Quien
más quien menos se ha preguntado en alguna ocasión
la procedencia o el significado de sus apellidos. Algunos de ellos
nos muestran las posesiones familiares, otros la profesión
o el origen, y todos ellos, sencillos o compuestos, reconocibles
o impronunciables, han diferenciado a unos mortales de otros a
lo largo de los últimos siglos. Entre documentos, archivos
y demás papeles hemos encontrado a Juan Vidal Abarca, uno
de esos hombres apasionados por conocer un poco más de
nuestro pasado.
-¿A qué
se debe su pasión por la heráldica y la genealogía? Tanto en la casa de
mis padres como en la de los padres de mi mujer tenían
papeles, objetos de las familias..., y empecé a mirar toda
aquella documentación. Como otros muchos lo primero que
hice fue mi propia genealogía, investigué mis apellidos,
y me envenené. Rápidamente percibí que gran
parte de lo escrito y dicho alrededor de la heráldica y
la genealogía era erróneo. Encontré numerosas
informaciones incompletas, vaguedades, especialmente en el caso
de los apellidos y escudos alaveses. En Álava no teníamos
ningún erudito en la materia, con lo que no existía
ningún estudio exhaustivo. Todo ello, a pesar de que la
genealogía es rigurosamente exacta, porque todos tenemos
dos padres y cuatro abuelos con sus correspondientes apellidos.
No tiene vuelta de hoja. Por dar un ejemplo de lo que había,
podemos citar a Juan Carlos Guerra, un investigador guipuzcoano
de comienzos del siglo XX, que habla mucho de la heráldica
alavesa, pero es que no da una.
-¿Cuándo
y por qué se crea la heráldica? Los escudos comenzaron
con los combates, con los famosos torneos, para distinguirse unos
combatientes de otros. No eran escudos familiares sino individuales,
que pertenecían a los caballeros y militares de la época.
Con
posterioridad fueron las casas reales quienes también hicieron
suyos los escudos. Su origen podemos situarlo en el siglo XII,
y no antes, como afirman algunos, lo que es una osadía.
De Alemania y Centro Europa se extendieron a otras latitudes de
Europa, hasta convertirse en un fenómeno social generalizado.
-Por cierto,
usted afirma que las cadenas del escudo de Navarra no son tales. Así lo asegura Faustino
Menéndez Pidal, que es Académico de la Historia,
y yo lo apoyo totalmente. En su origen lo que hoy son cadenas
eran refuerzos, una especie de nervios que se utilizaban para
fortalecer los escudos de los golpes que recibían. Ya decíamos
antes que los escudos provienen de los torneos. En estas cuestiones
hay muchas leyendas, por poner otro ejemplo, tenemos el escudo
de Álava, con un castillo, una mano con una espada, un
león... Con esos elementos algunos elaboran escenas, argumentando,
"No es que el león está atacando y la espada defiende...".
¡Pues no! No hay que hacer interpretaciones extrañas ni
inventadas.
-En cuanto
a los apellidos, ¿cuándo se consolidan? Más tarde. Empezaron
a aparecer antes, ya que en el siglo VIII ya tenemos documentación
sobre los primeros, pero les costó siglos consolidarse.
Al principio a la gente se le conocía por su nombre, nombres
latinizados, sin embargo, con el tiempo, el nombre no era suficiente,
porque había muchos que se llamaban Antonius, Alfonso o
Alonso. Entonces se empezó a utilizar el patronímico,
por poner un ejemplo Martínez, porque su padre se llamaba
Martín o Pérez de Pedro. También podemos
citar patronímicos rarísimos como Fandrobindez,
del nombre visigodo Fandrobindo que todavía hoy existe.
Así funcionaron hasta el siglo XIII, igual ocurre en lugares
como Rusia, donde los apellidos que terminan en vic significan
"hijo de", por ejemplo, Ivanovic es hijo de Ivan. Mientras, como
se seguían creando confusiones, las clases más pudientes
empezaron a utilizar un tercer nombre, como los romanos. Ese tercer
nombre provenía del solar que poseían, del lugar
del que procedían. A su vez, el pueblo llano empezó
a utilizar otro tipo de apellido sin el patronímico, y
con otras características de oficio o físicas, como,
Escudero o Seis dedos, porque alguien en la familia era escudero
o tenía una malformación de seis dedos. Pero como
decía, los apellidos se consolidan más tarde que
los escudos. Eso sí, con el tiempo todos tomaban un apellido,
pero sólo unos pocos poseían escudo. Así
que hoy en día, si hay alguien que esta obsesionado por
tener un escudo familiar, y no tiene antecedentes, hay que inventarlo.

-¿Cuándo
se registraron en una base de datos de la época todos los
apellidos existentes? El registro civil se
creó en el siglo XIX. Hasta entonces el apellido pasaba
de padres a hijos por tradición oral, con lo que muchos
cambiaban de apellido. Otros utilizaban el apellido de la madre
o de un abuelo, porque les gustaba más que el del padre,
o porque sonaba mucho. Hay que tener en cuenta que no existía
regulación legal que lo impidiese, con lo que el registro
civil significa una pequeña revolución.
-En el caso
de Álava resulta sorprendente la peculiaridad de los apellidos
compuestos. Algo muy generalizado, por otra parte, entre la práctica
totalidad de la población de origen alavés. Sí, los Martínez
de Mandojana, López de Ipiña, Ortiz de Zárate...
Podríamos enumerar cientos de ejemplos. Sólo han
perdurado de manera generalizada en Álava, pero antes estaban
extendidos en Gipuzkoa, Navarra, Soria, Logroño..., en
toda la cornisa norte. ¿Por qué han perdurado sólo
en Álava? Es curiosísimo, lo único que puedo
apuntar es que los apellidos compuestos provienen de Álava,
y que de Álava se extienden a otros puntos geográficos.
Si retrocedemos en la historia, los alaveses recogen la costumbre
romana del tercer nombre, y la hacen perdurar a lo largo de los
siglos, hasta llegar a nuestros días.
-¿Y
alguna otra peculiaridad en los apellidos del resto de territorios
vascos?
En Navarra
también tienen muchos apellidos compuestos. En Bizkaia
y Gipuzkoa el apellido siempre es el nombre del caserío.
Por ejemplo, un apellido que traducido al castellano significa
"entre la fuente y el manantial". Nunca se toma un apellido por
una localización tan absurda, sino que es porque había
un caserío, cuyo nombre indicaba esa situación.
Con un matiz importante, cuando la heredera del caserío
se casa, su marido pierde su apellido y adopta el nombre del caserío,
al igual que su mujer.
-¿Cuántos
apellidos han pasado por sus manos? En estos momentos estoy
elaborando una base de datos, en la que ya he registrado 225.000
fichas. Cada ficha es una persona con sus apellidos, y te puedes
encontrar con nombres y apellidos de muy diversos puntos del planeta.
-Esto en cuanto
a los apellidos, pero también tenemos entendido que trabaja
en la recopilación y elaboración de un estudio sobre
los escudos de los pueblos de Álava. Es una
iniciativa conjunta de la Diputación Foral de Álava
y Eusko Ikaskuntza, que esta última me encarga para su
ejecución. El objetivo es dar a conocer los escudos que
corresponden a los 51 ayuntamientos y 350 juntas administrativas
o localidades alavesas. En el caso de los pueblos tengo que inventar
un escudo a casi todos, porque los que ya lo poseen son los menos.
A la Diputación alavesa le pareció importante que
cada pueblo tuviera su distintivo, para así utilizarlo
como sello de identidad en sus comunicaciones tanto internas como
externas. Tengo un plazo de tres años para finalizar el
trabajo.

-¿Qué
futuro le vaticina a la heráldica y la genealogía? Creo que estas tradiciones
permanecerán por largo tiempo. No hay razones evidentes
para la ruptura, sino al revés. Es más, el interés
por conocer los antepasados, las historias familiares, nuestros
orígenes... va en aumento.
-¿Hasta dónde
llega la pasión de Juan Vidal Abarca por los apellidos
y los escudos? Por encontrar un dato he
hecho cientos de kilómetros en un día... Una de
mis pasiones al viajar es indagar en las guías telefónicas,
que es un vicio incomparable. Por ejemplo, es apasionante tener
la posibilidad de ojear una guía de cualquier país
de Sudamérica. ¡La multitud de apellidos vascos que aparecen!
Lo que sí me gustaría hacer, y todavía no
he podido, es un buen trabajo sobre la familia Álava. Llevo
años trabajando en ello, recogiendo información,
ya que es muy extensa; porque es una familia con ilustres personajes.
A pesar de que la Diputación estaría encantada de
publicarlo ya, no tengo tiempo material para redactarlo. En gran
parte este trabajo consiste en pasar horas y horas en archivos
de todo tipo: eclesiásticos, de las diferentes administraciones,
familiares, de órdenes militares, judiciales... Otro elemento
fundamental son los protocolos notariales, y sobre todo tiempo,
que es lo que me falta. Sin olvidar que lo que me da de comer
es mi otra pasión, el ejercicio de ingeniero de caminos,
al que también me dedico en cuerpo y alma.

-Tanto hablar
de los apellidos de los demás, ¿y el suyo, Vidal Abarca? Mi apellido proviene
de Murcia, fíjese. Mi bisabuelo era militar, tras un destino,
se quedo aquí, y ya somos cuatro generaciones de los Vidal
Abarca en Vitoria-Gasteiz.
Juan
Vidal Abarca
Nació
hace 58 años en el capital alavesa. Ingeniero
de caminos de profesión, afirma que tiene
dos pasiones, aparte del trabajo: la heráldica
y la genealogía. A ambas facetas dedica
su tiempo libre, no todo el que desearía,
pero sí el suficiente para haber investigado
miles de apellidos. Dichas investigaciones junto
a montones de documentos y libros históricos
descansan repartidos por las baldas de su casa,
entre ellas, quizás podamos encontrar
hasta una guía de teléfonos, a
poder ser, sudamericana, otro de sus vicios
confesables.
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Fotografías: Ismael
Diaz de Mendibil
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Euskonews & Media 176.zbk
(2002 / 7 / 19-26)
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