Tras
tres años de permanencia en el Gobierno Vasco, Joxerramon
Bengoetxea parte de nuevo hacia Luxemburgo, país donde
años atrás ejerció como abogado en el Tribunal
de Justicia Europeo, una ocupación que volverá a
desempeñar. Sin embargo, asegura que su estancia no será
prolongada, ya que considera preferible disfrutar de la movilidad.
En todo caso, confiesa que, esté donde esté, su
meta principal siempre será Europa.
-¿Cómo
se definiría a sí mismo: como profesor, abogado,
político? Me considero un teórico
del Derecho, especializado en Derecho europeo. Al menos, eso es
lo que me gusta.
-¿Por qué
no se especializó en Derecho laboral o familiar? Siempre me he sentido
atraído por la Teoría del Derecho. Además,
siento especial predilección por el Derecho internacional,
principalmente por el Derecho Europeo. Soy muy europeísta.
Creo en la Unión Europea y he encaminado mi trabajo hacia
ella.
-Con tal fin,
cursó sus estudios fuera de Euskal Herria. Decidí marcharme
a Escocia, porque era allí donde se encontraba el experto
que consideraba más interesante. Allí tuve ocasión
de conocer lo que son la pluralidad, los problemas de los Estados,
el papel de los países sin condición estatal, etc.
También estuve en Alemania e Italia cursando sobre temas
relacionados con Europa.
-Tras finalizar
sus estudios, comenzó a trabajar como profesor en la Universidad
del País Vasco, aunque no por mucho tiempo, ya que pronto
partió hacia Luxemburgo.
Así
es, al Tribunal de Justicia Europeo. Allí ejercí
como abogado junto a un juez, elaborando los informes que necesitaba
para dictar las sentencias. Un trabajo sumamente interesante.
-Siendo usted
un teórico del Derecho, ¿cómo le resulta el paso
de la teoría a la práctica? ¿Cómo se aplica
la teoría ante un problema práctico que se presenta
en el Tribunal, pongamos por caso pesquero? La clave del Derecho
es el lenguaje. A fin de cuentas, el Derecho consta de documentos,
y cada parte debe fundamentar sus pretensiones en el lenguaje
legal.
-Ahora que
lo menciona, el lenguaje legal resulta muy complicado para los
ciudadanos de a pie. Se dice que los juristas
empleamos un lenguaje complicado. Yo también lo creo. El
Derecho en sí es técnico, pero es que además
hay quienes lo tecnifican más de lo necesario, para de
alguna forma seguir ostentando el poder del conocimiento. Otro
tanto sucede con los médicos, economistas, etc. Creo que
las cosas se podrían explicar con más claridad,
porque es evidente que eso no es bueno.
-Las encuestas
revelan que los ciudadanos nos sentimos muy distantes las instituciones
de la Unión Europea. Ahí la culpa
la tenemos todos, medios de comunicación inclusive.
-Pero, ¿creen
los Estados en Europa?
Unos
sí, otros no. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial,
varias autoridades decidieron fundar Europa para adoptar una serie
de medidas con el objeto de evitar que volviera a tener lugar
otra atrocidad semejante. La creación de Europa perseguía
superar los nacionalismos tal y como se concebían por entonces,
que provocaban la destrucción, la división, la guerra
y la violencia. En mi opinión, esa interpretación
del nacionalismo era incorrecta. Hoy en día no sería
posible fundar Europa. Ahora las autoridades compiten entre sí
para ver quién saca más jugo a la apuesta europea.
Esa acepción no es aceptable. Europa no nació con
ese fin.
-En teoría,
el proyecto europeo tiene futuro, pero en la práctica,
en las cumbres que se celebran entre las máximas autoridades,
los Estados se muestran temerosos de perder su poder. Ésa es la cuestión.
Al limitarnos a pensar desde una visión estatal, no pensamos
que pueda haber nada por encima de los Estados, no confiamos en
esa posibilidad. Los medios de comunicación tienen mucho
que ver. Por ejemplo, en los deportes. Los titulares rezan que
"los españoles han obtenido X medallas en las Olimpiadas",
pero nunca dicen que "Europa ha obtenido X medallas", precisamente
porque no se piensa desde la condición europea. Pero, ¿por
qué no? ¡Somos europeos! Los medios de comunicación
deberían colaborar en fomentar ese sentimiento.
-Hablábamos
de las cumbres. Usted, desde su condición de vasco, ¿se
muestra partidario de que su país pueda expresar su postura
en tales reuniones? Desde luego. Yo quiero
que se me escuche, no para salir siempre con las de ganar, pero
sí para que los allí congregados conozcan cuál
es la opinión que los vascos podamos tener en torno a diversos
temas. Es más, me gustaría poder defender mis intereses.
Algunas veces saldré ganando, otras no. Euskal Herria no
es menos que España. En resumen, es una cuestión
de soberanía.
-¿Es posible
tener voz y voto en la actual situación jurídico-política
de Europa?
Es
difícil, pero si España diera su consentimiento,
sí sería posible. Sin embargo, ¿cómo conciben
los representantes españoles España? Para ellos
España es Madrid, y hay un único Gobierno. Las comunidades
autónomas están consideradas enemigas del Gobierno
Central. Los alemanes conciben el Estado de otra forma; Alemania
la integran el Gobierno central y los landers, y éstos
cuentan con una representación en Bruselas: nombran entre
todos a un representante, y luego participa en las reuniones.
Esta sería una de las posibles fórmulas. Otra sería
la de Escocia. En el Reino Unido la representación varía
en función del tema a tratar: a veces el ministro británico
va acompañado del ministro escocés, y otras ocasiones
va sólo el escocés en nombre de todos los británicos.
Y hay más modelos: el de Austria, el de Bélgica...
También hay Estados centralistas. España, en teoría,
dada la presencia de las comunidades autónomas, no es centralista,
pero su comportamiento sí lo es. Y no toda la culpa recae
en el PP, porque el PSOE actúa de igual manera. Las autonomías
les incomodan. Y para cambiar eso sólo hace falta voluntad.
No hacen sino dar motivos a quienes aseguran que no hay nada que
hacer. Repito que para que los vascos estemos representados en
Europa no hace falta modificar ninguna norma, es cuestión
de voluntad.
-La llegada
del euro está ya próxima, pero ¿cree usted que el
proyecto europeo ha sufrido un retroceso en estos últimos
años? Es cada vez más
evidente que los Estados pueden ser egoístas. Y ése
es el verdadero retroceso. Con ese tipo de planteamientos, nadie
se presta a otorgar nada. Pero yo quiero mostrarme optimista.
Estamos consiguiendo un mercado común, el euro, nuestras
empresas realizan muchas compraventas en Europa... Todo eso nos
resulta beneficioso. Por otra parte, en Europa se están
desarrollando políticas nuevas que cada vez nos afectan
en mayor medida. Europa es una realidad, aunque desconozco si
nos damos cuenta o no, o hasta qué punto conocen esa realidad
los periodistas que nos informan.
-En
lo que respecta al futuro, ¿cuál es el reto de Europa? Dotar de contenido
a la ciudadanía. Aunque somos ciudadanos europeos, debemos
explicar su significado. Quienes saben mucho de este tipo de derechos
y obligaciones son los estadounidenses.
-¿Destaca algún
líder entre las autoridades? Los líderes
son producto de los medios de comunicación, y el problema
es el modo en que estos medios están distribuidos en Europa,
porque al estar en manos del Estado, están supeditados
a una serie de intereses. No les interesa facilitar una perspectiva
europea, porque es un tema que no llegan a dominar. Tampoco han
resultado de gran ayuda los medios de comunicación alternativos,
porque opinan que la Europa que se ha construido pertenece a los
comerciantes. También los abertzales vascos tenemos unos
esquemas demasiado simplistas y muy ligados al Estado, esquemas
que habremos de superar para formar Europa. No nos damos cuenta,
pero luego apenas tenemos fuerzas ante la globalización.
"Eso no está bajo nuestro control", "Eso no lo decidimos
nosotros", "Eso lo han impuesto los grandes Estados"... ¿Y qué
hay de nosotros? Si realmente queremos ser libres, tenemos que
localizarnos en un contexto más amplio, de lo contrario
no hay nada que hacer.
-A principios
de año volverá de nuevo a Luxemburgo. ¿Qué
tal se vive allí? Es un país pequeño,
aburrido en opinión de muchos. Tranquilo, muy verde...
como aquí. Tienen una gran calidad de vida. Luxemburgo
no es un país para hacer parrandas, para eso, nada como
Euskal Herria. Se encuentra en un enclave muy interesante, y son
más ricos que nosotros. Su calidad de vida es mayor, aunque
¿eso cómo se mide? Aquí, en general, vivimos muy
bien, sabemos divertirnos. Allí la gente es más
solitaria. En las calles no se ve la alegría que tenemos
aquí.
-¿Cuánto
tiempo tiene previsto permanecer allí? No lo sé, me
resulta difícil de concretar. Creo que unos dos años.
Luego ya veremos, porque siempre ando de un sitio para otro. Yo
a la vida le pido pluralidad, diversidad de perspectivas y experiencias,
y aprender a base de trabajar en distintos puestos.
-Durante los
últimos tres años ha sido Viceconsejero de Trabajo
y Seguridad Social del Gobierno Vasco. ¿Cómo calificaría
la experiencia?
Como
bonita, interesante y dura. No es un trabajo fácil, porque
el propio Departamento tiene dificultades. Por una parte están
los sindicatos, por otra los empresarios, y en medio está
el Gobierno, que tiene que tratar de mantener el equilibrio. También
tenemos el problema del paro, aunque en estos últimos años
ha disminuido.
-¿Han sido
años buenos y malos? A mí me ha resultado
muy dura la actitud que ha tomado el Gobierno español respecto
al plan Hobetuz. Me parece una barbaridad. Nuestros trabajadores
y empresas abonan unos 6.000 millones de pesetas, y ellos nos
han devuelto 1.500 millones. ¡Menudo robo! Es una actitud que,
en mi opinión, descubre la verdadera faceta del PP. Además,
los principales sindicatos y empresarios han permanecido callados
y se han mostrado de acuerdo. Como aspecto positivo, destacaría
la educación laboral. El servicio de orientación
para el empleo, por ejemplo, ya está en funcionamiento.
Desde Euskal Herria gestionamos mejor, porque nuestra administración
es más eficaz.
-¿La presencia
de Izquierda Unida en el Gobierno Vasco facilitará las
relaciones entre sindicatos y empresarios? Yo no creo que las
relaciones vayan a ser necesariamente mejores. Creo simplemente
que la presencia de Izquierda Unida es positiva, y punto. Es buena
para todos, resulta enriquecedora, realizará aportaciones
progresistas... Tenderá hacia la izquierda, y eso no es
malo.
-¿Podríamos
calificarlo como político? Yo no me considero
un político, aunque todos ellos me inspiran un enorme respeto.
Algunos afirman que todos los políticos son iguales, pero
no es cierto. Cada partido se rige por sus propias normas, y sus
decisiones nos afectan a todos los miembros que lo formamos. No
aceptan divergencias en su seno, al parecer porque la disparidad
de opiniones les resulta perjudicial, aunque desde mi punto de
vista, es justamente al revés. Nunca dejaré de ser
militante, pero no quiero ser político de por vida. A pesar
de pertenecer a un partido, me considero una persona muy independiente.
Si algún día viera que mis reflexiones no se ajustan
al partido, no tendría inconveniente en abandonarlo.

-¿Cuándo
piensa regresar a la universidad? La universidad es mi
verdadero norte. Volveré para investigar, ya que me gustaría
ahondar mis estudios sobre las experiencias vividas en los distintos
trabajos que he desempeñado. Me interesan mucho los temas
europeos, de modo que, esté donde esté, trataré
de hacer algo que esté vinculado a Europa. Fotografías: Ismael Diaz de Mendibil
Euskonews & Media 139.zbk
(2001/10/11-19)
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