Resurrección
María Azkue fue lexicógrafo, gramático, recopilador
de la sabiduría popular, operador, fundador de periódicos
y gestor. Pero también impulsor de la narrativa e incluso
narrador, ya que además de alentar a la gente a cultivar
la prosa narrativa, también él mismo se adentró
en dicho género literario.
La narrativa vasca
nació en una época tardía con respecto al
resto de la literatura que forma la literatura vasca. A pesar
de que los inicios de la prosa vasca datan del siglo XVI, la narrativa
no se introduciría hasta haber transcurrido los dos primeros
tercios del siglo XIX.
En
los primeros años de la narrativa, a finales del siglo
XIX, Azkue realiza su aportación a la narrativa creando
en 1897 un periódico que dirigiría hasta 1899: el
semanario Euskalzale. En vista de las flaquezas y lagunas
que presentaba la literatura vasca, Azkue realizó en el
primer número de la mencionada publicación el siguiente
llamamiento:
"EUSKALZALEK, adiskide batzun laguntasunaz,
gure liburuteri urri banakatua ugaldutearren, eta euskereak,
beste berbeta edo izkeraak daukezan lako irakurtekoak euki daizan
dei bat egin nai dautse euskeraz eskutiztuten
dakienai. Lan bi sarituko dira batzaldi
onetan. Lenengoa: Biltoki edo teatrorako lan bat: musika ezarri
leiona. Bigarren lana: Erderaz novela
edo roman deritxon lako liburu bat". (1)
("EUSKALZALES, con
el objeto de ampliar nuestra pequeña biblioteca, y para
que el euskera pueda contar con lectores de igual modo que otras
lenguas, queremos hacer un llamamiento a todas las personas que
saben escribir en euskera.
Se van a premiar
dos tipos de trabajo. Por una parte: una obra teatral, que puede
incluir música.
Por otra parte: un
libro de los que en castellano se llama novela, y en francés
roman".
He aquí el
que sería el primer certamen de novelas, convocado gracias
a Azkue. La obra vencedora fue Auñemendiko Lorea,
de Txomin Agirre, que antes de editarse como libro fue publicado
por capítulos en el periódico Euskalzale,
en 1898.
La prosa narrativa
tuvo una considerable presencia en las páginas de Euskalzale,
ya que el semanario incluyó las secciones de "lecturas"
y cuentos con carácter permanente, secciones que Azkue
quería que permanecieran abiertas para todas las personas
que quisieran enviar sus narraciones.
Azkue no sólo
fomentó la narrativa, sino que también se prestó
a cultivarla, antes incluso de crear el semanario Euskalzale.
Publicó la narración Peru Matraka ta Pedr'anton
en la revista mensual de Bilbao La Abeja (1889-1890), cuyo
último número, el sexto, editado en mayo de 1890,
concluía con un "Iarraituko dau" (Continuará). Suscribió
esta narración bajo el seudónimo de "Ezti-Abauak",
uno de los muchos empleados que emplearía.
En su segunda narración
abandonó los sobrenombres para pasar a firmar con su verdadero
nombre, y del formato de revista al libro: Lenengo irakurgaia.
Bein da betiko (1893). Luego vendrían los cuentos y
lecturas publicadas en la revista Euskalzale; así,
en los números de 1897 editó las lecturas "Urkiolako
igarlea", "Kristobal andia", "Eremutarra" y "Batxi guzur", y en
1898 se publicó la segunda edición de Bein da
betiko. En 1918 publicó el libro Ardi galdua
(1918). La más larga de sus narraciones, Latsibi,
quedó inédita, hasta que en 1989 fue publicada por
Euskaltzaindia y Labayru Ikastegia.
Son los primeros
años de la narrativa vasca. Antes de que Azkue editara
por primera vez el libro Bein da betiko, apenas existía
material que se pudiera leer en euskera. Se contaban y escuchaban
muchas historias, pero el lector tenía ante sí una
oferta muy limitada que no pasaba de las traducciones (no más
de un par), alguna que otra adaptación, y unas breves narraciones
publicadas en algún periódico.
En
este contexto, Azkue partió de una leyenda que le contó
un lekeitiarra para escribir Bein da betiko, leyenda que
el Azkue recopilador de la sabiduría popular también
recogería en Euskalerriaren Yakintza, declarando
que la conoció gracias a Jose Francisco Maruri.
Por tanto, se puede
sostener que Azkue elaboró dos versiones de la narración
Bein da betiko: la primera, con la finalidad de trasladar
el relato de Maruri al libro Euskalerriaren Yakintza, y
la segunda para llevarlo al libro Bein da betiko, en 1893.
Es fácil percatarse
de que el relato de Azkue tiene su origen en una fábula
transmitida oralmente, y no sólo por la presencia de personajes
tan típicos en la tradición verbal como brujas,
diablos, espíritus, etc., o por el reducido número
de pausas, sino por la fuerza que cobra la palabra. La palabra
infunde un enorme respeto. La palabra, el mensaje, cobra una importancia
de primer orden. Tanta, que puede conducir al personaje a la enfermedad
o a convertir los deseos expresados en realidad.
El Azkue narrador
y el Azkue músico y lingüista son inseparables. Así,
mientras el Azkue músico introduce canciones en Bein
da betiko, el Azkue lingüista incluye al final del libro
una "Aclaración de voces menos usadas", y, tal como él
mismo indica, presenta la misma historia en dos versiones lingüísticas:
"Eskerreko erreskadaan Bizkai guztiko
izkera edo berbeta bat egiña oitu dogu,
eskumakoan Lekeitiokoa". (En la columna de
la izquierda tenemos el habla de Bizkaia, y en la de la derecha
la de Lekeitio). (2)
El
lingüista Azkue pasa en su segunda novela breve, Ardi
galdua, del dialecto vizcaíno al guipuzcoano, y deja
atrás las historias fundadas en narraciones orales para
recurrir a una figura muy popular en su época, la del Indiano,
personaje que emigra al continente americano enriquecerse y volver
a su país. El Indiano de la novela de Azkue pierde su fe
en América y la recupera en unas Misiones realizadas en
su pueblo natal, Leaburu. Para contar esta historia se sirve del
intercambio de correspondencia. Y a pesar de la idoneidad tanto
de la temática -la pérdida de la fe y su posterior
recuperación- como de su tratamiento -mediante cartas-
para mostrar el desarrollo del proceso en la conciencia del personaje,
Azkue "llena" las cartas con otra serie de elementos.
El Azkue músico
sigue introduciendo canciones, y el Azkue lingüista en ocasiones
emplea el paréntesis para facilitar el sinónimo
de una determinada palabra, y en otras el asterisco, para ofrecer
en el "anexo" del libro una serie de comentarios sobre la misma.
Para escribir Latsibi
se inspiró en las elecciones de Mungia de 1890, acontecimiento
que aprovechó para contar la historia sobre la lucha entre
los cartaginenses (liberales) y los romanos (carlistas), y que
se sitúa en la línea de las anteriores narraciones,
dado que acompaña el texto de canciones y destaca la función
metalingüística.
Azkue fue, ante todo,
un "militante del euskera". Si se dedicó a la narrativa,
lo hizo más por "ampliar la pequeña biblioteca vasca,
para que el euskera pueda contar con lectores, al igual que las
otras lenguas", que por satisfacer su anhelo de contar historias.
La narración era para este militante del euskera algo más
que un mero medio que le permitía demostrar la validez
del euskera en la praxis. La palabra clave en Azkue es "normalizar":
"normalizar" el empleo del euskera y los textos euskaldunes, para
que el euskera "cuente con lectores, como cualquier otra lengua"
(1)
Ik. "Batzaldia" in Euskalzale, I, 1897, 8. or.
(VOLVER)
(2) AZKUEKO, Resurrecion Maria: Lenengo irakurgaia.
Bein da betiko, Imprenta de la Casa de Misericordia, 1893, 102.
or. (VOLVER) Ana Toledo Lezeta, Universidad
de Deusto, Donostia
Fotografías: De la colección Bidegileak nº5
del Gobierno Vasco |