La busqueda del reconocimiento en IparraldeEscuchar artículo - Artikulua entzun

Igor Ahedo Gurrutxaga, Departamento de Teoría Sociológica. Universidad Complutense de Madrid
cpbahgui@lg.ehu.es

1-. Las interpretaciones del territorio.

Si existe una constante en el debate político de Iparralde desde hace al menos dos siglos éste es el que hace referencia al de su reconocimiento institucional. De esta forma, la demanda de creación de un departamento propio se ha manifestado desde el momento en que son abolidas las instituciones vascas tras el triunfo de la revolución francesa. Una reivindicación presente cíclicamente y abanderada por una pluralidad de actores a partir de diversas interpretaciones.

Tal y como apunta CHAUSSIER (1998), desde una primera perspectiva se identifica el territorio como sujeto de una cultura y de una afiliación étnica. Las propuestas de institucionalización de lo local en forma de Departamento Pays Basque se argumentan a partir de la constatación de la existencia de una personalidad propia sustentada (a) en base a los usos y costumbres de las antiguas provincias vascas y (b) en una unidad simbólica consagrada por una lengua propia: el euskera. La expresión política de esta interpretación territorial son los posicionamientos departamentalistas de los representantes vascos ante las Cortes Constituyentes en 1790, la propuesta presentada por Marc Legasse ante la Asamblea Nacional en 1945, y sobre todo el surgimiento de un movimiento nacionalista vasco organizado en 1963. El planteamiento, fundamentado sobre claves étnicas o identitarias, se asienta según el autor en una temporalidad que se orienta desde el pasado hacia un futuro que trata de recuperar una historia autónoma por medio de la reacomodación institucional que supone la creación de un Departamento.

Este sería el primer paso desde el que dar el definitivo salto a una organización de las relaciones de poder que se sustentarían en los pueblos y culturas naturales, y no en el marco actual de los Estados. En ultima instancia, esta interpretación del territorio como sujeto de una identidad propia nos remite al discurso nacionalista vasco, que reclama la construcción de una nación independiente constituida por las siete provincias vascas del norte y del sur de los Pirineos.

2-. La segunda visión territorial entiende el espacio local vasco como un actor de desarrollo económico. En base a esta interpretación, algunos agentes vinculan la creación de un departamento con la reordenación económica y la cohesión de Iparralde. Frente a la anterior interpretación, el espacio vasco no se delimita desde componentes étnicos, sino a partir de los límites de influencia del puerto de Baiona. De esta forma, la Cámara de Comercio e Industria, gracias a la dinámica desarrollada por la nueva burguesía modernizante, plantea en 1836 la creación de un nuevo departamento cuya temporalidad se sustenta, esta vez, en un futuro que remite al desarrollo industrial y tecnológico de un territorio cohesionado económicamente. Sobre esta base se recupera la reivindicación en la década de los setenta, que pasa a ser dinamizada por la sociedad civil con la Asociación a favor de un Nuevo Departamento (AND), y por parte del cuerpo electivo con la Asociación de Electos por un Departamento (AED) Pays Basque.

3-. La incapacidad de movilizar a la sociedad en torno a la reivindicación departamentalista provoca el deslizamiento de esta demanda desde el ámbito social al escenario político. Así, la Asociación de Electos convive, y en ocasiones retro-alimenta la tercera de las interpretaciones del territorio: agente político de un partido en expansión. El Partido Socialista utiliza la apuesta departamental como bandera que simboliza y visualiza en el ámbito local la nueva concepción de unas relaciones de poder entre el centro y la periferia que pretendería establecer a nivel nacional tras su ascenso al poder en la década de los ochenta. La reivindicación departamental se convierte en un importante recurso movilizador en el escenario vasco, de manera que los socialistas tratan de acercar a los sectores moderados del nacionalismo, por una parte, y a los representantes de la sociedad civil que apuestan por el departamento desde una perspectiva economicista, por otra. Sin embargo, paulatinamente, esta interpretación instrumental se transforma en otra más política que se concreta en la estrategia descentralizadora o desconcentradora fuertemente arraigada en la formación socialista.

4-. Sin embargo, es necesario detenerse en una cuarta interpretación que apunta CHAUSSIER (1997): la que define al País Vasco de Francia como “territorio objeto de gestión local”. Según esta visión, Iparralde se define como marco sobre el que desarrollar una política pública que se sustenta en la concertación y el trabajo conjunto de los diferentes actores. Se transforma así el paradigma anterior, de manera que el territorio deja de considerarse factor de desarrollo cultural o político-social, para pasar a interpretarse como punto de partida desde el que generar desarrollo local por medio de la planificación y cooperación entre actores, respondiendo por tanto a una lógica tecnocrática, prospectivistas y desarrollista. La temporalidad se establece en un escenario a corto plazo: el año 2010, considerado como fecha límite para la puesta en marcha de medidas que garanticen la existencia del territorio.

La lógica de esta cuarta interpretación del territorio se concreta en la década de los noventa, y sienta las bases para un nuevo modelo de desarrollo territorial que pretende regenerar el espacio local adaptándolo a la racionalidad económica, a las necesidades políticas, y a las obligaciones de la modernización. En definitiva, como vimos en un trabajo precedente, sobre la base de esta cuarta interpretación del territorio se concreta un proceso de regeneración local cuya concreción más evidente es la territorialización de las políticas públicas a escala vasca. Sin embargo, la inexistencia de reconocimiento territorial provoca una contradicción entre los intereses de las elites vascas y los de las del departamento o la región, imponiéndose estos últimos por el nulo carácter normativo de las estrategias locales. Esta paradoja permite entender la razón por la que desde el momento Iparralde transforma la búsqueda del territorio (ver anterior artículo publicado en Eusko-News) en una búsqueda de su reconocimiento.

2-. Las estrategias de reconocimiento institucional.

Recientemente hemos analizado el ciclo movilizador que se inicia en 1994 con el sorpresivo posicionamiento departamentalista de uno de los grandes notables de Iparralde, Michel Inchauspe, y que finaliza con la masiva movilización convocada por el movimiento unitario del 9 de octubre de 1999 (AHEDO, 2003).

2.1-. El primer ciclo movilizador (1994-1999)

Asistimos durante ese periodo a un ciclo movilizador que se asienta sobre varios elementos que modifican en varios aspectos el escenario reivindicativo de los dos pasados siglos:

A pesar de todo, en el mismo momento en el que el colectivo alcanza el clímax movilizador, se desintegra como consecuencia de las diferencias internas, el inicio de un periodo electoral prolongado, la falta de respuesta de las autoridades y los cambios en la estructura de oportunidad política.

2.2-. El periodo de reestructuración (2000-2002)

A pesar de que durante estos dos años la presencia pública de los colectivos departamentalistas en significativamente menor a la del periodo anterior, varios son los elementos que debemos destacar, en la medida en que prefiguran los contornos que asume el movimiento institucionalizador en el nuevo ciclo que se abre el pasado año.

En definitiva, el periodo que va de 2000 a 2002 sienta las bases para una nueva fase que se fundamenta

1) en la asunción de estrategiasmás radicales, ligadas a la desobediencia civil, por parte de los sectores institucionalistas,

2) la superación de la lógica partidista, condición para la asunción del elemento anterior por parte de los electos de formaciones francesas,

3) la estructuración del movimiento como organización social convencional, más allá del modelo del Llamamiento del 9 de octubre, que estaba vertebrado por personalidades pero sin base social militante, y

4) la vinculación de la demanda institucional con otras reivindicaciones, siendo la primera de ellas la lingüística.

2.3-. El nuevo ciclo: hacia una nueva fase en la búsqueda de reconocimiento.

A pesar de los buenos resultados obtenidos por los sectores departamentalistas en las elecciones cantonales de 2001, las legislativas de 2002 suponen un jarro de agua fría para las aspiraciones institucionalistas. Mientras que dos de los tres diputados elegidos en 1997 apoyaban el departamento, ninguno de los de 2002 se mostraba favorable a la demandas; mientras que Jospin se había comprometido en 1995 a la creación de este organismo “si una mayoría de electos así lo demandaba”, Chirac y Raffarin habían dejado claro su no rotundo a la institución vasca.

Sin embargo, el anuncio del Primer Ministro de la apertura de un nuevo proceso descentralizador a finales de 2002 abre nuevas oportunidades para los actores de Iparralde. De esta forma, tanto el Consejo de Electos como los sectores departamentalistas mueven ficha, modificando su estrategia sobre los aportes del periodo anterior.

1-. Efectivamente, la filosofía prevista por el ejecutivo de Raffarin se asentaba en la cesión de competencias a título de experimentación a determinadas colectividades territoriales. Para ello se establecía una metodología consultiva por medio de la celebración de encuentros entre los responsables gubernamentales y las elites de cada territorio. Por esta razón, en noviembre de 2002, el Consejo de Electos aprueba por unanimidad un documento a presentan en los Asises des Libertes Locales de Sailles-de Bearn. Este texto presenta una importancia determinante en la medida en que supone la primera vez que el órgano de representación electiva reconoce la existencia de una demanda de institucional. Así, Lamassoure defiende ante varios ministros la necesidad de dar a conocer en Francia “una experiencia singular de gobernación local que se asienta sobre una personalidad política, cultural e identitaria diferenciada que precisa de reconocimiento” (CEPB, 2002).

De esta forma, los electos demandan de la administración respuesta a un debate que venía mediatizando durante décadas la vida local. Pero, más aún, el CEPB también asume una serie de reivindicaciones que venían siendo defendidas históricamente por los euskaltzales. Así, se solicita la creación de una Cámara de Agricultura propia, la oficialización del euskera, y la creación de una agrupación pública para la gestión de la educación superior.

2-. La asunción del debate institucional y de varias demandas de los sectores departamentalistas por parte de los electos de Iparralde insufla de ilusión a los sectores escisionistas, que se organizan en la plataforma Batera en torno a cuatro demandas: Departamento Pays Basque, Oficialización del Euskera, Cámara Agrícola y Universidad de pleno ejercicio (BATERA, 2002). De esta forma, Batera se apropia de las reivindicaciones del CEPB dotándolas de un contenido movilizador.

En cualquiera de los casos, la respuesta de la Administración es la esperada: se rechaza la creación de un departamento y se niega la modificación del artículo 2 de la Constitución para dar cabida a una política lingüística que posibilite la defensa del euskera. De esta forma, el Gobierno da la espalda a los cargos electos, y legitima la radicalización discursiva de Batera, que convoca para octubre de 2003 la que define como última movilización convencional.

Tras esta manifestación que congrega a 7.500 personas, y gracias a la nueva estructura organizativa que ya no se asienta tanto en personalidades concretas, sino en una potente base social, Batera inicia un proceso de reflexión sobre la línea estratégica a seguir en los próximos años. De esta forma a comienzos de 2004 ha presentado un programa de intervención que se asienta 1) sobre acciones disruptivas que siguen el espíritu de los Demo, 2) prevé la convocatoria para 2005 de un referéndum sobre el departamento, y 3) define la puesta en marcha de organismos departamentales y agrícolas paralelos para 2007-2010 (BATERA, 2003)

De esta forma, se observa como el discurso de los actores va deslizándose paulatinamente del cómo garantizar el desarrollo de Iparralde, posibilitando la territorialización de las políticas públicas que analizábamos en un trabajo precedente, al quién debe pilotarlas. Un debate sobre el reconocimiento político de Iparralde que, a comienzos del siglo XXI, trasciende las tradicionales líneas de fractura para ser asumido por los electos. Esta ampliación de las alianzas se une a una estructura organizativa más poderosa en los grupos departamentalistas –en cuyo origen se encuentra la superación de las lógicas partidistas que supone la creación de una lista escisionista en las senatoriales de 2000- y a la apertura de nuevas estrategias más radicales y efectivas –siguiendo la lógica marcada por los Demo-.

Un triple marco de intervención cuyo primer efecto es la huelga convocada por 14 miembros del Consejo de Dirección del Consejo de Desarrollo que está amenazando la continuidad de la estrategia de desarrollo, poniendo contra las cuerdas a la administración2 . En definitiva, asistimos a un nuevo panorama marcado por la búsqueda de la institucionalización política de un territorio que se reconoce así mismo en su diferencia respecto del entorno. Una cuestión que remite, en última instancia, a la pregunta sobre si asistimos en Iparralde al reverdecimiento de un nuevo sentimiento de pertenencia definido sobre los contornos de la cultura y las lenguas vascas.

Bibliografía:

- ADPB (2002): Declaración de la Asociación por el Departamento Pays Basque.

- AED (1997): Pour Quoi un Départament Pays Basque.

- AHEDO, I (2003): Entre la frustración y la esperanza: políticas de desarrollo e institucionalización en Iparralde. Oñate: IVAP

- AHEDO, I (2004): La Nueva Cocina Vasca (desobediente). Inédito.

- APPEL (1999c): Allocucion en fin de Rassemblement pour le DPB du 9 octubre 99.

- BATERA (2002: Carte de Batera.

- BATERA (2003): Quelle stratégie pour les années à venir en Pays Baque Nord?.

- CEPB (2003): Contribution aux Assises des Libertés Locales. Novembre 2002.

- CHAUSSIER, J. D. (1997): Quel territoire pour le Pays Basque: les cartes d´identité. París: L´Harmattan.

- CHAUSSIER, J. D. (1998): “La question territoriale en Pays Basque de France (exception irréductible ou laboratorie de pluralisme?)”, en LETAMENDIA, F (coord.): La construcción del espacio vasco-aquitano. Un estudio multidisciplinar. Leioa: UPV.

- DEMO (2002): Demokrazia Euskal Herriarentzat – Democratie pour le Pays Basque. Baiona: Gatuzain.

1 Esta estrategia no se concreta porque la ADPB da paso pronto a un nuevo colectivo, éste más poderoso, denominado Batera.

2 Los 14 huelguistas dan por finalizada su protesta el 8 de enero de 2004, tras llegar a un compromiso con la dirección, por la que el CDPB se compromete a abanderar la demanda de creación de una Cámara Agrícola, la oficialización del euskera, y la puesta en marcha de instituciones públicas para la promoción de la enseñanza superior. Se supera así una crisis, a la espera de nuevos movimientos de Batera.

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