A
Jose Luis Zumeta los colores le susurran cómo ha de
proceder. Partió hacia París en busca de una vanguardia
que de regreso a Euskal Herria él mismo personificaría,
y si bien al principio causó varias controversias, poco
le importaban. En tanto que otros vivían sumidos en el
grisáceo franquismo, él se desenvolvía con
libertad entre los colores. Y sigue haciéndolo. En el taller
de su caserío de Navarra, el hombre que soñaba con
ser bohemio se confiesa feliz gracias a su inagotable imaginación.
-¿Cuándo comenzó
a ensuciar los pinceles? Salí de Usurbil
por primera vez a los cinco años, para ir a la escuela
de La Salle de San Sebastián, en la Parte Vieja. Ahí
es donde empecé a dibujar. Solíamos tener unas dos
o tres clases de dibujo semanales, y parece ser que se me daba
bastante bien. Con trece o catorce años entré a
trabajar de prácticas en una empresa gráfica, de
modo que me puse a dibujar y a aprender por pura casualidad. Evidentemente,
eran trabajos comerciales, pero me ayudaron para empezar a adquirir
experiencia. El director, Antonio Valverde, también era
pintor, y en tenía libros en la oficina. Entonces empecé
a hacer mis pinitos. Poco después fui a la Sección
Artística de Guipuzcoa. No había profesores; simplemente
venían modelos y posaban. Y así, poco a poco, me
fui dando cuenta de que yo quería ser pintor.
-¿No le resultó
difícil adoptar semejante decisión? Quería llevar
una vida bohemia: buscar un trabajo, hacer parranda... Tras realizar
el servicio militar me fui a París, a pasar unas temporadas
no demasiado
largas. Cuando veía que necesitaba dinero, regresaba, engordaba
un poco, conseguía un poco de dinero, y vuelta. Así,
durante varios meses. Para pintar tenía que
salir fuera, aquí no había nada que hacer. Mi afán
por conocer la vanguardia artística me llevó a otras
ciudades. Podía haber ido a Madrid o a Barcelona, pero
prefería ir a París. Necesitaba urgentemente romper
con el aislamiento impuesto por el franquismo y por la sociedad
conservadora. El movimiento parisino me pareció
muy interesante. Con el tiempo decayó un poco, pero seguía
siendo el punto de encuentro de pintores de todo el mundo: Van
Gogh, el impresionismo, Toulouse Lautrec...
-¿Qué encontró
en París? Para empezar, a tres
donostiarras: Rafael Ruiz Balerdi, Jose Antonio Sistiaga y Jose
Mari Ortiz. Andaba mucho con Balerdi, un poco mayor que yo. Sabía
mucho de pintura y aprendí mucho de él. En la calle veía exposiciones,
recogía papeles... Tuve la ocasión de ser un auténtico
bohemio, a tope. Con la pintura me llevé una gran sorpresa,
había norteamericanos y europeos: Cobra, Staël, Pollock,
de Kooning, Chagall y Picasso... Como por aquí no había
nada, todo me resultaba nuevo. Fui por primera vez en 1959, y
desde luego puedo asegurar que me causó una honda impresión. Luego estuve en Londres, y
más adelante en Suecia. Fui en moto, con Jose Antonio Artze.
Conocí a una chica en París y... no era pintora.
-De modo que ya tenía
una excusa... ¡Más que una
excusa! Llegamos a Estocolmo en otoño, y al poco vinieron
el frío y la nieve... Era bastante duro, un poco triste.
-Sin embargo,
su corazón estaría ardiendo... Por poco tiempo...
Durante aquella temporada tuve a la pintura un poco abandonada.
Hice algún que otro curso y me fui a Dinamarca para un
par de meses. Como no tenía trabajo y me encontraba muy
mal, se me ocurrió volver a París haciendo auto-stop.
Son cosas que hice siendo joven, con veinte o veinticuatro años.
A los veinticinco me casé, y las cosas cambiaron radicalmente.
-¿Qué traía en
su maleta, más bien mochila, de regreso a Euskal Herria? Aquí se respiraba
un ambiente costumbrista, donde predominaban las vacas, el caserío,
los pescadores y la niebla, conque lo que yo traía resultaba
escandaloso. Recuerdo que coloqué una mural en el Ayuntamiento
de San Sebastián, y la gente se enfurecía. Causó
un enfado general. Hasta entonces nunca habían visto una
cosa así. Aquellas obras giraban en torno a la propia pintura,
lo que predominaba era el color. Era la primera vez que la abstracción
hacía su aparición en la sociedad vasca. Como yo era bastante chulo,
aquella postura tan negativa de la gente, ese enfado, no me afectaron
lo más mínimo. La verdad es que la obra era muy
radical, los colores eran muy vivos, tenía unas líneas
horizontales... No tenía una temática definida.
-¿Trataba de desconcertar a
la gente? No, no. Nunca pienso
en qué estará a un lado y qué en el otro.
Cuando pinto, nunca me paro a pensar en quién verá
la obra. A la hora de preparar una exposición sí
que realizo una selección, pero al pintar no. De no pintar
conforme a mis deseos, me hubiera perdido en el camino.
-En ese contexto
nacería el grupo Gaur. El grupo Gaur nació
cuando yo vivía en Hondarribia. Se trataba de una iniciativa
de los pintores y escultores para fundar una escuela de arte en
Gipuzkoa. En la vertiente musical estaba el grupo Ez Dok Hamairu,
que incluía
a poetas. En la Euskal Herria de los años 60, con la finalidad
de promocionar el arte vasco, se formaron grupos como Gaur,
Orain, Danok y Hemen. En un principio organizábamos
exposiciones, y más tarde realizamos algunas reivindicaciones
políticas, pero nos encontramos con cada vez más
obstáculos, y finalmente el proyecto se paralizó.
La tensión llegó a ser enorme y cada cual se marchó
por su lado.
-¿Dónde se encuentra
la frontera entre la pasión y la profesión? En mi caso es pura
afición o vocación. Cuando tomé esta decisión,
en mi entorno y en mi familia afloraron los tópicos de
siempre.
-¿Por qué ha orientado
casi toda su obra hacia la pintura? He realizado relieves
con colores. El color es bastante fundamental. Empecé a
trabajar en tres dimensiones, con volúmenes, como lo atestiguan
los relieves de cerámica que realicé entre 1974
y 1976, pero era un campo muy difícil, muy complicado y
muy caro. Exigía una gran infraestructura, de modo que
decidí centrarme en la pintura.
-Menciona el color una y otra
vez... Para mí el color
es el pilar básico para continuar con una pintura. El color
es emoción, y a través de las emociones se crea
una energía que da sentido a todas las cosas. La forma
se adquiere gracias a los colores. El comienzo es emocional, y
es el color el que me indica cómo he de seguir, qué
tengo que hacer, añadir o quitar. Sin colores, creer me
resulta muy difícil. Sentir, creer... para mí son
lo mismo. No puedo escoger uno solo; puedo tener épocas,
pero los necesito todos.
-Cuando tiene
un lienzo en blanco ante usted... Antes sentía
miedo, pero luego le perdí el respeto y empecé a
confiar en los colores, que me enseñan cómo tengo
que seguir. Al principio todo es color, impulsivo. Pones todos
los colores juntos y enseguida te das cuenta de cuál es
el siguiente que quieres. Suelo
hacer tres sesiones al día, sesiones cortas, porque así
conservo mejor la frescura. Los fines de semana, debido a compromisos
y a visitas, trabajo menos. Y, si estoy solo, a veces trabajo
incluso de noche. Suelo pintar con bastante naturalidad, según
las ganas que tenga. Conozco mis limitaciones y trabajo en consonancia
con ellas.
-¿Qué le indica que
ya ha terminado? Doy por teminado cuando
ya no veo ninguna salida, cuando encuentro el color, la posición,
el gesto exactos... El propio color me lo indica.
-¿Siempre ha seguido la corriente
de la abstracción? Obviamente, al principio
trabajé la figuración, y también en los años
79-80, en una especie de expresionismo sociopolítico. Sentía
la necesidad de practicar la denuncia social, pero después
volví a la abstracción. Dentro de mis trabajos, la
cartelera se aleja un poco de la abstracción. Son trabajos
que he realizado para un grupo, para Laboa... siempre por voluntarismo.
Y en la pintura he guardado relación con la temática.
-Ahora que se
asegura que todo está inventado, ¿qué tiene usted
que aportar? Con decir que todo
está inventado se quiere decir que todas las posibilidades
están abiertas, pero luego cada uno tiene que labrar su
propio camino. A pesar de que todos circulamos por autopistas,
cada uno de nosotros tenemos que seguir nuestro propio camino.
Parece prácticamente imposible inventar cosas nuevas o
sorprendentes, pero se harán. La pintura es aventura.
-Algunos pintores pintan para
expresar sus sensaciones. Usted, ¿por qué lo hace? Yo también,
estoy de acuerdo con esa afirmación. Claro que casi se
me ha olvidado por qué pinto, me resulta muy difícil
de concretar. Será por necesidad. Al principio mi pintura era
mediocre, y luego, al experimentar por mi cuenta, empecé
a tener más control. El ser autodidacta tiene sus ventajas
y sus riesgos: estás exento de influencias, gozas de más
libertad... Se debe olvidar todo lo que se aprende académicamente,
y en ese aspecto yo no he tenido que olvidar nada. Creo que he
recibido más influencia centroeuropea que norteamericana.
No copio, pero veo más afinidad con respecto a mis necesidades.
-El almacén de Uribitarte
en Bilbao, el mercado de San Martín en Donostia, el Gaztetxe
de Iruña... ¿qué tienen estas localizaciones para
ubicar en ellas sus exposiciones? En el caso de Bilbao
buscaba un sitio que no fuera oficial. Estaba en desacuerdo con
varias políticas y puede que mi proceder tuviera un sentido
de denuncia. En Donostia quería encontrar
un lugar marginal que no guardara ninguna relación con
el arte, y encontré el mercado de San Martín. Fue
maravilloso ver las pinturas junto a pollos, verduras, frutas
y chorizos. Me lo agradeció mucha gente, y llegué
a emocionarme. La exposición en sí
es un agradecimiento, pero no suelo tener contacto directo con
la gente. El día de la inauguración sí suelo
estar presente, pero el resto de los días no.
-¿Cuál es su postura
ante las nuevas tecnologías? La normal. Es un instrumento
diferente. Yo, por lo menos, pienso probarlos para esbozar dibujos,
probar las modificaciones del color, etc. Ya tengo el ordenador
preparado, aunque todavía está sin enchufar. Al
salir del taller me quedan unas horas libres y aprovecharé
esos momentos para entretenerme con el ordenador. Pero nunca dejaré
los pinceles. Yo necesito las herramientas tradicionales.
-Proyectos futuros... Me han llamado del
Ayuntamiento de Biarritz para realizar una exposición que
todavía está por concretar. Y tengo otra concertada
en una galería de Nueva York. Un señor de Nueva
York me compró un cuadro en una exposición que tuvo
lugar en Bilbao, y lo llevó a una galería que su
hija tiene allí. Así ha surgido el contacto.
-Una radiografía
de la pintura actual... Hay
mucha variedad. Cada año salen de Leioa cientos de pintores.
Las cosas han cambiado tanto desde que empezamos... Hoy en día
estudian una carrera, aprenden el oficio y reciben clases teóricas.
Tienen la posibilidad de ver muchas cosas y obtienen mucha información...
tienen de todo. La verdad es que no sigo muy
de cerca a los pintores jóvenes de la actualidad, pero
puedo asegurar que lo que he visto es de una calidad suprema.
Es posible que la tensión política les proporcione
otro tipo de perspectiva. Puede parecer exagerado, pero ésa
es mi impresión. La tensión reinante se refleja
en todos los campos de la vida, y también en el arte. Pero a un joven que tenga vocación
le recomendaría que sea natural, que actúe conforme
a sus sentimientos, y que sea espontáneo. Luego, con la
edad y con constancia, cada uno se hace con su sitio.
-¿Qué tipo de influencia
cree que ha tenido el Museo Guggenheim? El ambiente se ha visto
alterado, y ha provocado cierta competencia entre las ciudades,
que se han empezado a movilizar. Ha sido todo un acierto comercial
que ha levantado muchas polémicas. Su política,
prácticamente norteamericana, no beneficia mucho a la pintura
vasca, pero tiene sus aspectos positivos. Está bien para
que el público vea lo que se hace y vaya modernizándose. Yo creo que la gente es tolerante
y respeta lo que es la abstracción. Lo entienda o no lo
entienda, les guste o no les guste, por lo menos con esos baremos
se acerca.
Jose Luis Zumeta nació
en Usurbil (Gipuzkoa) en 1939.
A
continuación se da breve cuenta de algunas de las
exposiciones y de los premios que ha recibido:
-
1958 Obtiene
la Medalla de Oro Nacional del concurso "Pintura Joven"
de Madrid
-
1965 Participa
en la creación del grupo "Gaur" junto con Jorge Oteiza,
Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu, Nestor Basterretxea,
Rafael Ruiz Balerdi, Amable Arias y Jose Antonio Sistiaga.
-
1967
Obtiene
el primer premio del concurso "Gran Premio de Pintura Vasca".
-
1973-74
Realiza
en Usurbil un mural de cerámica de 145 metros cuadrados.
-
1976
Participa
en la "Exposición 79" organizada en el Palacio Velázquez
de Madrid.
-
1980
Realiza
una exposición conjunta en la Fundación Joan
Miró de Barcelona.
-
1982
Realiza
exposiciones conjuntas e individuales en Stuttgar (Alemania).
-
1983 Exposición
individual en la "Volksbank galerie" (Biberach, Alemania).
-
1989 Participa
en la exposición conjunta titulada "Homenaje a las
víctimas del franquismo" en Madrid, Sevilla y Valencia.
-
Durante los años
90 expone en varios museos y galerías de Euskal Herria:
Windsor, San Telmo, Altxerri, García Castañón,
La Brocha...
- 1999The
Hangar, Evanton (Escocia)
-
2000 Almacén
Uribitarte (Bilbao). Galería La Brocha. Mercado de
San Martín (San Sebastián)
Pueden
contemplarse sus obras en el Museo de Bellas Artes de Bilbao,
en el Museo de Bellas Artes de Álava, en el Museo
San Telmo de San Sebastián, en el Fondo de Arte Contemporáneo
de Santa Cruz de Tenerife, en el Museo de la Concordia de
Santiago de Chile, y en la colección "Testimoni"
de la Caixa de Cataluña. |
Fotografías: Idoia Marcellan
Euskonews & Media 134.zbk
(2001 / 9 / 7-14)
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