Hermenegildo Aramendi, un precursor del nacionalismo vasco en Uruguay. 1837-1916
Alberto Irigoyen Artetxe

Erakusten daukuzu
Eskual-dun odola
Gaztean bezen sendo,
Zurekilan-dela
Nok han erranen dayeti
Zuzen-den bezela
Uruguay-ko Kantabro-en
Aita zu zarela


Nos muestras
que la sangre vasca
se mantiene en ti
tan fuerte como de joven.
Quién pueda decir,
como es justo,
que tú eres el padre
de los vascos de Uruguay.


Nicolás Inciarte
Párrafo de un verso dedicado a Aramendi por Nicolás Inciarte, Presidente de Euskal Erria de Montevideo.

Nacido en Itsasondo, Gipuzkoa, el 26 de noviembre de 1837, Hermenegildo Aramendi se inició, con apenas doce años, como aprendiz de barbero en su pueblo natal, pasando luego a Donostia con 16 años. Dos años más tarde lo hallaremos, ya ejerciendo como barbero, en Zalduendo, Alava. Desatada una epidemia de cólera morbo en su pueblo, acude a asistir, con sus escasos conocimientos médicos, a las víctimas de tan cruel enfermedad.

En febrero de 1858 se marcha para Castilla como empleado de la compañía de Ferrocarriles del Norte, y desde allí, en diciembre de ese mismo año, emprende camino hacia su definitivo destino: Uruguay.

Tras una larga travesía de ciento tres días a bordo del Mariscal Exelmena, llega a Montevideo donde se desempeña, una vez más, como barbero. Ya establecido inicia estudios de cirugía en el Hospital de la Caridad, donde luego de dos años obtiene, el 2 de marzo de 1860, el título de Flebótomo.

Obtenido su diploma, se radica en la ciudad de Mercedes, donde ejerce de peluquero, barbero y cirujano "menor". Allí, bajo la dirección del doctor Rivas Rodríguez continuaría sus estudios de anatomía, fisiología y patología.

En esa ciudad iniciaría, junto a su maestro, la inoculación contra la viruela, constituyéndose de esta manera en la primera ciudad sudamericana en aplicar tan moderno método de combatir la enfermedad.

 
Hermenegildo Aramendi

Hacia 1868 se enfrenta nuevamente a una epidemia de cólera. Ante esa contingencia, siendo ya dueño del establecimiento rural Las Higueras, convierte su hogar en hospital alojando allí 77 pacientes de los cuales logra salvar a 66. Tan notable éxito se vería amargamente ensombrecido por el contagio de su esposa y de su hijo Hermenegildo. Este ultimo fallecería víctima de la enfermedad.

Durante el transcurso de la epidemia, por haber convertido su hogar en hospital, la familia Aramendi estuvo alojada en casa del bardo José María Iparraguirre, íntimo amigo de la familia.

En 1880 lo hallaremos integrando la Comisión Directiva de la Sociedad Laurak Bat de Montevideo, que había sido fundada en diciembre de 1876, convirtiéndose en la primera euskal etxea del mundo. En esta institución pasaría a desempeñar el cargo de Secretario General a partir del 1 de septiembre de 1880.

Además de la atención de su nuevo cargo, fue durante años colaborador del periódico de la Sociedad. En sus artículos, plenos de patriotismo y añoranza hacia la patria ausente, dejó el más fiel testimonio de su sentimiento euskariano.

A fines de octubre de 1880, escribía un artículo titulado Euskal - Erria y las libertades públicas. En él trasunta dolor y desesperanza por la situación política de su patria sometida, una vez más, al embate centralista de la política matritense: ...en aquellas montañas es donde se ha desencadenado con mayor furia el huracán gubernista; los moradores pacíficos de aquel noble solar, son hoy víctimas predilectas de los hombres sin conciencia, de todos los saltimbanquis políticos, de arriba y de abajo, que desean medrar con la esclavitud de un pueblo, y como ven en peligro la ejecución de su gran problema; dividir para reinar á ese pueblo tan honrado, es que hoy le persiguen de la manera más criminal e inicua, arrebatándole por medio de las bayonetas, sus sagrados y seculares derechos, su autonomía y su libertad, y hasta el sudor de sus hijos; y no conformes con eso quieren privarle hasta de su lengua madre.

Fue ardiente defensor de la Caja Vasco Navarra de Reempatrio, institución nacida en el seno del Laurak Bat, que se ocupaba de enviar de retorno a su tierra natal a aquellos emigrantes que, empobrecidos y enfermos, no habían hallado en tierras americanas la bonanza prometida por los agentes de emigración.

Fue también un entusiasta defensor de la emigración, y cuando desde la península se alzaron voces criticando lo que llamaron inicuo é inmoral tráfico de carne humana, él escribió que aquellos que se lamentaban por la emigración, eran sin embargo los culpables de ella porque ...mientras los pueblos giman bajo la férula de gobiernos inhumanos, que en vez de aliviar al pueblo sus grandes contribuciones y pesadas cargas, le oprimen con nuevas exacciones y vejámenes, mientras los que tienen la misión de velar por sus leyes y libertades, pisoteen aquellas y desconozcan a estos, no se puede esperar que ese pueblo siga sumiso y resignado, aguantando la pesadísima e insostenible carga que le han puesto sobre sus ya débiles hombros... Y agregaba: ...No somos panegiristas de la emigración ni menos opositores absolutos, así como nos agrada que nuestros hermanos se trasladen a estos países cuando son llamados por miembros de su familia, nos desconsuela al ver que sin más seguridad que las palabras melosas de indignos especuladores, abandonen el rincón que, aunque pobre, mil veces más risueño y feliz...

Ya desaparecida esta sociedad, lo reencontraremos en el centro vasco Euskal Erria de Montevideo (1912), en donde fue querido y respetado como venerable patriota nacionalista.

En esta nueva institución que contó, además de su Comisión Directiva, con dos subcomisiones zonales, una en el barrio del Cerro y otra en el de La Unión, Aramendi participó activamente desde esta última, alternando su residencia entre este barrio montevideano y su establecimiento agropecuario en Mariscala.

En un apunte biográfico realizado por Evaristo Bozas Urrutia y publicado en el periódico Euskal Erria en diciembre de 1912 y reimpreso en La Baskonia de Buenos Aires en noviembre de 1916, el autor pintaba a Aramendi de esta manera: ha heredado de nuestra raza su compleja naturaleza física y moral: es alto, fue fornido, aguileña su nariz, prominente su ceja, ancha la frente, membrudo el cuerpo... una naturaleza moral profundamente euskara: gran imaginativo, gran emotivo, gran luchador. ... con hombres como ese, fácil sería levantar nuestra Euskaria sobre los altares de la más grande libertad de pensar, uniendo nuestra raza para la raza misma hasta concretar en viviente realidad aquel grandioso pensamiento :"Nosotros para Euskadi, y Euskadi para el mundo". Eman da zabal zazu, munduban frutuba.

Pero no todos estaban de acuerdo en aplaudir su recia personalidad. Arnaldo Parrabere, quien fuera durante largos años secretario de Euskal Erria y redactor de la revista institucional, recordaba con pesar, en su folleto "Reminiscencias, Amarguras y Despedida" (Montevideo, 1954) que con motivo de su nombramiento como director de la revista, ...el Señor Aramendi nos consideraba "demasiado joven para dirigir un periódico como el de "Euskal Erria". "No teníamos" -a juicio de él- "suficiente capacidad para la comprensión ni para la selección de los artículos". Lo cierto es que la voluntad de Aramendi se impuso sobre su joven oponente y la Directiva de la institución nombró un nuevo director para su órgano de prensa.

Y es precisamente en esta publicación y en sus antecesoras, las revistas Laurak bat y El Euskaro, donde podemos apreciar, a través de sus muchos artículos tanto en castellano como en euskara, la maduración de sus ideales originalmente fueristas evolucionando hacia el nacionalismo ahora francamente sabiniano, lo que sin duda debe de haber contribuido en gran manera a marcar el carácter de esta nueva sociedad.

Prueba de ello puede serlo un breve artículo titulado ¡21 de julio de 1876!, que fuera publicado en julio de 1913 con motivo de un nuevo aniversario de la abolición de los Fueros. Aramendi cerraba dicho escrito con el inconfundible lema de Sabino Arana: ...hacemos votos porque nuestros hermanos vascongados...se congreguen bajo la sombra del inmortal roble de Guernica y rodeando nuestra sagrada enseña, proclamen como único partido Jaungoikoa eta lege Zarrak.

Entierro de Hermenegildo Aramendia

Falleció en Montevideo el 13 de noviembre de 1916.
Con motivo de los homenajes que se le tributaron en la postrer hora, se formó una Comisión de Honor, cuyo Presidente Honorario fue Arturo Campión. Entre los diversos homenajes que se le rindieron, se editó una Corona Fúnebre y se realizó una placa recordatoria que fue colocada en su sepulcro, financiadas ambas por la suscripción popular.

 
Corona fúnebre del meritorio Euskaro Hermenegildo Aramendi

En la ceremonia realizada a los tres meses de su fallecimiento, el presbítero salesiano Bernardino Harizpuru y Arocena expresaba:

...Hablen por mí los millares y millares de conciudadanos nuestros que en él encontraron no solo bálsamo para sus dolencias y necesidades físicas, sino, lo que más es, lenitivo y consuelo para sus quebrantos y penas morales, llagas y heridas...

Señores, Aramendi fue verdad, fue abnegación, fue consuelo, fue paz, fue ejemplo.

Danos tu última lección de concordia, de actividad y sacrificio, y nosotros, al dejarte bajo esta fría losa, la grabaremos con caracteres de fuego en el corazón; la haremos cuajar en al más pura realidad y seremos cruzados de tu idea, de tu espíritu, de tus tradiciones, que son la idea, el espíritu y la tradición de la grande y dulce Euskaria.


Alberto Irigoyen Artetxe


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