Vivimos
los albores de la mundialización, llamada por los anglófilos
globalización. Y vivimos estos albores con esperanza pero
también con temor y, por parte de algunos, incluso con hostilidad.
La mundialización de los intercambios financieros no se
ha acompañado, en la misma medida, con la de los intercambios
de mercancías, discriminándose negativamente la agricultura
y la industria intensivas en mano de obra, típicas del Tercer
Mundo. Son conocidas y sangrientas las limitaciones a la movilidad
geográfica de las personas, la no mundialización de
los derechos del hombre, conculcados no sólo por los terroristas,
la necesidad de un nuevo orden internacional, etc. Pero aún
colocándonos en la utopía de la verdadera mundialización,
¿todos los bienes deben ser mercancías?
En el pensamiento común europeo, el de los socialdemócratas,
demócratas-cristianos, liberales progresistas y muchos más,
existe un consenso mínimo sobre los bienes que son derechos,
no meramente mercancías: alimentación, sanidad, vivienda,
educación, medios para combatir el infortunio, medio ambiente,
etc. Pero colocándonos en el campo de Arabarri, ¿
la conservación y mejora del patrimonio cultural, público
y privado en su titularidad, se incluye en ese listado de consenso
mínimo? ¿En caso de respuesta afirmativa, con qué
rango y en qué medida?.
La construcción y la permanencia de ámbitos de cohesión
social, llámese naciones o tengan amplitudes mayores o menores,
puede pretenderse priorizando "diferencias", reales o
míticas, o, por el contrario, proponiendo sugestivas tareas
de futuro a colectivos humanos cada vez con más plurales
intereses e identidades. Esta segunda opción es, en mi opinión,
la más integradora en sociedades complejas como las nuestras.
Ahora bien, la vida humana, caracterizada por el ejercicio de la
libertad, lúcidamente no puede olvidarse de sus condicionamientos
entre los que está su herencia cultural, incluida la patrimonial
inmueble. La propuesta ya formulada por Platón, de la "creación
ex nihilo" dirigida por los "aristoi", es totalitaria
y falsamente utilitaria pues el valor no es equivalente al precio
ni la determinación del valor es competencia de los autoproclamados
"mejores".
Creyendo haber argumentado en pro de la inclusión de la
conservación y mejora del patrimonio cultural entre los bienes
que no deben ser considerados meramente mercancías y con
la convicción que esa inclusión está en el
pensamiento común europeo, ¿qué propongo que
se estudie con relación a Arabarri?:
- Su ámbito espacial, ahora limitado a los centros históricos,
excluido el de Vitoria-Gasteiz. En mi opinión Arabarri
deberá abarcar toda la provincia de Alava excluida la zona
urbana, no la rural, del municipio de Vitoria-Gasteiz, no pudiendo
pretenderse modelos como el de Guipúzcoa, provincia con
pueblos importantes. Los llamados centros históricos abarcan
un porcentaje muy significativo del patrimonio cultural inmueble
de Alava pero evidentemente es insuficiente el listado. Pondré
dos ejemplos: Municipio de Valdegovía y la totalidad de
la Cuadrilla Ayala-Aiara, excuidos Artziniega y Retes de Tudela.
Valdegovía y Ayala, por ejemplo, con una tipología
de viviendas rurales muy diferenciadas del resto de la provincia.
- La ampliación de los bienes a rehabilitar. Si uno repasa
el listado de centros históricos se da cuenta que el patrimonio
de mayor histórico enclavado en dichos centros está
construido antes del siglo XIX. Pero también somos hijos
de la Industrialización, de la Urbanización, de
las ideologías contrarias al Antiguo Régimen preliberal,
etc. En mi opinión, debe haber actuación de Arabarri
en el campo de la arqueología industrial (por ejemplo:
las fábricas de luz), las villas de los indianos, las escasas
viviendas obreras existentes en los pueblos,....
¿CON QUÉ FONDOS DEBE CONTAR ANUALMENTE ARABARRI?
- Un intelectual español, republicano, afirmó que
los cuadros del Museo del Prado valían más que la
vida de un republicano. Yo no estoy de acuerdo con esta afirmación
formulada, espero, en la confusión de la defensa de Madrid,
contra el fascismo, en la Guerra Civil. Entre los bienes que no
deben considerarse mercancías deben establecerse prioridades
en el gasto público y ésta es labor que debe realizar
en este caso, fundamentalmente las Juntas Generales.
- Según las informaciones que dispongo raramente Arabarri
ha sido objeto de atención por parte de grupos junteros
y esto se ha reflejó en el año 2001 con una disminución,
porcentualmente significativa respecto al año anterior,
en su presupuesto de gastos operativos, excluidos los de estructura.
Ya sabemos que los partidos políticos, probablemente por
falta de medios de todo tipo, no acostumbran a cifrar sus programas
electorales, pero estimo que una mínima concreción
pre-electoral era imprescindible. En cualquier caso, deseo señalar
mi sorpresa ante la pequeña cuantía del presupuesto
de Arabarri.
Finalmente, la organización de este foro nos pregunta sobre
los destinatarios de la rehabilitación. Es evidente que el
destinatario es la persona en general, no específicamente
los más capaces de acercamiento a la llamada obra artística.
La actuación de Arabarri, o de cualquier otro ente análogo,
contribuye a la igualitaria socialización de las personas
mediante la conservación del paisaje cultural e histórico,
lo cual se logra tanto rehabilitando un palacio o una iglesia como
haciéndolo con una chimenea industrial, un potro de herrar
o un lavadero. Cuestión complementaria a la planteada en
este foro es la de la política artística, tema apasionante
pero que es para otro día. Aunque no debemos olvidar que
Mnemosyne, la Memoria, es la madre de las musas, protectora de las
Artes.
Alberto Garate Goñi, ex-presidente
de la Sociedad Landazuri |