La Historia total, cuyo perfil disciplinar hace ya muchos años traza un itinerario de análisis bien distinto al modelo que soportaron generaciones pasadas, no desdibuja al personaje. Al contrario, lo rescata de ese aparente anonimato que el estudio estructural puede producir. La galería de personajes en la historia de los pueblos se destaca, por tanto, en toda su diversidad. Y de entre ellos, comienzan a sobresalir los técnicos y científicos que contribuyeron, tanto como los grandes hombres de empresa, y quienes tomaron decisiones políticas y militares de envergadura.
En
la historia de la Villa de Bilbao encontramos -retrotrayéndonos
sólo unos pocos años atrás-, un caso que
puede ser ejemplo de ese papel, a veces silencioso y otras silenciado,
y que descubre facetas destacadas de una historia local repleta
de simbolismo. Nos referimos al ingeniero de Caminos, Ignacio
Rotaeche y Velasco, persona muy representativa por distintas razones.
Conocerle, tanto desde lo estrictamente profesional, como desde
su faceta política, y por algunas otras peculiaridades
que le señalan como hombre fuera de lo común, resulta
del todo punto interesante.
Desde el contexto en que la principal tarea de Rotaeche se desarrollara, la referencia ineludible a la modernización económica salta de forma natural. Pero esos avances que desplegó en su dinámica expansiva este escenario industrial bilbaíno,y en el que la iniciativa pública, y también privada, manifestaron ideas sugerentes, en otras ocasiones estuvieron abocadas inevitablemente al fracaso. Rotaeche se vio inmerso, desde la actividad profesional, en dos notables aciertos.
Bilbao, como es sabido, está marcado por sus puentes, y como urbe industrial fue campo experimental de arquitectos, urbanistas, e ingenieros, como I. Rotaeche. A él se deben los proyectos y la construcción de dos puentes móviles que tuvo y conserva la capital vizcaína. Nada menos que los de Deusto y del Ayuntamiento, cuyos cambios de denominación, antes y después de la guerra civil, fueron diversos, aunque sus nombres actuales se han acomodado al topónimo más acertado. Mejor tarjeta de presentación no puede haber para un ingeniero que estos dos ejemplos de infraestructura urbana... Pero no queda ahí el balance de actuaciones de aquel alavés afincado en Bilbao. Conozcamos, pues, brevemente su biografía.
Un ingeniero de Caminos Canales y Puertos
Ignacio Rotaeche nació en Vitoria el 2 de Enero de 1.888. Hijo de Luis Rotaeche y Rosario Velasco, sus abuelos habían sido personas de relieve. Ramón Castor de Rotaeche fue apoderado en Juntas generales, Diputado general de Bizkaia que tuvo que exilarse en Francia durante la Primera Guerra Carlista. Y Ladislao Velasco, su abuelo materno, fue Alcalde de Vitoria, perteneciente a una familia de profundas raíces alavesas, y erudito escritor aficionado a la Historia.
Ignacio y su único hermano José María quedaron huérfanos de padre y madre muy pronto (con seis y siete años) y vivieron con la familia de su tío Ramón Rotaeche Menchacatorre en Vitoria. Su infancia discurrió felizmente en un ambiente familiar y de bienestar que les permitió cultivar aficiones que les revelarían como personas bien formadas, y como deportistas destacados (Ignacio compitió en varios campeonatos de esquí; en carreras de motos, era experto montañero y montaba a caballo). Estudió Bachillerato en el Colegio de los Padres Marianistas de Vitoria donde obtuvo el certificado en 1902, con tan sólo 14 años, y calificación de sobresaliente. Siguió estudios de francés en Pontacq, y más tarde, desplazada la familia a Madrid (su tío era militar), siguió estudios universitarios en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la capital. En 1910, seleccionado con otros dos compañeros de su promoción, obtuvo una beca de estudios para los Estados Unidos. Allí permaneció seis meses. De aquella estancia norteamericana, Rotaeche incorporó una literatura técnica y una experiencia elocuente, ya que pudo conocer in situ algunas obras públicas de importancia considerable, como la Boulder Dam, y la actividad de la US Reaclamation Service. A su regreso, entró en el escalafón administrativo del cuerpo de Ingenieros de Caminos, pasando de Ayudante de Obras Públicas (1910) a Subalterno, Ingeniero Primero, e Ingeniero Jefe (1935).
Contrajo matrimonio en 1916 con Juana Chalbaud Amann (1895-1979), hija de Pedro Chalbaud Errazquin, Presidente de Unión Española de Explosivos, Senador por la Comunión Nacioalista Vasca, miembro de una familia que formaba parte de la burguesía que hizo del comercio y la industria local, un emblema.
De la pareja Rotaeche-Chalbaud nacieron siete hijos, el natalicio del mayor fue en 1917 y el del menor, en 1935. La experiencia como ingeniero de aquel polifacético y piadoso joven comenzó en la Comisión de Estudios de los ferrocarriles en Marruecos (proyectos de Tanger, Tetuán, etc), en la Jefatura de Obras Públicas del Sur de España, en las Obras del Puerto de Bilbao, donde llegó a ser Ingeniero auxiliar en 1915, etc. Su gestión en los ferrocarriles de la Robla durante cuatro años fue destacada, aun cuando vivió un episodio desafortunado que le apartó de esta Compañía, finalmente.
El ejercicio profesional le destacó en varios trabajos, como el proyecto de traída de aguas para Ceánuri, los trazados de carretera en los que participó, el diseño del puerto de Ciérbana, etc. etc. Pero entre las señas reconocibles de su talento, consta especialmente el diseño de los dos puentes de Bilbao. Quizás lo más representativos de su factura.
Cuando Ignacio volvió a Bilbao en 1912, sus ideas afines
con el nacionalismo vasco afloraron con verdadera devoción.
Para 1917 le vemos ocupando ya la Presidencia del B.B.B. y más
tarde, en 1929, presidiría el Euzkadi Buru Baltzar, cuando
se vivía un momento muy especial, correspondiente a la
escisión de los "aberriano" de Gallastegui. Rotaeche siguió
en su cargo de la Comunión Nacionalista Vasca hasta la
reunificación en 1930, de la que fue uno de sus promotores.
Tras numerosos avatares en el seno del nacionalismo, Rotaeche
fue indudablemente un partidario de la reunificación y
co-presidió la Asamblea de Vergara en la que se formalizó
la constitución de un solo P.N.V. Su participación
en la búsqueda de soluciones potenciando al partido nacionalista
le situaron en el centro del debate sobre el periódico
"Euskadi". Fue elegido diputado a Cortes por Durango en 1918 e
ingresó en el Parlamento en abril de ese año, junto
con los también nacionalistas Arroyo, Sota, Zaballa, Eizaguirre,
y Aranzadi. No obstante, esta fue una legislatura corta que desembocó
en nuevas elecciones (Junio de 1919), en las que su acta fue anulada.
Con el estallido de la Guerra Civil, la salida de Bilbao era inevitable
y éste con su familia marchó a Francia (San Juan
de Luz). Fue inhabilitado (BOE del 23 del agosto de 1937) en plena
guerra. De forma que en abril de 1939, el patriarca de la extensa
familia emigraba a Venezuela. Pero antes, había organizado
algunos cursos de formación técnica en los que instruyó
sobre estructuras de hormigón y topografía. Se conserva
un trabajo suyo relativo a "Las obras públicas en Euzkadi
en la posguerra. Carreteras, ferrocarriles y aeropuertos", escrito
precisamente en estos meses. Permaneció en Venezuela hasta
1942, interviniendo en proyectos de regadío cerca de San
Felipe de Yaracuy (Tapa-Tapa). Y puesto que no podía pasar
a territorio español, marchó luego a Portugal, donde
dirigió las obras de construcción de la presa de
Lindoso, en zona fronteriza hispano-portuguesa, residiendo brevemente
en Oporto y Braga. La revisión de su causa en 1943, con
sustitución por parte del Tribunal de Orden Público
de la sentencia de pena anterior (extrañamiento de territorio
español), le facilitó su entrada en España,
aun cuando estuvo desterrado de las Provincias Vascas y de Cataluña,
y de una zona de 150 km. a su alrededor. Algunos de sus compañeros,
viejos amigos, -hasta 33 firmantes-, presentaron en noviembre
de 1942 un escrito informando favorablemente, al estar pendiente
de fallo las responsabilidades atribuidas al prestigioso ingeniero.
Rotaeche había desempeñado 3 años y 10 meses
en servicios directos e indirectos al Estado, más los servicios
a los FF.CC. andaluces. No obstante en 1940 el Ministerio "había
tenido a bien confirmarle en su empleo de Ingeniero Jefe de 2ª
clase del Cuerpo de Caminos", pese a haber permanecido separado
del Cuerpo. Falleció en 1951.
Un puente estratégico
Ante la brevedad exigida a este artículo, recogemos sólo algunos datos elocuentes del proyecto para la construcción del Puente de Deusto, cuya aprobación data del 23 de Julio de 1931. Aquel puente móvil que fue sometido a prescripciones muy puntuales, tuvo dos artífices: Rotaeche y Ortiz de Artiñano, ambos ingenieros, contando con la presencia también de Ricardo Bastida, el afamado arquitecto, quien desde 1923 había aportado la idea de crear nuevos puentes para un Bilbao saturado ya de tráfico.
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El puente de Deusto, volado ante la inminente llegada de las tropas franquistas. |
Entre las cuestiones observadas y que la Jefatura de Obras Públicas
hizo saber al Ayuntamiento de Bilbao, en Febrero de 1932, estuvo
lo siguiente: se respetó, por ejemplo, el ancho de la explanación
para el ferrocarril de Bilbao a Portugalete, para permitir el
establecimiento de una tercera vía. Es interesante observar
que el acceso de ambas márgenes se vinculó a la
ampliación de la zona del muelle y la estación marítima
en la Vega de San Mamés. El vano libre para navegación
tendría 48 metros entre paramentos de las pilas de apoyo
de tramos basculantes. La altura del rasante del puente se calculó
en 9 metros sobre muelles y de 14 sobre la bajamar equinoccial.
La altura libre era de 7'30 ms. en muelles de Abando y Universidades,
y de 7'90 en el centro del vano sobre la ría. La anchura
del puente se estudió concienzudamente, habida cuenta de
que -como la Memoria indica-, "los vehículos que actualmente
circulan ...especialmente los ómnibus y camiones automóviles
que en tan gran número existen, llegan a amedir 2'80 metros
de anchura"(...). Rotaeche calculó 12 metros para cuatro
filas de vehículos. La abertura del vano libre para la
navegación, en razón a tecnicismos que no vienen
al caso (velocidad de los barcos, etc.) se fijó como aceptable
en 35 metros. El de Deusto fue un puente basculante de contrapeso
inferior. El alojamiento de los mecanismos se diseñó
para el interior de la culata del puente. Su ancho es de 20 metros:
12 para la calzada y 4 a cada lado para los "andenes".
El tramo metálico esta compuesto por dos vigas principales,
de celosía en la parte volada. En la parte de la culata,
el piso sustentador de los adoquines de madera es de hormigón
El pavimento fue de entarugado de madera. Se cuidaron especialmente
las señales de alumbrado y de navegación (luminosas
de noche, acústicas de día). Para la decoración
y considerándolo puente urbano, se contó
con la colaboración de Ricardo Bastida, al igual que en
el de Buenos Aires; pero lo artístico del de Deusto, estaba
y está, en función de esos tres elementos: viaducto,
pilas y tramo móvil, por lo que se eliminaron opciones
de torres, o grandes arcos. Las barandillas y las grandes molduras
en las pilas, acusan la división en tres partes. En su
construcción intervinieron la Basconia SA y la Sociedad
Naval, con el asesoramiento de la empresa alemana MAN. Aquel fantástico
puente, inspirado en algunos ejemplos norteamericanos significó
un avance tecnológico incuestionable, y fue inaugurado
el 13 de diciembre de 1936 siendo Alcalde D. Ernesto Erkoreka,
con una ceremonia sencilla, sin bendición, ni corte de
cinta, pero sí con un vino español en el Ayuntamiento.
La situación del momento era preocupante. Como lo fue el
hecho de que este flamante puente fuera dinamitado la noche del
18-19 de Junio de 1937, a raíz de la retirada de las fuerzas
fieles a la República. Había sobrevivido -como Rotaeche
lo pensara- seis meses. No obstante, pese a los daños inflingidos
a su estructura móvil, la reconstrucción fue rápida
y a finales de año quedó en la forma que todavía
conserva hasta hoy, salvaguardando todo del proyecto inicial.
Desde hace unos meses, una placa recuerda su autoría, con
el reconocimiento público que le otorgara el Excmo. Ayuntamiento
de Bilbao.
María
Jesús Cava Mesa
Catedrática de Historia Contemporánea. Universidad
de Deusto.
Fotografías: Auñamendi |