Parece
ser que, acompañando al gran éxito internacional
de la gastronomía vasca acontecido durante las últimas
décadas, los restaurantes y tabernas vascos están
más de moda que nunca. El público no vasco
aprecia muy particularmente esta cocina: sus especialidades
culinarias, pero también las maneras de hacer y las costumbres
de dichos establecimientos: los pintxos, el txikiteo,
etc. Fuera de Euskal Herria, estos establecimientos ofrecen
al cliente en general un ambiente y una comida reconocible
y recrean los existentes -o en algunos casos los supuestamente
existentes- en el País Vasco, al tiempo que, para los vascos
de la diáspora, ofrecen a menudo la posibilidad de entrar
en contacto con otros individuos de su mismo de origen, en un
ambiente familiar y distendido.
Pero dichas elaboraciones
gastronómicas se convierten también en un escaparate
"étnico" que viene a cumplir una doble función:
por un lado, la de mostrar un nosotros particular hacia
el exterior –son restaurantes y tabernas vascos, comida
y bebida vasca-, diciéndoles a los Otros, quienesquiera
que sean, quiénes somos, qué hacemos y
cómo lo hacemos; y, por otro lado, se convierten asimismo
en un aspecto cultural vendible y rentable, que interesa al público
en general y del cual puede extraerse un nada desdeñable
beneficio comercial .
En la ciudad
de Barcelona, en esta última década y hasta hoy
mismo, se ha asistido y se sigue asistiendo a una especie de "fiebre"
de inauguración de restaurantes y -particularmente- tabernas
vascos. En este sentido, podemos hablar de una localización
muy concreta de estos establecimientos dentro de la geografía
urbana barcelonesa, creando, de este modo, un territorio, un espacio
vasco en la diáspora, que tiene sentido mucho más
allá de lo puramente aparente.
Tabernas y restaurantes
vascos en Barcelona
La ciudad
de Barcelona cuenta hoy en día con diversos -y algunos
de ellos muy reputados- restaurantes especializados en cocina
vasca. A pesar de encontrarse distribuidos por casi toda la ciudad,
observamos que se da una cierta concentración de este tipo
de restaurantes en algunas zonas concretas: por un lado, el distrito
II, particularmente en la Dreta de l'Eixample (Ensanche
derecho) y, especialmente en la calle de Sicília, donde
tan sólo entre unas pocas manzanas consecutivas se encuentran
algunos de los más renombrados restaurantes vascos de la
ciudad. Por otro lado, en el distrito I, Ciutat Vella (Ciudad
Vieja) -el distrito que enmarca la parte más antigua de
la ciudad-, encontramos que se ha desarrollado más
recientemente otra importante área en la cual se han abierto
más de una decena de restaurantes y, muy especialmente,
tabernas vascas especializadas en pintxos..
Una tercera zona, también de restaurantes y tabernas, parece
estarse consolidando lentamente en el Ensanche izquierdo (Esquerra
de l’Eixample). Y, finalmente, una cuarta área parece
estar emergiendo en la zona alta de la ciudad -distrito V, Sarrià-Sant
Gervasi-, con una mayor especialización en restaurantes
de un más alto nivel económico y potenciando la
nueva cocina vasca.

Encontramos,
de este modo, lo que podríamos llamar zonas de concentración
de este tipo de establecimientos dentro del marco urbano barcelonés.
Dichas zonas se han convertido en un importante lugar de reunión
para los vascos residentes en la ciudad, además de tener
un más que indudable atractivo para el público en
general. Así, vemos que especialmente el público
más joven está situando de manera creciente sus
lugares de encuentro en los bares y tabernas de pintxos –particularmente
en los de la ciudad vieja-, donde el ambiente es mucho más
distendido que en los restaurantes, y los precios, al tratarse
de pequeñas porciones, son siempre más económicos.
En el caso de
la Ciutat Vella, la concentración de la mayor parte
de estos locales a escasos metros de distancia los unos de los
otros, traza un recorrido accesible a pie en pocos minutos. Su
situación, además, en calles peatonales o de poca
circulación, favorece el traslado a pie, a través
de recorridos determinados que llevan de unos a otros, consumiendo,
a imagen, en cierto modo, del txikiteo, pintxos y txikitos
o zuritos en cada uno de ellos.
Los
establecimientos situados hoy en el distrito de Ciutat Vella
han venido a cubrir un importante espacio de comensalidad y de
sociabilidad vascos en un área donde quizás no es
tan importante como en otros distritos la residencia de vascos
a título individual-familiar, pero en la que sí
se da una buena parte de la vida social institucional de este
colectivo en Barcelona, centralizada alrededor de la Euskal
Etxea. La construcción de este espacio en base a determinantes
alimentarios se encuentra, pues, íntimamente ligada, en
este caso, a la vida social e institucional del grupo.
A este hecho
debemos añadir que los locales mencionados se encuentran,
asimismo, en un barrio histórico y muy especialmente turístico,
a poca distancia de la basílica gótica de Santa
María del Mar, del antiguo mercado del Born, y de un circuito
del arte muy especialmente conocido tanto a nivel local como internacional,
y que incluye desde diversos museos tan importantes como el Picasso
o el Barbier-Müeller hasta galerías de arte de tanto
prestigio como Maeght o Metrònom. Este hecho favorece ampliamente
la afluencia de turistas y de público en general y, por
lo tanto, también una alta rentabilidad de este tipo de
locales, que ofrecen al público un tipo de oferta asequible,
con un precio razonable y en un ambiente agradable nunca exento
de un cierto "tipismo" a la vez étnico
y exótico.
Una cocina en
auge
A
la vista de la importancia de este fenómeno, la Euskal
Etxea de Barcelona ha tenido, por ejemplo, la iniciativa de organizar,
durante los primeros días de mayo de 2002, y en este mismo
distrito de la Ciutat Vella, las I Jornadas Gastronómicas
"Euskal Herria a la taula" (Euskal Herria en la mesa),
con el apoyo, entre otras instituciones, del Gobierno Vasco
y del Ayuntamiento de Barcelona, y en colaboración con
el Txoko vasco-barcelonés Euskal Zaleak y
con diversos restauradores vascos establecidos en Barcelona. Su
objetivo: divulgar lo más ampliamente posible la cocina
vasca en Cataluña; una cocina vasca en pleno auge que busca
potenciar cada vez más su presencia entre un público
–no sólo- catalán cada vez más numeroso –los
varios miles de visitantes de las jornadas lo demuestran- y que
aprecia las especialidades vascas.
En este sentido,
se han organizado diversas actividades, tanto directamente relacionadas
con la gastronomía vasca –degustaciones, presentaciones,
charlas, comidas y cenas sociales, etc.- como paralelas –demostración
de deportes rurales vascos, actuaciones musicales, etc.-. Entre
las más exitosas, ha tenido lugar el concurso de pintxos
"Premio Ciudad de Barcelona", en el cual participaron
un total de once tabernas y restaurantes vasco-catalanes, presentando
un total de 22 diferentes especialidades, entre las cuales fue
premiado con el galardón máximo un "rulo de
bacalao relleno de txangurro" de la taberna Irati.
Otras especialidades premiadas en otras categorías fueron
los pintxos de "huevos de codorniz escaldados con salsa verde
y almejas" o el de "nido de alcachofas con espárragos
verdes y bacalao" del Bilbao Berri; el de "menestra
de verduras de la huerta de Tudela", del Sagardi;
o el de "croqueta de txangurro" del Lizarriturri.
Todo ello nos muestra claramente el desarrollo de una cocina vasca
de alto nivel en Cataluña, capaz de atraer y de encontrar
su parcela de mercado entre un público cada vez más
exigente.
Un territorio
alimentario vasco en la diáspora catalana
Aunque
brevemente, podemos observar hasta aquí una construcción
y una utilización específica de la ciudad a través,
no sólo de una localización concreta de los establecimientos
de restauración vascos en la geografía urbana barcelonesa,
sino también de la creación de un espacio vasco
en la diáspora que tiene sentido mucho más allá
de lo puramente aparente.
La construcción
de lo que hemos dado en llamar "áreas de concentración"
en relación con los restaurantes y tabernas vascos en la
ciudad de Barcelona, obedece sin duda a diversas lógicas
–comerciales, estratégicas, espaciales, etc.-, que se encuentran
íntimamente conectadas con una lógica interna de
la vida vasca en la ciudad, la cual utiliza los medios
a su alcance –entre los cuales aquellos relacionados con la alimentación-
para autorreconocerse y para mostrarse a los demás en sus
facetas más atractivas, al mismo tiempo que crea un espacio
de mercado original e imaginativo, a la vez que lucrativo. Que
la cocina vasca esté hoy de moda no es, pues, un hecho
ni mucho menos casual.
F. Xavier Medina, Institut Europeu
de la Mediterrània (IEM). Barcelona
Fotografías: De la web de la Euskal Etxea de Barcelona y
del libro "Donosti y sus pinchos" de Pello García
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