En
1995 abría sus puertas al público el Museo Diocesano
de Arte Sacro de Bilbao con la función primordial de conservar,
estudiar y difundir el conjunto patrimonial más importante
de Bizkaia: el constituido por las obras de arte de carácter
religioso, que se extienden desde el románico del siglo XII
hasta las piezas más actuales (la obra más moderna
expuesta en el Museo data de 1998).
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Museo Diocesano de Arte Sacro. Claustro. |
En realidad el Museo arrancaba de bastante más atrás:
fue creado en 1961. En aquellos tiempos nuestro Patrimonio corría
un serio peligro: el abandono por un lado, los robos por otro, amenazaban
a unas obras que, si bien por entonces no eran muy valoradas, no
dejaban de ser el testimonio de la religiosidad de Bizkaia, y por
tanto una importante página de su historia. El Museo se ocupó
entonces de recoger las piezas que se hallaban en mayor riesgo,
especialmente las retiradas del culto, del uso habitual en la liturgia
cristiana. Pero la escasez de personal y de medios hizo que en aquellos
momentos apenas pasara de ser un almacén: era imposible exponer
las piezas al público, por lo que sólo los investigadores
tenían acceso a ellas.
Evidentemente, en estas circunstancias el Museo sólo cumplía
con una parte de sus funciones: las de conservar y estudiar las
obras. Como asignatura pendiente quedaba la difusión, el
dar a conocer ese Patrimonio y con ello contribuir a su valoración
por parte del público y, como consecuencia, a su conservación:
sólo lo que se aprecia se considera digno de ser preservado.
Pero para ello se necesitaba una sede más amplia, en la que
poder mostrar de una forma adecuada y didáctica las piezas.
Tras plantearse diversas opciones, que por una u otra razón
tuvieron que ser rechazadas, en 1991 se firmaba un convenio entre
el Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación Foral de Bizkaia
y el Obispado de Bilbao, por el cual el primero cedía el
antiguo convento de La Encarnación de Atxuri, del que era
propietario, y la segunda se comprometía a acometer la rehabilitación
del mismo, mientras el Obispado aportaba la colección y el
equipo técnico del Museo.
Las obras de adecuación del edificio y el diseño y
montaje del Museo se prolongaron hasta 1995, año en el que
el Museo Diocesano de Arte Sacro iniciaba una nueva etapa.
EL EDIFICIO
En 1499 una joven bilbaína, María Ortiz de Madariaga
y Novia, fundaba una congregación religiosa que se instaló
inicialmente en una casa cedida por sus padres en la calle Somera.
Pero en 1513, cuando la congregación sumaba 29 monjas, decidieron
construir un nuevo edificio, en el que ya estaban instaladas en
1515. Nacía así el convento de La Encarnación,
formado por la iglesia y las dependencias ordenadas alrededor de
un claustro muy singular: tenía sólo dos alas, ya
que un tercer flanco era ciego y el cuarto estaba cerrado por una
pared rocosa. Las dos galerías se abrían al patio
central a través de sencillos arcos de medio punto sobre
robustos pilares.
El conjunto ha sufrido múltiples avatares a lo largo de su
existencia. Sobre la obra renacentista -aunque con elementos aún
góticos- se hicieron reformas barrocas, como el remate de
la fachada de la iglesia o la tabiquería de las dependencias
conventuales. Y también conoció cambios funcionales:
fue un centro docente, acogiendo la primera cátedra pública
de filosofía y teología de Bizkaia; sirvió
de cuartel y de hospital en diferentes guerras... Pero la mayor
transformación se produciría al ser abandonado por
las religiosas dominicas en 1965. Se inició entonces un proceso
de ruina, acelerado por los efectos de las inundaciones de 1983,
que a punto estuvo de acabar definitivamente con el claustro. Afortunadamente,
el acuerdo firmado en 1991 entre el Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación
Foral de Bizkaia y la Diócesis de Bilbao servía de
arranque a la rehabilitación del edificio y su conversión
en sede del Museo Diocesano de Arte Sacro.
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Los trabajos de restauración y adecuación a la nueva
función del edificio fueron importantes, pero siempre respetuosos.
Se ha conservado todo el sabor histórico y testimonial del
viejo convento, y en aquellas zonas en las que ha sido precisa una
intervención más importante se ha empleado un lenguaje
de comunicación con lo antiguo, de forma que el conjunto
sea armónico y consiga un ambiente de paz y sosiego. Recomendamos
especialmente una visita al claustro, un lugar cuya quietud sorprende
al visitante que llega del bullicioso exterior.
LA COLECCIÓN
El Museo Diocesano de Arte Sacro cuenta en la actualidad con una
colección de más de 2.000 piezas, de las cuales cerca
de 500 integran la exposición permanente. Son en mayoría
obras de arte -pintura, escultura, orfebrería
- procedentes
de las parroquias y conventos de Bizkaia. Pero el interés
de esta colección va mucho más allá del que
podríamos atribuirle estrictamente desde el punto de vista
de las bellas artes, ya que presenta algunas singularidades
que la diferencian de las de otros museos de arte.
En primer lugar, se trata del reflejo material más extenso
en el tiempo de cualquier aspecto de la cultura vizcaína.
En efecto, las piezas expuestas son la manifestación de ocho
siglos de fe cristiana en Bizkaia. Ningún otro aspecto de
nuestra Historia puede ser seguido de forma continua durante tanto
tiempo. Y al margen del valor simbólico o artístico
de los objetos, esta continuidad nos permite acercarnos a la mentalidad
de nuestros predecesores. Los cambios en las formas y los gustos,
la mayor o menor presencia de unas u otras tipologías y de
unas u otras iconografías
nos ayudan a seguir el pulso
de la gente que convivió con esas obras, desde los promotores
que las encargaron hasta los fieles que las admiraron y plasmaron
en ellas sus anhelos. A fin de cuentas, son las obras con las que
nuestros antepasados decoraron sus templos y a través de
las cuales fluía su relación con Dios.
La segunda, su "vizcainía". Son piezas
realizadas en Bizkaia, o fuera de ella pero destinadas a sus templos.
Y en buena parte debidas a artistas vizcaínos. A diferencia
de otros museos cuyas colecciones están formadas por obras
de arte, el Museo Diocesano de Arte Sacro no trata de abarcar la
totalidad de la historia universal de las artes plásticas
o un determinado período cronológico, sino que presenta
un carácter más localista, en el mejor sentido de
esta palabra: no es un museo de bellas artes, sino un museo de arte
sacro vizcaíno. De hecho, en él puede contemplarse
la que actualmente es la más importante colección
de arte específicamente vizcaíno.
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Recordemos, en tercer lugar, la elevada calidad media de las
obras de arte que integran su exposición permanente,
que en algunos campos concretos alcanza cotas de verdadera excepcionalidad.
Por ejemplo, la sala de orfebrería reune una de las mejores
colecciones de Europa -lo que es tanto como decir del mundo-; en
otra sala podrá verse en breves fechas la colección
de alabastros ingleses de los siglos XIV y XV más numerosa
de todo el estado español; otra estancia acoge una serie
de quince cuadros sobre la vida de Cristo salida del taller del
napolitano Lucas Jordán, una de las cumbres de la pintura
barroca; junto a estas pinturas puede verse uno de los mejores claves
de Europa -han solicitado permiso para tocarlo músicos franceses,
holandeses, británicos... y se ha grabado un disco con él-;
y la sala dedicada al arte religioso contemporáneo que se
abrirá al público dentro de algunos meses reunirá
obras de las más importantes firmas del arte vasco del siglo
XX, como Quintín de Torre, Valentín de Zubiaurre,
Joaquín Lucarini, Gabriel Ramos Uranga, Iñaki García
Ergüin, Vicente Larrea...
Pero pese a estas características, que sin duda hacen de
él uno de los más importantes museos de Bilbao, el
Museo Diocesano de Arte Sacro es uno de los menos conocidos de nuestra
ciudad. A ello ha contribuido el hecho de que durante sus primeros
años en esta nueva sede su labor se ha centrado en dotarse
de los medios adecuados para con posterioridad poder desarrollar
unas actividades de difusión de forma conveniente: se han
concluido las obras de infraestructura, se ha completado la colección
con la llegada de nuevas obras -especialmente contemporáneas-,
etc. Pero ahora que esta fase está llegando a su fin, el
Museo pretende darse a conocer de forma definitiva, integrarse
en el tejido urbano y social de nuestra ciudad.
Para conseguir este objetivo desde el Museo se han planificado
una serie de actividades que dinamicen su oferta y, consecuentemente,
acrecienten su poder de convocatoria. Se trata de hacer de él
un Museo activo, vivo, capaz de atraer al público no sólo
a una visita puntual, sino a visitas sucesivas en las que cada vez
podrá encontrar algo nuevo. Queremos hacer de él un
punto de referencia de nuestra realidad cultural. Dicho muy
coloquialmente, queremos lograr que cuando una/un bilbaína/bilbaíno
-y una/un vizcaína/vizcaíno- piense en los lugares
a los que puede llevar a una/un visitante foránea/foráneo
el Museo Diocesano de Arte Sacro acuda rápidamente a su cabeza.
Exposiciones temporales, como la dedicada durante el segundo semestre
de 2002 a la Arquitectura religiosa contemporánea en Bizkaia.
1875-1975. Del Romanticismo al movimiento Moderno; talleres,
como el de Navidad; conferencias; campañas de visitas guiadas
no sólo al propio Museo, sino también a algunos elementos
de nuestro Patrimonio tan emblemáticos como la iglesia de
San Antón o la Catedral de Santiago; colaboración
en diversas iniciativas culturales con otras entidades, como Bilbao
700, la Universidad del País Vasco, el Museo San Telmo de
San Sebastián
Todo ello a contribuido a activar la
vida del Museo, y a darlo a conocer entre la población de
nuestro entorno. De hecho, el número de visitantes se ha
incrementado notablemente durante los dos últimos años:
Año |
Visitantes
individuales |
Incremento
% |
Visitantes
en grupo |
Incremento
% |
Visitantes
totales |
Incremento
% |
2000 |
4.131 |
|
1.319 |
|
5.450 |
|
2001 |
6.509 |
+58 |
1.927 |
+46 |
8.436 |
+55 |
2002 |
7.615 |
+17 |
2.293 |
+19 |
9.908 |
+17 |
Evidentemente, estamos hablando de cifras muy alejadas de las que
nos tienen acostumbrados los grandes museos, pero hay que tener
en cuenta que se trata de realidades diferentes. Simplemente por
una cuestión de volumen, de espacio físico, un museo
como el Diocesano no puede aspirar a igualar los visitantes del
Museo de Bellas Artes de Bilbao, y no digamos del Guggenheim. Pero
el Museo Diocesano está iniciando una fase ascendente que
no dudamos en unos pocos años le llevará a alcanzar
sus máximas expectativas.
El Museo pretende seguir con las actividades de difusión,
aumentando su número. Se está preparando una "batería"
de talleres, a fin de que la oferta destinada a los centros escolares
se extienda durante todo el año lectivo, de septiembre a
junio. Entre los proyectos más inmediatos está la
inauguración, en vísperas de Semana Santa de 2003,
de una nueva sala de la exposición permanente dedicada al
arte religioso contemporáneo, entroncando con el actual interés
de Bilbao por las formas artísticas más recientes,
interés que se refleja no sólo en el éxito
del Guggenheim, sino también en las exposiciones temporales
del Museo de Bellas Artes, en su mayoría dedicadas a artistas
y obras del siglo XX, o en la aceptación de las construcciones
que en los últimos años están llenando nuestro
espacio. Desde esas mismas fechas el Museo contará también
con una sala multiusos, dedicada tanto a la realización de
exposiciones temporales como a la de otras actividades: talleres,
conferencias, conciertos... Y en estos momentos se está ultimando
la puesta en marcha de una asociación de Amigos del Museo,
que ayudará sin duda a difundir su labor.
Esperamos que estos nuevos proyectos ayuden a dar a conocer uno
de los mejores museos de la capital vizcaína.
Plaza de La
Encarnación 9B, 48006 Bilbao
Tel 94 432 01 25
Fax 94 432 02 60
E-mail: elizmuseo@euskalnet.net |
HORARIO:
Martes a sábado: 10.30-13.30 y 16-19
Domingo y festivos (desde el 1 de enero de 2002): 10.30-13.30
Lunes cerrado
ENTRADA:
- Entrada ordinaria: 2 euros
- Jubilados, estudiantes y menores de 18 años: 1 euro
- Grupos: 6 euros |
Juan Manuel González Cembellín,
Director Técnico del Museo Diocesano de Arte Sacro |