La
cocaína y las drogas de diseño, son quizás
las sustancias de abuso cuyo consumo ha experimentado durante
los últimos años un mayor incremento en nuestro
medio. Ambas sustancias comparten además diversas características
respecto a su mecanismo de acción, sus efectos fisiológicos
y clínicos, y su potencial adictivo.
Cocaína
La
cocaína o benzoilmetilecgonina es un alcaloide preparado
a partir de las hojas de la planta Erythroxilum coca. La
forma más extendida de consumo de cocaína corresponde
al clorhidrato de cocaína, aunque en los últimos
años se ha popularizado en algunas zonas el consumo mediante
inhalación de cocaína base (crack).
La concentración
plasmática de cocaína que se alcanza varía
dependiendo de la vía de administración. Sin embargo,
en todos los casos el consumo de cocaína da lugar, básicamente,
a la aparición de dos tipos de efectos diferentes. Por
una parte estarían unos efectos de tipo psicológico,
que son los que en gran parte busca el consumidor, y que por tanto
serían subjetivamente percibidos por el mismo. Junto a
estos efectos psicológicos aparecerán otros de tipo
físico más fácilmente objetivables y que
son, en gran parte, considerados como efectos secundarios indeseables
por parte del consumidor.
Por lo que respecta
a los efectos psicológicos, la cocaína es un potente
estimulante del sistema nervioso central. Por su parte, los efectos
físicos originados por la cocaína se deben en gran
parte a su actividad sobre los sistemas monoaminérgicos.
Estos efectos se manifiestan principalmente sobre el aparato cardiovascular
produciendo vasoconstricción, hipertensión arterial
y taquicardia. También suelen aparecer hipertermia, midriasis,
temblores y sudoración.
El
mecanismo de acción de la cocaína responsable de
la mayoría de sus efectos farmacológicos es el bloqueo
de la recaptación de monoaminas (noradrenalina, dopamina
y serotonina). Este bloqueo produce un aumento de las concentraciones
de estos neurotransmisores en el espacio sináptico, y por
tanto una hiperactividad de las acciones por ellos mediadas. En
este sentido, uno de los factores principales en el desarrollo
de las conductas adictivas es la capacidad de diferentes sustancias
para actuar como refuerzo positivo sobre el mantenimiento de su
administración. Diversos estudios han sugerido que el neurotransmisor
que media las acciones de estas rutas de recompensa es la dopamina.
Las dos principales vías dopaminérgicas implicadas
en las propiedades reforzantes de la cocaína son la mesolímbica
y la mesocortical
Drogas de diseño
Bajo
el nombre de drogas de síntesis o de diseño, se
agrupan una serie de sustancias que en su mayoría podrían
considerarse derivados metoxilados de la molécula de anfetamina.
Entre ellas destacan la MDMA o éxtasis (metilenodioximetanfetamina),
la MDA o píldora del amor (metilenodioxianfetamina)
y la MDE o Eva (metilenodioxietilanfetamina). Su estructura
química es similar a la de la anfetamina, no en vano derivan
de ella, pero también guarda similitud con diversas sustancias
alucinógenas como la mescalina. Por ello, se trata de compuestos
cuyos efectos predominantes son de tipo anfetamínico, pero
que también pueden producir alteraciones de la percepción,
es decir, presentan un perfil intermedio entre un psicoestimulante
y un alucinógeno.
En general, los efectos
de las drogas de diseño aparecen rápidamente, normalmente
a los 30 minutos de su administración, alcanzando una fase
de meseta 30-60 minutos después. A las dosis habituales
aparece una euforia leve, aumento de la empatía, del estado
de alerta y de la actividad mental, se reducen el cansancio y
el sueño, y con algunas sustancias pueden darse también
alteraciones visuales. Pero las drogas de diseño son capaces
de producir también efectos simpaticomiméticos similares
a los inducidos por la anfetamina. Estos efectos serían
consecuencia de una activación preferentemente adrenérgica
y serotonérgica, y entre ellos destacan: taquicardia, arritmias,
hipertensión, midriasis, hipertermia, piloerección,
etc.
Por lo que respecta
a sus efectos psicoestimulantes la mayoría de drogas de
diseño presentan un mecanismo de acción similar
al de la anfetamina. Se ha demostrado que la anfetamina induce
la liberación de dopamina a partir de depósitos
citoplasmáticos. Por su parte, las propiedades alucinógenas
de las drogas de diseño han sido relacionadas con sus efectos
sobre el sistema serotonérgico.

Entre las complicaciones
médicas agudas relacionadas con las drogas de diseño
destacan la muerte súbita, precedida en general de convulsiones,
y la intoxicación aguda, que cursa con mareos, irritabilidad,
confusión, taquicardia, hipertensión, disnea, dolor
torácico intenso y convulsiones tónico-clónicas.
Por su parte, la morbilidad a largo plazo del consumo de drogas
de diseño se ha asociado fundamentalmente con importantes
alteraciones de la personalidad. En este sentido, los efectos
neurotóxicos de las drogas de diseño sobre los terminales
nerviosos, constituyen en este momento uno de los principales
ejes de preocupación y estudio entorno a estas sustancias.
Finalmente, el patrón de
consumo habitual de las drogas de diseño presenta una serie
de características diferenciales respecto al de otros psicoestimulantes.
Los consumidores de drogas de diseño distancian de dos
a tres semanas la toma de una nueva dosis, estableciendo periodos
más o menos prolongados de abstinencia. Este patrón
de consumo autolimitado se debe probablemente a la rapidez con
que se produce una tolerancia a los efectos positivos de la droga,
tolerancia que parece ser menor para sus aspectos negativos.
Dr. Luis F. Callado, Dpto.
Farmacología. UPV/EHU
Fotografías: de las páginas web, psiconautas.com,
medicinaTV.com, saludalia.com |