Jose
Antonio Arana Martija es miembro de la Directiva de Euskaltzaindia-Real
Academia de la Lengua Vasca. Conoció a Resurrección
María de Azkue cuando estudiaba Derecho en la Universidad
de Deusto, y le recuerda como "un santo, un hombre realmente admirable.
En Euskal Herria nunca ha habido nadie que haya trabajado tanto
como él. Tenía un carácter muy fuerte, mucho
genio, y era muy serio. Imagínese, ¡empezó a fumar
con 80 años! Lo conocí en los años 1949-1950,
al empezar a estudiar Derecho en Deusto. De vez en cuando solía
ir a la sede de Euskaltzaindia para ayudar a Alfonso Irigoien
con los asuntos de la música, y un día que estábamos
ensayando, al oír voces, gritó '¿quién anda
ahí?'. Irigoien hizo las presentaciones y le explicó
qué estábamos haciendo. 'Si está trabajando
por el euskera, que continúe', dijo respecto a mí.
Fue un encuentro que no duró más de diez segundos,
pero que nunca voy a olvidar". Arana Martija ha publicado dos
libros sobre Azkue.
-Resurrección
Jesús María de las Nieves Azkue, todo un nombre
para todo un hombre. Se llamaba Resurrección
Jesús María de las Nieves porque nació precisamente
el Día de la Virgen de las Nieves, el 5 de agosto de 1864,
en Lekeitio. Sus padres eran Eusebio Azkue y Mari Carmen Aberasturi.
Carmen era la segunda esposa de Eusebio. Anteriormente estuvo
casado con Laureana Ozerin, con quien tuvo cinco hijos. Eusebio
estudió en el convento de los franciscanos de Bilbao, y
después ejerció como profesor en la escuela de náutica
en Mundaka, donde vivía con Laureana y sus hijos. Como
era poeta, puso a sus hijos nombres ligados a la naturaleza: Diana,
Aurora, Sol... Azkue nació y creció en un entorno
poético. Al fallecer Laureana, Eusebio contrajo segundas
nupcias con Mari Carmen Aberasturi, una viuda que residía
en Mundaka. Eusebio obtuvo la cátedra de la escuela náutica
de Lekeitio, de modo que al final consiguió regresar a
su pueblo natal. El apellido Azkue proviene
de Zamudio, de donde era el padre de Eusebio. El propio Azkue
y otros seis o siete hermanos más nacieron en Lekeitio.
Ninguno de ellos se casó, con que el apellido Azkue terminó
por desaparecer en esta localidad. Azkue realizó sus estudios
en la escuela náutica de su padre, y luego se vino a Bilbao
a cursar el bachiller. Casualmente, se alojó en la misma
casa que Unamuno y Telesforo Aranzadi, que eran primos entre sí.
Azkue no se llevaba bien con Unamuno, aunque sí con Aranzadi.
-En todo caso,
parece ser que la estancia en Bilbao no le marcó demasiado. Según parece,
los estudios que cursó en Bilbao no le interesaban demasiado;
al menos no les concedía mucha atención, porque
no sacaba buenas notas. El Azkue cultural aún no había
nacido. Sin embargo, se sentía atraído por la literatura
y el euskera, sobre todo debido a la influencia de su padre, y
también le gustaba la música, que estudió
con el organista de Lekeitio. Su hermano Alfonso era un buen cantante,
poseía una hermosa voz, y su padre, Eusebio, cantaba en
el coro de Lekeitio. De modo que creció rodeado de música
y del euskera. Tras finalizar sus estudios
en Bilbao, se fue al seminario de Vitoria-Gasteiz para aprender
filosofía, y de ahí a Salamanca, a cursar teología.
Ahí es donde empezó a componer música, aunque
no gran cosa, porque todavía estaba estudiando. En todo
caso, entorno al año 1884, veraneando en Lekeitio, empezó
a interesarse por la cultura popular vasca.
-Fue precisamente
por aquel entonces cuando la Diputación Foral de Bizkaia
creó la Cátedra Vasca.
Sí,
en 1888, cuando Azkue ya estaba preparado para oficiar misas.
En aquel momento se encontraba en Salamanca, y una de sus hermanas
le escribió animándole a que se presentase. Además
de Azkue se presentaron, entre otros, Unamuno y Sabino Arana,
que a la sazón no sabía euskera y que no presentó
nada más que la solicitud. Unamuno contaba con la ventaja
de estar doctorado en Filosofía y Letras, en Madrid. Era
un hombre muy inteligente y admirable, pero tampoco él
presentó nada más que la solicitud. Sin embargo,
Azkue presentó unos apuntes sobre la gramática vasca,
un cuento en euskera y un método para aprender el euskera.
Parte de los miembros del tribunal valoró sobre todo el
doctorado de Unamuno. Azkue no tenía título alguno,
ni tan siquiera era sacerdote, porque el concurso para la cátedra
tuvo lugar en marzo, mientras que Azkue ofició su primera
misa el 29 de septiembre. Pero sus defensores valoraban que fuera
un euskaldun nato y el hecho de haber acompañado una serie
de trabajos. Así, a pesar de que la relevancia de un sacerdote
fuera menor que la de un doctor, finalmente fue Azkue quien obtuvo
la cátedra. En el verano previo al inicio
de las clases, Azkue preparó una minuciosa gramática,
seleccionó varios textos para los alumnos, y los presentó
en la Diputación. Empezó a impartir las clases de
euskera en octubre, en el instituto de Bilbao, que comenzaban
a las seis de la mañana. Saque usted las cuentas, a ver
quién acudía a esas horas... En cualquier caso,
ya el primer año congregó a unos 20-25 alumnos,
adultos todos ellos, algunos de los cuales llegarían a
ser renombrados: Arriaga, Rochelt... Debido a su trato con la
burguesía de Bilbao, Azkue no tardó en hacerse famoso
en Bilbao. En un principio tenía una marcada influencia
carlista, porque su padre lo era, pero dejó la política
a un lado y puso todo su interés en el euskera.
-Al poco de
obtener la cátedra, publicó "Euskal Izkindea", la
primera gramática vasca. Lo publicó en
1891. Euskal Izkindea es una obra verdaderamente extensa.
En el prólogo expresaba su agradecimiento a la Diputación,
por haberle concedido la oportunidad de elaborar la gramática
en cuestión, y también a su madre, por haberle transmitido
el amor por el euskera y la cultura vasca. Pero sobre todo acentuaba
los problemas a los que tuvo que enfrentarse para poder elaborar
el libro, dada la ausencia de palabras vascas con las que enseñar
gramática. De modo que tuvo que crear muchas. Más
tarde, arrepentido, lo calificó de "pecado de juventud"
y confesó que, al ser buena parte de las palabras ininteligibles,
no era un buen método para aprender el euskera. A pesar
de que en un principio se mostró a favor de crear nuevos
términos (por motivos técnicos; también Sabino
Arana estaba en ello), observó que la gente no los iba
a entender, y se puso a mejorar los préstamos lingüísticos.
El mismo año que publicó Euskal Izkindea,
editó un curioso libro de textos dedicado a Antoine d'Abbadie,
redactado en el dialecto vizcaíno batúa, y en el
dialecto de Lekeitio. El primer elemento que Azkue
propuso unificar de cara al euskera batúa fue la ortografía.
Los modelos ortográficos de Azkue y Arana salieron a la
luz el mismo año, y ello originó grandes controversias.
Finalmente se acabó por aprobar la proposición de
Arana. Las primeras ediciones de Euskaltzaindia se basaron en
la ortografía de Arana. Sin embargo, algunas de las propuestas
de Arana serían más tarde modificadas. El principal motivo del enfado
entre Azkue y Arana fue la ortografía. En las reuniones
celebradas en Hendaia y Hondarribia se respiraba una gran tensión.
En Hendaia se congregaron expertos procedentes del País
Vasco peninsular y continental, con la finalidad de consensuar
la ortografía batúa. Pero Sabino llevó consigo
a todos sus seguidores, desatando la ira de Azkue, que declaró
que no admitía semejante imposición, que allí
se congregaron para debatir honradamente, y que sólo así
aceptaría las decisiones que se fueran a adoptar. Aquella
reunión no sirvió para nada. Más tarde celebrarían
otra en Hondarribia, pero tampoco allí acordaron nada.
La cólera sólo se limitaba al ámbito lingüístico,
porque en lo demás se llevaban bastante bien. Azkue manifestaba
en una carta escrita en 1914: "soy nacionalista gracias a Sabino".
Lo que no llegaba a aceptar era la palabra Euskadi, ni con ese,
ni con zeta. En una edición publicada a partir de una conferencia
que impartió en Bilbao en 1918 decía que "mi patria
no es Euzkadi; mi patria es Euskal Herria". Veía la unidad
de Euskal Herria con más amplitud de miras que Sabino,
que empleaba frases como "Bizkaia por su independencia", una Euzkadi
que parecía querer aludir a Bizkaia, aunque no pensara
de tal modo. Azkue era un abertzale y euskaldun que soñaba
con unificar toda Euskal Herria. En lugar de "Zazpiak bat", empezó
a emplear el término Euskal Herria. Durante aquellos años
Azkue realizó cosas extraordinarias.
-Como por ejemplo,
el Diccionario Vasco en tres idiomas. Tras fallecer Arana,
Gabriel Maria Urkixo (hermano de Julio y presidente de la Diputación
Foral de Bizkaia) manifestó su deseo de fundar Euskaltzaindia.
En 1905 presentó un proyecto que recibió el visto
bueno de la Diputación de Gipuzkoa, pero no de la de Álava.
En Iruña Arturo Campion se mostraba a favor del proyecto,
pero no salió para adelante. Azkue
pidió la excedencia de la cátedra en la Diputación
y fue sustituido por Ebaristo Bustinza, "Kirikiño". Durante
los tres primeros años sólo se presentaban hombres
a la cátedra, pero hacia el año 1896 empezaron a
presentarse las primeras mujeres, de las que Azkue no quería
saber nada. Ni siquiera las quería en su clase. En ese
aspecto, era un machista. Y adoptó una decisión
salomónica: él se quedaría con los hombres,
y Kirikiño con las mujeres. Cuando solicitó la excedencia,
sin embargo, Kirikiño agrupó a hombres y mujeres
en una misma clase. Pero volvamos a lo nuestro.
Con la finalidad de recopilar canciones populares, palabras, cuentos,
etc., Azkue empezó a recorrer los pueblos de Euskal Herria.
Para poder publicar el diccionario, solicitó la ayuda de
la Diputación de Bizkaia. Así, en 1905-1906 lo editó
en Tours en tres idiomas: en euskera, en castellano y en francés.
Es un diccionario histórico, el más hermoso que
se haya realizado. Una obra maestra que reúne palabras
de todos los rincones de Euskal Herria. El trabajo de toda una
vida. El diccionario de Azkue reviste una inmensa importancia
dentro de la historia del euskera.
-Una vez publicado
el diccionario, se concentró en la música. Editó unas cuantas
canciones eclesiásticas y populares. En 1901 impartió
una conferencia sobre la música, exponiendo varios ejemplos.
En 1912, mientras estaba recopilando canciones, la Diputación
de Bizkaia organizó un concurso de cancioneros vascos,
al que sólo se presentaron tres personas. Uno de ellos
presentó una canción que no llevaba ningún
nombre, por lo que quedó descalificado. Los dos finalistas
eran Azkue y Aita Donostia, fraile capuchino de Lekaroz y 22 años
más joven que Azkue. Azkue presentó cerca
de 2.000 canciones, y Aita Donostia 400. Dicen los músicos
que pese a que Aita Donostia presentó menos canciones,
tenían un mayor matiz vasco, porque Azkue los recopiló
sin hacer distinciones. Finalmente, Azkue se llevó el primer
premio, y Aita Donostia el segundo. Este último publicó
su cancionero en 1920, y Azkue entre 1922 y 1925, haciendo una
selección entre sus canciones, puesto que en lugar de las
2.000 publicó 1.001 a cargo de la Diputación. El
cancionero es una bellísima obra que recoge infinidad de
canciones heredadas de su madre, Mari Carmen Aberasturi. Azkue
visitaba asilos de ancianos para recopilar canciones, y como no
había grabadoras, las escribía allí mismo,
a mano. Durante su estancia en Tours,
Francia, corrigiendo las pruebas del Diccionario Vasco, solía
hacer escapadas a París, donde coincidió con otros
dos grandes músicos: Jesus Guridi y Jose Maria Usandizaga,
que andaban un poco reñidos. Los tres se alojaban en la
misma pensión. Para entonces Azkue era un sacerdote entrado
en años que pasaba la mayor parte en Tours, corrigiendo
las pruebas. En 1905 Usandizaga regresó
a Donostia, y Azkue y Guridi fueron a Bruselas, a estudiar música.
Azkue tenía una buena razón para ir a París:
en 1896 se celebró en Bilbao un congreso de música
en el que participaron célebres músicos procedentes
de París y de Alemania. Azkue se mantuvo en contacto con
ellos, sobre todo con el francés Charles Bordes, con quien
afianzó su amistad durante las fiestas vascas de Donibane
en 1897. El Gobierno francés destinó a Bordes a
Euskal Herria con la finalidad de recopilar canciones vascas.
Era profesor de la Schola Cantorum de París, que publicaba
obras de gregoriano. Azkue fue a dicha Schola por recomendación
de Bordes, de allí a Bruselas, y a continuación
a Colonia, junto con Guridi. Estuvo en Alemania hasta 1919, donde
compuso la oratoria Daniel y Lamindano, que luego
pasaría a ser la sinfonía cantada Andre Urraka. Al regresar a Bilbao retomó
la cátedra, siguió recopilando canciones por toda
Euskal Herria y comenzó a interesarse por la etnología.Hacía
todo lo que estaba en sus manos por toda Euskal Herria. En 1910
Guridi y Usandizaga estrenaron en Bilbao dos óperas vascas:
Mirentxu y Mendi-Mendiyan, respectivamente, que
dejaron a Azkue petrificado, porque aunque ambos músicos
aseguraban que nunca empleaban sones populares, sus obras estaban
claramente basadas en ellos. Entonces, Azkue compuso la ópera
Anboto, inspirándose en sones vascos. La primera
parte se estrenó en 1911, ante un numeroso público.
Sin embargo, los críticos le tacharon de ser demasiado
wagneriano, que de hecho era cierto, ya que Azkue era un ferviente
admirador del compositor alemán. Acudió a dos óperas
de Wagner en el teatro Arriaga, y durante su estancia en Colonia
presenciaba todas sus óperas. Compuso su siguiente ópera,
Ur-lo, ateniéndose al estilo de Wagner, pero, a
diferencia de la anterior, resultó ser un fracaso que le
ocasionó pérdidas de 25.000 pesetas. Ante tal disgusto,
a punto estuvo de ingresar jesuita, al igual que 20 años
atrás, aunque entonces no pudo cumplir ese deseo por tener
que hacerse cargo de su madre tras fallecer su hermano Alfonso
el mismo año en que estrenaba Ur-lo. Cuando se dirigía
a Loiola junto a su buen amigo Txomin Agirre, éste le dijo
que antes tenía que saldar las deudas y seguir trabajando
por el euskera. De modo que se dio media vuelta, regresó
a Bilbao y gracias a sus acaudaladas amistades pagó todas
las deudas contraídas con la ópera.
-Y empezó
a trabajar en pos de la creación de Euskaltzaindia.
Aun
cuando el proyecto confeccionado por Gabriel Maria Urkixo se fuera
a pique, Azkue siguió trabajando en ello, y en 1918 la
Diputación de Bizkaia elaboró una nueva propuesta
para crear Euskaltzaindia. En el I Congreso de Eusko Ikaskuntza,
celebrado en Oñati en 1918, siendo Txomin Agirre director
de lingüística, se acordó crear Euskaltzaindia,
con la ayuda de las tres Diputaciones, y se designaron cuatro
académicos fundadores: dos vizcaínos, Azkue y Julio
Urkixo; un navarro, Arturo Campión; y un guipuzcoano, Luis
Eleizalde. El año siguiente se acordó que fueran
doce, y se nombraron ocho más: Agirre, Brussaint, Adema,
Etxegarai, Agerre, Eguzkiza, Olabide y Landhe. Al fallecer Txomin
Agirre en 1920, designaron a Sebero Altube, y el lugar de Brussaint
lo pasó a ocupar Lakonbe. Con Agerre sucedió algo
curioso, porque cuando partió de Iruña a Sevilla,
Azkue le dijo: "el que fue a Sevilla perdió su silla",
y designaron a otro navarro en su lugar, Intza. Azkue dejó a un lado
la música para dedicar todo su tiempo a Euskaltzaindia.
Fue designado presidente de la Academia y desempeñó
el cargo hasta su muerte. Azkue puso a trabajar a todos los que
se encontraban bajo sus órdenes. Reemprendió la
tarea ortográfica que aún estaba inacabada, empezó
a abrir paso al euskera batúa, a organizar congresos, a
nombrar miembros honoríficos y correspondientes de Euskaltzaindia,
etc. Movilizó Euskaltzaindia como nunca antes se hubiera
podido imaginar.
-El hecho de
ser académico de Euskaltzaindia no le impidió seguir
viajando. Además, se puso a recopilar el trabajo realizado
por Bonaparte. Sí, aquellos
años Azkue empezó a viajar a través de Alemania
e Inglaterra. En Tours se enteró de cómo una biblioteca
de Chicago había adquirido la biblioteca de Luis Bonaparte.
Sin embargo, los manuscritos se quedaron en Londres, conque en
cuanto Azkue tuvo conocimiento de que la viuda se proponía
vender aquellos documentos, partió hacia Londres, los examinó,
confeccionó una lista y se la envió a la Diputación
de Gipuzkoa, lo cual irritó a la Diputación de Bizkaia,
ya que acudió en su ayuda para poder publicar el diccionario,
pero no para obtener la obra de Bonaparte. Entonces, las tres
Diputaciones (incluida Navarra) llegaron a un acuerdo para adquirir
los manuscritos que Azkue traería a Euskal Herria. La obra
de Bonaparte recogía todos los dialectos vascos, ante lo
cual Karmelo Etxegarai, íntimo amigo de Azkue, Arturo Campión
y él mismo se dispusieron a clasificar los dialectos y
enviar cada montón a la Diputación correspondiente.
Azkue consiguió recuperar una buena parte de los documentos,
pero hubo algunos manuscritos que quedaron en manos de un tal
Collins. Bonaparte publicó un
total de 120 libros en euskera, que en su mayoría eran
textos bíblicos traducidos por mandato suyo. Cuando las
tres Diputaciones me dieron su consentimiento para microfilmar
todos los documentos en Iragin de Bergara, entregué el
original y una copia microfilmada de todo a cada una y traje otra
Euskaltzaindia. Desde entonces, los manuscritos de Bonaparte pueden
ser consultados tanto en las tres Diputaciones como en Euskaltzaindia.
-Ha mencionado
dos de las obras más importantes de Azkue, el Cancionero
y el Diccionario Vasco. No obstante, tras la creación de
Euskaltzaindia realizó otras dos no menos importantes,
como son Euskalerriaren Yakintza y Morfología Vasca. Entre unas obras y
otras escribió cuentos como Ardi galdua y métodos
para aprender los dialectos vascos, pero al empezar a estudiar
el euskera seriamente (para lo cual realizó encuestas a
través de toda Euskal Herria sobre el léxico y la
morfología), en 1925 publicó Morfología
vasca, una gramática completa que consta de unas 800
páginas. Frente el euskera batúa, Azkue proponía
el euskera completo, proyecto que presentó en dialecto
vizcaíno, según el cual había que basarse
en el guipuzcoano y enriquecerlo con los demás dialectos.
Este proyecto posteriormente fue rechazado por Euskaltzaindia,
por opinar que todos los dialectos merecen un trato igualitario. Por otra parte, contando ya
con 70 años, Azkue publicó entre 1935-1947 la que
sería su última obra, Euskalerriaren Yakintza,
una edición de cuatro tomos en la que reunió todos
los datos recopilados a lo largo de su vida. Desde entonces se
han publicado dos ediciones más. Euskalerriaren Yakintza
es un fabuloso tesoro que recoge refranes, cuentos, cuestiones
sobre la metereología... en definitiva, la sabiduría
popular. La obra de Azkue gira en torno al diccionario, al cancionero,
a la gramática-morfología y a Euskalerriaren
Yakintza. En Euskal Herria nunca ha habido ni creo que vaya
a haber nadie que trabaje tanto como Azkue en pos del euskera
y de la cultura vasca.
-Azkue falleció
en 1951, tras un peculiar accidente.
Fue
un caso muy curioso. Azkue acudía al trabajo, desde San
Nicolás hasta la Ribera, donde entonces se encontraba la
sede de Euskaltzaindia, muy de mañana, donde permanecía
hasta la una. Al mediodía regresaba a casa, a comer (tenía
una asistente) y hacia las tres volvía a la oficina. Azkue
vivía en Campo Volantin, sin radio ni nada, porque decía
que eran demasiado ruidosos y que le impedían concentrarse.
En invierno permanecía en la Ribera hasta las ocho y media.
La noche del accidente, el 26 de octubre, regresaba a casa por
el camino del río, como de costumbre. Tenía 87 años,
conque seguramente no tendría una vista demasiada buena.
La cuestión es que resbaló y cayó al río.
Un hombre que pasaba por allí vio lo sucedido y saltó
al agua para rescatarle. Cuando más tarde tuve la ocasión
de hablar con este hombre, castellano, me dijo que Azkue en el
agua o hablaba en un idioma muy raro, o es que estaba rezando.
Claro, ignoraba que estuviese hablando en euskera. Pero lo más
curioso es que cuando este hombre se le acercó a Azkue
éste le dijo que le dejara en paz, que ya sabía
nadar, que era de Lekeitio. ¡Hay que tener valor para dar semejante
contestación! Azkue salió del agua por sí
solo, pero lamentablemente tragó aguas residuales que le
produjeron una infección mortal, pues en el hospital no
le realizaron ninguna limpieza de estómago. Falleció
el 9 de noviembre, rodeado de Federiko Krutwig (gran amigo de
Azkue, que tras la Guerra le ayudó a fundar Euskaltzaindia)
y dos alumnos (uno de ellos Jorge Villa, organista de la catedral
de Santiago). Azkue designó herederos a su secretario personal
Gregorio Madariaga y a Jorge Villa, a quien dejó todos
sus papeles musicales. Lo enterraron en Derio, aunque años
más tarde trasladaron sus restos a Lekeitio, a la iglesia
Andra Mari, donde aún permanece.
-En el 50 aniversario
de su muerte el Ayuntamiento de Lekeitio y Eusko Ikaskuntza le
tributarán un homenaje. ¿Resulta necesario organizar este
tipo de eventos para que las nuevas generaciones tengan conocimiento
de su obra? Los homenajes son necesarios,
pero no de cualquier tipo. Aquí se suelen tributar demasiados
homenajes que con frecuencia son de segundo orden. Está
bien rememorar a los personajes claves de nuestra cultura, expresarles
nuestro agradecimiento y darlos a conocer a los jóvenes,
pero no podemos caer en el "homenajitis". Parece como si cualquier
persona pudiera ser homenajeada, cuando no debería ser
así. Por otro lado, la juventud
actual no sabe nada. Hay mucha gente que desconoce nuestra cultura,
pero lo peor de todo es que la gente culta no sabe mucho más
que la gente corriente. Por tanto, los homenajes son necesarios
en tanto que pueden contribuir a ampliar los conocimientos, pero
hay que saber ser selectivo. Fotografías: Estibalitz Ezkerra
Euskonews & Media 143.zbk
(2001/11/9-16)
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