El moro en fiestas y rituales: ¿Un elemento de multiculturalismo en el País Vasco-Navarro?
Yvette Cardaillac-Hermosilla

La historia, que no puede disociarse de la antropología, plantea problemas en cuanto al desarrollo de la identidad étnica respecto al moro. Ha dado lugar a una polémica en los años 50 entre dos historiadores conocidos en un contexto político determinado : la presencia de los moros en la península se integró en una continuidad entre la época visigótica y la dominación cristiana para uno; y para el otro, moros, judíos y cristianos contribuyeron a la constitución de una identidad ibérica. No pretenderemos adentrarnos en este problema que todavía da lugar a diversos artículos en revistas científicas. Más bien tenemos presente la teoría de la etnóloga Cristine Stallaert que afirma que se forja el etnicismo de un pueblo por oposición a otros grupos. A la vez, buscaremos los rasgos de orientalismo que podemos hallar en el País Vasco-Navarro por la presencia mora, para ver si corresponde a este gusto por lo oriental que se desarrolló por toda Europa.

Moro viene de Mauri, nombre que daba Roma a las poblaciones del Norte de África. Para Barandiarán, en el País Vasco-Navarro "la palabra mairu o moro se refiere a los no cristianos, a los que no están bautizados, a los paganos". Además, este término se utiliza para designar diversos lugares.

La historia navarra en su fuero general, reconoció los derechos y las prácticas religiosas a las minorías moras y judías. Los moros viven en el valle del Ebro, crean Tudela en el 800 y se mantienen en una aljama al final de la Edad Media. Viven también por pequeños grupos en pueblos de los alrededores como Corella, Cortés, Valtierra, Ablitas, Pedriz. En Tudela, su barrio, la morería, tiene dos mezquitas. Por otra parte los mozárabes que vienen al Norte a partir de las persecuciones sufridas en Al Andalus en el siglo X, van a suscitar soluciones arquitectónicas propias del mundo árabe aunque utilizadas para la edificación de templos cristianos en la Rioja y en Navarra.

Los rasgos más característicos de referencia al moro parecen haberse borrado con el tiempo mucho más que en zonas del sur. Es sin duda interesante intentar percatarnos del significado de las pocas manifestaciones de la integración de la población minoritaria que quedan. Mercedes García Arenal, en sus investigaciones sobre los musulmanes de Navarra, afirma que los letrados desempeñaron el papel de secretarios y se fueron integrando a la masa cristiana.

Creencias, ritos y fiestas

Creencias

El peso y el temor de la presencia mora provoca el desarrollo de diversas creencias, cuentos y leyendas del País Vasco-Navarro. Las santas Nunilo y Alodia, veneradas en Leyre, tienen referida su historia en las esculturas románicas del portal de entrada de acceso a la iglesia del monasterio. Sufrieron la muerte por un padre musulmán que no quería que fueran cristianas como la madre. Se utilizó para las reliquias una cajita de marfil esculpido con figuras, una de ellas representa a Abd al-Malik, hijo del Vizir Al Mansûr. Esa muestra de arte del trabajo del marfil de Al-Andalus, excepcional por la finura de los medallones esculpidos en un fondo de decoración vegetal de ataurique; muestra el prestigio que ejercía el refinamiento y el lujo de las zonas musulmanas en los cristianos, movimiento que se reproduciría más tarde en el orientalismo.

Los murales de Gallipienzo están fechados en el siglo XV (museo de Navarra, Pamplona). El calvario incompleto dramatiza con la Virgen caída y el cortejo de los hebreos burlones con turbante. En los murales de tema religioso es frecuente representar a los tenidos por culpables del martirio de Cristo con esta indumentaria; pero hay que saber que cuando se trajo la moda a España por la presencia de bereberes venidos del Norte de Africa, estaba terminantemente prohibido que lo llevaran los judíos.

En leyendas de Baja Navarra, de Lapurdi y del extremo oriental de Guipúzcoa; tienen papeles comunes los personajes designados por mairi, maru, moru, moro, gentil, maide, lamia y sorguín. Se supone que un brazo o un hueso del brazo de mairu tiene virtudes misteriosas como una reliquia y entonces se le llama Mairu-beso. A menudo es un hueso del brazo de un niño muerto sin bautizo. Sirve para alumbrar la noche y adormece a los habitantes de las casas.

En el valle de Mendive (Soule), el dolmen de Arniaga habría sido construido por un moro según la tradición. Vino con una piedra sobre la cabeza, la otra bajo el brazo y la tercera en la camisa. En Aramaio (Alava) cuentan que una bruja resucitaba a todos los moros matados en batallas por los cristianos con un ungüento pasado bajo el sobaco. Uno de esos últimos lo descubre, fingiéndose muerto. Le clavó la lanza a la bruja y al moro y los mató. Apoderándose del puchero volvió a su campamento. Probó su relato resucitando después de muerto con ello. Así después, iban resucitando a los Cristianos difuntos para que triunfaran. Existe también la leyenda del Moro que va a ver al superior del convento (Navarra) que hace tres preguntas : ¿ En cuánto tiempo podía yo dar la vuelta al mundo ? ¿ Cuánto valgo ? ¿ Cuál es la idea que tengo ahora en la cabeza ?" La contestación del fraile lego : "Tiene que sentarse en el sol y lo hará en un solo día. Judas vendió a Jesucristo por treinta monedas usted no puede valer más de veintinueve. Piensa que está hablando con el superior y es con el más ignorante de los legos. Muestra la cortedad de luces del moro y el desprecio al enemigo. Se asocian las creencias en el poder, la fuerza y la riqueza del moro con las prácticas mágicas. Pero si se le teme por su fuerza y su poder, se le descubre también en este último caso despreciable. A veces se asocia la representación del moro con la del gitano y a menudo se declara que son descendientes de los moros que sobrevivieron.

Fiestas:

En las fiestas de Bilbao el rey moro con turbante sale como gigante, luna y alfanje en mano. La reina mora lleva un instrumento de música. También bailan en las fiestas de Pamplona.

La danza de los gigantes se integra en las ceremonias de la fiesta permitida y en el sistema oficial, culturalizado, generador de autoridad para la jerarquía. Se aleja del significado que le dio su origen (substrato mágico o cosmológico). Se integra en un lenguaje tradicional del ritual litúrgico (fiestas de los santos o de la Eucaristía), permiten la superación de la herejía tan castigada por la Inquisición con determinados símbolos, gestos y evoluciones. Forma parte del sistema social. Van perdiendo originalidad. El morico del Pilar, cabezudo que saca para las fiestas el ayuntamiento de Zaragoza, sigue siendo el que más pega, el peor, pero viste ya traje y gorra de futbolista. Esos ritos unen lo estético, lo social y lo simbólico-religioso. Son importantes para marcar un espacio ritual en la vida íntima de la ciudad. Agotes, gitanos, moros y turcos van unidos en su marginalidad para oponerse a la mayoría.

El carnaval

En los carnavales, en las regiones de Foix en Andorra, en Comminges, Aragón y Navarra; siguen celebrándose fiestas y bailes de moros . En el carnaval de Tolosa de 1884 sale una carroza que llaman del "gran turco".


Las mascaradas de carnaval consisten en una procesión de comediantes y niños que recorren las calles y se exhiben en los pueblos. Salen los beltzak o negros y hacen sus farsas gesticulaciones y recitales. Se relacionan con las fiestas de moros de Aragón llamadas dance.


La dicotomía Bien-Mal se puede observar también en las representaciones de santos. La forma más escueta es la morisca, un baile que reviste diversas modalidades. Desde el siglo XII, durante la reconquista, simulan el combate entre cristianos y moros. Así, los caballeros cristianos celebran sus victorias. Se difundió por toda Europa, pero de forma burlesca desde el siglo XIV. Lo bailaban los muchachos en el teatro o en los carnavales con la cara pintada de negro, vestidos con blusas amplias, pantalones pegados con cascabeles en las rodillas. Incluso se ha trasladado a los Estados Unidos donde se baila aún en el amanecer del uno de mayo, reviste aspectos de rito.


En los siglos XVI y XVII, numerosas obras religiosas condenan los bailes considerados de procedencia diabólica. En esta expresión del cuerpo, el hombre se exhibe. La Iglesia que quiere favorecer el desarrollo del alma reprueba esta agitación y más aun cuando se remite a la cultura musulmana. Parece ser por algún testimonio, que la gente de Zugarramurdi estaba preparando una fiesta de moros y cristianos cuando surgieron los problemas de brujería que pudieron asociarse con las manifestaciones festivas, a causa de la mentalidad de la Iglesia.

En las pastorales suletinas, teatro popular que viene de la Edad Media es notable el gusto por Oriente en particular en Astiages, rey de Persia, en la cual pesan las informaciones de los sabios astrólogos que condicionan la acción del rey que tiene miedo que su nieto le quite la corona. Este tema clásico de origen oriental lo encontramos en La Vida es Sueño, comedia filosófica de Calderón de la Barca del siglo XVII. También integra algunos temas como el abandono del niño y la ayuda de animales salvajes que son comunes al cuento aljamiado de la Doncella Arcayona, todos propios de la cuenca mediterránea. Se desarrollan y modifican en el mundo cristiano y en el mundo musulmán.

Los demonios y los turcos actúan a menudo en grupo y forman un coro como en las tragedias griegas, pero con un papel invertido. Cantan a voces, cuentan sus maldades y se alegran de ellas. Van asociados todos los malos y los infieles. El papel es importante y exige muchos actores que se mueven de modo ruidoso y que bailan de forma viva y graciosa. Los demonios llevan varitas con lazos, terminadas por ganchos de hierro, que les permiten llevar a cabo milagros y que, de un golpe, dan la muerte, resucitan o cambian las cosas. A veces tienen un pequeño látigo, los turcos llevan un bastón. Turcos y demonios llevan hermosos trajes rojos. Entre otros títulos de espectáculos de este tipo se puede mencionar Mustafá, el gran turco. Estos espectáculos tenían lugar en las plazas o delante de la iglesia.

El gusto por lo oriental que aparece es reductor y burlesco y no se puede integrar en el gusto orientalista. Aquí estamos frente a una forma degradada de lo oriental.


Fiesta del moro en Antzuola. 1974. Fot. Linazasoso.

Dances y pastoradas

El dance es una especie de teatro popular, que se desarrolla en tres partes en su forma completa : primero la disputa entre el ángel y el demonio, después la pastorada y por fin, la lucha entre moros y cristianos. Con el paso del tiempo a veces se reduce al paloteado. En Ainsa (Aragón), se representa la morisma, drama en el que participa el pueblo para recordar una antigua batalla de García Ximénez sobre los Arabes en el siglo XI. En Antzuola (Guipúzcoa), los vascos juzgan, condenan y matan al moro encadenado, herencia de una larga tradición de los esclavos moros paseados por la ciudad por los carnavales en la ciudades de Europa : el moro sigue siendo el enemigo. El moro o el turco corresponde a un arquetipo.

Fiesta ritual de la caza del moro

En esta sociedad de cristianos, el enemigo número uno es el moro que se considera peligroso por su capacidad proverbial al trabajo en la agricultura, por su capacidad en ahorrar dinero y por su numerosa prole. Los dances aragoneses repiten los prejuicios populares acerca del moro y se encuentran en fiestas simbólicas como la caza del moro de Torralba, el día de San Juan. La víspera se espera a Juan Lobo bandido y moro, al día siguiente la persona que desempeña el papel se cubre de hierba y de hiedra se viste con un saco y se ennegrece la cara. Los miembros de la cofradía de San Juan le persiguen por los jardines y los trigales hasta capturarlo cerca del agua y allí bailan un paloteado. Después de subir al moro a caballo vuelven a la plaza donde el preso recibe insultos y entonces se aclama al santo del pueblo. Después del juicio se le sentencia y se disparan dos escopetazos como si se le fusilara. Le llevan en el caballo donde cuelga como cadáver. La fiesta de la caza del moro va pagada por la cofradía. Este espectáculo de carácter purificador constituye una fiesta colectiva para los que repiten la tradición. Se superponen los rasgos mágico-religiosos del rito y la cultura cristiana asume los sucesos históricos gracias a la acción simbólica expresiva y eficaz.


Sentido

La expresión popular en el folklore, en particular en las fiestas, pastorales, pastoradas y dances, así como en la literatura más elaborada; aporta datos para la historia de la sociedad. Las manifestaciones populares nos enseñan las representaciones de dos mundos opuestos durante siglos, el mundo cristiano y el mundo musulmán, visto por los campesinos como el mundo del mal. El musulmán aparece como el conquistador, el destructor, el dominante, a menudo el ladrón del santo del pueblo. La representación clara de la sociedad ibérica es la división durante siglos en un sistema de castas. Determina grupos de población, divididos entre cristianos viejos y nuevos cristianos. Los negros, moriscos, judíos y gitanos van asimilados al mal y marginados. La lucha simbólica expresada, reflejo tardío de las luchas entre moros y cristianos, desempeña un papel profiláctico, estético y emocional importante para que se mantenga una moralidad en el interior del pueblo.

El hecho folklórico reviste una dimensión social y religiosa. No puede desligarse de la propia historia y de las influencias de las comarcas limítrofes y se relaciona con las creencias, mitos, ritos y fiestas más vivas del antiguo reino de Granada. La fiesta, con sus actividades expansivas como canción, danza y espectáculo. Tiene su grado de subversión, modifica los comportamientos. Los moros, los héroes, los enemigos, los gigantes y los ogros de la mitología pirenaica son, ante todo, constructores según la tradición popular. Las azañas de unos pasan a otros. Son las imágenes de potencia y de fuerza sobrehumana que domina. En lo imaginario, el Oriente mítico empieza al Sur de los Pirineos.


Yvette Cardaillac-Hermosilla, Université de Bordeaux III
Foto: Enciclopedia Auñamendi

Euskonews & Media 147.zbk (2001/12/14-21)


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