El
Museo Chileno de Arte Precolombino es considerado hoy un monumento
a la tradición americana. Gracias a la calidad de las obras
de arte indígena que aquí se exhiben, éste
se ha ganado una reputación nacional e internacional del
más alto nivel.
El Museo, creado por la Fundación Larraín Echenique,
es una entidad viva que nos recuerda día a día que
el pueblo chileno es el resultado de una interesante mezcla cultural.
Los Larraín, de origen navarro, son una de las familias
vascas más antiguas y más influyentes del país,
no en vano en su época fueron denominados "de los ochocientos".
Llegaron a estas tierras a principios del siglo XVIII y estuvieron
muy relacionados con la aristocracia campesina chilena. Los Echenique,
del mismo origen, fueron más apegados a la tierra, no como
los primeros quienes además se vincularon con las altas esferas
urbanas de la cultura y la política, tanto en nuestro país
como en Europa. Estas características familiares se mantuvieron
presentes por varias generaciones incluyendo al protagonista de
nuestra historia, Don Sergio Larraín.
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Sergio Larraín. |
Nació el 17 de noviembre de 1905, era el último de
una familia muy adinerada, por lo que su infancia la vivió
rodeado de "sus mamás", las mujeres del servicio.
Desde muy pequeño los viajes a Europa se hicieron recurrentes
y fue aquí donde comenzó su estrecha relación
con el arte, lo que marcaría su posterior trabajo como arquitecto
y como amante de las expresiones primitivas.
El legado de Sergio Larraín trasciende los límites
del Museo. Su trabajo como arquitecto en Chile dividió a
la tradición estética de las construcciones en un
antes y un después de. Su concepto rupturista y moderno de
no considerar a la arquitectura como un elemento decorativo, sino
como un gran arte ordenador del espacio y de la luz y de los actos
humanos lo llevaron a ser uno de los arquitectos con más
renombre del país y uno de los fundadores de la actual escuela
de arquitectura de la Universidad Católica de Chile, además
de creador de la escuela de diseño de la misma facultad.
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Escultura de piedra, cultura San Agustín. |
Sus periódicos viajes por América lo llevaron a apreciar
el valor de muchas culturas aborígenes que él desconocía,
adquiriendo objetos representativos e investigando a fondo sobre
este tema. Llegó a tal punto su obsesión que en un
minuto no cabían en su casa más obras precolombinas,
fue así que - quizás forzado por su angustiada mujer,
Mercedes Echenique, quien además ejercía un fuerte
matriarcado - optó por crear un museo donde exhibir sus años
de trabajo e investigación.
La memoria de las naciones
Durante mucho tiempo, tanto en Chile como en resto de América,
las culturas indígenas eran miradas con desprecio, por una
suerte de ignorancia y arribismo social. Sin embargo, Sergio Larraín
marcó la diferencia y le entregó al arte de las culturas
precolombinas un sitial que les había sido negado por siglos.
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Museo Chileno de Arte Precolombino. |
Dos inquietudes lo llevaron a ser un verdadero fanático
de este arte. La primera fue su búsqueda incansable de descubrir
qué era lo propio de nuestra idiosincrasia americana. Él
se refería a la cultura indígena como "la madre
desconocida", ya que se reconocía a un padre legítimo
que era Europa, sin embargo se ocultaba toda la historia mestiza
con un poco de vergüenza. La segunda, era entregar la dignidad
que le había sido arrebatada a la cultura indígena
mostrando sus creaciones, no como artículos folclóricos,
sino de la misma forma en la que se exhibe un Rembrandt o un Picasso.
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Campana de bronce Santa María. |
Durante la década de 1970, Larraín va tomando conciencia
de la importancia que ha adquirido su colección y de la urgencia
de preocuparse por su mantención íntegra y permanente.
Surge de este modo la "Fundación Familia Larraín
Echenique" bautizada así como una forma de manifestar
que eran sus herederos, y no el mismo coleccionista, quienes hacían
la donación. De esta manera, mediante un convenio entre la
Fundación y la Ilustre Municipalidad de Santiago - quien
aporta el edificio y los gastos generales de administración-
en diciembre de 1981 abre sus puertas al público el Museo.
La principal característica de la colección es estar
constituida por piezas que no fueron escogidas por razones científicas
o antropológicas. Su interés radica en que todas ellas
fueron elegidas de acuerdo al criterio eminentemente estético
del donante. Larraín creía firmemente que el arte,
cualquiera que sea, "toca el corazón", y como tal,
se constituye en una fuente de conocimiento diferente a los documentos
y monumentos.
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Plato trípode de cerámica, Maya. |
Actualmente la colección cuenta con 3.110 piezas que abarcan
un período de aproximadamente 10.000 años de historia.
Las obras indígenas que aquí se encuentran proceden
de las diferentes áreas culturales americanas y representan
creaciones artísticas de los pueblos que existieron en nuestro
continente en los últimos milenios, cuyos destinos se vieron
interrumpidos en el siglo XVI de nuestra era. En esa época
existía en América una población que ha sido
estimada en cerca de 100 millones de habitantes los que poblaron
extensos territorios y se concentraron en áreas tan significativas
que sus ciudades a veces sobrepasaron en población a las
mayores concentraciones urbanas europeas del siglo XVI. Fuera de
esta concentración demográfica, también es
digno de destacar la gran variedad de etnias y lenguas de los pueblos
que en esa época habitaban América. Todo esto conlleva
un enorme potencial humano con un sinnúmero de formas de
adaptación a las variedades medioambientales del continente.
Una pequeña parte de esta rica diversidad cultural se encuentra
representada en el legado artístico americano que posee el
Museo. A pesar que la mayoría de las piezas proceden de los
ofertorios funerarios de individuos de elevada posición social,
también dan cuenta y contienen mensajes ricos en referencias
sobre aspectos de la vida cotidiana, tales como: flora y fauna,
tipos físicos humanos, distinciones de rango, sexo y edad,
prácticas sexuales, enfermedades, música, costumbres
funerarias, actividades lúdicas y mágico-curativas,
contactos interculturales, guerra, arquitectura y un sinnúmero
de otros antecedentes tan importantes cuando pocos de estos grupos
humanos pudieron dejar testimonio escrito de su historia.
Volvemos a encontrar, hurgando en el presente y el pasado - con
mayor razón en este caso en particular- como dos culturas
tan diferentes y distantes se funden, se nutren y potencian logrando
crear verdaderas maravillas como es el caso del Museo Chileno de
Arte Precolombino.
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Carlos Aldunate |
Carlos Aldunate, abogado y arqueólogo, es hoy
quien está a cargo de la dirección del
Museo. Este antiguo amigo de la familia Larraín
Echenique, se sintió alagado cuando se le ofreció
ser parte del equipo fundador de esta entidad cultural.
"Don Sergio veraneaba en el mismo lugar en el
que veraneaban mis padres, en una playa de la zona central,
y como él era una persona pública yo le
tenía mucho respeto. El día en que me
llamó, por el año 1979, para conversar
conmigo y pedirme que formara parte del proyecto me
pareció una idea fantástica, así
que acepté. Empecé a trabajar a tiempo
completo desde el año 81 hasta el día
de hoy".
El origen navarro de su apellido se lo recordó
su hermana monja, quien visitó el caserío
de la familia Aldunate hace algunos años. "Yo
no he visitado este lugar, pero indudablemente si vuelvo
al País Vasco lo haré. Me pica el bichito,
esa cosa que tú no sabes de donde viene, pero
siento algo especial casi inexplicable. Debe ser por
eso que guardo con tanto cariño la reproducción
de una carta de 1680 del hermano mayor del primer Aldunate
que llegó a América, donde éste
le pregunta acerca de su vida por estas lejanas tierras
y le cuenta las últimas noticias de la familia.
Es una carta muy linda, muy conmovedora". |
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