Erakusten daukuzu
Eskual-dun odola
Gaztean bezen sendo,
Zurekilan-dela
Nok han erranen dayeti
Zuzen-den bezela
Uruguay-ko Kantabro-en
Aita zu zarela
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Nos muestras
que la sangre vasca
se mantiene en ti
tan fuerte como de joven.
Quién pueda decir,
como es justo,
que tú eres el padre
de los vascos de Uruguay.
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Nicolás Inciarte
Párrafo de un verso dedicado a Aramendi por Nicolás
Inciarte, Presidente de Euskal Erria de Montevideo.
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Nacido
en Itsasondo, Gipuzkoa, el 26 de noviembre de 1837, Hermenegildo
Aramendi se inició, con apenas doce años, como aprendiz
de barbero en su pueblo natal, pasando luego a Donostia con 16 años.
Dos años más tarde lo hallaremos, ya ejerciendo como
barbero, en Zalduendo, Alava. Desatada una epidemia de cólera
morbo en su pueblo, acude a asistir, con sus escasos conocimientos
médicos, a las víctimas de tan cruel enfermedad.
En febrero de 1858 se marcha para Castilla como empleado de la compañía
de Ferrocarriles del Norte, y desde allí, en diciembre de
ese mismo año, emprende camino hacia su definitivo destino:
Uruguay.
Tras una larga travesía de ciento tres días a bordo
del Mariscal Exelmena, llega a Montevideo donde se desempeña,
una vez más, como barbero. Ya establecido inicia estudios
de cirugía en el Hospital de la Caridad, donde luego de dos
años obtiene, el 2 de marzo de 1860, el título de
Flebótomo.
Obtenido su diploma, se radica en la ciudad de Mercedes, donde ejerce
de peluquero, barbero y cirujano "menor". Allí,
bajo la dirección del doctor Rivas Rodríguez continuaría
sus estudios de anatomía, fisiología y patología.
En esa ciudad iniciaría, junto a su maestro, la inoculación
contra la viruela, constituyéndose de esta manera en la primera
ciudad sudamericana en aplicar tan moderno método de combatir
la enfermedad.
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Hermenegildo Aramendi |
Hacia 1868 se enfrenta nuevamente a una epidemia de cólera.
Ante esa contingencia, siendo ya dueño del establecimiento
rural Las Higueras, convierte su hogar en hospital alojando
allí 77 pacientes de los cuales logra salvar a 66. Tan notable
éxito se vería amargamente ensombrecido por el contagio
de su esposa y de su hijo Hermenegildo. Este ultimo fallecería
víctima de la enfermedad.
Durante el transcurso de la epidemia, por haber convertido su hogar
en hospital, la familia Aramendi estuvo alojada en casa del bardo
José María Iparraguirre, íntimo amigo de la
familia.
En 1880 lo hallaremos integrando la Comisión Directiva de
la Sociedad Laurak Bat de Montevideo, que había sido fundada
en diciembre de 1876, convirtiéndose en la primera euskal
etxea del mundo. En esta institución pasaría a desempeñar
el cargo de Secretario General a partir del 1 de septiembre de 1880.
Además de la atención de su nuevo cargo, fue durante
años colaborador del periódico de la Sociedad. En
sus artículos, plenos de patriotismo y añoranza hacia
la patria ausente, dejó el más fiel testimonio de
su sentimiento euskariano. A fines de octubre de 1880, escribía un artículo
titulado Euskal - Erria y las libertades públicas.
En él trasunta dolor y desesperanza por la situación
política de su patria sometida, una vez más, al embate
centralista de la política matritense: ...en aquellas
montañas es donde se ha desencadenado con mayor furia el
huracán gubernista; los moradores pacíficos de aquel
noble solar, son hoy víctimas predilectas de los hombres
sin conciencia, de todos los saltimbanquis políticos, de
arriba y de abajo, que desean medrar con la esclavitud de un pueblo,
y como ven en peligro la ejecución de su gran problema; dividir
para reinar á ese pueblo tan honrado, es que hoy le persiguen
de la manera más criminal e inicua, arrebatándole
por medio de las bayonetas, sus sagrados y seculares derechos, su
autonomía y su libertad, y hasta el sudor de sus hijos; y
no conformes con eso quieren privarle hasta de su lengua madre.
Fue ardiente defensor de la Caja Vasco Navarra de Reempatrio, institución
nacida en el seno del Laurak Bat, que se ocupaba de enviar de retorno
a su tierra natal a aquellos emigrantes que, empobrecidos y enfermos,
no habían hallado en tierras americanas la bonanza prometida
por los agentes de emigración. Fue también un entusiasta defensor de la emigración,
y cuando desde la península se alzaron voces criticando lo
que llamaron inicuo é inmoral tráfico de carne
humana, él escribió que aquellos que se lamentaban
por la emigración, eran sin embargo los culpables de ella
porque ...mientras los pueblos giman bajo la férula de gobiernos
inhumanos, que en vez de aliviar al pueblo sus grandes contribuciones
y pesadas cargas, le oprimen con nuevas exacciones y vejámenes,
mientras los que tienen la misión de velar por sus leyes
y libertades, pisoteen aquellas y desconozcan a estos, no se puede
esperar que ese pueblo siga sumiso y resignado, aguantando la pesadísima
e insostenible carga que le han puesto sobre sus ya débiles
hombros... Y agregaba: ...No somos panegiristas de la emigración
ni menos opositores absolutos, así como nos agrada que nuestros
hermanos se trasladen a estos países cuando son llamados
por miembros de su familia, nos desconsuela al ver que sin más
seguridad que las palabras melosas de indignos especuladores, abandonen
el rincón que, aunque pobre, mil veces más risueño
y feliz...
Ya desaparecida esta sociedad, lo reencontraremos en el centro vasco
Euskal Erria de Montevideo (1912), en donde fue querido y respetado
como venerable patriota nacionalista.
En esta nueva institución que contó, además
de su Comisión Directiva, con dos subcomisiones zonales,
una en el barrio del Cerro y otra en el de La Unión, Aramendi
participó activamente desde esta última, alternando
su residencia entre este barrio montevideano y su establecimiento
agropecuario en Mariscala. En un apunte biográfico realizado por Evaristo Bozas Urrutia
y publicado en el periódico Euskal Erria en diciembre de
1912 y reimpreso en La Baskonia de Buenos Aires en noviembre de
1916, el autor pintaba a Aramendi de esta manera: ha heredado
de nuestra raza su compleja naturaleza física y moral: es
alto, fue fornido, aguileña su nariz, prominente su ceja,
ancha la frente, membrudo el cuerpo... una naturaleza moral profundamente
euskara: gran imaginativo, gran emotivo, gran luchador. ... con
hombres como ese, fácil sería levantar nuestra Euskaria
sobre los altares de la más grande libertad de pensar, uniendo
nuestra raza para la raza misma hasta concretar en viviente realidad
aquel grandioso pensamiento :"Nosotros para Euskadi, y Euskadi
para el mundo". Eman da zabal zazu, munduban frutuba.
Pero no todos estaban de acuerdo en aplaudir su recia personalidad.
Arnaldo Parrabere, quien fuera durante largos años secretario
de Euskal Erria y redactor de la revista institucional, recordaba
con pesar, en su folleto "Reminiscencias, Amarguras y Despedida"
(Montevideo, 1954) que con motivo de su nombramiento como director
de la revista, ...el Señor Aramendi nos consideraba "demasiado
joven para dirigir un periódico como el de "Euskal Erria".
"No teníamos" -a juicio de él- "suficiente
capacidad para la comprensión ni para la selección
de los artículos". Lo cierto es que la voluntad
de Aramendi se impuso sobre su joven oponente y la Directiva de
la institución nombró un nuevo director para su órgano
de prensa.
Y es precisamente en esta publicación y en sus antecesoras,
las revistas Laurak bat y El Euskaro, donde podemos apreciar,
a través de sus muchos artículos tanto en castellano
como en euskara, la maduración de sus ideales originalmente
fueristas evolucionando hacia el nacionalismo ahora francamente
sabiniano, lo que sin duda debe de haber contribuido en gran manera
a marcar el carácter de esta nueva sociedad. Prueba de ello puede serlo un breve artículo titulado ¡21
de julio de 1876!, que fuera publicado en julio de 1913 con motivo
de un nuevo aniversario de la abolición de los Fueros. Aramendi
cerraba dicho escrito con el inconfundible lema de Sabino Arana:
...hacemos votos porque nuestros hermanos vascongados...se congreguen
bajo la sombra del inmortal roble de Guernica y rodeando nuestra
sagrada enseña, proclamen como único partido Jaungoikoa
eta lege Zarrak.
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Entierro de Hermenegildo Aramendia |
Falleció en Montevideo el 13 de noviembre de 1916.
Con motivo de los homenajes que se le tributaron en la postrer hora,
se formó una Comisión de Honor, cuyo Presidente Honorario
fue Arturo Campión. Entre los diversos homenajes que se le
rindieron, se editó una Corona Fúnebre y se realizó
una placa recordatoria que fue colocada en su sepulcro, financiadas
ambas por la suscripción popular.
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Corona fúnebre del meritorio Euskaro Hermenegildo
Aramendi |
En la ceremonia realizada a los tres meses de su fallecimiento,
el presbítero salesiano Bernardino Harizpuru y Arocena expresaba:
...Hablen por mí los millares y millares de conciudadanos
nuestros que en él encontraron no solo bálsamo para
sus dolencias y necesidades físicas, sino, lo que más
es, lenitivo y consuelo para sus quebrantos y penas morales, llagas
y heridas...
Señores, Aramendi fue verdad, fue abnegación, fue
consuelo, fue paz, fue ejemplo.
Danos tu última lección de concordia, de actividad
y sacrificio, y nosotros, al dejarte bajo esta fría losa,
la grabaremos con caracteres de fuego en el corazón; la haremos
cuajar en al más pura realidad y seremos cruzados de tu idea,
de tu espíritu, de tus tradiciones, que son la idea, el espíritu
y la tradición de la grande y dulce Euskaria.
Alberto Irigoyen Artetxe
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