Caminantes, bandidos y peregrinos en los caminos de acceso a la villa de Bilbao: sociabilidad en la Bizkaia del siglo XVIII, 1680-1726Escuchar artículo - Artikulua entzun

Ana Prado Antúnez, historiadora

Los caminos, como prolongación de las calles, son espacios para la sociabilidad popular, espontánea u organizada, vectores de sociabilidad. El estudio de estos espacios nos lleva a considerarlos como zonas de tránsito de ideas, de hombres, de mercancías, de animales,...; escenarios de la religiosidad, la fiesta, el conflicto,.....; en resumen, espejos de la sociedad1. Así, es necesario acercarnos al tipo de relaciones sociales que se establecen a lo largo del camino. En la documentación básicamente han quedado registrados los conflictos sociales: la conflictividad generada entre las anteiglesias circundantes y la villa de Bilbao, la marginación, la pobreza, la violencia, los abusos de poder, conflictos de tipo económico, intereses religiosos, conflictos de género, ...etc. Todo un tipo de relaciones sociales que se establecen en torno al camino, con el camino/s como escenario y la Villa como epicentro, como sede de la justicia, del orden y de una ideología de la clase social dominante: la emergente burguesía del comercio.

Esta burguesía se embarcó en un proceso de consolidación de la identidad local de la Villa frente al entorno rural, frente a la población foránea y frente a otras plazas de comercio de la península. La institucionalización y ritualización de los actos de jurisdicción de la Villa sobre las anteiglesias circundantes, de los requisitos de avecindamiento o el traslado de las aduanas a la costa, fueron expresiones de este proceso y causas de crecientes,bien conocidos y dramáticos episodios de conflictividad.social. Así, a lo largo del siglo XVIII va a ir ganando terreno una sociabilidad formal, institucionalizada y una sociabilidad privada, “más ligada al círculo familiar y a las prácticas cotidianas del hogar2”. Ello supuso también un intento de racionalización y control del espacio. En el siglo XVIII: fue haciéndose general una reflexión sobre cómo se debía concebir la organización de una ciudad y la construcción de una infraestructura colectiva, cómo se debían construir las casas, siendo los que pensaban el espacio “los ingenieros, los constructores de puentes, de rutas, de viaductos,....”3.

Tal y como recoge Pilar FEIJOO, a lo largo del siglo XVIII Bilbao mejoró su aspecto urbanístico: “las nuevas casas se edificaron bien de ladrillo o bien, las más suntuosas, de piedra de sillería, se mejoró el paseo del Arenal, donde se colocaron,a la sombra de sus robles y tilos, nuevos bancos de piedra y respaldos de hierro, siendo retirados los viejos bancos de madera: se trazó la alameda del Campo de Volantín4”. Esta racionalización y control del espacio por parte de las elites se trasladó también a los caminos: mientras en interés del comercio se transforma en camino carreteril el de Orduña y se conceptúan los caminos del Señorío como de “excelente red carreteril”, los caminos secundarios de acceso a la villa de Bilbao- de flujos comerciales bajos y pobres- se encuentran en pésimo estado; se dan medidas para impedir el deambular de mendigos y pobres por los caminos del Señorío; se endurecen las medidas contra el contrabando,...etc.

Las descripciones del Bilbao decimonónico abundaban en el carácter tranquilo y un tanto bucólico de la vida cotidiana de sus habitantes. Sin embargo, la documentación que hemos consultado nos muestra una población, especialmente la población masculina, que sale armada a la calle, siendo una manera de responder tanto a las provocaciones particulares como a las institucionales5. Por ejemplo, Manuel de LORRA, natural de la villa de Bilbao, acusado de alborotar en las calles de ella y retar a duelo a varios vecinos, justifica el llevar espada por el hecho de trabajar hasta muy tarde en su oficio de amanuense y por ser muy peligrosa la zona de la villa en la que vive6. La calle, los caminos, todo espacio público en general, se constituye pues en escenario habitual de la violencia, tanto física como verbal. El paso del insulto al duelo es rápido, siendo este proceder fruto de la gran importancia que el honor tiene como valor de distinción social. En varios de los legajos sobre asaltos y duelos consultados no es extraño encontrar repetida la expresión “arrancar la espada contra” quien ofenda o se quiera asaltar. Es por ello que consideramos que el retiro general de los bilbaínos a las 9 ó 9,30 de la noche tenía que ver no sólo con la religiosidad sino también con la seguridad ciudadana7. A tal efecto, el de la seguridad, existían varias figuras institucionalizadas como los cabos de calle y las cuadrillas de calle, y son abundantes en los libros de decretos municipales la prohibición de estancia en la villa de “personas de mal vivir” o “personas bagantes”8. Una preocupación que contrasta con la descripción de Guillermo BOWLES (1775) cuando refiere que es “[...] cosa muy particular que con ser una villa de tanto comercio, de noche se queden las sacas de lana por las calles, y que estando las casas efectivamente llenas de caudales no hay patrulla, centinela, ni sujeto alguno que guarde o vigile de noche, y lo que es más, ni un cuerpo de guardia”9. La documentación judicial certifica que la inseguridad y la violencia estaban instaladas en la cotidianeidad de los bilbaínos del siglo XVIII, quedando en evidencia la cortedad de los medios para su persecución en los momentos de mayor conflictividad.

Dentro del perímetro de la villa, en sus calles, no eran raros los duelos, los asesinatos, palizas y robos; siendo aún más abundantes los delitos cometidos en las anteiglesias circundantes, especialmente en los caminos y ventas. Los grupos de salteadores, ladrones o vagabundos- como les denomina la documentación- tenían una gran movilidad, actuando en distintas zonas y caminos del Señorío: los delitos se concentran en el camino de la Merindad de Durango, yendo por Urkiola hacia Vitoria, el camino de Orduña y el camino real que unía la villa de Bilbao con Bermeo, siendo zonas especialmente conflictivas Abando, el tramo de Santo Domingo hasta Lezama, Arrankudiaga y Galdakao (Monte Gumucio ). Una distribución geográfica que se corresponde con la de la mayoría de las víctimas: las vendedoras de pescado que bajaban desde Bermeo y otros puertos hacia la villa de Bilbao, las panaderas de las anteiglesias circundantes y los arrieros que venían o iban a vender hierro, lana y otros bastimentos- trayectos Bilbao-Vitoria-Castilla, ida y vuelta y trayectos desde la Merindad de Durango y Encartaciones con vena o el hierro ya elaborado, etc. A lo largo de estos caminos hallamos hitos o lugares de actuación preferente: las ventas, tabernas, fondas, ferias, ermitas, pajares, los despoblados y cruces de caminos.

BIBLIOGRAFIA BÁSICA

CARO BAROJA, J, Realidad y fantasía en el mundo criminal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1986

FEIJOO CABALLERO, P, La anteiglesia de Abando, en VVAA, Bilbao, Arte e Historia, Vol I, Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao, 1990, págs. 149-167

FEIJOO CABALLERO, P, Bizkaia y Bilbao en los tiempos de la Revolución Francesa, Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao, 1991

GRACIA CÁRCAMO, J, Mendigos y vagabundos en Vizcaya (1766-1833), Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 1993

GUIARD LARRAURI, T, Historia de la noble de la villa de Bilbao, 4 vol., Bilbao, 1971

MAULEON ISLA, M, La población de Bilbao en el siglo XVIII, Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones, Valladolid, 1961

ZABALA URIARTE, A, Crecimiento y conflicto en los siglos XVII y XVIII, en VVAA, Bilbao, Arte e Historia, Vol I, Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao, 1990, págs. 105-123.

1, 2“La primera (la sociabilidad privada), más ligada al circulo familiar y a las prácticas cotidianas del hogar y la segunda (la sociabilidad pública), más relacionada con la interacción de grupos de toda la comunidad en espacios públicos. Así, mientras en la capital irrumpen nuevas diversiones públicas, en las comunidades ubicadas a su alrededor, éstas, al igual que otros cambios, tardan en llegar. Por ello perviven las permanencias, o sea actividades culturales tradicionales que se manifiestan a través de la tradición oral, las veladas, y principalmente las fiestas religiosas como romerías, peregrinaciones, y los turnos patronales.[...]La sociabilidad formal se identifica más con la sociabilidad institucional, o sea aquella que está ligada al espacio urbano y en la que la escritura es un elemento primordial para interactuar, de ahí el papel que cumple la prensa. Esta sociabilidad brinda nuevos espacios para encontrarse y reunirse, nuevas estructuras para asociarse y nuevos eventos que celebrar. Así la prensa, el libro, el teatro y la asociación permiten reproducir formas institucionales de sociabilidad”, ENRÍQUEZ SOLANO, F, Reflexiones sobre las diversiones públicas y la sociabilidad rural, a partir de una localidad costarricense. El caso de Moravia entre 1890 y 1930, Cuadernos digitales: Publicación electrónica en Historia, Archivística y Estudios sociales, nªº 7, enero del 2001, Universidad de Costa Rica.

3RABINOW, Space, knowledge and Power, en The Foucault Reader, New York, 1984.

4FEIJOOO, P, Bizkaia y Bilbao en los tiempos de la Revolución Francesa, Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao, 1991

5“Les armes- épées, poignards, pistolets, arquebuses et conteaux de boucher- sont liées de maniére trés étroile á la provocation particuliére ou institucionnelle. De plus, il existe un langage populaire des pierres, de la fute, des manifestations de surprise etd ópposition géneralisée face aux diverses formes d´abus et d´autorité”, RODRIGUEZ SÁNCHEZ, A, La violence dans la rue en Espagne au XVIIe siécle, en VVA??????A, La rue, lieu de sociabilité, Actes du colloque de Rouen, 16-19 novembre, 1994, Publications de l´ Univerisité de Rouen, nº 214, Rouen, 1997, pág.287-294.

6AHDB, Judicial, Corregimiento, 2918/28, 1734

7En el pleito de Manuel de LORRA los que le acusan, Don Ignacio del VILLAR, Don José Ignacio de VIDAR, Don Francisco Fernando de LECANDA, Don Alberto de URÍA y Don Juan de URQUIJO, relatan cómo el precitado Manuel de LORRA les provoca e increpa y cómo éste arranca la espada contra ellos. Esto sucede a partir de las 10 de la noche, cuando ellos iban pasando hacia el Arenal “a fin de recrearse y tomar la fresca por lo caluroso del día”, AHDB, Ibidem, 1734.

8En los Libros de Actass de la villa de Bilbao, a comienzos de siglo XVIII, es evidente esta preocupación por la seguridad. Así, en 1700 se decreta “[...] que los mesoneros y mesoneras no admitan personas de mal vivir”, “[...] se notifique a los buhoneros que andan en la villa que salgan de ella en el plazo de ocho días” o “[...] que ninguna mujer ni otra persona anden pidiendo limosna en esta villa”; unos decretos que se repiten constantemente en años sucesivos. AHDB, Archivo Municipal de Bilbao, Actas, 0123 y siguientes. Unas décadas más tarde, en 1722, por un decreto de la Diputación de Vizcaya se disponía que las justicias de cada república “aprehendiesen y asegurasen, bajo pena de 50 ducados toda gente de mal vivir así vagabundos como bboneros, jente ociosa y perjuducial”, LABAYRU, E.J. de, Historia general del Señorío de Vizcaya, Ed. La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1974, tomo VI, pág. 123

9GUIARD LARRAURI, T, Historia de la noble de la villa de Bilbao, 4 volúmenes, Bilbao, 1971

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