Jose Javier Fernandez Altuna
Jatorrizko bertsioa euskaraz
A lo largo de estas últimas semanas, las portadas de nuestros medios de comunicación nos han presentado un par de noticias que, aunque aparentemente nada tenían que ver entre sí, de forma indirecta compartían una serie de interesantes características. Por una parte, hace poco se ha inaugurado en la localidad de Irún la Feria Internacional de la Costa Vasca, Ficoba, un complejo que el Ayuntamiento irunés desea alzar como punto de referencia en la eurociudad Bayona-Donostia y en la zona norte de Navarra, apostando por un edificio funcional que hace gala de una arquitectura de calidad. Por otra parte, la noticia sobre la detención de varias personas que trabajaban en una de las empresas ubicadas en el Parque Cultural Martin Ugalde —y que, lamentablemente, pone de manifiesto que la pesadilla iniciada con el cierre del diario Euskaldunon Egunkaria aún no ha llegado a su fin— nos ha llevado a fijar nuestra mirada en el emblemático edificio de Andoain. En cualquier caso, estas dos construcciones guardan entre sí muchas más similitudes que las marcadas por la mera casualidad y contemporaneidad. Ambas son singulares, soberbias y destacables tanto por su calidad como por la peculiar tipología que han desarrollado dentro de la clasificación arquitectónica: la arquitectura industrial.
La relación entre la arquitectura industrial y la arquitectura contemporánea
La arquitectura industrial viene a ser una rama de la arquitectura, dentro de la cual se incluyen edificios destinados al sector de la industria. Y puesto que, por lo general, la finalidad de estos edificios no es otra que la de albergar una actividad industrial, el criterio principal al que se atiene la arquitectura industrial es el de la funcionalidad. Es por ello que estas construcciones no resultan las más indicadas para lucir formas y estilos, puesto que, normalmente, su actividad y diseño suelen venir determinados por criterios eminentemente económicos.
Empresa Laborde. Andoain. (Foto: Federico
Schneidhofer) |
No obstante, es obvio que los edificios industriales pueden tener estilo; a fin de cuentas, también esta disciplina se hace eco del gusto y de la tendencia del ser humano por la estética. Sin embargo, en prácticamente ningún caso de la arquitectura industrial se le ha prestado la más mínima atención a la cuestión del estilo, y, de hacerlo, con frecuencia se ha recurrido a estilos pasados de moda. No obstante, afortunadamente nos encontramos con unas pocas excepciones en las que se ha apostado con firmeza por la arquitectura contemporánea, dando de tal modo pasos tremendamente importantes y absolutamente necesarios en la historia de la arquitectura de Euskal Herria.
Edificio que alberga el comedor de
la empresa Laborde. Andoain. (Foto: Federico Schneidhofer ) |
Y es que no debemos olvidar que en Euskal Herria en general, y en Gipuzkoa en particular, prácticamente no se ha roto ninguna lanza a favor de los estilos contemporáneos. En este sentido, nuestro entorno ha pecado de conservador y reaccionario. La mayoría de las veces ha terminado por mezclar la política con la estética y por mantenerse fiel a la estética tradicional. En cualquier caso, el siglo pasado nos regaló algunas salvedades que hoy se consideran auténticas precursoras y modelos a seguir, tales como el Club Náutico de Donostia (1928-1929; la obra más representativa de los arquitectos José María Aizpurua y Joaquín Labayen), la Torre Vista Alegre de Zarautz (1958; la primera de las obras de relevancia del maestro Luis Peña Ganchegui), la Ikastola de Hondarribia (1974-1978; el edificio más conocido de los arquitectos guipuzcoanos Miguel Garay y José Ignacio Linazasoro) y el Auditorio Kursaal de Donostia (1990-1998; la más notable de las obras recientes de Rafael Moneo). Podríamos seguir citando más ejemplos que en su día sirvieron de referencia para otros edificios y arquitectos en Gipuzkoa y en toda Euskal Herria. Dentro de esa evolución, la arquitectura industrial ha jugado un destacado papel. Si bien, como veníamos diciendo, estas construcciones no se pueden clasificar dentro de un estilo en concreto, en Euskal Herria nos encontramos con excepcionales casos que, sin lugar a dudas, han servido de precedente.
El Parque Cultural Martin Ugalde y el edificio de Ficoba
Lo que en la actualidad conforma el Parque Cultural Martin Ugalde, en Andoain, fue con anterioridad la empresa Laborde, un edificio que se alejaba de la hasta entonces predominante estética de los caseríos, pero que seguía atendiendo al mismo fin de la funcionalidad. Esta obra realizada en 1928 vino a unirse al movimiento estético racionalista y supuso toda una novedad arquitectónica. La fachada de los edificios deja al descubierto las características de su interior —pureza de las líneas, simplicidad en las formas y luminosidad en la composición— y reivindica los principios de toda obra racionalista: cubierta plana que no desempeña una función estructural, ventanas ligeras de gran tamaño, ventanas reclinadas en los cantos, y, sobre todo, tendencia a acentuar la horizontalidad del edificio —una construcción carente de adornos—, consiguiendo que forma y función lleguen a fusionarse.
Parque Cultural Martin Ugalde. Andoain.
(Foto: Jose Javier Fernandez Altuna) |
En los años treinta, los edificios de la empresa Laborde constituían, junto con el Club Náutico donostiarra, la excepción de la regla, puesto que durante aquella época el estilo más habitual y solicitado tanto en Euskal Herria como en España era el de la arquitectura académica. Por tal motivo, la construcción de la empresa Laborde —formado en 1928 por el pabellón, los despachos y las viviendas, y a los que en 1939 se les sumó el edificio que acoge el comedor, edificio éste último que, sin la más mínima duda, se sitúa entre las obras más ingeniosas y sobresalientes de este estilo en Euskal Herria— es de primer orden tanto en la arquitectura industrial como en la arquitectura contemporánea de nuestro entorno.
El autor de esta construcción fue Manuel Laborde, quien, por lo que sabemos, contó con la ayuda del delineante Luis Tolosa. Este enclave, una vez reformado, ha pasado a llamarse Parque Cultural Martin Ugalde, y en la actualidad alberga la sede de varias empresas, como por ejemplo del diario Berria. Además, ha demostrado que el paso de los años no ha mermado en absoluto la actualidad de su forma, de su estética y, sobre todo, de su funcionalidad.
Parque Tecnológico de Miramón.
Donostia/San Sebastián. (Foto: Jose Javier Fernandez Altuna) |
El edificio de Ficoba, diseñados por Pedro Astigarraga y Jose Leon Lasarte, ocupa un lugar muy distinto en el tiempo y en la evolución de la historia de la arquitectura, pero aun así presenta varias similitudes con la empresa Laborde. Por de pronto, las construcciones de Irún y de Andoain —con una diferencia de setenta años entre sí— son una buena prueba de que la forma de la edificación no tiene porqué estar reñida con la funcionalidad y estética de la misma. Así, a pesar de que la obra de Astigarraga y de Leon Lasarte se sitúa en un contexto diferente —en este caso el sector económico desarrollado no es el segundo, sino el tercero—, a pesar de que tanto en Ficoba como en Laborde la apariencia de las formas exteriores venga determinada por la función que desempeñan, es evidente que los arquitectos, con un resultado altamente positivo, han querido expresar una estética en el estilo de las formas. Todos los edificios que conforman Ficoba son, en todos los aspectos —líneas, formas, composición, materiales, color—, magníficos; desafortunadamente, no sólo en lo que respecta a la arquitectura industrial, sino incluso dentro de la actual arquitectura general de Euskal Herria. En este sentido, la arquitectura industrial vuelve a demostrarnos que, además de levantar fabulosos edificios, puede también servir de modelo para esta disciplina.
Valoración de la arquitectura industrial
Si bien en el presente artículo hemos centrado nuestra atención en dos casos, la arquitectura industrial presenta otros múltiples ejemplos de interés. De la década de los treinta en adelante podríamos destacar la fábrica Ziako en Andoain, SACEM en Billabona, Portalea en Eibar o las ya desaparecidas Elgorriaga y La Palmera en Irún, muestras todas ellas de la época dorada de la arquitectura industrial. Lamentablemente, muchas de ellas han sido derribadas, y con su desaparición hemos perdido una parte importante de nuestra memoria histórica, artística e incluso sentimental. El desarrollo industrial resultó decisivo no sólo para la economía de Euskal Herria, sino también para multitud de ciudades, regiones, sociedades y personas, y a pesar de que vinculamos muchas de estas construcciones con el modo vida y ¾en su mayoría, duras¾ condiciones laborales de los trabajadores, ahora, pasado un tiempo, hallándonos bajo nuevas estructuras económicas y en otra clase de sociedad, es importante rememorar nuestro pasado, porque los recuerdos no son meramente históricos, sino también sentimentales.
Ficoba. Irún. (Foto: Jose Javier
Fernandez Altuna) |
En la actualidad contamos con arquitecturas industriales de calidad, además de con Ficoba. La obra realizada por el arquitecto Joaquín Montero en el Parque Tecnológico de Miramón de Donostia, por citar un caso, constituye uno de los mejores ejemplos de la disciplina arquitectónica de Euskal Herria de los últimos veinte años. En cualquier caso, no nos olvidemos de las construcciones de los años treinta y cincuenta, que, además de formar parte de la memoria humana, están preparadas para desempeñar nuevas funciones. Aunque algunas de ellas terminen por desaparecer —los almacenes TIR de Irún, por ejemplo, fueron derribados para levantar en su lugar la Feria de Ficoba—, en muchos casos, aunque cada vez en menos, la arquitectura industrial está implorando el auxilio de nuestra imaginación, como ha sucedido en el Parque Cultural Martin Ugalde.
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