Dr.
Pedro M. Ramos Calvo, Profesor de la Universidad del País Vasco
INTRODUCCIÓN
Foto: www.pediatraldia.cl |
Casi el 60% de las personas adultas en el estado español tienen sobrepeso u obesidad. En concreto el 40% presentan sobrepeso (más en el caso de las mujeres) y alrededor del 15% obesidad (también porcentualmente más en el caso de las mujeres). Pero es que además la obesidad infantil, sutuada en este momento en el 5%, sufre un incremento del 6% cada año, dejando al margen el 10% de niños afectados por sobrepeso.
En cualquier caso, estas cifras nos proporcionan una idea de los millones de personas que en el estado español necesitan bajar de peso, cifra a la se unen estacionalmente otros varios millones como consecuencia de “necesidades” estéticas (llegada de la primavera y aligeramiento del vestuario; semanas postnavideñas, etc). Muchos han sido los estudios que en la década de los ochenta y noventa se realizaron con el fín de valorar las causas de sobrepeso u obesidad. Todos ofrecen resultados similares: el 97% de situaciones se deben a un mayor consumo de alimentos de los necesarios y en el 2% de casos las razones asientan en alteraciones de tipo endocrino, neurológico o farmacológico (como por ejemplo el hipotiroidismo o al Síndrome de Cushing).
El sobrepeso y la obesidad deben ser tratados por los profesionales de la salud para disminuir la morbi-mortalidad. Se encuentra ampliamente demostrado que estos factores aceleran la aparición de enfermedades cardiovasculares, cánceres (próstata, colorrectal, útero, ovario, mama), diabetes (especialmente la de tipo I), hipertensión arteial, litiasis biliar o artrosis. Se calcula que el sobrepeso y la obesidad acortan la vida, utilizando para ello la aparición precoz de de las patologías citadas con anterioridad. En concreto un 10% de sobrepeso tiende a acortar la vida en un 18%, mientras que cuando el sobrepeso es del 30% la esperanza de vida se reduce en un 50%.
TRATAMIENTO MÉDICO DE LA OBESIDAD
Considerando el reducido abanico de posibilidades etiológicas que impulsan
el sobrepeso y la obesidad, los profesionales de la salud basan su tratamiento
en cuatro pilares, utilizando una u otras posibilidades en función
de la situación individual de cada caso:
· Fundamental: cambio de hábitos en la alimentación, estableciendo comidas regulares a lo largo del día, con mejor distribución de las cantidades totales y reduciendo el aporte calórico así como la forma de preparar los alimentos.
· Complementario: mayor gasto energético del habitual con ayuda de un mayor movimiento, en suma, actividad física que “alivie” la carga de grasa en los adipocitos.
· Tratamiento farmacológico: el médico cuenta con unos pocos fármacos que colaboran a perder grasa o disminuyen la absorción de la misma por el intestino, si bien este tipo de tratamiento colabora o apoya al fundamental, el cambio de hábitos dietéticos. Dentro de esos fármacos están los anorexígenos (sibutramina, anfetaminas); los que disminuyen la absorción de grasa intestinal (fibra, acarbosa) y los que ligeramente aumentan el gasto metabólico (sibutramina).
· Tratamiento quirúrgico: cuando la obesidad presenta un IMC superior a 40.
En la práctica, ¿los varios millones de personas que desean perder peso siguen este tipo de orientaciones profesionales?... la respuesta es muy clara, NO. Es más, un reciente estudio de la Sociedad Española para el Estudio De la Obesidad (SEEDO) certifica que solo el 6% de las personas que quieren adelgazar acuden al médico. Este mismo estudio de la SEEDO arroja otras conclusiones muy interesantes:
INEFICACIA O FRAUDE EN EL TRATAMIENTO DEL SOBREPESO
A nuestro alrededor encontramos miles de productos a los que se les atribuye propiedades adelgazantes. Podemos encontrarlos en los medios de comunicación, en las farmacias, establecimientos de dietética, herboristerias, etc y esta ingente cantidad de productos surgen al “amparo” de millones de personas dispuestas a utilizar cualquier cosa con la esperanza de perder unos kilos.
La legislación española indica algunas cosas fundamentales relacionadas con la venta de este tipo de productos y que con frecuencia se inclumplen (Real Decreto 1.907/96):
Prohibido incluir imágenes de médicos o supuestos sanitarios para garantizar la eficacia del producto.
Por otra parte, debemos recordar que sólo los MEDICAMENTOS poseen un efecto científica y rigurosamente probado, lo que les permite tener un “número especial” que denominamos Código Nacional del Medicamento, un número de 6 cifras, ni uno más, ni uno menos. Aquellos productos que no tengan este número no pueden considerarse como medicamentos, con efectos probados y por mucho que se diga de ellos, sus efectos están por demostrar. En el caso del tratamiento del sobrepeso u obesidad tenemos 3 o a lo sumo 4 medicamentos, NO MÁS.
Si comparamos esta cifra y las normas que anteriormente hemos citado con lo que observamos a nuestro alrededor, facilmente llegamos a la conclusión que en fechas recientes comentaba el Presidente de la Organización Médica Colegial de España: “los tratamientos contra la obesidad y de cirugía estética son áreas de la Medicina donde se registran un mayor número de casos de mala práctica médica o intrusismo”.
Disponemos de numerosos ejemplos de la ineficacia, el fraude o la venta de productos de este tipo que utilizan técnicas y comentarios prohibidos:
A estas actuaciones judiciales debemos unir otras varias decenas y, sobre todo, centenares y centenares de productos que se atribuyen efectos no probados disfrazados de términos científicos y presentados por personas conocidas y en medios de comunicación muy frecuentados. Tal es el caso de la “Garcinia camboya”, cápsulas para adelgazar 4 kilos en 40 días por 50 euros que, por si solas, es imposible que faciliten la pérdida de peso si no van acompañadas de otras medidas dietéticas, aunque en la publicidad se las presentaba como “devora-grasa”.
De otra parte, muchos de los productos que podemos calificar como “milagrosos” se venden por teléfono, correo, internet o anuncios en los que sólo figura un apartado de correos. A esto debemos añadir otros muchos que se venden en farmacias y, además de asegurar ciertas pérdidas de peso o de centímetros de la cintura y la cadera, siempre aconsejan, que dicho sea de paso es lo fundamental, tomar las pastillas o comprimidos “en tal y tal momento” además de comer poco pan, no tomar alcohol, evitar las salsas, etc, etc.
La situación no es menos favorable en el caso de los Centros de adelgazamiento. Un reciente estudio certifica que el 68% de los centros estudiados (varias decenas distribuídos por toda España) no superan las pruebas de calidad (considerando dentro de estas la información que aportan, la formación del personal que atiende a los usuarios, las técnicas que utilizan para adelgazar), ofrecen en muchos casos personalizadas que luego son idénticas para todos los clientes, el 40% plantea pérdidas de peso “poco realistas” por ser rápidas en su mayoría…
¿Y las dietas?... de no ser recomendadas por personal sanitario y bajo seguimiento periódico, debemos evitar dietas universales y generalizadas para todo el mundo ya que, se vendan como se vendan, facilitan pérdidas de peso rápidas pero con un claro efecto “yo-yo”: hoy perdemos 5 kilos para engordar mañana 7 kilos. Todas tienen un punto débil que hace que estas dietas no se puedan prolongar en el tiempo y, si no hay cambio en los hábitos dietéticos, cuando dejemos de practicar esa dieta volveremos “a las andadas”. Veamos algunos ejemplos:
Es seguro que durante los próximos 10-15 años la ciencia médica contará con procedimientos farmacológicos y dietéticos mucho más eficaces que los actuales para hacer frente al sobrepeso y la obesidad. Pero mientras llega ese momento debemos seguir basándonos en dos opciones: modificar nuestros hábitos dietéticos y realizar un mayor gasto energético o la consulta del profesional de la salud y, si nos lo aconseja, utilizar alguno de los 3-4 fármacos que disponemos para reducir peso… pero nada más. ¡¡¡Hay que ver la cara de quien nos trata y saber con qué nos trata!!!. Todo lo demás está por ver y, generalmente, no vemos nada, salvo unos cuantos euros menos en la cuenta corriente que han servido para alimentar la proliferación de productos milagro, aparatos “sensacionales” y dietas “magistrales”.
Aurreko Aleetan |