La
optimación de la conservación, gestión y
difusión del patrimonio natural y cultural del territorio
vasco se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en una necesidad
reclamada desde los más diversos foros. Basta recordar
las conclusiones extraídas de tres de las más importantes
reuniones celebradas, en torno a este debate, en los meses finales
del 2001 en la Comunidad Autónoma Vasca: el Congreso Internacional
sobre Gestión del Patrimonio Cultural, que tuvo lugar en
Vitoria-Gasteiz a iniciativa de la Fundación Catedral Santa
María; el Congreso Vasco de Patrimonio Industrial, que
la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública
reunió en el sugerente edificio Ilgner de Baracaldo; y
finalmente, el Seminario Internacional de Patrimonio Industrial
y Reconversión, que conjuntamente organizaron las entidades
Renaissance des Cités d´Europe, Lenbur Fundazioa y Habitat
Forum Berlín.

En este sentido,
merece la pena hacer hincapié en un espacio de especial
significación como es la Ría de Bilbao. Dicho eje
fluvial ha servido de camino, de puente de enlace con otros países
y culturas, llegando a formar parte de las principales redes internacionales
de comunicación y comercio que se conformaron desde la
Edad Media. Ha servido también de soporte energético
en los procesos de protoindustrialización y modernización
económica (ferrerías, molinos, tenerías,
factorías siderometalúrgicas y navales, instalaciones
hidroeléctricas, etc.), de soporte físico y territorial
para los distintos usos industriales, y también de recurso
básico para aprovechamientos menores, como la pesca y el
ocio.
La Historia explica
el papel condicionante interpretado por la ría en el desarrollo
de la metrópoli bilbaína. Ya el proceso de industrialización
moderna que arrancó en el último cuarto del s. XIX
transformó profundamente el paisaje natural del territorio
vertebrado por aquella arteria fluvial, márgenes del Ibaizabal
que en fechas precedentes, como manifestara W. Humboldt, eran
coloreados por "colinas pintorescamente cubiertas de verdor",
asemejándose "al más hermoso y variado jardín
inglés". Los ferrocarriles y artilugios mineros de la margen
izquierda, las obras de nuevo puerto y las modernas siderurgias
de Baracaldo y Sestao capturaron los mejores suelos, al tiempo
que el fenómeno urbano se extendía como una "mancha
de aceite" por la ría y sus aledaños, convertida
ésta en el epicentro de la industrialización vizcaína.
Pero, los montes descarnados por la fiebre extractiva, los gigantes
embarcaderos de mineral, las chimeneas humeantes de los complejos
fabriles y el ir y venir de una potente flota naviera se convirtieron
en el símbolo de la moderna sociedad industrial bilbaína,
uno de los principales motores de la economía española
de principios del s. XX.
El proceso no se
detuvo. Conoció una nueva fase de expansión en los
años 60 del pasado siglo, cuando se consolidó la
aglomeración urbana del llamado durante tiempo "Gran Bilbao".
El uso intensivo y extensivo del suelo practicado por la industria,
la expansión residencial, que hubo de recurrir a la escalada
por la ladera de los montes y al crecimiento en altura de las
edificaciones, destinadas éstas a albergar a una creciente
población en buena medida derivada de la inmigración,
y el entretejido de una densa red de comunicaciones provocó
la entrada en conflicto de los distintos usos del suelo, la saturación
y congestión urbana y la degradación del medio ambiente.
Pero estos últimos problemas, sin embargo, no impidieron
que se afianzase el modelo de ciudad, industrial y potente desde
la perspectiva económica.
La crisis de los
años 70 y la posterior reconversión industrial y
regeneración urbana pusieron fin a dicho modelo consolidado
a lo largo de una centuria. Las "extensiones" fabriles dieron
paso a las ruinas y la compleja trama urbana degeneró en
unas poblaciones de difícil lectura y mediocre calidad
de vida. Y, en consecuencia, a la vieja área industrializada
en declive de la Ría de Bilbao se le exigió un cambio
de papel en la función a representar por la prósperas
ciudades del III Milenio.
La sustitución
y el reemplazo de las centenarias ferrerías y molinos de
la protoindustrialización vizcaína, así como
también de ciertos símbolos de la posterior fase
de modernización económica -es el caso de la bella
Compañía de Maderas emplazada en Abandoibarra-,
parecen ya haber sido asimilados. Pero, la sociedad actual reclama,
sin embargo, rescatar para la memoria colectiva ese pasado industrial,
marítimo y minero que, lejos de ser motivo de vergüenza
y objeto de rechazo, se convierte en el patrimonio cultural de
unas gentes que habitan un territorio de poderosas y atractivas
connotaciones físicas y que han desarrollado unas formas
de vida que le confieren una fuerte identidad. El embarcadero
de mineral de la Franco-Belga, el único existente en la
actualidad; los hornos de calcinación de las antiguas minas
de Muzkiz, los viejos diques de Euskalduna, factoría naval
que estuvo a la cabeza del sector en España desde su apertura
a principios del s. XX; y un largo listado de emblemas de la pasada
era industrial aún están a tiempo a contribuir a
nutrir nuestro patrimonio.
Territorio, población
y patrimonio, natural y cultural, conforman en la Ría de
Bilbao un triángulo de estrechas interrelaciones que determinados
espacios culturales deben proceder a articular y gestionar para
su posterior divulgación. El territorio, el espacio geográfico,
no sólo dispone de bienes medioambientales y naturales,
sino que sirve de soporte de las relaciones sociales, y en él
sus habitantes organizan su existencia y asumen el destino y la
gestión de los bienes culturales. Sobre la base de estos
renovados postulados, los recursos patrimoniales habrán
de acometer la función de sugerir, enseñar, educar
y también, cómo no, de divertir.
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Futuro Museo Marítimo Ría de Bilbao. |
Contamos ya con dos
iniciativas en el entorno de la Ría: el recién inaugurado
Museo Minero de Gallarta, cuya larga trayectoria, desde que en
1986 un grupo de trabajadores jubilados de las minas comenzara
a reunir y restaurar patrimonio de interés, ha culminado
con la habilitación de este centro reutilizando un antiguo
matadero local; y el futuro Museo Marítimo Ría de
Bilbao, en proceso de gestación para, tras su apertura
en los antiguos diques de Euskalduna, acometer la misión
de velar por la conservación, investigación y adecuada
difusión del patrimonio marítimo generado en la
Ría de Bilbao y su entorno. La naturaleza, el hombre y
la actividad productiva de siglos se han dado cita en este territorio,
generando una riqueza histórica y patrimonial que debe
valorarse como un "bien para uso y disfrute" de la comunidad.
Fotografías: Están
publicadas en "virtourist.com" y en la página web
que está elaborando la Fundación Museo Marítimo
Ría de Bilbao |