,
insistir en que los argumentos contra un cierto basquismo de los
autrigones no son de peso. El carácter no ibérico
de los vascos y la supervivencia en ellos de los pueblos pirenaicos
del eneolítico la hemos deducido de la topografía
arqueológica de la cultura pirenaica y particularmente
de la antropología de los restos humanos pirenaicos que
según Aranzadi entran de lleno en el tipo antropológico
vasco (raza pirenaica occidental) bien distinto del de los demás
pueblos peninsulares con parentesco ibérico. Y la cultura
pirenaica se extendió también por el territorio
de los autrigones, por lo menos por la parte montañosa
del Este de Vizcaya, lo que da también una base positiva
para admitir la existencia de un núcleo étnico vasco
en el territorio autrigón.
Con este problema no tienen nada
que ver el de la lengua vasca y de sus posibles
afinidades o elementos ibéricos, si es que los filólogos
los encuentran. Son dos problemas independientes (16).
Incluso si resultase que el vasco es una lengua totalmente ibérica,
ello no probaría que los vascos sean iberos, pues habrían
podido adoptar la lengua en el transcurso de los siglos y a consecuencia
de la relación con los iberos, o con sus antepasados desde
el eneolítico en que la cultura almeriense de los últimos
rozó los límites de los pueblos pirenaicos. Los
filólogos están además muy lejos de explicar
satisfactoriamente la filiación del vasco y por lo tanto
es muy difícil aquí operar con materiales lingüísticos.
Por otra parte y en cuanto al problema
de los autrigones, se ha hecho argumento contra su carácter
vasco del retroceso de la lengua vasca en Autrigonia. Esto no
puede ser motivo para negar el carácter vasco a su pueblo,
como tampoco lo sería para negarlo a Navarra el retroceso
semejante que allí se comprueba, ya que es un fenómeno
general en toda la periferia vasca, y que tanto en Vizcaya como
en Navarra, en Alava abunda la toponimia vasca. La abundancia
de toponimia semejante en el Alto Aragón y aun en Cataluña,
demuestra claramente que el grupo de pueblos afines pirenaicos,
con más o menos mezclas y matices en la periferia de su
territorio, ha ido borrando su personalidad que quedó solo
intacta en la zona más abrupta de Vasconia, propia para
el arrinconamiento y no se modificó en las zonas más
abiertas por mezcla o por influencia.
Los elementos célticos
entre los pueblos del grupo vasco
La filología parece atestiguarnos
la extensión de elementos lingüísticos celtas
en distintos lugares del País Vasco, especialmente a lo
largo del camino de Pamplona a la Bureva y muy particular mente
entre los autrigones a través de Pancorbo y desde esta
base en distintos lugares hacia el N. Estos nombres se relacionan
con los que ofrecen en abundancia los berones y turmódigos
vecinos, y a éstos ya sin duda hay que considerarlos como
verdaderos celtas.
Entre los autrigones tienen indudable
carácter céltico las si guientes ciudades: ante
todo las dos que dominan el desfiladero de Pancorbo: Deobriga
Puentelarrá, en el lugar en que el camino cruza el
Ebro y el punto de partida para embocar la subida en dirección
a Orduña, así como Vindelia -Santa María
de Ribarredonda vigilando la salida del desfiladero en la Bureva,
y además, Segisamuncu lum - Cerezo de río
Tirón;en la montaña, al N. del Ebro con seguridad
Segontia Paramica -Cigüenza del
Paramo en la región de Villarcayo y (si fuese realmente
un nombre céltico, aunque Meyer Luebke lo duda) (17)
Uxama Barca -Osma
de Valdegovia en el camino de Puentelarrá a Orduña
y Bilbao. De estos nombres Deobriga equivale a Devobriga: castillo
de los dioses y de él es un diminutivo Deobrigula la ciudad
de los turmódigos vecinos de los autrigones, Vindelia está
formada con el tema vindelo- que aparece en el nombre de
la tribu céltica de los vindelicios de Wurtemberg y Baviera
y deriva del adjetivo céltico vindo (blanco, bueno,
feliz) y Segisa munculum es diminutivo de Segisamum, también
ciudad de los turmódigos y a su vez derivado de Segisama
formado con el tema céltico sego- (acto de alcanzar
un objetivo, de triunfar o vencer) y con el final céltico
-ama, estando formado el nombre de Segontia Paramica con
el mismo tema sego-. Está también formado
con sufijo céltico el nombre de Flaviobriga en la costa
autrigona, pero siendo una fundación romana de carácter
militar en la que pudieron inter venir soldados celtas que podían
no ser precisamente del país y que fuesen los que le diesen
el nombre céltico de fortaleza (briga) como se hizo
en el caso de Reinosa (Juliobriga), independientemente de la gente
del país, el caso de Flaviobriga se supone habitualmente
que no prueba nada respecto del carácter de éste.
Entre los caristios es céltico
el nombre de Suessatium-Zuazo, que hay que comparar con el pueblo
de los suessiones de Soissons en la Galia. En territorio várdulo
lo es el nombre del río Deva (río
de los dioses).
Para D ’Arbois de Jubainville (18)
sería céltico el nombre de los autrigones, formado
con el sufijo ones que compara con el de los nombres de
tribus célticas como los senones, lingones, etc. En tal
caso lo sería también el de los vecinos de los autrigones,
los origeviones y estaría también formado con un
sufijo céltico el propio nombre de los vascones que a la
raíz indígena (-vasc, ausc- eusc-) agregaría
el sufijo céltico -ones. En España hay también
otros pueblos célticos o celtizados que lo tienen como
los berones, los celtíberos pelendones y lusones y los
astures lungones. En cambio lo tiene el pueblo de los ilercavones
de la costa que no tiene ningún elemento céltico,
lo cual no prueba naturalmente que en los demás el sufijo
no pueda serlo. En cuanto al nombre de los autrigones
hay que notar también que su primera parte, que en un texto
tardío (Liber generationis del siglo Iv) (19)
aparece en la forma autricones, con c, puede compararse con el
de la ciudad Autraca de los turmódigos y con el del río
vecino Autura-Odra.
Sea lo que sea que se deba deducir
del nombre de los autrigones y de los origeviones, el hecho es
que las comarcas estratégicas que dominan los caminos de
penetración en la zona montañosa así como
el camino a través de la llanada de Alava y el de la Meseta
están vigilados por ciudades de nombre céltico,
lo mismo que los vecinos de los autrigones tanto
por el Ebro (Rioja) como por las llanuras burgalesas, son celtas:
así de los berones, dice Estrabón taxativamente
que lo son (20)
y el carácter céltico de los turmódigos viene
confirmado por la abundancia de nombres célticos de sus
ciudades (Deobriguia-Tardajos, Segisamum-Sasamón, Segisama-Julia
hacia Villadiego, Auca cerca de Burgos) y acaso por el mismo nombre
del pueblo, pues en la ciudad de Turmogum-Garrovillas de Alconétar
perteneciente a los lusitanos en Extremadura, pero en territorio
ocupado anteriormente por los celtas, parece reconocerse el mismo
nombre de los turmogos o turmódigos. Estos además
no son calificado: de ninguna otra manera por las fuentes y viven
en el lugar estratégico de penetración en la Meseta
y en el punto de partida de la expansión céltica
hacia Occidente.
La intensidad de la celtización
de la parte meridional del territorio de los autrigones y Saristios,
que parece ir en aumento a medida que nos aproximamos a la Bureva
y por tanto al enlace con la Meseta propiamente dicha o sea al
territorio de los turmódigos y vacceos, hace pensar que
un tiempo dominaron los celtas no sólo el camino de la
Rioja a Burgos, sino también el de Pamplona-Vitoria-Pancorbo-Bureva.
¿Quiere decir esto que los autrigones
y origeviones y los demás pueblos de la época romana,
como los vascones, várdulos y caristios sean celtas? Creemos
que no y que debe mantenerse en la gran masa de su pueblo su carácter
indígena. Los elementos célticos en cuestión,
representados por nombres de lugar en sus posiciones estratégicas,
alguna señalando claramente una estación militar
como Deobriga, harían creer tan solo en un dominio en el
momento de la ocupación o de la fortaleza máxima
del pueblo celta, que habría dejado intacto bajo los dominadores
el elemento indígena que resurge así que la fuerza
de aquéllos se debilita, sobre todo al ser favorecido por
los romanos que se apoyan principalmente en él y que tienen
en general interés en delibitar todavía más
a los celtas. Más tarde todos estos pueblos, especialmente
los vascones, várdulos y caristios representan tan solo
el elemento indígena y los propios autrigones, si bien
se ha discutido si pertenecen a los grupos vascos o al de los
cántabros, hallándose en la zona fronteriza, producen
más bien el efecto de indígenas que de celtas, estando
arraigado el carácter vasco en muchas de sus cosas, especialmente
en la lengua en buena parte de su territorio, aunque pudieron
haber sido celtizados con más intensidad que los demás
pueblos vascos.
El dominio céltico de la parte
meridional del territorio de esta tribu podría atribuirse
a los mismos turmódigos a los cuales van a parar las vías
de comunicación a través de la Bureva o habría
que reconstruir aquí otra tribu céltica cuyo nombre
se haya perdido. Serían, si realmente se confirmase su
carácter céltico, los autrigones los representantes
del dominio céltico de tales comarcas? Es imposible resolver
estos problemas por falta de datos seguros, ya que éstos
comienzan tan sólo cuando el límite extre mo del
dominio céltico parece haber retrocedido hasta los Montes
de Oca.
En el territorio de los vascones,
las ciudades antiguas no parecen tener nombres célticos
y, si el sufijo -ones fuese realmente céltico, éste
no sería suficiente para admitir una celtización
de los vascones que parecen lo más típicos representantes
del grupo vasco; pero no hay que olvidar también que en
su territorio no dejan de aparecer elementos célticos.
Así cerca de Pamplona, en el lugar estratégico
de cruce de los caminos de la expansión céltica,
se conoce la necrópolis posthallstattica de Echauri (21),
sin duda céltica y en la toponimia moderna aparece al E.
de Pamplona el nombre de Navardún en la parte montañosa
de la provincia de Zaragoza, pero desde luego en íntima
relación con el territorio de Navarra. Este aparece formado
con el elemento céltico -dunum (fortaleza), el cual
acaso represente un momento de dominio de este territorio y es
además un testimonio de la existencia de los navarros antes
de que las fuentes los citen, ya que vendría a significar:
fortaleza de los navarros, siendo un caso parecido a Conimbriga
(cerca de Coimbra)en Portugal que, parece indicar una fortaleza
céltica en el territorio de los conios arrinconados luego
mucho más al S. En esta misma región de la provincia
de Zaragoza se halla el nombre moderno de Gallipienzo y en la
comarca de Jaca, antes de llegar a ella y en el camino que viene
de Navarra el nombre de Berdún (Virodunum, como el Verdun
de Francia, formado con viria brazalete y dunum fortaleza).
Todo ello indica la presencia de elementos célticos al
NE. del Ebro, que son más numerosas de lo que parecería
a primera vista y que van a perderse en el territorio considerado
normalmente por las fuentes como ibérico, llenando todo
el N. del Ebro en Aragón: el río Gállego
(Gallicus), la ciudad de Gallicum (San Mateo de Gállego)
y el Forum Gallorum (Gurrea) citados por los itinerarios en territorio
ilergeta, así como junto al Ebro, en territorio edetano,
Gallur al N. de Zaragoza y Octogesa (Mequinenza).
La arqueología
Es difícil encontrar una aclaración
satisfactoria a estos problemas por medio de la arqueología,
aunque algún indicio interesante ofrece. Desgraciadamente,
de la mayor parte del territorio de los pueblos vascos no se conoce
nada.
Hemos mencionado la necrópolis
posthallstáttica de Echauri, sin duda
céltica, cerca de Pamplona.
En el S. del territorio autrigón
se halla la necrópolis de Miraveche (22)
que entra de lleno en la cultura posthallstáttica por sus
adornos de bronce semejantes a los de todo el territorio
céltico de Castilla y que se corresponden con los demás
hallazgos sueltos de broches de cinturón posthallstátticos
de la Bureva (23).
En Miraveche que está próximo a Sta. María
de Ribarredonda identificada con Vindelia, en la vertiente S.
de la Sierra de Pancorbo, sin embargo, el tipo del puñal
ofrece una variedad notable respecto de los puñales posthallstátticos.
Es el puñal que se suele llamar del tipo del Monte Bernorio,
porque había aparecido en abundancia
en la necrópolis del monte Bernorio en la comarca de Alar
del Rey (extremo N. de la provincia de Burgos) (24)
en el lugar que parece corresponder a la ciudad cántabra
de Véllica y lo habíamos con siderado como un tipo
especial del N. de España que acaso representase
una modalidad cultural indígena influída por los
celtas vecinos, a los que esta zona debe la cultura
posthallstáttica (25).
Hoy el tipo del puñal del Monte Bernorio parece hallarse
en una zona más extensa. Del estudio realizado por el Sr.
Cabré (26)
se deduce que, en la zona cántabra, se encuentra en el
Monte Bernorio (San tander), en Asturias en el castro de Caravia
y en Peña Amaya (Prov. de Palencia); en el territorio de
los autrigones, en Miraveche y además en la necrópolis
de Villegas o Villamorón (N. de la prov. de Burgos). En
el territorio celtibérico en las necrópolis de Uxama
(Osma), Gormaz, La Mercadera, Quintanas de Gormaz, y Alpanseque,
así como en la de Almazán, todas estas localidades
de la provincia de Soria; en el territorio de los vacceos en Palencia
y Arconada y en el territorio de los vetones en gran abundancia
en el castro y en la necrópolis de Las Cogotas (Avila),
en donde tiene este puñal una curiosa evolución
tipológica. Cabré lo considera como una modalidad
española de los tipos de armas posthallstátticas,
lo cual es admisible. La extensión que hoy ofrece este
tipo de puñal y su evolución tipológica precisamente
en Las Cogotas en un lugar alejado del N. de España obliga
probablemente a rectificar nuestra creencia de que fuese específico
de dicha zona N., pero su unión con la cultura posthallstáttica,
sea cual sea su lugar de origen es un nuevo argumento a favor
de la fuerte influencia céltica que experimentaron no sólo
los territorios dominados por los celtas sino también aquellos
ocupados por tribus de carácter indígena.
Los vecinos de los vascones en
Aragón y en el Ebro: los suessetanos y su problema
En la avanzada época romana,
según el texto de Ptolomeo, que es quien más completamente
da puntos de referencia para delimitar el territorio vascón,
ya hemos visto que este pueblo ocupaba por la
parte del Ebro aproximadamente la zona de la actual Navarra y
si las identificaciones de Altadill (27)
de Muscaria-Tudela (?), Alavona-Alagón
junto a la desembocadura del Jalón en el Ebro son exactas
parecerían extenderse hasta muy cerca de Zaragoza y aun
reducir el territorio de los celtíberos del Ebro de la
región de Turiasso-Tarazona, Bursada-Borja y Balsio-Cortes
o por lo menos llegar a su nivel, siendo Salduvia-Zaragoza no
sólo la ciudad extrema de los edetanos, sino la que marcaría
casi su frontera. Por el E. en Ptolomeo el límite se pierde,
excepto por la región de Jaca que queda en territorio vascón,
contra la existencia, en textos anteriores, de los iacetanos,
tribu con personalidad destacada y aun de carácter ibérico,
en dichos valles pirenaicos.
El último testimonio de
los iacetanos en Jaca es Estrabón, basado en
Timágenes escritor de la época de Augusto, por lo
tanto reproduciendo un estado de cosas del tiempo de la guerra
cántabra. En Estrabón (28),
refiriéndose a las campañas de Sertorio, se cita
a los iacetanos como pueblo independiente de los vascones. El
cambio de fronteras de los vascones (y aquí sí que
cabe lógicamente admitir una variación de éstas)
y la consiguiente anexión del territorio iacetano por los
vascones hay que situarlo en época imperial entre Estrabón
y Ptolomeo. Antes de Estrabón en ninguna parte se precisan
los límites de los vascones por E. y S. de su territorio,
pudiéndose deducir tan sólo por su primera cita
en Livio (fragmento del libro 91) (29)
que se refiere a la época de Sertorio, entre el año
77 y el 74, que los vascones comenzaban cerca de Calagurris-Calahorra,
puesto que Sertorio sigue el Ebro y llega por Bursada, Cascantum
y Gracchuris hasta Calagurris y luego por el territorio de los
vascones hasta la región de los berones, acampando en la
frontera de estos y de los vascones. Esto supone que los vascones
serían sometidos ya a principios del siglo II con las demás
tribus del Ebro por Catón, cuyo conocimiento de la península
se extendía hasta el nacimiento del Ebro y hasta los cántabros.
Schulten nota además que la ciudad de Calagurris, que después
es siempre vascona, estaba adherida al partido de Sertorio, mientras
que los vascones pertenecían al de Pompeyo y lo explica
por el espíritu particularista de las ciudades españolas
que podía hacer que una combatiese por los enemigos de
las demás de la misma tribu. Nosotros nos preguntaríamos,
ante el papel pasivo que parecen representar los vascones en todas
las sublevaciones de los pueblos del Ebro, en las cuales no se
citan y aun en la misma guerra sertoriana en la que, a pesar de
la amistad con Pompeyo no luchan activamente, si el caso de Calagurris,
ciudad tan próxima a las celtibéricas del Ebro (Borja,
Cascante, Cortes) no representa un caso semejante al de los iacetanos,
si los vascones entonces no estaban reducidos a un territorio
menos extenso por esta región, siendo Calahorra no vascona
sino celtíbera, no diciendo el texto de Livio antes mencionado
que esté incluída en el territorio vascón
que solo empieza a citar después de haber hablado de Calahorra
a la cual nombra precisamente a continuación de las ciudades
celtíberas próximas. En tal caso, así como
los romanos en la época de estabilización de su
dominio y de organización de España anexionarían
el territorio iacetano a los vascones, les dieron también
parte del territorio de los celtíberos del
Ebro, interesados como parecen estar en reducir el territorio
céltico, de lo que hay indicios en otros casos en otras
regiones peninsulares (30).
Estas rectificaciones de límite tanto obedecen a razones
meramente de vigilancia o de comunicación más fácil
en vista a la política administrativa, como a restablecimiento
de límites anteriores de los pueblos indígenas anteriores
al dominio céltico.
Esta posible fluctuación
del límite de los vascones en el Ebro se une a otra que
podría deducirse acaso de la desaparición del pueblo
de los suessetanos que toma parte activa en las sublevaciones
de los pueblos del Ebro junto con los edetanos e ilergetas y que
des aparecen de la escena en 184 en el período entre Catón
y Graco, después de haber dado mucho que hacer a los romanos.
Su situación es difícil de precisar hasta el punto
de que los autores modernos los sitúan
en lugares tan distantes como la región de Sangüesa,
(Masdeu) o Tarragona (Schulten, que los identifica con los cosetanos)
(31).
Este problema merece ser tratado con cierta
detención.
La primera mención de los
suessetanos (32)
la hallamos en Livio XXVIII, 24, 4, a través de los Anales,
en que el año 206 el príncipe ilergeta Indibil de
acuerdo con los celtíberos devasta su territorio, a la
vez que el de los edetanos, apareciendo tanto éstos como
los suessetanos como aliados de los romanos. En Livio XXXIV, 20,
I9, apropósito de la sublevación sofocada por Catón
vuelven a aparecer los suessetanos: Catón opera en el Ebro
y allí toma, a pesar de sus escasas fuerzas (7 cohortes)
algunas plazas fuertes, recibiendo la sumisión de los sedetanosedetanos,
ausetanos y sues setanos (XXXIV, 19 final: ipse cum septem
cohortibus ad Hiberum est regressus. 20, I: ea tam exigua
manu oppida aliquet cepit, defecere ad eum Sedetani, Ausetani,
Suessetani). A continuación dice Livio (22, 2)que quedaban
en armas los dacetanoso, pueblo salvaje que vivía en bosques
y refugios inaccesibles y que había hostilizado el territorio
de los aliados de Roma (sin que se diga cuales), sitiando Catón
su ciudad (que no nombra) junto con las tropas jóvenes
de los aliados. Entre éstos los principales eran los suessetanos
que recibieron la orden de principiar el ataque. Al reconocerlos
los «lacetanos » que a menudo habían hostilizado impunemente
su territorio y hecho huir a sus ejércitos, hicieron una
salida, cediendo los suessetanos y mientras éstos eran
perseguidos por los «lacetanos » dejando abandonada momentáneamente
la ciudad, Catón con el resto del ejército penetró
en ella viéndose obligados a entregarse los «lacetanos
». Sigue a continuación (221) el relato de la expedición
que a continuación emprendió Catón contra
los bergistanos y su plaza fuerte Bergium (Berga). Después
de estos episodios no aparecen los suessetanos sino en los acontecimientos
del año 184 (Livio XXXIX, 42) en que el pretor de la Citerior
A. Terencio Varrón sofoca una sublevación de los
suessetanos, tomando su ciudad de Corbión.
Todo ello da muy poca base para discutir
la localización de los suessetanos. Por una parte, no pueden
estar demasiado lejos del territorio ilergeta (LéridaHuesca)
cuyo jefe Indíbil devasta el territorio de los suessetanos,
a la vez que el de los edetanos, con lo que parece que también
deberían estar próximos a los edetanos. Pero además
deben estar próximos a los «lacetanos », puesto que éstos
acostumbran a devastar su territorio. Los lacetanos son el pueblo
de la parte montañosa de Cataluña, entre los ilergetas,
los bergis tanos, los ausetanos y las tribus de la costa (laietanos
y cosetanos): por esto Schulten los cree situados en Cataluña
identificándolos con
los cossetanos.
En cambio Goetzfried (33)
lee, en lugar de «lacetanos », iacetanos en el texto de Livio,
fundándose en Huebner (34)
que observó la fre cuente confusión de los iacetanos
y lacetanos en los manuscritos a consecuencia de la semejanza
del nombre. Goetzfried cree por ello que la ciudad de los «lacetanos
» o sea de los iacetanos, no sería otra que Jaca. También
hay que notar que la manera de citarse la ciudad de los «lacetanos
» (oppidum eorum) parece indicar una capita única
que va mejor con los iacetanos que con los lacetanos, de los que
los textos omanos ulteriores citan varias.
Dada la poca precisión de
estas noticias es imposible llegar a una conclusión segura
pero, con todas las reservas necesarias, acaso sea posible conjeturar
la situación de los suessetanos, partiendo de su vecindad
probable con los ilergetas y los edetanos, asegurada por ser victimas
a la vez de los ataques de Indibil y de la vecindad de su territorio
respecto del de los iacetanos, admitiendo la enmienda de lacetanos
en iacetanos con Huebner y Goetzfried. En este caso cabría
situarlos precisamente en el territorio de las comarcas del N.
del Ebro en que se esfuman los límites de los ilergetas,
así como de los vascones, es decir, al N. de los montes
de Castejón y de las Bárdenas, al oeste del Gállego
y al S. de la región de Sangüesa y del sistema de
sierras (Sto. Domingo, etc.) que van a parar a la sierra de la
Peña, formando la divisoria de la región de Jaca,
respecto de las del N. de la provincia de Zaragoza y centro de
la de Huesca. Así resultaría verosímil, como
ya se había supuesto (P. Masdeu), que los suessetanos ocuparían
las comarcas de Sos y Egea de los Caballeros en Aragón
y de Sangüesa en la alta Navarra (en esta última ciudad
situaba Masdeu a Corbión). Si esta localización
es exacta se explica perfectamente que su territorio sea atacado,
a la vez que el de los edetanos, en 206, por los ilergetas y por
los celtíberos aliados, pues estos dos últimos pueblos
son vecinos de los suessetanos que caen al N. entre los ilergetas
y los celtíberos y de los edetanos que viven al S. de los
ilergetas y entre estos y los celtiberos, así como que
hubiesen existido cuestiones de fronte ras entre los suessetanos
y los lacetanos, inmediatos a los primeros como lo atestigua la
expedición de Catón contra Jaca ayudado por los
suessetanos, si es plausible la corrección de Goetzfried
en el texto de Livio.
Los suessetanos, después
del 184, desaparecen de la historia y su territorio, si es el
que creemos poderles atribuir, es lógico suponerlo
absorbido por los vascones, lo mismo que el de sus enemigos los
iacetanos. En el caso de los iacetanos lo hemos explicado (35)
por la posibilidad de una anexión, restableciendo acaso
limites antiguos a consecuencia de la política romana de
amistad con los vascones en tiempo de Pompeyo y por representar
los iacetanos un pueblo forastero en su región que pudo
haberle arrebatado a los vascones al extenderse los iacetanos
desde el S. de Francia, como prolongación de los aquitanos,
en el momento de las presiones galas por la línea del Garona.
En el caso de los suessetanos podría explicarse si los
suessetanos representasen una tribu enemiga de los vascones que
hubiesen ocupado en oposición a ellos alguno de sus territorios
o una zona fronteriza con ellos.
Para esta última hipótesis
habría acaso algún indicio. Si tenemos en cuenta
la raíz del nombre, observaremos que se parece al de la
población céltica de Suessatium. Sería acaso
esto un indicio del carácter céltico de los suessetanos?
El final en -tanus considerado generalmente como ibérico
no sería obstáculo para ello, puesto que, siendo
conocido por los romanos desde el Ebro en donde viven pueblos
ibéricos, los romanos pudieron fácilmente transformar
su nombre haciéndolo terminar a la manera ibérica.
Pero además, en su territorio hay indicios célticos.
Ya hemos citado antes los nombres modernos de Navardún,
y Gallipienzo, así como cerca, y en el paso precisamente
a la región de Jaca, el de Berdún, indicando el
final en -dun una supervivencia del -dunum céltico,
que indica fortaleza y que podría ser indicio de un dominio
de un pueblo céltico. Sería este pueblo céltico
el de los suessetanos, que en su lengua se habrían llamado
acaso suessiones, el nombre de la tribu gala de Soissons en Francia
con el que también se ha comparado el de Suessatium?
Esto llevaría a admitir otro
nuevo elemento céltico en el territorio de los pueblos
vascos y precisamente desde el punto de partida de todos los movimientos
célticos. Desde la región de Pamplona, los suessionessuessetanos
debieron ocupar la parte oriental, como por el camino de la Rioja
o por el de Vitoria y Pancorbo, otros grupos fueron a ocupar el
Ebro y el S. de las provincias vascongadas y la Meseta castellana.
Respondería también acaso a una extensión
occidental de los suessionessuessetanos por la llanada de Alava,
la población con nombre céltico de Suessatium. En
tal caso esta ciudad daría los límites máximos
de los suessionessues setanos y así como los vascones les
tomaron el territorio del Ebro, los caristios reconquistarían
la llanada de Vitoria.
Todavía uno de tales nombres,
el de Navardún, plantea un curioso problema: parece que
además del dunum céltico indicador de fortaleza,
contiene la raíz del nombre de los navarros. Sería
éste el de la tribu indígena vasca dominada momentáneamente
por los forasteros y equivaldría a «fortaleza de los navarros
»ocupada por los celtas? Desgraciadamente los orígenes
de los navarros como pueblo se pierden en la oscuridad y solo
se citan por primera vez en textos referentes al año 810
de nuestra era (36).
Los movimientos célticos
No es este el
lugar apropósito para estudiar detalladamente los movimientos
célticos en España, lo que se ha hecho en otra publicación
(37).
Pero sí es conveniente recoger los resultados a que hemos
llegado, especialmente aquellos que están relacionados
con el país vasco, para ver si, del contraste de tales
resultados con los hechos anotados hasta ahora resulta alguna
aclaración a los problemas de la evolución de la
etnología vasca.
Del estado de cosas anterior a
los movimientos célticos del primer milenario resulta la
existencia desde el eneolítico, ya con personalidad bien
marcada, de un grupo de pueblos pirenaicos entre los que se hallan
sin duda ya los vascos, formados por evolución de los elementos
indígenas de toda la zona N. de la Península. El
límite exacto de los pueblos pirenaicos en el país
vasco no es posible delimitarlo, pero parece que en general su
verdadero territorio es la zona montañosa y que no pasan
del nivel de las sierras del S. de Alava, así como en
el N. de Navarra y probablemente en el Alto Aragón siguen
una línea equivalente, señalada por los hallazgos
de puntas de flecha de tipo pirenaico de Undués Pintano
en la pro vincia de Zaragoza (38).
Por esta parte hay que señalar la coincidencia aproximada
del límite pirenaico con el de la cultura de las cuevas
del Centro de la Península que en Aragón llega a
Bascués en la prov. de Huesca y en Navarra a Echauri cerca
de Pamplona. En Vizcaya en la región de Guernica (cueva
de Santimamiñe) se nota una influencia de dicha cultura
de las cuevas sobre la pirenaica, lo que se relaciona con la penetración
de un núcleo importante de la misma cultura central por
la alta provincia de Burgos y la provincia de Santander. Esto
parece acusar la desnaturalización del elemento étnico
análogo al pirenaico a partir del oeste de Vizcaya, que
en Santander y en Asturias se asimila progresivamente a los elementos
de la cultura central y podría explicar que, según
los tiempos, fluctúe aquí el límite vasco.
A principios de la Edad del Bronce
parece que por el Ebro ha tenido ya lugar la expansión
de los pueblos que con el tiempo se llamarán ibéricos
y que pueden por entonces haber entrado en la Rioja y aun llegar
a la provincia de Santander, lo que ofrece la posibilidad de admitir
una iberización temprana de las comarcas limítrofes
del país vasco por el S. y O. y la consiguiente presencia
de los antepasados de los cántabros en el Ebro, no sabemos
exactamente hasta donde.
El primer movimiento de los celtas
desde el Rhin y la Meseta suiza parece producirse hacia el 1000
a. de J. C. en dirección al S. de Francia por el valle
del Ródano y ser originado por presiones ilíricas
desde el Danubio. Este movimiento parece con seguridad que penetró
por el E. del Pirineo en las comarcas litorales de Cataluña.
Estos celtas son los que pertenecen a una primera oleada de estos
pueblos caracterizada por sus cementerios de urnas enterradas
en hoyos sin túmulo («Urnenfelder »), representando una
etapa primitiva de la civilización hallsttática
y es probable que, desde el S. de Francia por el Occidente del
Pirineo, se extendiesen también por el valle del Ebro,
perteneciendo a su grupo acaso los que luego encon tramos en la
montaña soriana con el nombre de pelendones (de los que
quedó un resto en Francia los belendi, sometidos a las
tribus aquitanas entradas allí más tarde) y en el
límite con la costa del sistema orográfico ibérico
con el nombre de beribraces (más propia mente bebriaces
y análogos al núcleo principal del pueblo que en
el SE. de Francia se llaman bébrices). Los pelendones y
beribraces debieron entrar por Roncesvalles y derivar por los
caminos de Estella y Tafalla hacia el Ebro, mientras acaso otros
grupos, sea entra dos también por Roncesvalles, sea a través
de otros pasos del Pirineo, como el Somport, entraron en el alto
Aragón. Estos bajan a las comarcas centrales del Ebro e
influyen, todavía dentro de la primera Edad del Hierro,
fuertemente en las culturas ibéricas primitivas del S.
de la provincia de Huesca (Las Valletas de Sena), del límide
de las de Zaragoza y Teruel en el Bajo Aragón (Roquizal)
del Rullo de Fabara, Las Escodinas de Mazaleón, etc. ),
y aún de la frontera occidental de Cataluña (Llardecans
en la provincia de Lérida, El Molar en la de Tarragona).
Serían también ellos los que dejaron los indicios
filológicos célticos al E. del Ebro que hemos citado
(Berdún, Navardún, el río Gállego
con el Forum Gallicum y OctogesaMequinenza). ¿Pertenecerían
acaso a este grupo de celtas de la cultura de las urnas los suessetanos
que parecen arrinconados en las comarcas de Navarra y Aragón
al E. del Ebro, si son celtas como hemos supuesto o acaso habría
que explicarlos mejor como celtas de la gran oleada del siglo
VI?
Hacia el 600 a. de J. C. las presiones
germánicas en las regiones del mar del Norte y en el Bajo
Rhin, desplazan otra oleada mucho más importante de pueblos
célticos que atraviesan todo el N. de Francia, sin tocar
las tribus célticas que desde muy antiguo, acaso ya desde
la Edad del Bronce (los celtas de los túmulos), se hallaban
allí instalados y van a buscar un territorio en donde instalarse
más acá del Pirineo. Estos son los que ocupan casi
toda la península ibérica y, desplazando los antiguos
celtas de las urnas, que quedan arrinconados, ocupan las zonas
fértiles del valle del Ebro (berones de la Rioja), y, a
través del camino Pamplona Vitoria Pancorbo, la meseta
castellana (turmódigos, vacceos, arevacos y demás
elementos célticos de los celtíberos), así
como desde las tierras leonesas, influyendo y acaso mezclándose
con los indígenas astures, siguen a Galicia por una parte,
mientras por otra marchan a Portugal y Extremadura (los cempsos,
que dejaron un resto en las costas del mar del Norte señalado
por Estrabón: los campsianos), empujando hacia Andalucía,
en donde son contenidos por los pueblos tartesios.
A esta gran oleada habría
que atribuir la ocupación de la parte meridional del país
vasco a lo largo del camino Pamplona-Vitoria-Pancorbo (suessionessuessetanos?)
así como los elementos célticos de los autrigones
y aun la parte dominante de este pueblo si realmente representase
una tribu indígena celtizada más o menos intensamente.
También a la ocupación por estos celtas de los puntos
estratégicos que vigilan la montaña de Santander
(Segontia Paramica) cabría atribuir el arrinconamiento
de los cántabros en sus regiones extremas.
El dominio céltico parece
estar fuertemente arraigado desde el siglo VI al III comenzando
entonces su decadencia. Entonces, además de la mezcla cada
vez más intensa con la gente indígena de los países
ocupados, parece provocarse una reacción de algunas de
las tribus de éstos, que dislocan la dominación
céltica, reduciendo sus tribus a regiones extremas en donde
conservan mejor su personalidad o haciéndosela perder poco
a poco en donde el elemento indígena fué lo bastante
importante para absorber a los dominadores. Probablemente las
correrías y la expansión de los lusitanos ibéricos,
arrinconados momentáneamente durante el dominio céltico
en las montañas del centro de Portugal (Beira y Sierra
da Estrella), fué el factor decisivo para romper la cohesión
de los pueblos célticos, terminando definitivamente con
ella las campañas de los omanos, que siguieron en general
una política de hostilidad a los celtas y de protección
a los pueblos indígenas sometidos por ellos, restituyéndoles
amenudo comarcas que les habían tomado los celtas y rectificando
en general los límites de unos y otros.
Posible reconstitución
de la historia de los pueblos vascos en relación con los
movimientos célticos y con las peripecias ulteriores
Sin otra pretensión que la
de contribuir a aclarar en su día períodos oscuros
y difíciles de la historia primitiva vasca y sabiendo que
estas conclusiones han de estar forzosamente sujetas a rectificaciones
parciales o totales, plantearíamos de la siguiente manera
la reconstitución de las peripecias de la etnología
vasca en relación con sus vecinos y con los celtas a partir
del siglo VI.
La gran oleada céltica del
siglo VI, lleva a los berones a la Rioja a través del camino
Pamplona-Estella, mientras las principa les tribus seguían
por el camino Pamplona-Vitoria-Pancorbo hacia la meseta. Este
camino queda también ocupado por destacamentos célticos
que establecen a lo largo de él posiciones militares que
lo dominan y mantienen a raya a los montañeses vascos:
acaso pertenecerían estos destacamentos célticos
a los suessiones-suessetanos que con el centro en Pamplona se
extenderían a la vez por el valle de Sangüesa hacia
el E. y en dirección al Ebro por el S. bordeando la Rioja
ocupada por los berones y detrás de los elementos célticos
de los celtíberos del Ebro que habrían desplazado
de allí a los pelendones y beribraces procedentes de la
invasión anterior de los «Urnenfelder ».
Desde el extremo del camino Pamplona-Vitoria-Pancorbo,
a uno y otro lado de Pancorbo, los autrigones vigilan no sólo
a los montañeses vascos de Vizcaya, sino también
a los cántabros, destacando posiciones avanzadas hacia
el interior del país de éstos (zona de Villarcayo)
y acaso ocupando toda la zona limítrofe hasta la costa
(de Bilbao a las Encartaciones), con el posible corrimiento de
los origeviones al E. de Bilbao. Esto da por resultado la matización
céltica momentánea del occidente de Vizcaya, resurgiendo
su carácter vasco por no haber desaparecido los núcleos
indígenas al terminar el poderío céltico,
aunque pudo perderse el nombre de estos elementos indígenas
vascos si el de los autrigones y origeviones fuese realmente un
nombre céltico. Las zonas de la Bureva y de Villarcayo
acaso nunca fueron vascas y en todo caso, si lo habían
sido, la extensión por ellas de los cántabros antes
del dominio céltico pudo contribuir a borrar de ellas el
carácter vasco que se conservó en cambio mejor en
Vizcaya, en lo que acaso se encuentre el fundamento de la constitución
étnica histórica de tales regiones, vasca la una
y el primitivo núcleo de Castilla las otras, ocupados probablemente
ya por los cántabros ibéricos antes del dominio
céltico.
Al decaer el poderío céltico,
pudieron los cántabros coniscos intentar recuperar la zona
antigua de Villarcayo y Medina del Pomar, bajando en dirección
a la Bureva, y quién sabe si ocupando temporalmente tales
comarcas, a lo que respondería el texto de Estrabón-Timágenes
que hace a los coniscos y a los várdulos vecinos de los
berones, anulando momentáneamente a los autrigones en la
parte meridional de su territorio, donde se interponen como una
cuña entre los pueblos vascos y los turmódigos.
Después de dominada ya la
mayor parte de España por los romanos, sea cual sea el
éxito momentáneo de los intentos de reconquista
cántabra en relación con el territorio de los autrigones,
las nuevas presiones cántabras en la frontera autrigona
provocan la guerra terminada por Augusto con la sumisión
de los cántabros y astures, hallándose estos últimos
dentro de la esfera de influencia de los cántabros y posiblemente
dominados por ellos, por lo menos en la parte litoral de su territorio.
Si es cierto lo que antecede y sobre todo si los autrigones representan
pueblos indígenas dominados por celtas, se explica perfectamente
que marchen juntos con los turmódigos y los berones que
representan los pueblos célticos inmediatos y que estaban
unidos a ellos por comunidad de intereses contra los cántabros,
lo mismo que, dada la amistad de los demás pueblos vascos
con Roma y la afinidad de ellos con los núcleos indígenas
de los autrigones, se explica también que el territorio
vasco y especialmente la costa sea utilizado fácilmente
por los romanos como base de operaciones, sin que conste que las
tribus vascas más genuinas tomasen un papel activo en la
lucha. Al terminarse ésta los romanos fijan definitivamente
los límites de las diversas tribus, perdiéndose
poco a poco la personalidad de los celtas por el predominio de
los indígenas de tipo vasco en Vizcaya y de tipo cántabro
ibérico en la zona de Villarcayo y en la Bureva, así
como, con el tiempo, la enemistad de los reyes visigodos contra
los pueblos vascos (39)
que entonces se hallan en movimiento (invasión de la Gascuña
francesa, alcanzando la línea del Garona), así como
el apoyarse en la zona de los cántabros propiamente dichos,
hace organizar el ducado de Cantabria, extendiéndolo hasta
el Pirineo, sin que ello signifique fluctuación de los
límites de los cántabros, sino tan solo una demarcación
en vistas a la vigilancia militar que toma por centro el territorio
más seguro y que recibe el nombre de éste. Por la
parte de los territorios no autrigones y de lo que fué
luego Navarra, al decaer el dominio celta, debieron quedar libres
los caristios, várdulos y vascones y recuperar sus límites
antiguos, por de pronto hasta las sierras del S. de Vitoria a
expensas del grupo septentrional de los suessiones-suessetanos,
paralelamente a la entrada desde Francia de los iacetanos en el
valle de Jaca desde donde atacaron frecuentemente a los suessiones-suessetanos
por la línea de Berdún. Los vascones, además,
en su expansión debieron ganar terreno por la Rioja en
dirección al Ebro, así como progresar hacia el Sur
introduciéndose como una cuña entre los berones
y los suessetanos a los que dejaron reducidos al territorio al
S. del Ebro y avanzando en dirección al territorio de los
celtíberos de la región de Tarazona. En la época
de las guerras sertorianas acaso todavía no habían
pasado del N. de Calahorra. Su amistad con los romanos dataría
de antes y acaso a consecuencia de ella, después de las
guerras sertorianas, como consecuencia de la política de
amistad de Calahorra con Sertorio fueron rectificados sus límites
permitién doseles la anexión de Calahorra, así
como, si son ciertas las identificaciones de Altadill de Muscaria
con Tudela y de Alavona con Alagón, se incorporarían
comarcas ya muy próximas a Zaragoza (hasta la confluencia
del Jalón y el Ebro), lo mismo que el territorio de los
suessetanos y el de los iacetanos, este último acaso después
de la guerra cántabro-astura, pues en Estrabón son
toda vía un pueblo poderoso y César aún los
cita. Los vascones a principio de la época imperial, pues,
llegan a alcanzar su máxima extensión, apoyados
en la amistad romana. Esta daría por resultado que el grupo
vascón sobresaliera de los demás pueblos afines,
tomándoseles como característico al oscurecerse
las demás tribus vascas, continuando este estado de cosas
hasta que, a principios de la Edad Media, la Reconquista, acaso
por la relación del grupo de la primitiva Navarra con Aragón,
destacó de los vascones originarios a los navarros, ya
por ser estos antes de la expansión vascona verdaderamente
una tribu con personalidad propia del territorio sometido un tiempo
a los suessetanos, ya porque fuese el nombre de Navarra el de
una región geográfica de donde partiese la reconquista
y al formarse el reino de Navarra tomase su nombre, como lo tomó
en su caso propio el de Aragón, sin relación con
un pueblo determinado.
(1)Para
la localización de las ciudades de los vascones ver
Schulten, Las referencias sobre los antiguos vascones
hasta el año 800 de J. C. (RE VISTA INTERNACIONAL
DE LOS E STUDIOS V ASCOS, 1927), págs. 230 y sig.
y además Altadill, De re geographica historica,
Vías y vestigios romanos en Navarra, 1923. Las
equivalencias de las ciudades citadas por Ptolo meo son
como sigue: Iturrissa cerca de Espinal en donde hay una
fuente q u e en vascuence es Iturria; PompaeloPamplona;BiturisBidaureta
a orillas del Arga al O. de Pamplona;Andelos acaso cerca
de Ntra. Sra. de Andion, a orillas del Arga cerca de Puente
la Reina; Nemanturissa, lugar desconocido;CurnoniumCornaba?;
IaccaJaca; Gracchurris en el des poblado de Araciel al sudeste
de Alfaro; CalagurrisCalahorra; Cascan tumCascante; Ercavica,
cerca de Milagro no lejos de la confluencia del Aragón
confluente del Arga y el Ebro; Tarraga, acaso Larraga a
orillas del Arga y al S. de Pamplona; Muscaria, acaso Tudela;?
SegiaEjea a orillas del Arba; AlavonaAlagón junto
a la desembocadura del Jalón en el Ebro; Oiasso u
Olarso: Oyarzun. — Si estas identificaciones son exac tas
los vascones en el Ebro llegarían por lo menos en
la época romana hasta muy cerca de Zaragoza, reduciendo
notablemente el territorio de los celtíberos del
Ebro. (VOLVER) (2)Seguimos, en general,
a Sánchez Albornoz, del que disentimos en algunos
puntos secundarios. (VOLVER) (3)Aceptamos l a
s identificaciones de Sánchez Albornoz. Según
Blázquez y ya antes, según Saavedra, se debería
situar a Suessatium en Iruña y Veleia sería
Estavillo o Bayas. (VOLVER) (4)Tritium Tuboricum
de los várdulos se sitúa junto a la desembo
cadura del Deva, pues según Mela II, I la baña
el río. Tritium se supone Motrico, pero lo que la
atribución de la desembocadura del Deva a los caristios
sería un límite aproximado.
(VOLVER) (5)La importancia
como frontera de los Montes de Oca, según nota Sánchez
Albornoz, continúa más tarde en tiempo de
la formación de Castilla en la Edad Media, cuando
el poema de Fernán González dice: Entonte
era Castiella un pequeno rincón era de castellanos
Montes de Oca mojón e de la otra parte Fituero en
fondón. Fituero, Itero de la Vega en el Pisuerga,
junto con Treviño al Oeste del Odra, señala
el límite oeste de los turmódigos.
(VOLVER) (6)II, I . Este pasaje,
muy alterado es restituido, al parecer acer tadamente, por
Sánchez Albornoz en esta forma: «per aurinos et orgeno
mescos Nansa, per autrigones et origeviones quosdam Nerva
descendit ». (VOLVER) (7)El nombre de los
origeviones está formado, lo mismo que el de los
autrigones con el sufijo ones que algunos (D ’Arbois
de Jubainville) creen Céltico.
(VOLVER) (8)Así Estrabón,
del grupo vasco, solo cita a los vascones al enu merar las
grandes regiones del N. de la Península: las de los
galaicos. astures, cántabros, Vascones, iacetanos
y cerretanos, mientras que en otro pasaje cita a los vardialos
o bardietas que son sin duda los várdulos. Mela dice:
«tractu cantabri et varduli tenent »abreviando y tomando
a los várdulos como representativos de todo el grupo,
del que, en otros pasajes cita, como hemos visto a los autrigones
y origeviones. Más tarde el relieve histórico
de los cántabros hará que se prescinda del
nombre de los demás pueblos, lo cual tiene su expresión
en el nombre del ducado de Cantabria que incluye toda la
Vasconia. (VOLVER) (9)Balparda, Historia
crítica de Vizcaya y de sus fueros I (Madrid
1922), pág. 51, hace equivalentes a los autrigones
de los cántabros conis cos vecinos.
(VOLVER) (10) Schulten, Las
referencias de los vascones hasta el año 800
d e s pués de J. C. (REVISTA INTERNACIONAL
DE LO S E STUDIOS V ASCOS, 1927, p á g. 2 25 Y s
i g . (VOLVER) (11) Lug. citado.
(VOLVER) (12)Cantabria
(Boletín de la R. Sociedad geográfica IV,
I sem. Ma drid 1878, pág. 93 y s.
(VOLVER) (13)Lug. Citado
(VOLVER) (14)La Cantabria
(preliminar al vol. XXIV de la España Sagrada)
(ed. aparte de la Academia de la Historia, Madrid, 1877).
(VOLVER) (15)Lugar citado,
pág. 60. (VOLVER) (16)Nuestra posición
respecto de estos problemas lingüísticos la
hemos precisado en La prehistoria de los iberos y la
etnología vasca (RE VISTA INTERNACIONAL DE LOS
E STUDIOS V A S C O S 1 9 2 5 ).
(VOLVER) (17)Meyer Luebke,
Butlleti de la Associació catalana d ’Antropo
logia, Etnologia i Prehistoria, I . 1923, pág.
217 y Zur Kenntniss der vorroemischen Ortsnamen der iberischen
Halbinsel (Homenaje a Menén dez Pidal, I. Madrid,
1925, pág. 63 y sig. ).
(VOLVER) (18)D ’Arbois de
Jubainville, Les celtes en Espagne (Revue celtique,
XIVXV, 189394). (VOLVER) (19)Schulten, Las
referencias sobre los antiguos vascones hasta el a ñ
o 8 0 0 de J. C. (REVISTA INTERNACIONAL DE LOS
E STUDIOS V A S C OS, 1 9 2 7 ), p á g . 5 3 3.
(VOLVER) (20)E s t r a b
ó n I I I , c a p . 4 J 1 2 (a d . K r a m e r ,
p á g . 4 8 3 ): III, cap. 4 J 5 (ed. Kramer, pá
gina 179): (ed. Didot, página 136, líns. 22
y 23). (VOLVER) (21)Bosch, Los
celtas y la civilización céltica en la península
ibérica (Boletín de la Sociedad española
de excursiones, 1921, IV trim. )y Bosch El problema
etnológico vasco y la arqueologia (REVISTA INTERNACIONAL
DE LOS E STUDIOS V ASCOS, 1923).
(VOLVER) (22)J. Cabré,
Una sepultura de guerrero ibérico de Miraveche
(Arte español. 1916).
(VOLVER) (23)Cabré,
Acrópoli y necrópoli cántabra de
los celtas berones del monte Bernovio (Arte español,
1920). (VOLVER) (24) Cabré,
Acrópoli y necrópoli cántabra, etc.
(VOLVER) (25)Bosch, Los
celtas y la civilización céltica en la península
ibérica, y Bosch El problema etnológico
vasco y la arqueología.
(VOLVER) (26)Cabré,
Tipología del puñal de Las Cogotas (Archivo
español de arte y arqueología núm.
21, Madrid, 1931) (VOLVER) (27)De re geographica
historica. Vías y vestigios romanos en Nava rra.
1923. (VOLVER) (28)Estrabón,
pág. 161. (ed. Kramer):
(VOLVER) (29)Livio, fragm.
del libro 91: . . . ad Calagurrim Nassicam, sociorum urbem,
venit. . . per Vasconum agrum ducto exercitu in confinio
Beronum venit. posuit castra, postero die. . . ad Vareiam
validissimam regionis eius urbem venit.
(VOLVER) (30)Bosch, Etnología
de la península ibérica (Barcelona, 1332).
(VOLVER) (31)Schulten, artículo
Suessetani en PaulyWissowa, Realencyclo paedie
der classischen Altertumswissenschaft.
(VOLVER) (32)Ver Goetzfried
Annalen der roemischen Provinzen beider Spanien von der
ersten Bosetzung durch die Roemer bis zum letzten grossen
Freiheitskampf (218154)(tesis doctoral de Erlangen,
1907). (VOLVER) (33)lug. cit. p.
51 y sig. y p. 31 nota 2.
(VOLVER) (34)E. Huebner,
Drei hispanische Voelkerschaften (Hermes, I, 1886,
p. 337 y sig. ). (VOLVER) (35)Ver antes en
e s t e trabajo l a c i t a de Estrabón a propósito
de las campañas de Sertorio, en que se habla por
última vez de los iacetanos como pueblo independiente.
Después, Ptolomeo incluye Iacca entre las ciudades
vasconas. Bosch, Etnología de la península
ibérica (Barcelona, 1932).
(VOLVER) (36)Schulten, Las
referencias sobre los antiguos vascones, etc. . pá
gina 239 del número correspondiente de la RE V I
S T A INTERNACIONAL D E E STUDIOS V ASCOS, 1927. —La cita
de los navarros se halla en la V i ta Karol Magni de
Einhardo (ed. Waitz), apropósito del engrandecimiento
del imperio de Carlomagno: «. . ipse per bella memorata
primo Aquita niam et Wasconiam totumque Pyrinei montis iugum
et usque ad Hiberum amnem qui apud Navarros ortus et fertilissimos
Hispaniae agros secans sub Dertosae civitatis moenia Balearico
mari miscetur ». Schulten nota apropósito de este
testimonio, el más antiguo, para el nombre de Navarra
que estaba ligado a las cercanías del nacimiento
del Ebro, presupo niendo la tribu de los Navarri y que la
raíz nai, parece significar río, de
manera que los navarri serían los ribereños
del Ebro. No hoy que tomar sin embargo esta localización
mas que de un modo aproximado pues no es posible que los
navarros estuviesen en las fuentes. del Ebro;debién
dose interpretar más bien en esta localización
como pueblo que ocupaba una región del valle superior
del Ebro o de sus proximidades.
(VOLVER) (37)Bosch, Etnología
de la península ibérica (Barcelona, 1932).
(VOLVER) (38)Ver los límites
de la cultura pirenaica en relación con la central
o delas cuevas en Pericot, La civilización megalítica
catalana y la cul tura pirenaica (Barcelona 1925), basándose
para el país vasco en los tra bajos de Aranzadi,
Barandiarán y Egures en los sepulcros megalíticos
y demás estaciones del país.
(VOLVER) (39)Ataques de Requiario
a la Vasconia en 449;campaña de Leovi gildo hacia
581 en Vasconia, que ocupa, fundando Victoriacum (Vito riano
en Alava), probablemente la repetición del hecho
de las ciudades célticas en la llanura de Alava,
instalando allí destacamentos militares para vigilar
desde allí a los montañeses: luchas del rey
franco Chilperico (562584)con los vascones;luchas victoriosas
del «comes »de Burdeos Galactorio contra los vascones;nuevas
luchas en tiempo del emperador Justino II (5655783;penetración
de los vascones en Aquitania que desde entonces recibe el
nombre de Gascuña (hacia 587)(testimonio de Gregorio
de Tours);luchas de Suintila (hacia 623)contra los vascones
que siguen manteniendo su independencia contra los reyes
visigodos, as!como vienen nuevas luchas en tiempo de Recaredo;Teodorico
los hace tributarios (601602);nuevas rebeliones y luchas
con los reyes francos: bajo Dago berto (636637);después
de la misión de S. Amando hacia 670 entre los vascones
que todavía son paganos, Wamba (hacia 675)guerrea
con ellos. Ver los textos referentes a estos acontecimientos
en Schulten, Las refe rencias sobre los vascones hasta
el año 810 después de J. C. (REVISTA
INTERNACIONAL DE LOS E STUDIOS V A S C OS, 1927).
(VOLVER)
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