Las
angostas calles de la Ciudad Vieja, carentes de árboles por
su estrechez, son trajinadas febrilmente durante los días
laborales: los automovilistas las cruzan impacientes y los peatones
las caminan sin pensarlas, ajenos a sus fachadas cargadas de historias
y leyendas. En medio de ese bullicio surge, como un remanso sorprendente,
enclavado caprichosamente oblicuo en el damero colonial, la Plaza
Zabala, majestuosamente enmarcada por edificios remozados entremezclados
con otros vetustos y olvidados.
Los oficinistas de la zona la buscan en las horas de descanso,
mientras sus bancos son el punto de encuentro de diálogos
esperados, las copas de sus árboles añosos cobijan
a los caminantes que pasean lánguidamente por sus senderos
entrecruzados. En las largas horas de las tardes estivales y en
los días no laborales, es el espacio propio de los vecinos,
la identidad del barrio; se renueva entonces con la algarabía
de los niños mientras los mayores descansan en ese jardín
enrejado como si fuera, de alguna manera, privado.
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Imagen actual de la Plaza. Foto: Verónica
Fernández |
Los montevideanos honran en ella a su fundador, el vizcaíno
Don Bruno Mauricio de Zabala.
Zabala nació el 6 de octubre de 1682 en Durango, Vizcaya,
comenzando su carrera militar en las campañas de Flandes,
antes de cumplir sus 20 años. Su destacada actuación
defendiendo desde entonces los intereses del rey Felipe V, le valió
el nombramiento de Capitán General del Río de la Plata,
en febrero de 1716, cargo que asumió el 11 de julio de 1717
prestando juramento ante el Cabildo de Buenos Aires. Las incursiones
del pirata Etienne Moreau por la zona de Castillos, le obligaron
a defender las costas de este lado del Plata ya en 1720, y en 1724
intima al portugués Manuel de Freitas da Fonseca a desalojar
la península de Montevideo, obligándolo a ello el
20 de enero de 1724, tras el avance constante de sus fuerzas. Sus
biografías resaltan su nobleza de estirpe vasca, siendo siempre
respetuoso de los indígenas y actuando con
caballerosidad con los vencidos; tal el gesto de devolver a los
prisioneros y despedir con víveres al navío portugués
que intentara un inútil cañoneo, a los pocos días
de su arribo a Montevideo (1).
Una vez que hubo desalojado a los portugueses de la península
de Montevideo, Zabala consideró necesario su
fortificación y poblamiento como mejor medio para ejercer
el derecho de posesión. Para ello consultó al ingeniero
Don Domingo Petrarca, comenzándose inmediatamente, el 14
de febrero de 1724, con la construcción de una batería
en la punta de la península (2)
, además de considerarse la construcción
de otra en la banda opuesta, en la falda del Cerro, así como
un fuerte, construido en tierra y fajina, delineado para mayor resguardo
de la campaña y de la batería, comenzado éste
el 22 de abril del mismo año y terminado a fin de diciembre
de 1725 (3) .
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Plano (fragmento) de la ensenada de San Felipe
de Montevideo, 1727, por el Capitán Ingeniero Don Domingo
Petrarca (4) |
Además de encarar las fortificaciones, Petrarca comenzó
la delineación de la ciudad que albergaría la futura
población. De acuerdo con las disposiciones en las Leyes
de Indias, diagramó una cuadrícula formada por espacios
cuadrados, cuyos lados medían una cuadra (85,90 metros) y
estaban circunscriptos por calles de doce varas
de ancho (10,00 metros). La orientación de la cuadrícula
respondía al asoleamiento estudiado por Petrarca, de manera
que cada acera recibiese sombra, aún al mediodía (5).
El Fuerte, ubicado según la mejor disposición para
la defensa, rompía la continuidad de las líneas ortogonales.
En planos de los ingenieros Francisco Rodríguez Cardoso
y José del Pozo, años 1761 y 1765 respectivamente,
donde se demarcan las nuevas fortificaciones de la ciudad de San
Felipe de Montevideo, incluyendo ciudadela y murallas complementarias,
la construcción de este fuerte de tierra y fajina, aparece
sustituida por otras construcciones, destinadas a alojamiento del
Gobernador y Cajas Reales. Construcción
que, de acuerdo con el plano del ingeniero José García
Martínez de Cáceres de 1797, constaba de un gran patio
central, alrededor del cual se distribuían, dependencias
militares, cajas Reales, capilla y las habitaciones del Gobernador
(6). No deja de asombrar
que esta construcción haya sido sede de los diferentes gobiernos,
siendo en primera instancia sede del gobierno español, lo
fue sucesivamente del portugués, porteño, primer Gobierno
Patrio, brasilero y luego centro del poder nacional independiente
(7). Construcción
que siempre fue denominada El Fuerte, tal vez por la función
del primer edificio erigido en ese sitio o quizás, por albergar
las habitaciones de gobernadores y sus guardias.
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Plano (fragmento) de San Felipe
de Montevideo, del ing. Francisco Rodríguez Cardoso,
año 1761 (8) Nótese, al centro,
la presencia de una manzana oblicua con respecto a la ortogonalidad
del trazado de las demás. |
Durante la dictadura del coronel Latorre, en acuerdo general de
ministros del 31 de diciembre de 1878, se decreta la demolición
del Fuerte y la erección en ese sitio de una plaza pública
que se denominaría Zabala. Tras la demolición de la
vieja construcción iniciada en abril de 1880, el predio se
convirtió por años, en un baldío donde sólo
quedaban en pie los añosos árboles que ocuparan el
patio central, perdiendo el solar todo interés al haberse
trasladado las oficinas administrativas. Sin embargo, los intensos
trabajos emprendidos por la Junta Económica-Administrativa
durante el gobierno del general Tajes en materia urbanística,
abarcaron la plaza Zabala, lográndose la inauguración
de la misma a fines de su mandato. La Junta había contratado
a los ingenieros paisajistas franceses Eduardo André (cuya
competencia habían solicitado el ministro uruguayo en Francia
Dr. Cuestas y el Ing. Alphard, Director de Paseos de París
y autor de los jardines de la Exposición Universal) y su
hijo René, para realizar estudios y formular
planes de ornamentación de la ciudad. Muchas fueron sus propuestas
pero dificultades de orden económico-financiero sólo
permitieron la concreción de la plaza Zabala
(9).
El acto de inauguración se realizó exactamente doce
años después del decreto de su erección, el
31 de diciembre de 1890 a las seis de la tarde, contando con escaso
público. Éste pudo apreciar el singular carácter
de la ornamentación, que si bien respondía al diseño
acostumbrado en Europa, resultaba original entre nuestras plazas.
Cercada por un enrejado que incluía portones a cerrarse por
las noches, contenía una serie de amplios canteros de césped
con macizos de flores y era cruzada por senderos de arena que invitaban
a pasear, estaba adornada por una fuente en hierro, a manera de
bebedero, que aún hoy se conserva. La estrecha calle que
la circunda recibió nueva denominación: Circunvalación
Durango, en homenaje a la villa vizcaína donde nació
el fundador de Montevideo. La plaza fue iluminada con quince faroles,
dispuestos en cinco columnas, comprobándose insuficientes
la misma noche de la inauguración mientras la banda del Batallón
1° de Cazadores amenizaba el lugar. Para el cuidado de la plaza
se nombró una comisión local honoraria
pomposamente denominada Protectora del Jardín Zabala, designando
para ello a un grupo de conocidos vecinos, pero aparentemente no
ejerció por mucho tiempo sus funciones (10).
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Inauguración de la Plaza Zabala. Año
1890 (11) |
Para los montevideanos del novecientos, las plazas no sólo
significaban un lugar de esparcimiento al aire libre, también
eran el sitio de encuentro social, así las recuerda Josefina
Lerena, quien las vivió socialmente en su tierna infancia
y cómo no vivir hoy aquel instante de la plaza Zabala al
leer su descripción tan vívida y llena de imágenes:
"... plaza de un aire más infantil que social, un
plaza casi en el puerto, escondida entre las casas: la plaza Zabala,
que así se llamaba antes ya de desembarcar la estatua del
fundador de Montevideo a tomar posesión del lugar. Esta
era como un edén secreto, más alejada de los lugares
de paseo de la gente y a la que se llega por calles que terminan
allí o allí nacen. Tiene aún algo de jardín
ajeno, rico jardín con rejas y portones de hierro que se
cerraban entonces a la puesta del sol. Los bancos ocupados siempre
por viejos inmóviles, que podían parecer de piedra,
pero que mientras tomaban el sol infundían respeto en medio
de la lozanía de la plaza. ¿Quién hubiera
podido pisar entonces aquellos canteros como de raso verde? ¿Quién
se iba a animar arrancar una de aquellas dalias como llamas, o
alguno de aquellos malvones, opulentos de imprevistos rojos? ¿Quién
hubiera roto caprichosamente algún lazo de amor, que crecían
en manojos, como almidonadas cintas?" (12).
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Ochava de la plaza con los portones abiertos.
(13) |
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También la apreciaba el poeta peruano Juan Parra del Riego,
radicado en Uruguay desde 1917 hasta su muerte en 1925:
"El sol cae a fondo, rudo y dorado. No obstante, aquí
aparece otro sol, un sol más acurrucado, más compasivo,
más de pobres. Es la hora en que la plaza Zabala se viste
de una súbita animación: un viejo de bastón
y periódico, unos marineros que se han sentado de repente
al pasar, y los cochecitos y las niñeras y las niñeras
y los cochecitos; atorrantes de un aire desmantelado y noctámbulo;
señoras con sus costuras; algún lector romántico
y ciertas personas pálidas, muy pálidas
que tosen y toman el sol con un sombrío y dulce silencio.
La reja de circunvalador encaje metálico le impone un carácter
entrañablemente evocador y colonial a la placita. Intimidad.
Soledad." (15)
Si bien se había dispuesto, por Ley N° 1638 del 4 de
julio de 1883, la erección de una estatua al General Don
Bruno Mauricio de Zabala, ésta no se concretó hasta
el año 1931. La ley disponía un monto del Erario Público
(diez mil pesos), para la estatua que debía ubicarse en el
centro de la plaza que recordaba al fundador, dinero que sería
entregado a la Junta Económico-Administrativa de Montevideo,
como parte del aporte de la obra y que debía
engrosarse con la suscripción voluntaria de los pobladores.
Se establecía el nombramiento de una comisión que
actuaría en forma coordinada con la sociedad vasca Laurac-Bat,
iniciando un concurso entre artistas plásticos (16).
La comisión demoró en ser nombrada, pero una vez encargada
de sus responsabilidades comienza con los homenajes a don Bruno
Mauricio de Zabala, no se escatiman veladas culturales
ni discursos ensalzando la figura de este vizcaíno y se hacen
esfuerzos para lograr la colaboración del país entero
"en esta nobilísima empresa de perpetuar el recuerdo
del prócer ilustre, por gratitud a su memoria y para honra
de todos" (17).
Previo al llamado a concurso para la realización de la estatua,
resultaba necesario contar con detalles sobre la apariencia de Zabala,
para ello se llama a concurso, en el cual no se otorgaron premios
por no ajustarse los trabajos a los términos del llamado.
No obstante fueron compensados y se tomaron datos de estas monografías
para el concurso para la estatua. Así quedó claro
que no existe retrato alguno verdadero y que todas las versiones
que hay sobre Zabala corresponden a la imagen
inicial vertida por el pintor Contrucci, presumiblemente sacada
de la novela de Dumas "Los tres mosqueteros", según
expuso el historiador y geógrafo Orestes Araujo en su monografía.
(18)
El llamado a concurso para la erección del monumento se
concretó en mayo de 1922. En las bases del mismo, se indicaban
las exigencias con relación a la estatua: sobre basamento
de granito o pórfido, una figura ecuestre, complementando
el conjunto con figuras alegóricas y altos y bajos relieves,
determinándose que las figuras fuesen de bronce. A efectos
de paliar la falta de un retrato real, se plasmaron las descripciones
realizadas por el padre Cattáneo y el padre Lozano, quienes
conocieron a Zabala en distintos momentos de su vida; se agregaba
además la reproducción del retrato de una nieta del
militar, considerando la continuidad de los rasgos
de familia. Se exigían varios trabajos entre bocetos en yeso
y croquis policromos, estableciéndose el plazo de presentación
para marzo del año siguiente, pudiendo presentarse plásticos
locales o extranjeros (19).
Finalmente, a pesar de haberse proyectado la erección con
motivo de los festejos del bicentenario de la fundación de
Montevideo, el monumento fue inaugurado el 27 de diciembre de 1931.
Es obra del escultor español Lorenzo Coullant Valera con
la colaboración del arquitecto vasco Pedro Muguruza Otaño.
El conjunto respeta las bases del llamado, destacándose la
figura ecuestre de bronce (Zabala en uniforme militar) sobre basamento
escalonado en piedra calcárea; complementan el conjunto figuras
de bronce, al frente una alegoría de "La Abundancia",
sobre los laterales, en un juego de bajo y altos relieves, la representación
de la "Entrega de la población al Poder Civil"
en conjunto con la representación del "Campesino actual"
y en la cara opuesta "La toma de posesión" y "La
primera familia"; aparecen también el escudo de Montevideo
y el blasón familiar de Zabala. Hay dos
leyendas: "Al fundador de Montevideo, General Don Bruno Mauricio
de Zabala" y "20 de enero de 1724 - Entrada de las tropas
españolas en la península montevideana",(20)
porque si bien la fundación de nuestra ciudad fue un proceso
en varios años, aquella entrada de las tropas de Zabala para
liberar la península de las fuerzas portuguesas asentadas
en ella, fue el inicio que lo marca. La
figura ecuestre de Zabala mira hacia el norte, tal como lo hacía
la entrada de aquel Fuerte proyectado por Petrarca en respuesta
al encargo de Zabala de defender la bahía y la campaña,
aquel lejano fuerte de tierra y fajina terminado en diciembre de
1725. Seguramente Zabala observó la bahía desde el
punto mismo donde hoy se yergue su estatua, seguramente, desde arriba
de su caballo, aprobó el sitio elegido, 207 años antes
de erigirse en bronce.
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Foto: Verónica Fernández |
Para quienes hoy trabajamos en la Ciudad Vieja, la Plaza Zabala
resulta un rincón reconfortante alejado del molesto ruido
del tránsito, un lugar donde sentarse para disfrutar del
sol y el verde de los árboles, un lugar a la sombra de viejas
magnolias que enmarcan las entradas donde antes hubo portones que
la guardaban; no importa entonces el murmullo de otras voces, la
falta de espacio en los bancos, ni el cruzar apurado de transeúntes
que no reparan en los distintos tonos de verde que la visten, todos
la comparten. Sin embargo, resulta más placentera fuera de
los horarios de oficina, recobra entonces toda su serenidad, cuando
los murmullos se convierten en las risas de los niños que
juegan con el agua de una fuente, en las correrías de los
perros que persiguen las palomas o se suman a los juegos de aquellos,
chapoteando juntos en los charcos, mientras los adultos observan
y piensan calladamente, quién sabe en qué historias
que comparten en silencio con su plaza.
(1) BARRIOS, Aníbal,
1982 "Bruno Mauricio de Zabala" en "Almanaque del Banco
de Seguros", Mont., pp. 70-72; BAUZÁ, Fco. 1929 "Historia
de la Dominación Española en Uruguay", Mont., El
demócrata, 3a Ed. pp. 205-206; Comisión de Monumento
a Zabala, 1922 "Bases para el concurso", Mont., Latina,
pp. 5-9.
(2) BAUZÁ, Francisco, ob.
cit. p. 205.
(3) TRAVIESO, Carlos, 1937 "Montevideo
en la época colonial", Montevideo, p.4.
(4) TRAVIESO, ob.cit. pp.4 y Anexo:
Índice de láminas.
(5) AZAROLA, Luis, 1976 "Los
orígenes de Montevideo 1607-1749", Int. Municipal de Mont.,
p. 126.
(6) TRAVIESO, ob. cit. pp. 17, 18,
55 y Anexo: Índice de Láminas.
(7) ÁLVAREZ, Miguel y MONTERO,
José Ma, 2002 "Nuestro patrimonio", Buenos Aires,
El País -Uruguay.
(8) TRAVIESO, ob. cit. p. 17 y Anexo:
Índice de Láminas.
(9) FERNÁNDEZ SALDAÑA,
José Ma., 1938 "La Plaza Zabala" en Suplemento Dominical
de El Día, Año VII, N° 265 26/6/1938 y CASTELLANOS,
Alfredo 1971 "Historia y desarrollo edilicio y urbanístico
de Mont. (1829-1914), Mont., Junta Departamental, pp. 165, 197 y 198
.
(10) Ibídem y GOLDARACENA,
Ricardo, 1999 "Plazas y Parques de Montevideo", Mont., Aymara,
p. 26.
(11) REYES ABADIE, W. Y VÁZQUEZ
ROMERO, A. "Crónica General del Uruguay Vol. III: El Uruguay
del siglo XIX", Mont. Ediciones de la Banda Oriental.
(12) LERENA ACEVEDO, Josefina,
1967 "Novecientos", Montevideo, Ed. Río de la Plata,
pp. 10 y 11.
(13) GAUTREAU, Guy, 1998 "Montevideo
antiguo a través de sus tarjetas postales", Mont., Ed
Trilce, p.33
(14) "A través del
siglo", 2000, Montevideo, El País S.A. p.30.
(15) PARRA DEL RIEGO, Juan, "Prosa"
en GAUTREAU, G. ob.cit.,32
(16) ARMAND, E., CERDEIRAS, J.C.,
ARCOS, L., GOLDARACENA, C., 1930 "Compilación de leyes
y decretos, 1825 -1930, tomo XVIII (1889-1890), Montevideo, pp 68
y 69.
(17) Comisión pro monumento
a Zabala, 1911 "Monumento a Zabala, a todos los habitantes de
la República", en El Siglo, mayo 17 de 1911, Archivo Gral.
de la Nación. Caja 205, carp. 1, arch. Fco. Ros.
(18) ARAUJO, Orestes, 1912 "El
retrato y la tumba de don Bruno Mauricio de Zabala", Montevideo,
La Nación
(19) COMISIÓN DE MONUMENTO
A DON BRUNO MAURICIO DE ZABALA, 1922 "Bases para el concurso",
Montevideo, Latina.
(20) "Estatuas y Monumentos
de Montevideo", 1976, I.M. de Mont., p.158 y GOLDARACENA, ob.cit.
p. 26. |