Gorka Rosain Unda
Un hecho muy interesante y prácticamente desconocido de la historia de México es la adhesión y juramento de lealtad que los indios del norte de México, representados por los comanches, hicieron a Iturbide luego de haber asistido a su coronación como Agustín I Emperador, a través de un tratado de 14 artículos que firmaron el jefe Guanoqui, por los comanches y el Lic. Juan Francisco de Azcarate, que acababa de ser designado enviado extraordinario ante la Corte de Inglaterra, por parte del Imperio.
Quanah Parker, sucesor de Guonique,
jefe mestizo de todas las tribus comanches, que cumplieron fielmente
el tratado con Iturbide. |
Un aspecto muy importante de este tratado y que por cierto no se trata en las películas de Hollywood en que los indios siempre aparecen como “los malos” y los colonos como “los buenos”, es que en sus artículos 3º y 4º, se comprometen los indios a no permitir que ninguna nación penetre por su territorio al de México, resistir con las armas y dar aviso al Emperador, lo que cumplieron cabalmente hasta fines del siglo XIX, aunque ya no había para entonces Emperador. Dicho en otra forma, al resistir la invasión de los colonos yanquis y de su ejército, no sólo estaban defendiendo su propio territorio sino el de México, fieles a su compromiso.
El jefe de los comanches, Guanoqui, había llegado a la capital imperial después de un viaje de 600 leguas, trayendo el mensaje de paz que le encomendaron el anciano Ptisinampa y los jefes, capitanes y ancianos que en una asamblea que duró tres días resolvieron por unanimidad de votos que, puesto que ya no eran los españoles los que gobernaban el país, ellos debían integrarse al resto de los habitantes. Se calculaba en varios miles el número de aquellos indios en una vasta comarca al norte el Imperio.
Los comanches eran bárbaros que saqueaban los ranchos, las haciendas y las poblaciones por donde iban pasando en forma devastadora y, además de robar los ganados y las semillas, hacían prisioneros y cometían toda suerte de depredaciones.
Estos son los 14 artículos del interesante documento, que se distingue en la historia de la incorporación del indio a la vida mexicana.
Quanah Parker. |
“1. Habrá paz y amistad perpetua entre ambas naciones; cesan las hostilidades de todas clases y se olvida lo ocurrido durante el gobierno español.- 2. Se restituyen mutuamente los prisioneros, menos los que de su voluntad quieran quedarse en la nación en que se hallan; a los padres, madres y parientes que reclamen algunos, avisando al enviado de la Nación Comanche que ha de residir en Béjar, se les entregarán si existieren.- 3. La Nación Comanche en toda la extensión de su territorio defenderá la frontera de las provincias de Tejas, Coahuila, Nuevo Reino de León y Nuevo Santander, de las incursiones de las naciones bárbaras, avisando oportunamente luego que sepa que tratan de hacer hostilidades.- 4. No permitirá que nación alguna penetre por su territorio al de la mexicana, la resistirá con las armas y dará aviso el Emperador.- 5. Resistirá igualmente que la española bien por sí sola o auxiliada de otras de Europa, o algunas de estas lo intenten, y avisará para que uniéndosele las tropas del Imperio obren de acuerdo.- 6. Si por el territorio de la mexicana la nación española por sí o auxiliada de europeas, o estas hicieren algún desembarco, ocurrirá la Comanche con todas sus fuerzas al punto que se le señale, dándole municiones de guerra y boca, reforzándola con las fuerzas del Imperio para impedir se apoderen siquiera de un palmo de tierra.- 7. Avisará al Emperador de las gentes que entren por su territorio a explorarlo.- 8. Hará la Comanche el comercio en Béjar únicamente, viniendo sus comerciantes por caminos públicos y bajo la dirección de un jefe responsable de los daños que hagan y con pasaporte del Emperador que será la medalla acordada; los mexicanos lo harán del mismo modo cuando entren al país Comanche.- 9. Los artículos de comercio por parte de los mexicanos son todo género de seda, lana, algodón, quinquillería, víveres, colambre, instrumentos de las artes, toda clase de obra de mano, caballos, mulas, toros, carneros y chivos, que permutarán como convengan por los particulares pactos que celebren por carecer los Comanches de moneda.- 10. Estos lo harán con pieles de sibola, bura, venado, oso, castor, nutria, marta, tigre, cueros curtidos, manteca, sebo, unto, carne seca, lenguas de sibola, frutas, víveres y demás producciones naturales de su terreno. La introducción y saca será libre de todo derecho por ahora.- 11. Conserva la nación mexicana la integridad de su territorio según la línea convenida en el último tratado con los Estados Unidos; y en lo de adelante se convendrá con la Comanche en señalarle los términos del que deba ocupar.- 12. Tendrá la Comanche en Béjar un enviado con un intérprete nombrados y dotados por el Emperador: el enviado se entenderá directamente con el Excmo. Sr. Secretario de Estado, ministro de relaciones interiores y exteriores, y en lo ejecutivo que no admita espera, dispondrá el gobernador lo conveniente, dando cuenta ambos separadamente a S. M. I.- 13. La Nación Comanche para correr mesteña por medio de su enviado, dará parte al gobernador de Béjar para que señale personas de confianza que los acompañen; y las bestias erradas que cojan, las devolverán por la pensión acostumbrada.- 14. El Emperador ofrece a la Nación Comanche recibir cada cuatro años a doce jóvenes para que se eduquen en esta corte por cuenta del Imperio en las ciencias y artes que más se apliquen, y devolverlos cuando estén instruidos, para que la Nación de esta suerte se civilice y eduque”.
Mow-way, jefe comanche que peleó durante años contra los colonos de Texas. |
Más adelante, Guonique reiteró su lealtad a Iturbide en audiencia pública, en compañía de sus intérpretes, luego de enterarse de la salida de la capital de los generales Nicolás Bravo y Vicente Guerrero para unirse a la rebelión que contra Iturbide iniciaba el general Santa Anna, instigado por la masonería:
“Señor. Después de despedido de V.M.I. para regresar a mi nación, me han impuesto mis intérpretes en el suceso ocurrido el lunes de la presente semana. Juro a V.M.I. por el sol y por la tierra que me llenó de indignación semejante hecho, porque alcanzo que se dirige a fomentar la división a favor del gobierno español, cuya furia resistió siempre a la Nación Comanche sufriendo males indecibles”.
“Agradecido a los favores que se ha dignado V.M.I. hacerle en mi persona, no puedo menos que significarle que en cumplimiento del tratado de paz que como jefe de ella acabo de celebrar con V.M.I., en toda la luna de marzo pondré en la raya divisoria cuatro mil hombres armados mandados por mí, mi compañero Barbaquista y la persona que merezca la confianza de V.M.I. para que disponga de esta fuerza en el punto o puntos que tenga a bien. Además otro cuerpo igual o mayor en número, cuidará de las cuatro provincias de Oriente para que no sean invadidas por enemigos interiores ni exteriores. De este modo coadyuvará la Nación Comanche a sostener el sistema de gobierno adoptado por la Mexicana y la Corona que justamente puso sobre las sienes de V.M.I. como su Libertador; será independiente y libre, quedado después destruidos los enemigos del bien público en l quietud de las aguas de las lagunas pasado el huracán. Confíe V.M.I. en la Nación Comanche de Oriente: ella, sus subordinadas y aliadas son guerreras y fuertes; saben sostener lo que una vez dicen; desbaratan a los enemigos del Imperio con el fusil, la lanza y la flecha, del mismo modo que lo hacen con las fieras bravas, y como vencen cada día a las naciones que se les oponen; no serán gravosas al Imperio, porque no se mueven por interés sino sólo por conservar la independencia de este suelo; y se arreglarán a lo convenido en el artículo 6 del tratado que he firmado. Todos debemos vivir con la quietud y seguridad con que los pájaros de pluma hermosa vuelan por el aire alegrando los campos y debemos acabar con las aves de rapiña que los inquietan”.
“Esto he dicho al enviado de mi nación que hace de mi intérprete, el teniente coronel D. Francisco Ruiz para que lo exponga a V.M.I. palabra por palabra por ignorar yo el arte de escribir; por esta causa firma a mi nombre este papel, cuyo contenido ratificaré ante V.M.I. en la audiencia que deseo y pido me conceda, y en la que así mismo diré a V.M.I. verbalmente por medio de los intérpretes otras cosas que me ocurren y que pueden ser muy importantes”.
“El sol y la tierra concedan a V.M.I. la luz, la abundancia y la serenidad de los días alegres. México y enero 10 de 1823. - Señor.- A ruego del capitán Guonique. Francisco Ruiz”.
Gui-pah-go, Tau anhia
y Gui-tain, jefes de los indios kiowa, en constante lucha contra los
invasores de Texas. Moyano Pahissa, Angela. "La pérdida de Texas". Editorial Planeta, serie Espejo de Mexico. 1991. |
Antes de despedirse, Guonique aseguró a Iturbide algo más, que para seis meses después podría poner a sus órdenes un ejército de 27 mil comanches.
En contraste con la lealtad de los comanches, los negros de la costa de Guerrero se sublevaron y proclamaron rey a Fernando VII, pero fueron controlados y, por otra parte fue firmado el primero de febrero el Plan de Casa Mata surgido e la rebelión de Santa Anna contra el Imperio, apoyado por los generales Echávarri, Cortazar y Lobato, que habían sido enviados a sofocar la subversión de Santa Anna.
Este famoso Plan de Casa Mata, suscrito en Veracruz, convocaba a un nuevo Congreso y juraba defenderlo, el Ejército no atentaría contra la vida del Emperador y reiteraba lo que Fray Melchor de Talamantes afirmó desde 1808: “La soberanía reside esencialmente en la nación”. A Iturbide le entregaron una copia del Plan y él decidió parlamentar con los rebeldes, para lo cual envió una comisión en la que figuraba el general oriundo de Bilbao Pedro Celestino Negrete.
Y todavía en mayor contraste con la lealtad de los comanches, gente a la que Iturbide había colmado de favores se unió al Plan de Casa Mata, como el Marqués de Vivanco; el general Quintanar en Guadalajara, en quien Iturbide confiaba ciegamente; el general Armijo, en Cuernavaca; el general Miguel Barragán en Querétaro; Miguel Ramos Arizpe en Saltillo y, lo más sorprendente, hasta el general Negrete, compañero infaltable de Iturbide para jugar al tresillo, también se adhirió al malhadado Plan.
La conspiración manejada desde la sombras por las sectas secretas creadas por el ministro plenipotenciario de Estados Unidos, Joel R. Poinsett, iba viento en popa.
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