El
dolor del destierro es desgarrador. Sin embargo, existen personajes
que le tuercen la mano al destino y convierten su tristeza en entrega.
Este es el caso de Cástor Narvarte, pensador con una producción
filosófica y literaria fecunda y brillante, quien a sus 84
años, lejos de su cuidad natal, Irún, es considerado
una de las figuras centrales de la cultura del exilio vasco.
En compañía de un simpático gato gris - al
que adoptó por misericordia-, amenizada por las intermitentes
campanadas de un antiguo reloj de pared, Cástor Narvarte,
abrió el baúl de sus recuerdos.
Al igual que muchos de su generación, su placentera juventud
se vio truncada. La Guerra Civil hizo que su vida tomara ribetes
dramáticos y totalmente inesperados. Este hijo de republicano
tuvo que cambiar las bellas melodías y teclas de su piano,
por un arma. "Mi padre si bien no era nacionalista tenía
tendencias vasquistas. El pensaba que una independencia en ese momento
era utópica y que había que renunciar en ese minuto
a dicha posibilidad". Con la llegada de Franco se dirigieron
a Hendaia, y cuando las arcas familiares empezaron a escasear partieron
a un refugio que el Gobierno Vasco organizó en Iparralde.
Por su conciencia democrática se alistó como voluntario
en el batallón vasco-navarro, para posteriormente afiliarse
al grupo Acción Nacionalista Vasca. "A mí
me llamaron a pelear y yo acudí, en parte por un afán
de aventura, y en parte porque pensé que era mi deber hacerlo.
Otros nacionalistas vascos no pensaban igual, ya que creían
que con la caída del País Vasco no les quedaba nada
más por hacer. Yo pensé que la lucha era solidaria
entre los pueblos peninsulares contra la dictadura de Franco y los
militares. Me alisté en el ejército cuando tenía
18 años".
Una
vez terminada la guerra, la familia Narvarte tuvo que buscar nuevos
horizontes. Como solía suceder por aquel entonces, alentados
por un pariente que se había hecho de una fábrica
de calzados en Chile, se embarcaron rumbo a este país en
un barco inglés, (Orbita), llegando a Chile el 21 de Mayo
de 1939. "Tenía una idea vaga de Chile, casi como
todo los europeos que no han estado en América. Una idea
confusa, por una parte una América indígena mezclada
con una imagen colosal a base de rascacielos. Una idea inadecuada".
Los primeros años fueron sólo trabajo, la nostalgia
en ese minuto no tenía cabida, había que comer todos
los días y formarse de un capital para ayudar a sus padres,
hermanos y abuela. "Montamos una fábrica con un tío
con la plata que nos prestó un irundarra, amigo de mi padre.
Era una industria pequeña con 15 personas, pero llegamos
a tener alrededor de 50".
Su vínculo con las instituciones vascas fue siempre muy
estrecho. En una histórica reunión, celebrada el 26
de julio de 1931, se funda Euzko Gastedija. "Participé
en la Juventud Vasca, porque tenía una orientación
nacionalista. El Centro Vasco, por su parte, en ese momento estaba
formado por personas que eran más españolas o francesas
que vascas. Creamos un grupo de baile con un donostiarra, Santos
Bustos, e hicimos una labor de difusión bastante importante.
Luego, Euzko Gastedija se unió al Centro Vasco, durante la
visita del Lehendakari José Antonio de Agirre el año
1942, dando vida a la Euzkal Etxea actual".
El pensamiento en el exilio
Agobiado por boletas, facturas y números, decidió
dar rienda suelta a sus escondidas aspiraciones. Vendió la
fábrica y con el apoyo de su mujer, Elena Arregi Recondo
- hija de vascos nacida en Chile- y con la angustia de su madre,
cursó filosofía en la Universidad de Chile. Acabó
su carrera en 1954, año en que accede a una ayudantía
en el Departamento de Filosofía y Letras. A partir de ese
momento inicia una fecunda e incansable labor docente y de investigación.
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Cástor Narvarte junto a su mujer. |
Partió a la Universidad de Munich (1964 - 1965), en Alemania,
y luego a la Universidad Complutense de Madrid (1965 - 1967), donde
obtiene el doctorado en filosofía gracias a un estudio sobre
"La doctrina del bien en Platón". "Estudié
un doctorado en Madrid, con el objeto de regresar a la caída
de Franco. Pero como no cayó, se me hizo tarde y ya había
pasado la edad tolerable para ejercer la docencia en Europa".
Por esas cosas del destino, Narvarte volvería a revivir
su pasado. Hasta el año 1973, cuando asume el gobierno Salvador
Allende, trabajó en el Pedagógico de la Universidad
de Chile. "Había un clima muy politizado en la universidad
y yo me mantuve al margen, pero sin dejar de opinar. Para mí
el proyecto de Allende era muy torpe, muy poco inteligente; tenía
en contra al capital, fundamental para mantener a flote a cualquier
país, además del ejército en bloque, a los
Estados Unidos y a la mayoría del país
era una
revolución fracasada de antemano. Algo muy similar sucedió
en España; me acuerdo de un discurso en el que los marxistas
decían que esa república burguesa no les interesaba,
que querían hacer la revolución... y llegó
Franco. Creo que allá tampoco hubo talento político
y cautela para aceptar el tan necesario afianzamiento de la república".
Por este motivo, aceptó gustoso la invitación para
trabajar en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas
de la Universidad de Chile. "Si bien fue una experiencia
favorable, porque me encontré con una institución
muy seriamente establecida, mis alumnos eran ingenieros, gente que
no tenía la vocación filosófica".
Aquí desarrolló una importante labor investigadora
y de docencia. Dictó clases sobre Filosofía Antigua,
Teoría del Conocimiento, Metafísica, Ética
e Introducción a la Filosofía; como también
ocupó diversos cargos académicos: fue miembro de la
junta del Departamento de Estudios Humanísticos; director
de Departamento; coordinador y responsable de la sección
de Publicaciones; miembro de la Junta Central de Calificaciones
de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas,
entre otros.
A la vez que cumplía su condición de docente se dedicaba
a su verdadera pasión: los libros. Su ultimo trabajo - el
que pretende publicar en el segundo semestre del presente año-
lo llamará: "Esquema de Filosofía". "En
él recojo las ideas principales que he desarrollado a lo
largo de mis cursos en la universidad. Ahora me falta sólo
retocarlo".
Lejos de Euskadi
Con un dejo de amargura, este pensador reflexionó sobre el
destierro, arguyendo que es un peso del que el ser humano no se
desprende nunca. "La situación del hombre de exilio
o del emigrante es mixta, por un lado es favorable y por el otro
no. Allá en Euskadi me siento en gran medida en casa, pero
también fuera de ella, porque no tengo cerca a todos los
míos".
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Cástor Narvarte. |
Si se conoce el talante y el pensamiento de este filósofo,
inevitablemente saltará a la vista que uno de sus rasgos
es su amor al País Vasco. Para Narvarte el pueblo vasco está
dividido en tres fracciones, dos bajo la jurisdicción del
estado español, la otra de Francia. Con una lengua hasta
el momento en receso y una legislación distante con los valores
y tradiciones del pueblo vasco. Sin embargo, al preguntarle sobre
el futuro de su patria, se inclina por la perspectiva favorable.
"La realidad nuestra es una pregunta, no una respuesta.
Estoy de acuerdo con la propuesta del Lehendakari Ibarretxe sobre
la autodeterminación. Yo me alegraría que el País
Vasco se uniera y fuera reconocido como nación y que desde
esa perspectiva fuera aceptado en una confederación de republicas
europeas. Lo medular es la unión política del pueblo
en un estado confederado. Tampoco digo que seamos completamente
independientes, sino que se cree una especie de confederación
dentro del conjunto de naciones europeas".
Su obra
La producción filosófica de Cástor
Narvarte es extensa y variada, llena de rigor y claridad.
Entre sus publicaciones filosóficas más
relevantes se pueden mencionar: "Introducción
a la Filosofía", (1958); "La Filosofía
en Sócrates", (1958); "Origen y fases
de la teoría de Platón de la esencia y
la idea", (1958); "La doctrina del Bien en
la filosofía de Platón", (1972);
"Problemas de Método y Teoría",
(1981); "Nihilismo y violencia", (1982); "El
Teetetos de Platón", (1993); "Hacia
la integración ontológica de la filosofía",
(1994) y "Análisis de la situación,
como categoría ontológica".
En
el ámbito de la literatura, la historia y el
ensayo, es digno de mencionar: "La hoz", (1962);
"Los ojos del gavilán", (1975); "Ir
a una estrella", (1984); "Perfil biográfico
del Pueblo Vasco", (1991); "Ensayo Sobre patriotismo",
(1992), y "La Memoria de un Pueblo" (1999).
Como referencia histórica, el primer artículo
que escribe lo llamó: "La obra de las generaciones:
interpretación de la historia vasca", el
que fue publicado en el periódico Euskadi, el
año 1943.
Cabe destacar que obtuvo el Premio de Ensayo 1982 de
la Ilustre Municipalidad de Santiago de Chile, por su
trabajo "Nihilismo y violencia". Con posterioridad
obtuvo una mención honrosa, gracias al estudio
sobre el diálogo "Teetetos de Platón".
En su obra "Hacia la integración ontológica
de la filosofía", se pueden advertir los
aspectos fundamentales de su pensamiento. Lo hace desde
una apertura metódica a la ontología,
estudiando los temas universales, hasta llegar a las
materias más específicas. Aquellos que
afectan al individuo en particular: la conducta ética
a partir de las diversas manifestaciones de la violencia.
La verdadera misión del filósofo para
Castor Narvarte, "deberá estar dirigida
y fundada en una actividad reflexiva, es decir, la especulación
intelectual. La historia del pensamiento occidental
nos indica que los períodos de mayor esplendor
de la filosofía los podemos hallar justamente
en el momento que los filósofos han asumido una
perspectiva ontológica. La tarea del filósofo
no consiste en una búsqueda aleatoria y total
de cuanto le interesa, sino más bien en saber
orientar rectamente su capacidad teórica". |
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