Para entender la obra de Arturo Campión, se hace necesario mencionar que, en consonancia con su larga vida, se produjo durante un largo período de tiempo en el que las condiciones sociopolíticas y culturales habían ido evolucionando de manera notable. Hay que tener presente el paso de los años y los cambios que con ellos acontecieron, pues Campión está escribiendo desde 1876 hasta 1937, es decir, desde el final de la Segunda Guerra Carlista y la abolición foral hasta la Guerra Civil española; desde que era un flamante abogado de 22 años hasta el final de su vida, en que anciano y ciego no había cesado en su actividad literaria. No es posible en este breve espacio dar noticia de la amplísima y variada obra de Campión, ni tendría sentido hacer un listado de ella, por lo que me limitaré a encuadrarla comenzando por resaltar que lo que le confiere unidad es precisamente el lema bajo el que trabajaba y que hizo suyo, título también de una Revista Cultural de la que fue cofundador en 1911 y en la que colaboró con sus escritos: Euskalerriaren Alde. La obra de Don Arturo, desde sus primeros artículos periodísticos ( en La Paz de Madrid, 1877) hasta las novelas, desde los trabajos filológicos hasta los históricos, pasando por todos los géneros que cultivó, tiene un solo objeto, el País Vasco, su recuperación, su conservación, es decir la conservación de su Derecho, de sus costumbres, la recuperación de su Historia y de su lengua, de todas sus manifestaciones y la difusión de todo ello. Iniciador y promotor de primera fila del Renacimiento cultural vasco, con la fundación de la pionera Asociación Euskara de Navarra en 1877, contando Campión con 23 años. Su figura recorre esta primera fase renacentista para estar presente en la segunda, más institucional, en la que la centralidad del quehacer cultural estará ocupada por Eusko Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos (1918) y de la que él será nombrado Presidente Honorario. A los 64 años es ya una figura señera de nuestra cultura, con una enorme obra a sus espaldas, lo que no supone que hubiera llegado a ninguna meta en su camino, pues, como sabemos, seguirá trabajando hasta el final.
Euskalerriaren Alde. |
El euskara, la desaparición vertiginosa del vascuence en algunas comarcas de Navarra en el siglo XIX, fueron motor e impulso de sus primeras actuaciones, al fundar, como ya se ha dicho, con otros eminentes navarros (recordemos entre ellos a Iturralde y Suit), la Asociación Euskara de Navarra. Es la percepción de todo un mundo que se va diluyendo, desapareciendo ante sus ojos, unas señas de identidad que múltiples factores como la creación de los estados centralistas liberales y la industrialización con sus consecuencias (inmigración, procesos de urbanización) van a sepultar en el olvido. La pérdida de los fueros también es vista desde este mismo prisma. Y a luchar contra todo ello, a recuperar, hacer renacer, rescatar, dedica Campión su vida y su obra, uniéndose en este empeño al conjunto de personalidades de la cultura con las que trabajará durante toda su vida en Revistas, Sociedades y todo tipo de organizaciones.
Consecuentemente, aprendió euskara, escribió -no mucho- en euskara, redactó una muy trabajada Gramática Bascongada (1884) y toda una serie de trabajos sobre temas lingüísticos.
Muchas de sus investigaciones, composiciones literarias, trabajos históricos, o relatos legendarios iban viendo la luz tanto en la Revista Euskara (1878-1883) de la que fue director y principal colaborador, como en Euskal Erria, Euskal Esnalea, Euskalerriaren Alde, Vida Vasca, entre otras publicaciones periódicas. Gran parte de ellas componen, junto con otras obras, las 12 series de su obra EUSKARIANA, publicada entre 1890 y 1935.
Euskal Esnalea. |
La historia fue una de sus preocupaciones principales pues consideraba fundamental la reconstrucción del pasado. Y dentro de la historia, la de Navarra fue la preferida tal y como él mismo lo reconoce en la advertencia preliminar a la segunda edición (la primera vio la luz en la Geografía General del País Vasco Navarro, Carreras Candi y Julio Altadill, Navarra, t.II, 1918?) de Nabarra en su vida histórica (1925): “la historia de Nabarra ha sido, sin tregua, objeto preferente de mis investigaciones”.
Cultivador de la ficción, plasma en ella, como en ningún otro de los géneros que cultiva, ese sentimiento de pérdida al que puede dejar rienda suelta, tanto en relatos, como en novelas cortas y novelas a secas. Así podemos constatarlo en títulos como Pedro Mari, El último tamborilero de Erraondo, Blancos y Negros y La Bella Easo, la novela preferida por el propio autor que dijo de ella: “esta obra es mi pensamiento íntegro”.
A pesar de que existe una publicación de sus Obras Completas (Mintzoa, Iruña, 1983), la ingente obra de Campión está reclamando una revisión y una reordenación completas, con una edición sistematizada que contribuyan a ofrecer un panorama global de lo que ésta ha representado.
Aurreko Aleetan |