Juan Mari Beltran, músico
"La fusión la tenemos aquí mismo: las antiguas melodías pastoriles de Aralar parecen árabes"
* Traducción al español del original en euskera
Beñat Doxandabaratz
Juan Mari Beltran

Beltran es el hombre orquesta de la música popular al que resulta difícil definir, porque también es un magnífico txalapartari, investigador y profesor. El máximo impulsor del nuevo Txoko de Música Popular de Oiartzun acaba además de editar su último disco, "Arditurri".

-Echando un vistazo a su trayectoria, resulta difícil concretar su profesión: investigador musical, músico, compositor, profesor, luthier o todo lo anterior. ¿Cómo se definiría a sí mismo?
Ante todo, soy músico.

-¿Cómo surgió en usted la pasión por la música?
Con nueve años, cuando empecé a tocar el clarinete y el txistu en el desván del ayuntamiento de Etxarri Aranatz. Para los once ya tocaba los dos instrumentos en la Banda de Música.

-Luego vino a Donostia.
Más bien me obligaron a venir, porque la decisión la tomaron mis padres. A los quince años, al ver que quería seguir tocando el txistu, me puse en contacto con el gran maestro Isidro Ansorena, que me enseñó de maravilla.

-Y que os hacía trabajar bastante.
¡Desde luego! A mi hermano y a mí Isidro nos mandaba ir a tocar a las fiestas de todos los barrios donostiarras: a Martutene, a Ategorrieta, al Antiguo, a Intxaurrondo... A fiesta que había, allí estábamos nosotros. También tocábamos en las bodas, sobre todo en la catedral del Buen Pastor, por 500 pesetas. Como éramos ocho cantores y dos txistularis, a cada uno nos tocaban diez duros. Y, fieles a las enseñanzas del aita, llevábamos ese dinero a casa.

-Un pajarito me ha contado que también compraba instrumentos musicales.
Sí, pero eso fue más tarde, cuando empezamos a viajar al extranjero con la compañía de danza Argia. Al viajar a Inglaterra, Bretaña, Andalucía, etc., empecé a comprar instrumentos locales con el dinero que ganaba por mis actuaciones. Y si me enteraba de que algún montañero tenía que viajar al Perú o al Himalaya, le pedía que me trajera una flauta. Lo bonito es que cada uno de esos instrumentos tiene una historia tras de sí.

-Y lo que empezó siendo una afición, pasó a convertirse en una pasión.
¡Efectivamente! Poco a poco fui juntando tantos instrumentos que, para cuando me di cuenta, ya no cabían en casa, conque empecé a guardarlos en el desván del caserío de un sobrino de Aita Donostia, que toca en el grupo Txanbela. La idea de preparar una exposición con ese material se me ocurrió en torno a 1988.

-Pero, ¿cómo organizar todo ese material?
Ésa era la cuestión, porque yo no podía disponer de un edificio y preparar una exposición. Cuando estaba dándole vueltas a esa idea, me surgió el trabajo del cancionero de Aita Donostia, para editarlo en cuatro volúmenes, junto con Aita Jorge. Fue un trabajo de cuatro años que me obligó a posponer el proyecto.

-Tratándose de Aita Donostia, el esfuerzo merecería la pena.
¡No lo iba a merecer! Si el patrimonio musical permanece vivo es gracias a él, por haber sido capaz de descubrir y tratar el valor de la música popular. Su criterio difería completamente del de otros recopiladores, cuyos nombres me reservo, que actuaban de la siguiente manera: veamos, tengo cinco versiones del "Aldapako Sagarraren". ¿Cuál es la mejor? Ésta. Vale, pues me quedo con ésta.
Esa conducta es totalmente improcedente. Aita Donostia hubiera cogido las cinco versiones, porque todas dan fe del desarrollo que ha tenido ese sonido.

-Pero no tiró la toalla con respecto al Txoko.
¡Desde luego que no! Soy muy testarudo. Tras presentar el proyecto a las instituciones, me llamaron desde Ituren, poniendo un edificio entero a mi disposición, para emplazar el Txoko de la Música. Con una sola condición: que trabajara gratuitamente.

-Una oferta muy tentadora...
Realmente tentadora. Pero finalmente decliné, porque todos los días tenía que impartir clases en la Escuela de Música de Hernani. Pero apenas tuve tiempo para lamentarme, porque en 1996 el ayuntamiento de Oiartzun me ofreció por una temporada este lugar del barrio de Ergoien, corriendo los gastos de electricidad por su cuenta, y obtuvo una subvención para que dos veces a la semana pudiera impartir clases de txalaparta y alboka en Hernani, y así involucrarme en el proyecto. ¡Qué alegría me llevé! Me dispuse a ordenar y clasificar los instrumentos lleno de entusiasmo.

-Oiartzun, además, es un enclave estratégico.
Y no sólo por su localización, sino también por lo que le rodea: el euskera, la cultura, los bertsolaris, la danza, los txistularis, etc.

-¿Qué criterio ha seguido para clasificar los instrumentos?
He ordenado los instrumentos según la clasificación realizada por Curt Sachs, en función de su sonido y de la acústica, en idiófonos, membráfonos, cordófonos y acrófonos. También hay instrumentos que son como juguetes, semi-instrumentos, que se emplean para producir música.

-El Txoko cuenta con una novedad que agradará tanto a los niños como a los mayores.
Sí. Es muy didáctico. Con ponerse unos cascos y darle a un botón, se puede escuchar por audio el sonido que emite cada instrumento.

-¿Qué otros aspectos destacaría del lugar?
La biblioteca, que cuenta con más de 3.000 ejemplares; el archivo de imágenes y el taller de reparación de instrumentos.

-¿Cuál es su horario?
Abre los viernes y los sábados, mañana y tarde. Además de las visitas normales, también suele haber visitas guiadas.

-¿Cuántos instrumentos tiene aún pendientes de clasificar?
Pocos, sólo tengo almacenados unos 600.

-¿De dónde cree que procede la música?
Yo pienso que la música tiene orígenes muy diversos, pero una de las fuentes más importantes ha sido sin duda el trabajo, ya que precisa de un ritmo.

-¿Por ejemplo?
Los últimos que tocaban la tobera eran los barrenistas de Arditurri, que la tocaban con esas palancas perforadoras.

-¿A dónde ha acudido en busca de información?
Muchos de los instrumentos los he conocido gracias a los trabajos de investigación de Joxemiel Barandiaran y Julio Caro Baroja.

-¿Cuál es el instrumento musical más difícil de obtener?
El mayor inconveniente suele ser el precio, que un organillo de calle cueste 3.000 euros. Al haber pocos ejemplares, el precio suele ser más elevado. En una ocasión hice 1.850 kilómetros para conseguir una gaita: Donostia-Toulouse-Poitiers-Paris-Burdeos, y otra vez a Toulouse.

-Ha comentado que la sede del Txoko es temporal. ¿Cuál será su emplazamiento definitivo?
Nuestra intención es trasladarlo de aquí a tres o cuatro años a la Casa-torre de Iturrioz, donde tendremos una sala de exposiciones de 400 metros cuadrados, una biblioteca, una fonoteca y un archivo de imágenes. Además, tendremos la posibilidad de organizar conciertos en directo y exposiciones monográficas.

-¿Qué instrumentos se han desatendido o dejado de tocar en los últimos años?
Por ejemplo, las castañuelas.

-¿La musukitarra no corre el peligro de desaparecer?
Aún no ha desaparecido. Los últimos que la tocaban eran el mendigo oriotarra Nikolas Garmendia, otro mendigo de Antzuola y la madre del txistulari Jose Antonio Sarasola, de Bedaio.

-¿Hay alguno en peligro de extinción?
Todo cuanto vive está en peligro de extinción.

-Hablando sobre los instrumentos musicales antiguos, ¿qué es la txanbela, y dónde se ha solido tocar?
La txanbela es una pequeña dulzaina que se tocaba en Zuberoa, en las faldas del Pirineo. Hoy prácticamente ha desaparecido. Quienes más la tocaban eran los pastores de los Pirineos. La txanbela ha mantenido el estilo de la música antigua; de hecho, hay un dicho en Zuberoa: txanbela bezala ari da kantatzen (canta como la txanbela).

-¿Cómo es su melodía?
La txanbela tiene una melodía muy particular por la escala que emplea, por utilizar frases de distinta longitud, y porque el ritmo, en buena parte, se aleja de la métrica.

-¿Y qué hay del burrun?
Es un nombre onomatopéyico. En nuestra cultura también adopta otros nombres, como zurrunbera o furrufarra. Se trata de una pequeña tabla sujeta por una cuerda que gira en el aire, de modo que vibre y emita ese sonido. En algunos lugares se utiliza como juguete y en otros para ahuyentar a los animales.

-¿Qué tipo de música bailaban nuestros antepasados?
No es fácil saberlo. Probablemente, algunos de los ritmos que hoy conocemos sean muy antiguos, pero no los sonidos que nos han llegado sobre esos ritmos. El ritmo de golpear el suelo es muy antiguo.

-¿Habría que distinguir entre los instrumentos rurales y los urbanos?
No entre los instrumentos, pero sí el repertorio. El txistu, en Euskal Herria, puede ser un instrumento totalmente rural o totalmente urbano, y lo mismo se puede decir de la dulzaina y de la gaita, que aunque aparentemente puedan ser parecidos, el primero es del ámbito rural y el segundo urbano. Por lo general, la dulzaina de Gipuzkoa y Bizkaia es del entorno rural, y la de Navarra y Álava es más urbana. Los baserritarras tocan melodías y danzas del ámbito rural, mientras que los urbanos cuentan con un repertorio más amplio y académico que incluye polcas, sonatas y habaneras.

-Entonces no se llevaban bien.
No, al menos en el aspecto musical. En la villa de Azkoitia del siglo XVIII, por ejemplo, que era tan urbana como rural, a pesar de que en las proximidades hubiera muchos dultzaineros baserritarras, preferían contratar a gaiteros navarros.

-¿La txalaparta se considera urbana o rural?
Hoy en día la txalaparta es urbana.

-¿Qué instrumentos musicales antiguos escogería para formar una banda?
Para dar una vuelta por las calles me encantan la dulzaina, el acordeón y el pandero. Sin embargo, para carnavales, para andar de caserío en caserío, no hay nada como el txistu y el tamboril.

-¿Con qué instrumentos se solían amenizar las romerías, kalejiras, etc.?
Con la alboka, el rabel y la dultzaina.

-¿Qué diferencia existe entre la alboka vasca y la de fuera?
Es curioso que instrumentos parecidos a la alboka aparezcan en Cantabria, La Rioja, Occitania, Pirineos, Castilla y Andalucía, pero con una estructura diferente. En Euskal Herria, a pesar de que tenga distintas morfologías estéticas, la morfología acústica es la misma.

-¿Hay en el extranjero algún instrumento que se asemeje a los nuestros?
En Australia y en Euskal Herria se utilizaba un instrumento muy similar, la orduna. Una vez que estaba devorando libros sobre Australia, un oiartzuarra me trajo su orduna. El parecido era realmente asombroso.

-Pero no existe ningún vínculo entre ellos.
No. Todos los instrumentos musicales tienen una base universal, pero no por ello tienen una misma procedencia. El aplauso, por ejemplo, es universal. Del mismo modo, al soplar a través de un tubo o de una caña se producirá un sonido, pero luego es cada sociedad la que decide qué aspecto darle a ese instrumento y cómo tocarlo.
A los dieciocho años, cuando salí al extranjero, cuál fue mi asombro al encontrar un instrumento muy parecido al txistu. Hoy, si nos asombramos, es por la ausencia de ese instrumento tan universal.

-La música, por tanto, es global.
Yo creo que sí. Cuando una sociedad abraza una música universal, la hace suya. Eso es lo que nos ha pasado con la trikitixa. En realidad se trata de un instrumento importado por los italianos, pero ¿cómo no va a ser nuestra, si ya la hemos interiorizado y adoptado? Cuando la escuchan en Japón, dicen que es música vasca.

-En lo que respecta a la subsistencia de nuestra cultura, ¿se puede decir que la música vasca es más profunda que la lengua vasca?
La música vasca es igual de profunda que la lengua vasca, porque a fin de cuentas la lengua va incluida en las letras de las canciones.
En Europa hay casos muy curiosos, como por ejemplo los de Irlanda y Bretaña, países que han perdido su lengua, pero cuya música está llena de vida. En Bretaña resulta muy emocionante contemplar a distintas generaciones dándose la mano y bailando durante horas. Lamentablemente, aquí no hay nada de eso.

-¿Quiere decir que la inclusión del euskera ha sido perjudicial para la música?
No, pero aquí, a pesar de que tenemos buenos coros, la música no está tan integrada en la sociedad como en Bretaña. En Oiartzun, por ejemplo, la lengua está muy viva, tanto que hasta los jóvenes ligan en euskara ; pero en el aspecto musical se ha caído en las redes de la globalización y no tiene rasgos distintivos propios. Pero eso no significa que la música que aquí se produce se encuentre en un mal momento. En el caso de la txalaparta, por ejemplo, está teniendo lugar un fenómeno muy interesante, ya que se observa una apertura de miras. Lo mismo pasa entre los albokaris y trikitilaris, cuando son instrumentos que hace 30 años estaban a punto de desaparecer.

-El término que más se repite para describir la música actual es fusión. Pero, la música en sí, ¿no es ya fusión?
Sí, desde luego. La riqueza de la música proviene de la fusión. Pero la fusión la tenemos también aquí mismo: las antiguas melodías de los pastores de Aralar parecen música árabe. Te pongo el ejemplo del primer disco de Negu Gorriak, en el que yo participé. La gente comentaba que se trataba de un caso de fusión, por haber incluído música árabe. ¿Y sabes cuál era esa música árabe? El sunpriñu que tocaban los pastores de Aralar.

-¿Quién le parece el músico vasco más innovador?
Eso depende del punto de vista. En cualquier caso, el trabajo de Kepa Junkera con las voces de Bulgaria y otras merece una mención especial, y también lo que ha hecho Joseba Tapia, poniendo música a las melodías de la época de la guerra. En lo que respecta al ritmo, destacaría el disco que acabamos de editar nosotros: "Arditurri".

-¿Qué descubrirá el oyente en el disco "Arditurri, gogoaren bidezidorretatik"?
Dará un agradable paseo por nuestra música popular. Hay canciones dulces, vivaces y lentas, de muchos timbres y ritmos, y muchos instrumentos: la alboka, la dultzaina, el txistu y el tamboril, el rabil y el ttunttun, la txanbela, etc.

-¿Quiénes han sido sus compañeros de viaje en el trayecto?
Iñigo Monreal y Felipe Ugarte se han encargado de la txalaparta, Iñigo Lurgain del acordeón y Aitor Gabilondo de la voz.

-Usted es un experto de la txalaparta. Imaginemos por un momento que soy una txalaparta que, tras haber recibido tantos golpes, padece amnesia. Dígame, ¿cuándo nos conocimos?
En los años en que andaba en el grupo de danza Argia. Los hermanos Beltran y los Artze aprendimos a tocarte de la mano de los hermanos Zuaznabar. Solíamos ensayar conjuntamente, pero los hermanos Artze te tocaban con "Ez dok hamairu" y nosotros con "Argia", aunque hubo alguna ocasión en la que actuamos juntos. Hoy todavía sigo tocando una vez a la semana con Jexux.

-¿Qué tipo de cambios he sufrido?
Fuiste concebida como un instrumento de trabajo, para que los caseríos se comunicaran entre sí, pero a medida que bebías de nuevas corrientes, has ido transformándote. Nuestros antepasados nos enseñaron una forma de tocarte, pero de ahí en adelante has sido tú misma la que nos ha enseñado qué modificaciones hacerte teniendo en cuenta tu polifonía y tu timbre.

-Ya empiezo a recordar algo. Últimamente unos jóvenes txalapartaris me acarician acompañados de melodías.
Aquí cada uno te siente de distinta manera. Algunos se emocionan cuando te escuchan en "Maritxu nora zoaz" y otros cuando te dan un ritmo especial.

-¿Y cómo os arregláis entre vosotros?
Afortunadamente, respetándonos unos a otros. Pero te diría algo más: si sólo hubiera una sola corriente, no tendríamos cabida. Pero con tantas tendencias y estilos, estamos formando una calle muy ancha que a algún lugar nos va a llevar.

-¿Por qué no me utilizáis para bailar?
Tienes toda la razón, porque en sí también sirves para el baile. Ahora que lo dices, te prometo que en nuestras nuevas actuaciones te utilizaremos para bailar.

Juan Mari Beltran

Juan Mari Beltran (Donostia, 1947) tiene el carisma del flautista de Hammelin. En cuanto se pone a tocar la flauta, todos los instrumentos musicales empiezan a bailar y los lleva en procesión hasta su txoko. Hasta al recién inaugurado Txoko de Música Popular, donde se encuentran expuestos 400 instrumentos musicales de todo el mundo. Todo ello, sin embargo, no es más que la punta del iceberg para un hombre que lleva la música en el corazón y el ritmo en las venas, ya que además de hechicero musical es también txalapartari, txistulari, albokalari, investigador y profesor. Por si fuera poco, acaba de editar el disco "Arditurri, gogoaren bidezidorretatik".


Fotografías: Beñat Doxandabaratz y Juantxo Egaña (portada y Juan Mari Beltran tocando la txalaparta)


Euskonews & Media 158.zbk (2002 / 3 / 8-15)


Dohaneko harpidetza | Suscripción gratuita | Abonnement gratuit |
Free subscription


Aurreko Aleak | Números anteriores | Numéros Précedents |
Previous issues


Kredituak | Créditos | Crédits | Credits

Eusko Ikaskuntzaren Web Orria

webmaster@euskonews.com

Copyright © Eusko Ikaskuntza
All rights reserved